Si echamos un vistazo a la prensa española, especialmente a la controlada en mayor o menor medida por el PP, pudiera parecer que poco más o menos Euskal Herria hubiera dado un paso decisorio en el camino a su independencia ante la impotencia de un estado sin defensas que arrodillado ve como el transcurrir del tiempo le lleva a una derrota irremisible y dolorosa. La tristeza y la rabia se apodera de columnistas y demás altavoces mediáticos.
Por otro lado, en la prensa cercana al PSOE se ha mostrado moderación y contextualización política de la legalización de Sortu, en gran medida justificando la decisión pero al mismo tiempo alabando la política ilegalizadora y tratando de contemporizar los efectos instintivos del nacionalismo español tampoco ajenos a su propia órbita social.
En Euskal Herria sin embargo la noticia de la legalización de Sortu ha sido acogida con satisfacción y con una alegría contenida en algunos casos y desmedida en otros.
¿Qué se esconde realmente detrás de todo este humo y ruido mediático?
La legalización de Sortu es un elemento que sintetiza todas las estrategias políticas existentes que inciden en el tablero del conflicto político. Para la izquierda abertzale supone contar con una herramienta legal imprescindible y necesaria pero el coste político, ideológico y organizativo requerido ha sido muy elevado. Ese era precisamente uno de los objetivos posibilistas de los procesos ilegalizadores. Cerrar la puerta a la izquierda abertzale en el ámbito institucional abriendole una nueva por donde solo se pueda pasar moldeado.
Las dos estrategias base de los poderes del estado que coinciden cada una básicamente con los postulados del PP y del PSOE, aunque no totalmente y en toda su extensión, son por una parte, la que quiere intensificar la violencia de estado y escenificar una derrota irreal del independentismo vía policial en la que encajan las falsificaciones del censo, detenciones, represión, mantenimiento de las ilegalizaciones mientras se intentan ocultar realidades de la actual coyuntura política en un inmovilismo radical …
… Y la otra, la que estaría de acuerdo en mover algo para que no se mueva nada. Concretamente la legalización de Sortu, algunos movimientos con los presos y cerrar el conflicto con la esperanza de que la izquierda abertzale supuestamente despojada de su intensidad combativa acabe sucumbiendo asimilada.
Desde esa perspectiva y debido a la composición del tribunal que ha dictado sentencia y que está mayoritariamente (aunque por poco margen) influido por los partidarios de la segunda opción estratégica del estado la legalización ha sido la opción escogida. De una forma parecida ocurrió con Bildu y Amaiur. Así que esta decisión es más una extensión de las previas decisiones adoptadas en vez de algo netamente nuevo.
De todas maneras hay que constatar que la apuesta prioritaria e inicial del estado no residía simplemente en condicionar a la izquierda abertzale sino en su marginación y eliminación total. En ese sentido el fiasco político del estado es un hecho irrebatible. La legalización de Sortu por tanto es un elemento que ha sido forzado y que obliga a resituar la política de estado de cara a Euskal Herria donde esas dos estrategias base chocan entre sí y necesitan de una nueva síntesis bajo peligro de acelerar el proceso de liberación nacional vasco.
El estado cuenta con mucha experiencia histórica de cara a la asimilación y con muchos éxitos en ese terreno pero posiblemente no esté preparado aún para poder hilar lo suficientemente fino, cosa que es requerida para tal menester, debido a que la sociedad española ha sido aleccionada a un discurso de victoria o derrota total y vive bajo un total engaño en cuanto a la verdadera realidad social y política de Euskal Herria. La izquierda abertzale y el movimiento soberanista en general por su lado también tendrá que hacer frente a situaciones en las que probablemente tampoco estén lo suficientemente preparados aún debido en gran parte a todas las erosiones sufridas en los últimos tiempos.
¿Victoria o derrota?
Posiblemente ninguna de las dos cosas, ni para el estado ni para la izquierda abertzale y la sociedad vasca. Sino un punto de partida con muchas incertidumbres tanto para unos como para otros. Una manera de empezar a despejarlas es dotar a Sortu de los elementos que le hagan posible enfrentarse con firmeza a los retos existentes, para ello será fundamental que la clase trabajadora se implique en el proyecto con la misma energía histórica que ha hecho ser a la izquierda abertzale lo que es. Ya que será ese y no otro el factor que podrá desnivelar la balanza en favor de las clases populares en el camino hacia la independencia y el socialismo, sin espejismos, sin delegacionismos. Sabiendo diferenciar entre instrumentos y objetivos estratégicos y sus necesidades que en muchos apartados superan a la caracterización y función del partido, revirtiendo las taras contraídas y reforzado las potencialidades ganadas. Esa tarea no se puede dejar en manos de nadie sino del conjunto del movimiento de liberación nacional vasco pasando por todas y cada una de las personas que han dado y dan cuerpo al proyecto de liberación nacional y social de la izquierda abertzale de cara a una nueva Euskal Herria.
Decía Malcolm X ¿Cómo puedes agradecer a alguien por darte lo que te pertenece?. ¿Cómo puedes entonces agradecerle por darte solo alguna parte de lo que te pertenece?. Y es que Euskal herria ha ganado un trocito más de lo que le pertenece pero aún está casi todo por ganar mientras que el estado tiene casi todo por perder.