Sólo los desvergonzados caudillos militares del Kuomintang, que en las regiones bajo su dominio han llevado al pueblo a la miseria y la economía a la ruina, pueden todavía difundir diariamente rumores en el sentido de que las zonas rojas experimentan un colapso total. El imperialismo y el Kuomintang se proponen arruinar las zonas rojas, minar su trabajo de construcción económica que hoy está en progreso y destruir el bienestar de millones de obreros y campesinos que han conquistado su liberación. Con este propósito, además de organizar fuerzas armadas para emprender campañas militares de «cerco y aniquilamiento», han aplicado una cruel política de bloqueo económico. Pero, dirigiendo a las grandes masas y al Ejército Rojo, no sólo hemos aplastado, una tras otra, las campañas enemigas de «cerco y aniquilamiento», sino que también hemos acometido todo trabajo de construcción económica necesario y posible de realizar, a fin de romper el perverso bloqueo económico del enemigo. En este aspecto, igualmente estamos logrando un éxito tras otro.
Los principios de nuestra política económica son: emprender todo trabajo de construcción económica que sea necesario y posible, concentrar nuestros recursos económicos en el esfuerzo bélico, y, al mismo tiempo, mejorar en todo lo que podamos las condiciones de vida del pueblo, consolidar la alianza de los obreros y los campesinos en el terreno económico, asegurar la dirección del proletariado sobre el campesinado y luchar por la dirección de la economía estatal sobre la privada, creando así las premisas de nuestro futuro avance hacia el socialismo. La tarea central de nuestra construcción económica es desarrollar la producción agrícola e industrial, el comercio con las regiones exteriores y las cooperativas.
La agricultura en las zonas rojas evidentemente está progresando. En la región comprendida entre el sur de Chiangsí y el oeste de Fuchién, la producción agrícola de 1933 aumentó en un 15 por ciento con respecto a la de 1932, y en la Región Fronteriza de Fuchién-Chechiang-Chiangsí, en un 20 por ciento. La Región Fronteriza de Sechuán-Shensí ha recogido una buena cosecha. Es corriente que la producción agrícola decline durante el primero o los dos primeros años después de establecida una zona roja1 . Pero luego se recupera, pues, gracias a la distribución de la tierra y a la determinación de la propiedad sobre la misma, así como al estímulo que damos a la producción, las masas campesinas trabajan con mayor entusiasmo. En la actualidad, en algunos lugares la producción agrícola ha alcanzado, e incluso superado, el nivel de antes de la revolución. En otros, no sólo han vuelto a cultivarse las tierras que permanecieron abandonadas durante los levantamientos revolucionarios, sino que se han roturado nuevas. En muchos lugares se han organizado grupos de ayuda mutua y equipos de labranza2 para reajustar el empleo de la fuerza de trabajo, y también cooperativas para superar la escasez de bestias de tiro. Al mismo tiempo, las mujeres se han incorporado en masa a la producción. Nada de eso habría sido posible en tiempos del Kuomintang. En aquella época, como la tierra pertenecía a los terratenientes, los campesinos no querían mejorarla ni disponían de medios para hacerlo. Sólo después que la distribuimos entre los campesinos y que promovimos y estimulamos su actividad productora, ha estallado su entusiasmo por el trabajo y se han podido obtener grandes éxitos en la producción. Aquí es preciso señalar que, en las condiciones actuales, la agricultura ocupa el primer lugar en nuestra construcción económica y que ella ha de resolver no sólo el problema de los víveres, el más importante de todos, sino también los del algodón, el lino, la caña de azúcar, el bambú y otras materias primas necesarias para la fabricación de artículos de primera necesidad, tales como ropa, azúcar y papel. La conservación de los bosques y el incremento del ganado también constituyen parte importante de la agricultura. Sobre la base de la pequeña economía campesina, es tan permisible como necesario trazar adecuados planes de producción para ciertos artículos agrícolas importantes y movilizar a los campesinos para que luchen por su cumplimiento. A esto debemos prestarle más atención y dedicarle aún mayores esfuerzos. Debemos dirigir vigorosamente a los campesinos en la solución de los problemas difíciles y fundamentales de la producción, como la fuerza de trabajo, las bestias de tiro, los fertilizantes, las semillas y el riego. Nuestra tarea esencial a este respecto es reajustar en forma organizada el empleo de la fuerza de trabajo y alentar a las mujeres a participar en la producción. Para resolver el problema de la fuerza de trabajo, es necesario organizar grupos de ayuda mutua y equipos de labranza, movilizar y estimular a toda la población rural durante las temporadas de mayor actividad en la primavera y el verano. Otro problema serio es que una parte considerable del campesinado (un 25 por ciento aproximadamente) carece de bueyes de labranza. Debemos ocuparnos de organizar cooperativas de bestias de tiro, estimulando a los campesinos sin bueyes a adquirirlos para el uso en común mediante suscripción voluntaria. Debemos también prestar gran atención al riego, que es vital para la agricultura. Por supuesto, todavía no podemos plantear el problema de una agricultura estatal o colectiva; sin embargo, a fin de promover el desarrollo de la agricultura, es de urgente necesidad establecer en diversos lugares pequeñas granjas experimentales, escuelas de investigación agrícola y exposiciones de productos agrícolas.
El bloqueo impuesto por el enemigo ha creado dificultades para la exportación de nuestras mercancías. La producción de muchas ramas artesanas ha declinado en las zonas rojas, en particular la del tabaco y la del papel. Pero tales dificultades no son totalmente insuperables, pues la demanda de las grandes masas en nuestras zonas crea un amplio mercado interno. Debemos restablecer y desarrollar de manera planificada la artesanía y ciertas ramas industriales, primero para el autoabastecimiento y luego para la exportación. Durante los últimos dos años, especialmente a partir de la primera mitad de 1933, muchas ramas artesanas y ciertas industrias han venido recuperándose debido a la atención que hemos empezado a prestarles y al desarrollo gradual de las cooperativas de producción creadas por las masas. Los renglones más importantes de esta recuperación son el tabaco, el papel, el tungsteno, el alcanfor, los aperos agrícolas y los fertilizantes (la cal entre otros). Además, en las actuales circunstancias, no debemos descuidar nuestra propia producción de telas, medicamentos y azúcar. En la Región Fronteriza de Fuchién-Chechiang-Chiangsí se han establecido incluso algunas ramas industriales que antes no existían, como la fabricación de papel y de telas y la refinación de azúcar, y se han logrado éxitos en su desarrollo. Para superar la escasez de sal, allí se ha comenzado a extraerla de la tierra salina. La producción industrial requiere una planificación adecuada. Desde luego, con base a una industria artesana dispersa es imposible hacer una detallada planificación de conjunto. Pero para ciertas empresas principales, en primer lugar para las empresas del Estado y de las cooperativas, es absolutamente necesario que se hagan planes de producción bastante detallados. Desde su mismo comienzo, todas las empresas industriales del Estado y de las cooperativas deben prestar atención a calcular con precisión las posibilidades de la producción de materias primas y las perspectivas de venta tanto en las zonas enemigas como en las nuestras.
En la actualidad, es especialmente necesario que organicemos de forma planificada el comercio de nuestra población con las regiones exteriores y que el Estado tome directamente en sus manos el comercio de ciertos productos esenciales, como la importación de sal y telas y la exportación de cereales y tungsteno, así como la regulación del abastecimiento de víveres en nuestras propias zonas. Este trabajo fue emprendido primero en la Región Fronteriza de Fuchién-Chechiang-Chiangsí, y en la Región Central se inició en la primavera de 1933. Gracias al establecimiento de organismos como el Departamento de Comercio Exterior, hemos logrado éxitos iniciales en este aspecto.
Nuestra economía se compone actualmente de tres sectores: estatal, cooperativo y privado.
El sector estatal se limita, en los momentos presentes, a lo que es posible e indispensable. La industria y el comercio del Estado han comenzado a desarrollarse y sus perspectivas son ilimitadas.
En lo que respecta al sector privado, en lugar de ponerle obstáculos, lo promoveremos y estimularemos a menos que viole los límites legales fijados por nuestro gobierno, pues actualmente su desarrollo es necesario para los intereses del Estado y del pueblo. Huelga decir que este sector tiene ahora una absoluta preponderancia y continuará ocupando indudablemente una posición predominante durante un tiempo bastante largo. Actualmente la economía privada en las zonas rojas asume la forma de pequeñas empresas.
El sector cooperativo se desarrolla con gran rapidez. De acuerdo con las estadísticas de septiembre de 1933 referentes a diecisiete distritos de las provincias de Chiangsí y Fuchién, existen en total 1.423 cooperativas de diversos tipos, con un capital global de más de 300.000 yuanes. Son las cooperativas de consumo y de víveres las que experimentan el mayor desarrollo, y les siguen las cooperativas de producción. Las cooperativas de crédito apenas han comenzado a funcionar. Coordinándose entre sí, el sector cooperativo y el estatal se convertirán, al cabo de un largo período de desarrollo, en una enorme fuerza económica e irán ocupando una posición preponderante y dirigente sobre el sector privado. Por lo tanto, es preciso desarrollar en todo lo posible la economía estatal y extender ampliamente la economía cooperativa a la par que estimular el desarrollo de la privada.
A fin de desarrollar la economía estatal y prestar ayuda a la economía cooperativa, hemos emitido, contando con el apoyo de las masas, bonos del Empréstito Público para la Construcción Económica por valor de tres millones de yuanes. Basarnos de esta manera en la fuerza de las masas es, en la actualidad, el único medio posible para resolver el problema de fondos para la construcción económica.
Aumentar nuestra renta pública por medio del desarrollo de la economía es el principio fundamental de nuestra política financiera; esto ha dado resultados evidentes en la Región Fronteriza de Fuchién-Chechiang-Chiangsí y también comienza a darlos en la Región Central. Es deber de nuestros organismos financieros y económicos aplicar rigurosamente este principio. A este respecto, debemos velar atentamente porque, al emitir papel moneda, el Banco del Estado se base primordialmente en las necesidades del desarrollo de la economía y relegue a segundo plano las de orden puramente fiscal.
En lo que concierne a los gastos presupuestarios, nuestro principio debe ser la economía. Es necesario hacer comprender a todo el personal del gobierno que la corrupción y el despilfarro son crímenes gravísimos. La lucha contra la corrupción y el despilfarro ha dado ya algunos resultados, pero todavía se requieren nuevos esfuerzos. Economizar cada moneda en interés de la guerra, de la causa revolucionaria y de nuestra construcción económica: tal es el principio que ha de orientar nuestro sistema financiero. Nuestros métodos de utilización de los ingresos estatales deben ser rigurosamente distintos de los del Kuomintang.
En momentos en que China se halla hundida en el desastre económico, en que cientos de millones de sus habitantes se ven atenazados por el hambre y el frío, nuestro gobierno popular, desafiando todas las dificultades, se empeña resueltamente en la construcción económica en interés de la guerra revolucionaria y de la nación. Está bien claro que sólo derrotando al imperialismo y al Kuomintang y efectuando una construcción económica planificada y organizada, podremos librar al pueblo de todo el país de un desastre sin precedentes.
Mao Zedong
23 de enero de 1934
- Esto se debía principalmente a que durante la distribución de la tierra, la propiedad sobre la misma no estaba todavía determinada, ni completamente establecido el nuevo orden económico, lo que causaba cierto malestar entre los campesinos, impidiéndoles consagrarse enteramente a su actividad productora.
- Los grupos de ayuda mutua y los equipos de labranza, basados en la explotación individual, fueron creados por los campesinos en las zonas rojas con miras a un mejor empleo de la fuerza de trabajo en la producción. Sobre el principio de participación voluntaria y de beneficio mutuo, los miembros de esas organizaciones de ayuda mutua realizaban unos para otros una labor igual calculada en jornadas, y si un miembro daba menos ayuda de la que recibía, compensaba en dinero la diferencia. Además de ayudarse entre sí, los miembros de los grupos de ayuda mutua se preocupaban preferentemente por las familias de los combatientes del Ejército Rojo y ayudaban a los ancianos desvalidos (cuando trabajaban para estos últimos, no recibían de ellos paga alguna, excepto la comida durante el trabajo). Como esas organizaciones de ayuda mutua desempeñaban un gran papel en la producción y sus medidas eran razonables, obtuvieron el caluroso apoyo de las masas. El camarada Mao Zedong ha hecho referencia a esto en sus informes: Investigación en el cantón de Changkang e Investigación en el cantón de Tsaisi.