Por Diego Arellano/Resumen Latinoamericano, 29 de junio de 2021
Es un hecho, Pedro Castillo será el nuevo Presidente constitucional del Perú. Al irrumpir de manera sorpresiva ganando la elección general en primera vuelta, la región entera posó los ojos en el docente y gremialista de Chota. Primero, para tratar de entender sobre el fenómeno social y político que rodeaba el triunfo del profesor; pero también para reflexionar sobre el Perú profundo plasmado y sintetizado en la figura de Castillo, la expresión más harta y cruda del Perú de los ronderos, de las minas, de los pueblos rurales, de la sierra y selva. Ese Perú que no vimos llegar, pero que tampoco buscábamos ver.
Es importante terminar de dimensionar el rol de la nueva oposición política en el Perú (que incluso trasciende al fujimorismo) en el último tramo de campaña, marcado por la demonización constante del líder rondero en esa identificación burda sobre su figura con la de Sendero Luminoso, y en el posterior recuento de votos, en el que el fujimorismo osciló entre la estrategia de una agobiante dilatación sobre la definición y proclamación de la victoria de Perú Libre, y una preocupante presión sobre los organismos electorales e institucionales. Manipulando operaciones entre los límites democráticos que intentaron dañar la voluntad popular. El rol de la derecha peruana sirve para empezar a vislumbrar el escenario y a los actores que se presentarán durante los primeros días de gobierno de Pedro Castillo.
El congreso será uno de los escenarios más habituales de la contienda política en el gobierno de “el profesor”, como es conocido Castillo en el Perú por sus simpatizantes. Valdrá entonces empezar a reconocer a las bancadas y los congresistas que serán protagonistas de una legislatura que resultará un dispositivo de oposición directa al nuevo oficialismo, debido a que la coalición de las bancadas derechistas forman una mayoría que de antemano Perú Libre y sus aliados progresistas aún no tienen. Habrá que estar expectante de la negociación que se llevará adelante por la repartición de los cargos de la mesa directiva y de la presidencia del congreso. Importante será seguir el papel que jugará Acción Popular y sus pendulares movimientos entre el bloque conservador y el progresista. La presidencia tendrá un protagonismo relevante si tomamos en cuenta los últimos antecedentes de sucesivas sustituciones presidenciales en el último período legislativo. Será esta la primera demostración de correlación de fuerzas por parte de la bancada derechista y también del nuevo gobierno y de su impronta para negociar desde la hegemonía del Estado.
En ese sentido, uno de los congresistas que ya ha expresado su intención de presidir
el congreso es Jorge Montoya, ex presidente del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, y elegido por el partido de derecha Renovación Popular. Es, además, el segundo congresista a nivel nacional más votado en las últimas elecciones después del expresidente Martín Vizcarra, que ‑por estar inhabilitado- no podrá asumir su bancada. Esto coloca a Montoya en situación de ser el congresista por asumir más votado del Perú. Montoya llamó la atención de la opinión pública en las últimas semanas por ser el primer opositor en tratar de deslegitimar los resultados de la segunda vuelta, y abanderado de la propuesta de un nuevo llamado a elecciones con auditores internacionales. Fue, además, pilar necesario de la campaña de estigmatización de los candidatos de Perú Libre. En esta misma dirección, en la lectura sobre la puja por la conducción del congreso, se anota también el Partido Alianza para el Progreso liderado por César Acuña, que se alineó con el fujimorismo después de la primera vuelta electoral y que viene sondeando a los congresistas Gladys Echaíz y Roberto Chiabra, ambos de Lima. Por parte de Acción Popular los apuntados son Ilich López y Maricarmen Alva.
Por la bancada fujimorista es oportuno resaltar perfiles como el de Rosangella Barbaran quien será la congresista más joven del nuevo período y de mucha cercanía con Keiko Fujimori y a Hernando Guerra García Campos que es parte de una de las facciones independientes del fujimorismo en Lima y que fue una de las últimas incorporaciones antes del cierre de listas de Fuerza Popular. También a María Cordero Jon Tay quién pertenece a un fujimorismo muy cercano a Alberto Fujimori. Esta congresista es una de las personas que visitó con más frecuencia a Alberto Fujimori en prisión según los registros oficiales de la Dirección Nacional de Operaciones Especiales del Perú (Diroes). Esta misma facción es la que se jacta de apoyar a Keiko entre otras cosas por la libertad inmediata del expresidente Alberto Fujimori.
Las Fuerzas Armadas serán otro vínculo importante del nuevo gobierno peruano. Es la institución que durante el último tramo de la campaña electoral y en el proceso de recuento de votos respetó el principio de neutralidad que la Constitución le demanda. Sin embargo, hubo un comunicado que publicó la Asociación de Generales y Almirantes del Perú (ADOGEN) el 22 de abril del presente año. AGODEN es la institución que unifica tanto al ejército peruano como a la Policía Nacional del Perú y es presidida por el Teniente General de las Fuerzas Armadas del Perú Wilson Arteaga Cabrera, quien asumió la titularidad de la institución durante el corriente año. En dicho comunicado elevaron una “protesta” a las autoridades de los ministerios de Defensa e Interior sobre presuntas amenazas por parte de Perú Libre contra la población y las Fuerzas Armadas. Además, acusa al partido del electo presidente de estar “anunciando una serie de acciones anticonstitucionales, como el cierre del congreso, desaparición del Tribunal Constitucional, cambio de Constitución para establecer un modelo económico estatista, confiscación de empresas y propiedades en general, demostrando la clara intención de establecer una dictadura, constituyendo una apología al terrorismo ya que su plan de gobierno corresponde al pensamiento Gonzalo y a lo pregonado por el MOVADEF (Movimiento por la Amnistía y Derechos Fundamentales), brazo político de Sendero Luminoso”. El texto, que termina con la firma de Wilson Urteaga Cabrera, en su último párrafo considera que el accionar de Castillo y de su partido político constituyen un delito que no debe permitirse en el país. Este texto acompañó las operaciones mediáticas y a los dichos incluso de referentes culturales muy importantes del Perú como Mario Vargas Llosa.
Por último podemos resaltar el papel de la Iglesia Católica peruana como muy interesante ya que mantuvo una conducta neutral y propositiva con consignas de defensa de la democracia y el compromiso de respetar la voluntad del pueblo. ¿Será la iglesia quizás uno de los aliados con los cuales Pedro Castillo podrá empezar a tejer alianzas institucionales, políticas y sociales para materializar el Perú que viene? El nuevo presidente también tendrá que resolver el vínculo con Vladimir Cerrón, secretario general del partido Perú Libre y líder de gran parte de la bancada del oficialismo en el congreso, como así también tendrá que terminar de tejer la estructura política del campo popular y de las fuerzas progresistas del país. Los consensos serán la primera gran tarea del “profesor” en su agenda de primer tramo de gestión, más si piensa en llevar adelante su gran propuesta de campaña, el inicio de un proceso constituyente para cambiar la Constitución que dejó la dictadura fujimorista. Y para afianzar una fuerza política contundente que pueda acompañar un proceso de cambios de fondo que el Perú profundo le demanda.
FUENTE: Nodal