Importancia del problema
Los que no admiten, no saben o no quieren saber que la guerra revolucionaria de China tiene sus propias características, equiparan la guerra del Ejército Rojo contra las fuerzas del Kuomintang a la guerra en general o a la guerra civil de la Unión Soviética. La experiencia de esta guerra civil dirigida por Lenin y Stalin tiene significación mundial. Esta experiencia y su síntesis teórica, hecha por Lenin y Stalin, son tomadas como guía por todos los partidos comunistas, incluido el Partido Comunista de China. Pero esto no quiere decir que debamos aplicar mecánicamente esta experiencia a nuestras propias condiciones. En muchos aspectos, la guerra revolucionaria de China posee características propias que la distinguen de la guerra civil de la Unión Soviética. Naturalmente, es erróneo no tener en cuenta estas características o negar su existencia. Esto ha sido plenamente confirmado en los diez años de nuestra guerra.
Nuestro enemigo también ha incurrido en errores similares. No reconoció que en su guerra contra el Ejército Rojo tenía que aplicar una estrategia y una táctica distintas a las empleadas en la lucha contra otras fuerzas. Confiado en su superioridad en diversos aspectos, nos subestimó y persistió en sus antiguos métodos de guerra. Esto sucedió tanto antes como durante su cuarta campaña de «cerco y aniquilamiento» en 1933. A consecuencia de ello, el enemigo sufrió una serie de derrotas. Luego, el general reaccionario Liu Wei-yuan y posteriormente Tai Yue formularon, en el ejército del Kuomintang, un nuevo criterio sobre este problema, que fue finalmente aprobado por Chiang Kai-shek. Así fue como nacieron el Cuerpo de Instrucción de Oficiales de Lushan1, a las órdenes de Chiang Kai-shek, y los nuevos principios militares reaccionarios2 aplicados en la quinta campaña de «cerco y aniquilamiento».
Pero cuando el enemigo modificaba sus principios militares para adaptarlos a las condiciones de las operaciones contra el Ejército Rojo, aparecieron en nuestras filas quienes querían retornar al «sistema antiguo». Insistían en la vuelta a métodos adecuados a condiciones generales, se negaban a conocer las condiciones particulares, fuesen las que fuesen, rechazaban la experiencia adquirida en el curso de los cruentos combates del Ejército Rojo, subestimaban la fuerza del imperialismo y del Kuomintang, así como la del ejército kuomintanista, y hacían caso omiso de los nuevos principios reaccionarios adoptados por el enemigo. Como resultado de esto, se perdieron todas las bases de apoyo revolucionarias, salvo la región fronteriza de Shensí-Kansú, los efectivos del Ejército Rojo se redujeron de trescientos mil a unas pocas decenas de miles, los afiliados al Partido Comunista de China también disminuyeron de trescientos mil a unas pocas decenas de miles y casi todas las organizaciones del partido en las regiones del Kuomintang fueron destruidas. En suma, sufrimos un severo escarmiento de significación histórica. Esas personas se consideraban marxista-leninistas, pero, en realidad, no habían aprendido nada de marxismo-leninismo. Lenin dice que la esencia misma, el alma viva del marxismo, es el análisis concreto de la situación concreta3. Esto es precisamente lo que habían olvidado estos camaradas nuestros.
De lo anterior se deduce que si no se comprenden las características de la guerra revolucionaria de China, es imposible dirigir esta guerra y conducirla a la victoria.
¿Cuales son las características de la guerra revolucionaria de China?
¿Cuáles son, pues, las características de la guerra revolucionaria de China?
Creo que hay cuatro principales.
La primera es que China es un vasto país semicolonial con un desarrollo político y económico desigual y que ha pasado por la revolución de 1924 – 1927.
Esta característica indica que la guerra revolucionaria de China puede desarrollarse y obtener la victoria. Esto ya lo señalamos (en el I Congreso de la Organización del Partido en la región fronteriza de Junán-Chiangsí4) cuando en el invierno de 1927 y la primavera de 1928, poco tiempo después de iniciada la guerra de guerrillas en China, ciertos camaradas de las montañas Chingkang, en los límites entre Junán y Chiangsí, se preguntaban: «¿Cuánto tiempo podremos mantener flameando la bandera roja?» Como ésta era una cuestión fundamental, no habríamos podido avanzar ni un solo paso si no hubiéramos respondido a la pregunta de si las bases de apoyo revolucionarias y el Ejército Rojo de China podían o no existir y desarrollarse. El VI Congreso Nacional del Partido Comunista de China, celebrado en 1928, volvió a responder a esta cuestión. Desde entonces el movimiento revolucionario chino ha contado con una justa base teórica.
Analicemos ahora esta cuestión en detalle.
El desarrollo político y económico de China es desigual. Una débil economía capitalista coexiste con una economía semifeudal preponderante; un pequeño número de ciudades industriales y comerciales modernas coexisten con extensas zonas rurales estancadas; varios millones de obreros industriales coexisten con varios cientos de millones de campesinos y artesanos que viven bajo el yugo del viejo sistema; los grandes caudillos militares que controlan el gobierno central coexisten con los pequeños caudillos militares que dominan las provincias; existen simultáneamente dos tipos de tropas reaccionarias, el llamado Ejército Central bajo el mando de Chiang Kai-shek y las tropas «heterogéneas» al mando de los caudillos militares de las provincias; junto a unas pocas vías férreas, líneas de navegación y carreteras, existen un gran número de caminos para carretillas y de senderos, muchos de los cuales son difícilmente transitables incluso a pie.
China es un país semicolonial. La desunión entre las potencias imperialistas provoca la desunión entre los grupos gobernantes de China. Un país semicolonial controlado por varios Estados es diferente de una colonia controlada por uno solo.
China es un vasto país. «Cuando la noche cae en el este, es aún de día en el oeste; cuando las sombras cubren el sur, el norte sigue iluminado.» Por lo tanto, no hay que preocuparse por la falta de espacio para maniobrar.
China ha pasado por una gran revolución. Esto ha preparado la semilla del Ejército Rojo, ha preparado al dirigente del Ejército Rojo: el Partido Comunista, y ha preparado a las masas populares con la experiencia de la participación en una revolución.
Por esto decimos que China es un vasto país semicolonial con un desarrollo político y económico desigual y que ha pasado por una revolución: es ésta la primera característica de la guerra revolucionaria de China. Esta característica determina, en lo fundamental, no sólo nuestra estrategia y táctica políticas, sino también nuestra estrategia y táctica militares.
La segunda característica es que nuestro enemigo es grande y poderoso.
¿Cuál es la situación del Kuomintang, enemigo del Ejército Rojo? Es un partido que ha tomado el poder y lo ha estabilizado relativamente. Cuenta con la ayuda de los principales países imperialistas del mundo. Ha reformado su ejército de tal modo que éste se diferencia de cualquier otro ejército de la historia de China y se parece, en líneas generales, a los ejércitos de los Estados modernos. Este ejército está mucho mejor provisto de armas y de otros materiales bélicos que el Ejército Rojo, y es numéricamente superior a cualquier ejército de la historia de China y al ejército permanente de cualquier otro país. Entre este ejército y el Ejército Rojo hay una diferencia corno del cielo a la tierra. El Kuomintang domina las posiciones clave y las palancas de control de la política, la economía, las vías de comunicación y la cultura en toda China. Su poder es a escala nacional.
El Ejército Rojo de China tiene ante sí a este enemigo grande y poderoso. Esta es la segunda característica de la guerra revolucionaria de China. Ella hace que la guerra que sostiene el Ejército Rojo sea forzosamente distinta, en muchos aspectos, a la guerra en general, a la guerra civil de la Unión Soviética y a la Expedición al Norte.
La tercera característica es que el Ejército Rojo es pequeño y débil.
El Ejército Rojo de China nació después de la derrota de la Primera Gran Revolución, siendo al comienzo unidades guerrilleras. Esto sucedió en un período de predominio de la reacción en China y de relativa estabilidad política y económica en los países capitalistas reaccionarios del mundo.
Nuestro poder existe en regiones montañosas o remotas, dispersas y aisladas, y no recibe ninguna ayuda exterior. Las condiciones económicas y culturales en las bases de apoyo revolucionarias son atrasadas en comparación con las de las regiones del Kuomintang. Las bases de apoyo revolucionarias sólo abarcan zonas rurales y pequeñas ciudades. Al comienzo fueron muy pequeñas y no han crecido mucho desde entonces. Además, no son estables; el Ejército Rojo no posee bases de apoyo realmente consolidadas.
El Ejército Rojo es pequeño en efectivos, está mal armado y tiene grandes dificultades para abastecerse de víveres, mantas, vestuario, etc. Esta característica presenta un agudo contraste con la precedente. Sobre la base de este contraste se han establecido la estrategia y la táctica del Ejército Rojo.
La cuarta característica la constituyen la dirección del Partido Comunista y la revolución agraria.
Esta característica es consecuencia inevitable de la primera. Ha dado origen a una situación que presenta dos aspectos. Por una parte, la guerra revolucionaria de China puede triunfar a pesar de que se desarrolla en un período de predominio de la reacción tanto en China como en el mundo capitalista, porque cuenta con la dirección del Partido Comunista y con la ayuda de los campesinos. Gracias a esta ayuda, nuestras bases de apoyo, aunque pequeñas, son políticamente muy poderosas, se yerguen con firmeza frente al enorme poder del Kuomintang y, en lo militar, ocasionan grandes dificultades a sus ataques. Aunque pequeño, el Ejército Rojo tiene una gran capacidad combativa, porque sus hombres, dirigidos por el Partido Comunista, han salido de la revolución agraria y luchan por sus propios intereses, y porque sus mandos y combatientes están políticamente unidos.
Por otra parte, el Kuomintang se encuentra en una situación que contrasta agudamente con la nuestra. Se opone a la revolución agraria y, por lo tanto, no cuenta con el apoyo del campesinado. Aunque tiene un ejército numeroso, no puede conseguir que las masas de soldados y muchos oficiales de rango inferior procedentes de la capa de los pequeños productores arriesguen conscientemente su vida por él. Oficiales y soldados están políticamente divididos, lo cual disminuye la capacidad combativa del ejército del Kuomintang.
Nuestra estrategia y nuestra táctica se derivan de estas características
Las cuatro características principales de la guerra revolucionaria de China son: un vasto país semicolonial con un desarrollo político y económico desigual y que ha pasado por una gran revolución, un enemigo grande y poderoso, un Ejército Rojo pequeño y débil, y una revolución agraria. Estas características determinan la línea de orientación de la guerra revolucionaria de China así como sus numerosos principios estratégicos y tácticos. La primera y cuarta características dan al Ejército Rojo de China la posibilidad de crecer y derrotar a su enemigo. La segunda y tercera características determinan la imposibilidad de que el Ejército Rojo de China crezca muy rápidamente y derrote pronto a su enemigo, es decir, la guerra será prolongada, e incluso podrá fracasar si no es dirigida con acierto.
Estos son los dos aspectos de la guerra revolucionaria de China, aspectos que existen simultáneamente, es decir, junto a las condiciones favorables existen las dificultades. Esta es la ley fundamental de la guerra revolucionaria de China, de la cual se derivan muchas otras leyes. La historia de nuestros diez años de guerra ha demostrado la validez de esta ley. Quien tenga ojos pero no logre ver esta ley fundamental, no podrá dirigir la guerra revolucionaria de China ni conducir al Ejército Rojo a la victoria.
Es evidente que debemos resolver correctamente los siguientes problemas de principio:
- Determinar con acierto nuestra orientación estratégica; oponernos al aventurerismo durante la ofensiva, al conservatismo durante la defensiva y a la tendencia a la huida durante los desplazamientos.
- Oponernos al guerrillerismo en el Ejército Rojo, pero reconocer su carácter guerrillero.
- Oponernos a las campañas prolongadas y a la estrategia de decisión rápida, y pronunciarnos por la estrategia de guerra prolongada y las campañas de decisión rápida.
- Oponernos a los frentes estables de operaciones y a la guerra de posiciones, y pronunciarnos por los frentes fluidos de operaciones y la guerra de movimientos.
- Oponernos a las operaciones militares encaminadas sólo a desbaratar al enemigo, y pronunciarnos por las operaciones de aniquilamiento.
- Oponernos a la estrategia de golpear con dos puños en dos direcciones a la vez, y pronunciarnos por la estrategia de golpear con un puño en una dirección cada vez.
- Oponernos al mantenimiento de un servicio de retaguardia grande, y pronunciarnos por la creación de un servicio de retaguardia reducido5.
- Oponernos a la centralización absoluta del mando, y pronunciarnos por la centralización relativa del mando.
- Oponernos al punto de vista puramente militar y a la mentalidad de «insurrectos errantes»6, y reconocer que el Ejército Rojo es propagandista y organizador de la revolución china.
- Oponernos al bandolerismo7, y sostener una estricta disciplina política.
- Oponernos al caudillismo militar, y pronunciarnos por la democracia dentro de ciertos límites y por la disciplina militar fundada en la autoridad.
- Oponernos a la incorrecta política sectaria en materia de cuadros, y pronunciarnos por una política correcta al respecto.
- Oponernos a la política de aislamiento, y pronunciarnos por la política de ganarnos a todos los aliados posibles.
- Y finalmente, oponernos a mantener al Ejército Rojo en su antigua etapa y esforzarnos por llevarlo a una nueva etapa de desarrollo.
- Al examinar los problemas estratégicos, nos proponemos dilucidar cuidadosamente estas cuestiones, a la luz de la experiencia acumulada en el curso de los diez años de sangrienta guerra revolucionaria de China.
- Organización que Chiang Kai-shek estableció en julio de 1933 en la montaña Lushan, distrito de Chiuchiang, provincia de Chiangsí, para formar cuadros militares anticomunistas. Los oficiales del ejército de Chiang Kai-shek eran enviados allí por turno para recibir preparación política y militar fascista de instructores alemanes, italianos y norteamericanos.
- Se refiere principalmente a los principios de la «guerra de blocaos» aplicados por la pandilla de Chiang Kai-shek, de acuerdo con los cuales el enemigo empujaba sus blocaos y consolidaba cada paso a medida que avanzaba.
- Véase V. I. Lenin, Comunismo, en el que, al criticar al comunista húngaro Bela Kun, Lenin dice que éste «olvida lo que es la esencia misma, el alma viva del marxismo: el análisis concreto de la situación concreta».
- El I Congreso de la Organización del Partido en la región fronteriza de Junán-Chiangsí fue celebrado el 20 de mayo de 1928 en Maoping, distrito de Ningkang.
- Servicio de retaguardia grande se refiere a organismos hipertrofiados que no se ajustaban a las circunstancias de la guerra en aquel tiempo, por los cuales se pronunciaba la dirección de la línea de «izquierda» durante el período de la Segunda Guerra Civil Revolucionaria. Servicio de retaguardia reducido se refiere a pequeños organismos simplificados, eficaces y combativos.
- Véase Sobre la rectificación de las ideas erróneas en el Partido.
- Actos de rapiña, cometidos por falta de disciplina, de organización y de un objetivo político claro.