Por Juan Guaján, Resumen Latinoamericano, 22 de mayo de 2021.
En Chile, el pueblo sólo aflojó ‑por ahora- los oxidados cerrojos con los que pretenden evitar reformas constitucionales de fondo.
La situación del Chile de hoy es que transita un tiempo crucial: ¡Cuando lo viejo no termina de morir, y lo nuevo no termina de nacer!
Allí hubo elecciones y se desató un tembladeral político e institucional. El motivo es muy sencillo. Los actuales oficialismo y oposición sufrieron una derrota tan memorable, como ‑por ellos- inesperada. Es que “ellos” los que se alternan en el gobierno de Chile (pinochetistas, social demócratas y demócratas cristianos), desde el golpe y asesinato del Presidente Salvador Allende (1973) no pueden entender que la situación de Nuestra América está pariendo otra realidad que viene de profundidades a las que “ellos” no tienen acceso, ni respuesta.
No les entra en la cabeza que el 18 de octubre de 2019 un reclamo por el precio del boleto del subterráneo, desataría una oleada de reclamos que puso de pie al Chile de los sumergidos e ignorados. En Santiago ‑la ciudad capital- la Plaza Italia, rebautizada como Plaza de la Dignidad, fue la sede de las convocatorias y capital del Chile que estaba naciendo. Era ése que se ocultaba detrás de lo que se presentaba como el “modelo a seguir” y que ahora comenzaba a hacer agua por todos los rincones.
Pero el sistema no está muerto. Cuando el gobierno de Sebastián Piñera pendía de un hilo y todo indicaba que Chile estaba a las puertas de grandes cambios, encontraron un hueco por donde colar el intento de sobrevivir. Cuando el cambio de algunos nombres y políticas no calmaba la bronca popular apelaron a una jugada peligrosa: ¡Que se vote y cambiamos la Constitución!
El gobierno redactó un plan que coincidía con los tiempos de permanencia del exhausto gobierno de Piñera. Las diversas etapas extenderían ese trámite hasta marzo de 2022. De ese modo cambiaban los ejes del debate. Ya no era el fin de Piñera y la posibilidad de una constituyente avalada por un nuevo gobierno. Piñera logró que se apruebe una convocatoria avalada por la mayor parte de las fuerzas electoralistas. A esos fines, además del cronograma electoral, el gobierno impuso una serie de condiciones. Entre ellas se destacaba que un tercio de los constituyentes podría bloquear los cambios. De ese modo creyeron asegurarse que los cambios profundos serían contenidos.
Una parte importante de los movilizados no acordaban con esta convocatoria. En ella se elegirían 155 constituyentes, entre ellos 17 lugares reservados para las diferentes etnias indígenas.
DERROTA ELECTORAL DEL SISTEMA, PERO LE QUEDAN CARTAS
En Chile la participación electoral no es obligatoria. De allí que la media de participación ronda el 50% de los mayores de 18 años. En estas elecciones no llegó a ese 50%, con más participación en las zonas de mayor poder económico y claramente menor en las poblaciones más empobrecidas. Las grandes novedades fueron la derrota del oficialismo gobernante, el fracaso de la “Concertación” de socialdemócratas y socialcristianos, además de la presencia de candidatos y fuerzas “Independientes”, con un caudal inesperado.
Justamente el tema de los “Independientes” no permite tener precisión sobre la composición de la próxima Convención. Los “Independientes” representan, en términos generales, a dirigentes o agrupamientos de izquierda disconformes con el actual sistema y sus partidos. Pero hay varios “Independientes” que fueron en diferentes listas partidarias y por otra parte hay “Independientes” que son conservadores. De todos modos se estima que más de 80 constituyentes responden a esa concepción opositora. A estas dificultades hay que agregar que hay indígenas ‑como los mapuches- que eligen a 7 convencionales y que son claramente opositores y otras etnias ‑como los 3 delegados de la Isla de Pascua- que adhieren a corrientes conservadoras.
Estas aclaraciones ayudan para entender algunos datos. Los “Independientes” presentados por fuera de los partidos tradicionales sumaron 46 constituyentes, solo el 10% de los mismos serían de tendencia conservadora; el actual oficialismo, que reunió a las fuerzas conservadoras logró 37 bancas, son necesarias 52 para bloquear otras iniciativas; lo que se conoce como “Concertación” que gobernó con Lagos y Bachelet reunió 25 constituyentes y hubo un fuerte avance de una izquierda parlamentaria, encabezada por el Partido Comunista que tienen 30 convencionales.
La alianza entre “independientes” y la izquierda es mayoritaria y le puede dar el tono a la próxima Constitución, que reemplace a la pinochetista hoy vigente, pero tendrá que negociar con otras fuerzas para avanzar hacia cambios más profundos.
Esta elección para constituyentes se complementa con otras 3: Gobernadores, alcaldes (intendentes) y concejales. En este sentido es más que simbólico el hecho que Santiago, la ciudad capital, será gobernada por una mujer, dirigente comunista, de 32 años.
Es muy posible que temas de respeto al medio ambiente, mayor participación de las mujeres y un estado plurinacional que reconozca los derechos de los pueblos indígenas, sean temas protagónicos en la próxima agenda constitucional.
Grande fue el sacrificio del pueblo para llegar hasta este punto. Ahora habrá que ver si eso alcanza para las transformaciones profundas que la sociedad demanda o si los personeros del viejo poder y las fuerzas electoralistas los hacen naufragar en el lodazal de este sistema.
No quedan dudas que aquella explosión de octubre de 2019 desató este fenómeno. 40 jóvenes lo pagaron con sus vidas, otros 400 tienen pérdidas irreversibles en su visión.
Es bueno tener presente que ¡Nada está ganado, que todo es disputa!