Los Soviets: su ori­gen, desa­rro­llo y funciones

Los Soviets rurales

La base del nue­vo régi­men crea­do por la Revo­lu­ción de febre­ro está cons­ti­tui­da por los Soviets urba­nos y rurales.

Los Soviets rura­les se eli­gen a razón de un dipu­tado por cada cien habi­tan­tes y un dipu­tado por cada vein­te elec­to­res de los obre­ros de las fábri­cas, talle­res, hacien­das agra­rias del Esta­do, uni­da­des del Ejér­ci­to y de la Arma­da, que se hallan en el terri­to­rio, los dipu­tados se eli­gen en las Asam­bleas gene­ra­les de los ciu­da­da­nos que gocen de dere­chos elec­to­ral median­te Asam­bleas sepa­ra­das. Los obre­ros de las fábri­cas, los emplea­dos de ins­ti­tu­cio­nes y los regi­mien­tos pro­ce­den a la elec­ción en los esta­ble­ci­mien­tos y las ins­ti­tu­cio­nes. La legis­la­ción de la Repú­bli­ca Sovié­ti­ca Ucra­nia­na y de la Repú­bli­ca Sovié­ti­ca Rusa pre­vé la orga­ni­za­ción de Soviets nacio­na­les en aque­llos pun­tos don­de las mino­rías nacio­na­les repre­sen­tan una masa compacta.

Las prin­ci­pa­les fun­cio­nes de los Soviets rura­les con las siguientes:

  1. lle­var a la prác­ti­ca y con­tro­lar la eje­cu­ción de todas las reso­lu­cio­nes de los órga­nos supe­rio­res del Poder;
  2. ayu­dar a los repre­sen­tan­tes de estos últi­mos a cum­plir con su misión en la aldea; c) tomar medi­das para ele­var el nivel eco­nó­mi­co y cul­tu­ral de la población;
  3. garan­ti­zar la con­ser­va­ción del orden revo­lu­cio­na­rio y luchar con­tra la con­tra­rre­vo­lu­ción y el bandolerismo;
  4. uti­li­zar a la pobla­ción tra­ba­ja­do­ra para la con­ser­va­ción de los pozos, puen­tes, etcé­te­ra, y para la lucha con­tra las cala­mi­da­des naturales;
  5. con­tri­buir a la con­ser­va­ción de los bos­ques, sem­bra­dos, ferro­ca­rri­les, telé­fo­nos y telé­gra­fos en el terri­to­rio del Soviet;
  6. ase­gu­rar el jus­to usu­fruc­to de las tierras;
  7. efec­tuar el repar­to de las tie­rras y orga­ni­zar las reser­vas de semillas;
  8. apo­yar la coope­ra­ción agra­ria, las hacien­das del Esta­do, la orga­ni­za­ción de biblio­te­cas, etcétera;
  9. con­tri­buir a la liqui­da­ción del anal­fa­be­tis­mo y a la labor de cul­tu­ra entre las mino­rías nacionales.

No todos los Soviets rura­les tie­nen un pre­su­pues­to inde­pen­dien­te, sin embar­go los hay que gozan de per­so­na­li­dad jurí­di­ca y pue­den con­cer­tar contratos.

En gene­ral, con el fin de incor­po­rar a la labor acti­va a todos los miem­bros del Soviet se orga­ni­zan en el mis­mo Comi­sio­nes espe­cia­les. Estas Comi­sio­nes tie­nen el dere­cho, con auto­ri­za­ción de Soviet, de soli­ci­tar la cola­bo­ra­ción de ciu­da­da­nos que no for­men par­te del Soviet y gocen de los dere­chos elec­to­ra­les. Cer­ca de los Soviets exis­ten Comi­sio­nes de con­trol ele­gi­das de la mis­ma mane­ra que los Soviets y que ejer­cen el con­trol de la acti­vi­dad finan­cie­ra de aqué­llos y dan cuen­ta de su misión ante la Asam­blea gene­ral de los ciudadanos.

Los Soviets urbanos

Los Soviets urba­nos son ele­gi­do por los ciu­da­da­nos que se hallan en su terri­to­rio y gozan de los dere­chos elec­to­ra­les a razón de dipu­tados por cada cien elec­to­res de los obre­ros, del ejér­ci­to rojo, de la escua­dra y de la mili­cia y de un dipu­tado por cada tres­cien­tos elec­to­res de los emplea­dos de las ins­ti­tu­cio­nes esta­ta­les y pri­va­das y de las demás cate­go­rías de elec­to­res. Com­pe­te a los Soviets urba­nos solu­cio­nar todas las cues­tio­nes loca­les y dis­cu­tir todos los pro­ble­mas de inte­rés general.

Dichos orga­nis­mos tie­nen sus pre­su­pues­tos, gra­cias a lo cual toman una par­ti­ci­pa­ción acti­va en la recons­truc­ción y trans­for­ma­ción de la eco­no­mía popu­lar y de la vida social y cul­tu­ral. Este pre­su­pues­to se halla cons­ti­tui­do por la uti­li­za­ción de todos los bie­nes de sig­ni­fi­ca­ción local. De acuer­do con ello tie­nen dere­cho a explo­tar la tie­rra, los esta­ble­ci­mien­tos y a esta­ble­cer impues­tos loca­les, nego­ciar emprés­ti­tos, con­tro­lar los bie­nes que se hallan bajo su juris­dic­ción, abrir nue­vos esta­ble­ci­mien­tos, arren­dar­los, etcé­te­ra. Tie­nen, asi­mis­mo, el dere­cho de garan­ti­zar el orden, con­tri­buir a la orga­ni­za­ción acer­ta­da del meca­nis­mo judi­cial, de la labor nor­mal de todos lo órga­nos loca­les del poder estatal.

El órgano direc­ti­vo del Soviet es la reu­nión ple­na­ria del mis­mo, que se con­vo­ca al menos una vez al mes. La reu­nión ple­na­ria exa­mi­na y resuel­ve todas las cues­tio­nes fun­da­men­ta­les de su com­pe­ten­cia y rati­fi­ca el presupuesto.

Las reunio­nes del Soviet son públi­cas. Se admi­te en las mis­mas, con voz pero sin voto, a los repre­sen­tan­tes de los Comi­tés de fábri­ca, Sin­di­ca­tos, Regi­mien­tos y otras orga­ni­za­cio­nes, excep­to en aque­llos casos en que se con­vo­can sesio­nes secre­tas. Con el fin de esta­ble­cer un con­tac­to más estre­cho con los tra­ba­ja­do­res, el Soviet, en la medi­da de lo posi­ble, orga­ni­za sus sesio­nes en fábri­cas, en clubs, etcé­te­ra, las reunio­nes ple­na­rias pue­den cele­brar­se cuan­do asis­ten a las mis­mas no menos de la mitad de los miembros.

Los dipu­tados a los Soviets urba­nos se eli­gen por un año, esto es, has­ta las nue­vas elec­cio­nes. Los miem­bros del Soviet no pue­den ser dete­ni­dos sin adver­tir pre­via­men­te a la Mesa del Soviet o al pre­si­den­te mis­mo. En casos excep­cio­na­les se pue­de pro­ce­der a la deten­ción, dan­do cuen­ta de la mis­ma a la Mesa no más tar­de de vein­ti­cua­tro horas después.

En la acti­vi­dad del Soviet tie­ne una gran impor­tan­cia sus Sec­cio­nes, que deben incor­po­rar a la labor del mis­mo a toda la masa tra­ba­ja­do­ra. Dichas Sec­cio­nes son, gene­ral­men­te, las siguientes:

  1. de admi­nis­tra­ción municipal;
  2. finan­cie­ra;
  3. de ins­truc­ción pública;
  4. de sani­dad;
  5. comer­cial-coope­ra­ti­va;
  6. de la ins­pec­ción obre­ra y campesina.

Por acuer­do del Soviet, las Sec­cio­nes men­cio­na­das se pue­den divi­dir en Sec­cio­nes inde­pen­dien­tes o se pue­den crear de nue­vas (admi­nis­tra­ti­va, jurí­di­ca, e la vivien­da, del tra­ba­jo, de la indus­tria, de segu­ros socia­les, agrí­co­la, etcé­te­ra). Dichas sec­cio­nes exa­mi­nan el plan de tra­ba­jo que les está enco­men­da­do, estu­dian las cues­tio­nes fun­da­men­ta­les enco­men­da­das a los órga­nos eje­cu­ti­vos, eli­gen, cuan­do las cir­cuns­tan­cias lo exi­gen, comi­sio­nes per­ma­nen­tes para esta­ble­cer un con­tac­to más estre­cho con los dis­tin­tos orga­nis­mos del meca­nis­mo eje­cu­ti­vo, par­ti­ci­pa en las reunio­nes de las Comi­sio­nes y en las con­fe­ren­cias con­vo­ca­das por los Soviets, inves­ti­gan la actua­ción de las dis­tin­tas ins­ti­tu­cio­nes, dan su opi­nión sobre las cues­tio­nes some­ti­das a las Sec­cio­nes por las reunio­nes ple­na­rias o la mesa del Soviet, etcétera.

Para ser­vir mejor los intere­ses de las masas tra­ba­ja­do­ras des­de el pun­to de vida cul­tu­ral y admi­nis­tra­ti­vo y ayu­dar a los Soviets urba­nos en la reso­lu­ción de los pro­ble­mas fun­da­men­ta­les de la trans­for­ma­ción socia­lis­ta del país, para­le­la­men­te con los Soviets gene­ra­les se orga­ni­zan los de la barria­da, que están subor­di­na­dos al Soviet urbano, fun­cio­nan bajo su direc­ción y dan cuen­ta al mis­mo de su labor.

Los Con­gre­sos de los Soviets y sus Comi­tés ejecutivos

Los órga­nos supre­mos del régi­men supre­mo son los Con­gre­sos y sus Comi­tés ejecutivos.

Los Soviets rura­les de un dis­tri­to eli­gen a un Con­gre­so de dis­tri­to, a razón de un dipu­tado por cada diez miem­bros del Soviet. Para el Con­gre­so del can­tón eli­gen repre­sen­tan­tes todos los Soviets rura­les, a razón de un dipu­tado por cada dos mil habi­tan­tes, y todos los Soviets urba­nos, a razón de un dele­ga­do por cada dos­cien­tos elec­to­res. El Con­gre­so Pro­vin­cial se eli­ge de acuer­do con la siguien­te nor­ma de repre­sen­ta­ción: de los Con­gre­sos de dis­tri­to y de can­tón, a razón de un dipu­tado por cada 10.000 habi­tan­tes, de los Soviets urba­nos y de las fábri­cas, a razón de un dipu­tado por cada 2.000 elec­to­res. Los Con­gre­sos regio­na­les, allí don­de exis­ten, se cons­ti­tu­yen por los repre­sen­tan­tes de los Soviets urba­nos y de los Con­gre­sos de can­tón, a razón de un dele­ga­do por 25.000 habi­tan­tes, y uno por cada 5.000 elec­to­res de las ciu­da­des. Los Con­gre­sos de los Soviets de la Repú­bli­cas fede­ra­das se eli­gen de acuer­do con las nor­mas de los Con­gre­sos regio­na­les o pro­vin­cia­les. El Con­gre­so Pan­ru­so de los Soviets obre­ros, cam­pe­si­nos y sol­da­dos rojos y cosa­cos se cons­ti­tu­ye a base de la siguien­te representación:

  1. de los Soviets urba­nos, a razón de un dipu­tado por cada 25.000 electores;
  2. de los Con­gre­sos pro­vin­cia­les, a razón de un dipu­tado por cada 125.000 habi­tan­tes. El Con­gre­so de los Soviets de la URSS se cons­ti­tu­ye de acuer­do con las mis­mas nor­mas que el Con­gre­so panruso.

La dife­ren­cia entre los Soviets y los Con­gre­sos con­sis­te en que los dipu­tados a los pri­me­ros se eli­gen por un pla­zo deter­mi­na­do (un año), mien­tras que los dele­ga­dos a los Con­gre­sos se eli­gen sólo para cada un de éstos, y al ter­mi­nar sus tareas pier­den su títu­lo, dejan­do úni­ca­men­te el Comi­té Eje­cu­ti­vo ele­gi­do por ellos.

El Con­gre­so de dis­tri­to se reúne una vez al año y eli­ge un Comi­té eje­cu­ti­vo de tres miem­bros. Se pue­den con­vo­car sesio­nes extra­or­di­na­rias a pro­pues­ta del Comi­té eje­cu­ti­vo del can­tón o deman­da de no menos de la ter­ce­ra par­te de la pobla­ción del dis­tri­to. El Con­gre­so de can­tón eli­ge tam­bién un Comi­té eje­cu­ti­vo de once miem­bros y cin­co suplen­tes. El Comi­té eje­cu­ti­vo del con­gre­so pro­vin­cial debe estar com­pues­to de no más de vein­ti­cin­co miem­bros, con excep­ción de Lenin­gra­do y Mos­cú, don­de ascien­de a cua­ren­ta. Los Con­gre­sos de las Repú­bli­cas fede­ra­ti­vas, el pan­ru­so y el de la Unión eli­gen tam­bién a sus Comi­té eje­cu­ti­vos. El segun­do está com­pues­to de 270 miem­bros y 117 suplen­tes, y el ter­ce­ro, de 371 y 138 respectivamente.

Tal es, en líneas gene­ra­les, la estruc­tu­ra del régi­men sovié­ti­co. Vea­mos aho­ra, las fun­cio­nes de dichos órganos.

Los Con­gre­sos de dis­tri­to exa­mi­nan y resuel­ven todas las cues­tio­nes rela­ti­vas a este últi­mo y diri­gen la actua­ción de los órga­nos del Poder que le están subor­di­na­dos. El Con­gre­so eli­ge una Comi­sión de con­trol. Las amplias atri­bu­cio­nes de que goza dan la posi­bi­li­dad de obte­ner en su pre­su­pues­to el 40 por 100 del impues­to agra­rio, el 25 por 100 del impues­to de cons­truc­cio­nes y de las ins­ti­tu­cio­nes judi­cia­les y bus­car nue­vas fuen­tes de ingre­sos de los bie­nes que se hallan bajo su juris­dic­ción. Los miem­bros del Comi­té Eje­cu­ti­vo gozan de inmu­ni­dad y no pue­den ser dete­ni­dos sin el con­sen­ti­mien­to pre­vio de la Mesa o del presidente.

El órgano supre­mo del Poder en el terri­to­rio del can­tón es el Con­gre­so del Soviet. Las fun­cio­nes, dere­chos y obli­ga­cio­nes de los Comi­tés Eje­cu­ti­vos de can­tón son las siguientes:

  1. cum­pli­mien­to en los lími­tes del can­tón de las dis­po­si­cio­nes y decre­tos del Poder central;
  2. publi­ca­ción de reso­lu­cio­nes vigen­tes en los lími­tes del cantón;
  3. adop­ción de medi­das dis­ci­pli­na­rias con­tra los fun­cio­na­rios y los miem­bros de los Comi­tés Eje­cu­ti­vos inferiores;
  4. rea­li­za­ción del con­trol de la acti­vi­dad de todos los órga­nos del terri­to­rio, sin excluir los que depen­den direc­ta­men­te del poder de la repú­bli­ca o de la Unión. Este con­trol no se extien­de a las ins­ti­tu­cio­nes del Ejér­ci­to rojo y a los órga­nos judiciales;
  5. examen y apro­ba­ción de los pre­su­pues­tos de distrito;
  6. con­ser­va­ción del orden;
  7. con­trol del fun­cio­na­mien­to de todos los órga­nos del Poder;
  8. fomen­to de la agricultura;
  9. adop­ción de medi­das para ele­var el nivel cul­tu­ral y polí­ti­co de la población;
  10. con­ser­va­ción de la salud públi­ca y pro­tec­ción de la mater­ni­dad y de la infancia,
  11. direc­ción de los esta­ble­ci­mien­tos comer­cia­les e indus­tria­les que depen­den de él, etcétera.

Los Con­gre­sos pro­vin­cia­les exa­mi­nan y aprue­ban el pre­su­pues­to de la pro­vin­cia, los infor­mes del Comi­té Eje­cu­ti­vo y sus Sec­cio­nes y pro­ce­den a la elec­ción de dicho Comité.

El Comi­té Eje­cu­ti­vo tie­ne el dere­cho de pedir al órgano corres­pon­dien­te de la Repú­bli­ca de los Soviets la abo­li­ción o modi­fi­ca­ción de las reso­lu­cio­nes de los órga­nos cen­tra­les si con­si­de­ra per­ju­di­cia­les estas últi­mas des­de el pun­to de vis­ta de las con­di­cio­nes locales.

Las Repú­bli­cas autó­no­mas for­man par­te de una repú­bli­ca de la Unión, y tie­ne un Comi­té Eje­cu­ti­vo y un Con­se­jo de Comi­sa­rios del Pueblo.

En las repú­bli­cas con­fe­de­ra­das de la Unión, el órgano supre­mo es el Con­gre­so de los Soviets, al cual corres­pon­de la tota­li­dad del poder legis­la­ti­vo, eje­cu­ti­vo y judi­cial. Los Con­gre­sos de los Soviets se reúnen regu­lar­men­te cada dos años y extra­or­di­na­ria­men­te siem­pre que lo juz­gue nece­sa­rio el Comi­té Eje­cu­ti­vo o lo exi­jan los Soviets de las loca­li­da­des que repre­sen­ten a no menos de una ter­ce­ra par­te de toda la pobla­ción de la Repú­bli­ca. El Con­se­jo de Comi­sa­rios del Pue­blo de cada Repú­bli­ca es el órgano eje­cu­ti­vo del Comi­té Eje­cu­ti­vo Central.

Final­men­te, el órgano supre­mo del régi­men sovié­ti­co es el Con­gre­so de los Soviets de la URSS, cons­ti­tui­da defi­ni­ti­va­men­te el 30 de diciem­bre de 1922. Las fun­cio­nes prin­ci­pa­les de dicho Con­gre­so son las siguientes:

  1. elec­ción del Comi­té Cen­tral Eje­cu­ti­vo y, asi­mis­mo, rati­fi­ca­ción e los miem­bros del Con­se­jo de las Nacio­na­li­da­des ele­gi­dos por las Repú­bli­cas y las regio­nes autó­no­mas de la Unión;
  2. apro­ba­ción y modi­fi­ca­ción de los prin­ci­pios fun­da­men­ta­les de la Cons­ti­tu­ción de la URSS;
  3. solu­ción de los des­acuer­dos en aque­llos casos en que fue­ron eli­mi­na­dos por las comi­sio­nes de con­ci­lia­ción y los órga­nos directivos;
  4. modi­fi­ca­ción de las reso­lu­cio­nes del Comi­té cen­tral Eje­cu­ti­vo de la URSS a pro­pues­ta de los dele­ga­dos o de los Con­gre­sos o Comi­tés Eje­cu­ti­vos de las Repú­bli­cas confederadas.

El Comi­té Cen­tral Eje­cu­ti­vo está com­pues­to del Con­se­jo de la Unión y del Con­se­jo de las Nacio­na­li­da­des. Esos dos orga­nis­mos gozan de una igual­dad com­ple­ta de dere­chos. El Con­se­jo de Comi­sa­rios del Pue­blo es el órgano eje­cu­ti­vo del Comi­té Cen­tral. Los decre­tos y reso­lu­cio­nes de dicho Con­se­jo son obli­ga­to­rios en todo el terri­to­rio de la Unión.

El dere­cho electoral

En la URSS no exis­te sufra­gio uni­ver­sal. El pro­le­ta­ria­do, al tomar el poder, en octu­bre de 1917, no se dejó alu­ci­nar por el espe­jis­mo de la demo­cra­cia for­mal, y esta­ble­ció su dic­ta­du­ra. Como con­se­cuen­cia de ello, es lógi­co que se esta­blez­can cier­tas limi­ta­cio­nes en el ejer­ci­cio del dere­cho electoral.

Según la Cons­ti­tu­ción sovié­ti­ca, pue­den ele­gir y ser ele­gi­dos todos los mayo­res de die­cio­cho, de uno y otro sexo, que reúnan las siguien­tes condiciones:

  1. todos aque­llos que obten­gan sus medios de exis­ten­cia median­te el tra­ba­jo útil o que reali­cen un tra­ba­jo case­ro que dé la posi­bi­li­dad a los pri­me­ros de rea­li­zar su misión (por ejem­plo, la espo­sa u otra per­so­na que cui­de de los niños de las obre­ras, etcétera);
  2. los sol­da­dos del ejér­ci­to y la arma­da rojos;
  3. los ciu­da­da­nos de la cate­go­ría enu­me­ra­da en los dos pun­tos ante­rio­res que hayan per­di­do la capa­ci­dad de trabajo;
  4. los extran­je­ros que vivan y tra­ba­jen en el terri­to­rio de la URSS.

No pue­den ele­gir ni ser ele­gi­dos, aun­que for­men par­te de las cate­go­rías mencionadas:

  1. los que recu­rren al tra­ba­jo asa­la­ria­do con el fin de obte­ner beneficio;
  2. las per­so­nas que vivan de ingre­sos no pro­ce­den­tes del trabajo;
  3. los comer­cian­tes e inter­me­dia­rios comerciales;
  4. los frai­les y ser­vi­do­res del culto;
  5. los emplea­dos y agen­tes de la anti­gua poli­cía, así como los miem­bros de la casa reinante;
  6. las per­so­nas men­tal­men­te anor­ma­les, así como las que se hallen bajo tutela;
  7. las per­so­nas con­de­na­das por los tribunales.

El Comi­té Cen­tral Eje­cu­ti­vo de los Soviets o el Con­gre­so de estos últi­mos tie­nen dere­cho de abro­gar estas limi­ta­cio­nes en gene­ral o con res­pec­to a deter­mi­na­das per­so­nas, aun­que hacen uso de este dere­cho con extre­ma prudencia.

La demo­cra­cia soviética

Hemos des­cri­to a gran­des ras­gos el ori­gen y desa­rro­llo de los Soviets en el perío­do ante­rior a la Revo­lu­ción y la for­ma con­cre­ta toma­da por el régi­men sovié­ti­co des­pués de la vic­to­ria pro­le­ta­ria de octu­bre de 1917. De este rápi­do estu­dio se des­pren­de una con­clu­sión; que el régi­men de los Soviets no es una crea­ción arti­fi­cial, sino la obra direc­ta de las masas tra­ba­ja­do­ras y la rea­li­za­ción más per­fec­ta de la demo­cra­cia. Es fácil pre­ver la obje­ción de los tar­tu­fos de la demo­cra­cia bur­gue­sa: ¿se pue­de hablar de demo­cra­cia cuan­do se limi­ta el ejer­ci­cio elec­to­ral y se pri­va de este dere­cho a una par­te de los ciu­da­da­nos? En efec­to, en la URSS no exis­te la demo­cra­cia for­mal, for­ma encu­bier­ta de la dic­ta­du­ra bur­gue­sa, sino la demo­cra­cia obre­ra. El lec­tor nos per­mi­ti­rá que a este pro­pó­si­to repro­duz­ca­mos unos párra­fos de nues­tra obra Las Dic­ta­du­ras de nues­tros días: «Los libe­ra­les y los social­de­mó­cra­tas se opo­nen a la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do de la demo­cra­cia pura. Pero mien­tras exis­tan las cla­ses —y por con­si­guien­te la explo­ta­ción y la des­igual­dad social— no se pue­de hablar de demo­cra­cia pura. Todo el meca­nis­mo del Esta­do, inclu­so en los paí­ses de régi­men más demo­crá­ti­co, está pues­to al ser­vi­cio de la cla­se explo­ta­do­ra, que cons­ti­tu­ye una mino­ría insig­ni­fi­can­te. Es más, en los paí­ses de demo­cra­cia, la subor­di­na­ción del Poder a la ban­ca y a la Bol­sa es más direc­ta que en nin­gu­na par­te. No hay nin­gu­na Cons­ti­tu­ción, por libe­ral que sea que no deje las manos libres al Poder para anu­lar las garan­tías cons­ti­tu­cio­na­les y adop­tar medi­das de repre­sión extra­le­gal con­tra la cla­se obre­ra si ésta ame­na­za el orden de cosas de demo­cra­cia en gene­ral. El mar­xis­ta no se olvi­da nun­ca de pre­gun­tar: ¿Para qué cla­se? En nin­gún país capi­ta­lis­ta civi­li­za­do exis­te la demo­cra­cia en gene­ral; exis­te úni­ca­men­te la demo­cra­cia de la bur­gue­sía. Entre la dic­ta­du­ra bur­gue­sa y la dic­ta­du­ra pro­le­ta­ria exis­ten, sin embar­go, dife­ren­cias esen­cia­les. La pri­me­ra, inclu­so en demo­cra­cia, es el Gobierno de una mino­ría sobre la mayo­ría; la segun­da es el Gobierno ejer­ci­do por la inmen­sa mayo­ría de la pobla­ción…» «…Sin dic­ta­du­ra no se ha rea­li­za­do en el mun­do nin­gu­na revo­lu­ción pro­fun­da. Pero la dife­ren­cia entre la dic­ta­du­ra bur­gue­sa (aun en sus for­mas más demo­crá­ti­cas) y la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do estri­ba en que la pri­me­ra con­sis­te en el aplas­ta­mien­to vio­len­to de la resis­ten­cia de la mayo­ría de la pobla­ción, cons­ti­tui­da por las masas tra­ba­ja­do­ras de las ciu­da­des y los cam­pos, y la segun­da, en el aplas­ta­mien­to de la resis­ten­cia de los explo­ta­do­res, los cua­les cons­ti­tu­yen una mino­ría evi­den­te… Bajo el régi­men de los Soviets, la inmen­sa mayo­ría de la pobla­ción —es decir, todos los ciu­da­da­nos que viven de su tra­ba­jo y no de la plus­va­lía del tra­ba­jo ajeno — , tie­ne el dere­cho efec­ti­vo —y no el dere­cho nomi­nal de las demo­cra­cias bur­gue­sas— de par­ti­ci­par direc­ta­men­te en la ges­tión públi­ca, de ser elec­to­res y ele­gi­dos, de des­ti­tuir en cual­quier momen­to a los repre­sen­tan­tes que no se hayan mos­tra­do dig­nos de la con­fian­za otor­ga­da, y el deber de velar por la con­ser­va­ción de estos dere­chos redu­cien­do vio­len­ta­men­te a la impo­ten­cia de la cla­se enemi­ga. En resu­men, sien­do como es un régi­men que se ins­pi­ra en los intere­ses de la inmen­sa mayo­ría de la pobla­ción, la que ejer­ce direc­ta­men­te su poder con ayu­da de vas­tas orga­ni­za­cio­nes popu­la­res como son los Soviets, la dic­ta­du­ra pro­le­ta­ria, o por decir­lo en otros tér­mi­nos, la demo­cra­cia sovié­ti­ca, es un sis­te­ma de Gobierno infi­ni­ta­men­te más demo­crá­ti­co que la Repú­bli­ca bur­gue­sa más libre.»

Esta pro­fun­da demo­cra­cia del régi­men sovié­ti­co es lo que le ha dado su fuer­za inmen­sa y le ha per­mi­ti­do recha­zar efi­caz­men­te todos los ata­ques del mun­do capi­ta­lis­ta. Tan gran­de es la vita­li­dad de este régi­men, que ha podi­do sopor­tar inclu­so los pro­fun­dos erro­res come­ti­dos, des­de la muer­te de Lenin, por la direc­ción del Par­ti­do Comu­nis­ta. Razón de más para que todo los ver­da­de­ros ami­gos de la Rusia sovié­ti­ca com­ba­tan impla­ca­ble­men­te las defor­ma­cio­nes del régi­men y luchen incan­sa­ble­men­te por el res­ta­ble­ci­mien­to de la ver­da­de­ra demo­cra­cia soviética.

Andreu Nin

1932

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