[Informe del camarada Mao Tse-tung ante la Conferencia Nacional del Partido Comunista de China celebrada en Yenán en mayo de 1937.]
- El imperialismo japonés está intensificando sus preparativos para invadir la parte de China situada al Sur de la Gran Muralla. De concierto con los intensos preparativos de Hitler y Mussolini para una guerra de rapiña en Occidente, el Japón, en Oriente, está concentrando todos sus esfuerzos en la preparación, conforme a un plan bien definido, de condiciones que le permitan acabar con China de un solo golpe: está creando condiciones militares, políticas, económicas e ideológicas en su propio país y condiciones diplomáticas en el plano internacional, y sustentando a las fuerzas projaponesas en China. Su propaganda acerca de «colaboración chino-japonesa» y la suavización de ciertas medidas diplomáticas obedecen precisamente a las necesidades tácticas de su política de agresión en vísperas de la guerra. China se aproxima ahora a un momento crítico en que ha de decidir su subsistencia o extinción, y debemos apresurar al máximo los preparativos para resistir al Japón y salvar a la nación. De ningún modo estamos en contra de los preparativos; a lo que nos oponemos es a la teoría de la preparación prolongada, así como a la indolencia y vida frívola de los funcionarios civiles y militares, de funestas consecuencias para la nación. Todas estas cosas, de hecho, ayudan al enemigo y hay que terminar con ellas lo antes posible.
- Los preparativos para la defensa nacional en los terrenos político, militar, económico y educacional son condiciones necesarias para resistir al Japón y salvar a la nación, y ninguno de ellos puede ser postergado ni por un solo instante. Pero la clave para la victoria de la guerra de resistencia es la conquista de la democracia y la libertad en el terreno político. La guerra de resistencia requiere la paz y la unidad en todo el país, pero sin democracia y libertad, es imposible consolidar la paz ya conquistada ni fortalecer la unidad interna. La guerra de resistencia requiere la movilización del pueblo, pero sin democracia y libertad no hay manera de movilizarlo. A menos que se consoliden la paz y la unidad y se movilice al pueblo, nuestra guerra de resistencia correrá la misma suerte que la de Abisinia. Este país fue vencido principalmente porque su régimen feudal era incapaz de lograr una sólida unidad interna y despertar la iniciativa del pueblo. Sin democracia será imposible forjar en China un auténtico y sólido frente único nacional antijaponés ni cumplir sus tareas.
- China debe iniciar inmediatamente reformas democráticas en dos aspectos. Primero, en lo referente al sistema político, hay que sustituir la dictadura reaccionaria kuomintanista de un solo partido y una sola clase por un régimen democrático basado en la cooperación de diferentes partidos y clases. A este respecto, debe comenzarse por cambiar los procedimientos antidemocráticos para las elecciones a la asamblea nacional y su convocatoria, celebrar elecciones democráticas y asegurar a esta asamblea libertad en sus reuniones; y luego elaborar una constitución verdaderamente democrática, convocar un parlamento verdaderamente democrático, elegir un gobierno verdaderamente democrático y aplicar una política verdaderamente democrática. Sólo así se podrá consolidar efectivamente la paz interna, poner fin a los conflictos armados en el país y reforzar la unidad interior, de manera que toda la nación resista unida al enemigo extranjero. Puede ocurrir que el imperialismo japonés nos ataque antes de que hayamos dado cima a estas reformas. Por eso, con el fin de estar en condiciones de resistir en cualquier momento los ataques del Japón y vencerlo completamente, debemos proceder sin dilación a las reformas y prepararnos para cumplirlas plenamente en el curso de la guerra de resistencia. Todo el pueblo chino y los patriotas dentro de los diferentes partidos deben abandonar su indiferencia respecto a la cuestión de una asamblea nacional y de una constitución, y concentrar concretamente sus esfuerzos en el movimiento en pro de una asamblea nacional y una constitución, movimiento que es importante para la defensa nacional; deben criticar con severidad al Kuomintang, el partido en el Poder, impulsarla y presionarlo para que renuncie a su dictadura de un solo partido y una sola clase y actúe de acuerdo con las opiniones del pueblo. En los meses restantes de este año, es preciso promover en todo el país un vasto movimiento democrático, cuyo objetivo inmediato debe ser una asamblea nacional y una constitución completamente democráticas. Segundo: el problema de las libertades de expresión, de reunión y de asociación para el pueblo. Sin tales libertades, será imposible poner en práctica las reformas democráticas en el sistema político, movilizar al pueblo para que participe en la guerra de resistencia y obtener la victoria en la defensa de la patria y en la reconquista del territorio perdido. En los próximos meses, el movimiento democrático de todo el pueblo debe esforzarse por lograr siquiera un mínimo de las mencionadas libertades, entre otras cosas, la liberación de los presos políticos y el levantamiento de la prohibición de los partidos políticos. La reforma democrática del sistema político y las libertades y derechos para el pueblo constituyen parte importante del programa del frente único nacional antijaponés; son al mismo tiempo condiciones indispensables para el establecimiento de un auténtico y sólido frente único nacional antijaponés.
- Nuestros enemigos – los imperialistas japoneses, los colaboracionistas chinos, los elementos projaponeses y los trotskistas – vienen haciendo todo cuanto pueden para torpedear cada paso que se da en favor de la paz y la unidad, la democracia y la libertad en China y la resistencia al Japón. En el pasado, cuando nos esforzábamos por la paz y la unidad, ellos hacían todo lo posible para fomentar la guerra civil y la división. En el presente y en el futuro próximo, cuando dedicamos nuestros esfuerzos a la lucha por la democracia y la libertad, no dejarán de llevar adelante su labor de zapa. Su objetivo general es impedir que cumplamos con éxito nuestra tarea de resistencia armada en defensa de la patria, y realizar su plan agresivo de acabar con China. En lo sucesivo, en nuestra lucha por la democracia y la libertad debemos no sólo esforzarnos en la labor de propaganda, agitación y crítica respecto a los elementos recalcitrantes del Kuomintang y a los elementos atrasados dentro del pueblo, sino también desenmascarar al máximo y combatir resueltamente las intrigas de los imperialistas japoneses, así como de los elementos projaponeses y de los trotskistas, que les sirven de lacayos en su agresión contra China.
- En interés de la paz interna, la democracia y la guerra de resistencia, y con miras a establecer el frente único nacional antijaponés, el Partido Comunista de China, en su telegrama dirigido a la III Sesión Plenaria del Comité Ejecutivo Central del Kuomintang, contrajo los siguientes cuatro compromisos:
- Cambiar el nombre del Gobierno de la base de apoyo revolucionaria de Shensí-Kansú-Ningsia, que dirige el Partido Comunista de China, por el de Gobierno de la Región Especial de la República de China, y cambiar el nombre del Ejército Rojo haciéndolo formar parte del Ejército Revolucionario Nacional, de modo que dicho Gobierno y dicho Ejército queden dentro de la jurisdicción del Gobierno Central de Nankín y de su Consejo Militar, respectivamente;
- Aplicar un cabal sistema democrático en el territorio administrado por el Gobierno de la Región Especial;
- Suspender la política de derribar al Kuomintang por la fuerza de las armas, y
- Suspender la confiscación de las tierras de los terratenientes.
Estos compromisos son tan necesarios como permisibles. Sólo así será posible cambiar la situación caracterizada por el antagonismo entre los dos Poderes dentro del país y alcanzar la unidad para la acción común contra el enemigo, en consonancia con los cambios operados en el peso político relativo de las contradicciones externas e internas del país. Estas son concesiones permitidas por los principios y sujetas a determinadas condiciones, concesiones hechas a cambio de lo que necesita toda la nación: la paz interna, la democracia y la guerra de resistencia. Sin embargo, esas concesiones tienen límites. Preservar la dirección del Partido Comunista sobre la Región Especial y sobre el Ejército Rojo y mantener la independencia y la libertad de crítica del Partido en sus relaciones con el Kuomintang – tales son los límites, que no se permite traspasar. A ambas partes corresponde hacer concesiones: el Kuomintang renuncia a su política de guerra civil, dictadura y no resistencia al enemigo exterior, y el Partido Comunista, a su política seguida bajo el antagonismo entre los dos Poderes. Al precio de nuestras concesiones obtenemos las del Kuomintang, y reanudarnos la cooperación con él para luchar por la salvación nacional. Calificar esto de capitulación del Partido Comunista no sería sino «A‑Q-ism»1 o una pérfida calumnia.
- ¿Está de acuerdo el Partido Comunista con los Tres Principios del Pueblo? Respondemos que sí2. Estos Principios han sufrido cambios en el curso de su historia. Los Tres Principios del Pueblo revolucionarios del Dr. Sun Yat-sen, al ser llevados decididamente a la práctica por él en cooperación con el Partido Comunista, se granjearon la confianza del pueblo y llegaron a ser la victoriosa bandera de la revolución de 1924 – 1927. En 1927, sin embargo, el Kuomintang se volvió contra el Partido Comunista (la «depuración del partido»3 y la guerra anticomunista) y adoptó una política opuesta, llevando así la revolución a la derrota y poniendo en peligro a la nación; en consecuencia, el pueblo perdió la confianza en los Tres Principios del Pueblo. En la actualidad, cuando la nación se debate en una gravísima crisis y el Kuomintang ya no puede seguir gobernando tal como antes, todo el pueblo chino y los elementos patriotas dentro del Kuomintang exigen con urgencia una nueva cooperación entre los dos partidos. Por consiguiente, corresponde enteramente a las necesidades históricas de la revolución china hacer revivir el espíritu de los Tres Principios del Pueblo, reanudar entre los dos partidos la cooperación basada, en lo externo, sobre el Principio del Nacionalismo o lucha por la independencia y la liberación nacionales y, en lo interno, sobre el Principio de la Democracia o conquista de la democracia y la libertad, y el Principio de la Vida del Pueblo o fomento del bienestar del pueblo, y conducir al pueblo a que lleve resueltamente a la práctica estos Principios. Es preciso que esto lo comprenda claramente cada uno de los miembros de nuestro Partido. Los comunistas jamás renunciarán a su ideal de socialismo y comunismo; pasando por la etapa de la revolución democrático-burguesa, alcanzarán la etapa del socialismo y la del comunismo. El Partido Comunista de China tiene su propio programa político y económico. Su programa máximo es el socialismo y el comunismo, cosa distinta de los Tres Principios del Pueblo. Incluso su programa para el período de la revolución democrática es más radical que el de ningún otro partido de China. Pero el programa del Partido Comunista para la revolución democrática no está reñido, en lo fundamental, con el de los Tres Principios del Pueblo, proclamado por el I Congreso Nacional del Kuomintang. Por lo tanto, lejos de rechazar los Tres Principios del Pueblo, estamos dispuestos a realizarlos con decisión; más aún, exigimos al Kuomintang que los ponga en ejecución junto con nosotros y llamamos a todo el pueblo a llevarlos a la práctica. Sostenemos que el Partido Comunista, el Kuomintang y el pueblo de todo el país deben unirse en una lucha común por tres grandes objetivos: la independencia nacional, la democracia y la libertad, y el bienestar del pueblo.
- ¿Era errónea nuestra anterior consigna de república democrática de obreros y campesinos? No, no lo era. Puesto que la burguesía, y sobre todo la gran burguesía, se retiró de la revolución, se entregó al imperialismo y a las fuerzas feudales y se convirtió en enemiga del pueblo, quedaron como fuerza motriz de la revolución únicamente el proletariado, el campesinado y la pequeña burguesía urbana, y como partido revolucionario, sólo el Partido Comunista; la responsabilidad de organizar la revolución recayó por fuerza sobre los hombros del Partido Comunista, el único partido revolucionario del país. Solamente el Partido Comunista continuó manteniendo en alto la bandera de la revolución, conservó las tradiciones revolucionarias, lanzó la consigna de república democrática de obreros y campesinos y, para hacerla realidad, sostuvo una lucha ardua durante muchos años. Esta consigna no iba en contra de la tarea de la revolución democrático-burguesa, sino que, al contrario, significaba cumplirla resueltamente. En ninguno de sus aspectos, la política que seguíamos en nuestra lucha práctica discrepaba de esta tarea. Nuestra política, que preveía, entre otras cosas, la confiscación de las tierras de los terratenientes y la implantación de la jornada de ocho horas, de ninguna manera traspasaba los marcos de la propiedad privada capitalista y en modo alguno significaba llevar a la práctica el socialismo. ¿Cuál será la composición de la nueva república democrática? La integrarán el proletariado, el campesinado, la pequeña burguesía urbana, la burguesía y todos los individuos que en el país estén en favor de la revolución nacional y democrática; ella será una alianza de estas clases en la revolución nacional y democrática. El rasgo distintivo aquí es la inclusión de la burguesía; esto obedece a que, en las circunstancias actuales, cabe la posibilidad de que la burguesía coopere nuevamente con nosotros y participe en la resistencia al Japón; por lo tanto, el partido del proletariado no debe rechazarla, sino acogerla y reanudar la alianza con ella para la lucha común, a fin de favorecer el avance de la revolución china. Con miras a poner término a los conflictos armados internos, el Partido Comunista está dispuesto a suspender su política de confiscación violenta de las tierras de los terratenientes y a solucionar el problema de la tierra por la vía legislativa y por otros medios apropiados en el curso de la construcción de la nueva república democrática. El primer problema por resolver es si la tierra de China será de los japoneses o de los chinos. Puesto que la solución del problema de la tierra para los campesinos tiene como premisa la defensa de China, es absolutamente necesario pasar de la confiscación violenta a métodos nuevos y apropiados.Así como en el pasado fue correcto lanzar la consigna de república democrática de obreros y campesinos, también ahora es correcto renunciar a ella.
- A fin de crear un frente único nacional para luchar juntos contra el enemigo, es menester resolver en forma apropiada ciertas contradicciones internas con arreglo al principio de que la solución debe contribuir al fortalecimiento y ampliación del frente único nacional antijaponés y no a debilitarlo ni reducirlo. En la etapa de la revolución democrática, son inevitables las contradicciones y luchas entre las clases, los partidos y los grupos políticos del país, pero es posible y necesario poner término a las luchas desfavorables para la unidad y la resistencia al Japón (la guerra civil, la hostilidad entre los partidos, el separatismo provincial, la opresión política y económica feudal, por un lado, y, por el otro, la política insurreccional y las reivindicaciones económicas excesivas que perjudiquen la resistencia al Japón, etc.) y continuar las luchas beneficiosas para la unidad y la resistencia al Japón (por la libertad de crítica, por la independencia de los partidos y por el mejoramiento de las condiciones políticas y económicas del pueblo, etc.).
- De acuerdo con la tarea general de la lucha por un frente único nacional antijaponés y por una república democrática unificada, las tareas del Ejército Rojo y de la base de apoyo antijaponesa son las siguientes:
- Para adaptarse a las circunstancias de la guerra de resistencia contra el Japón, el Ejército Rojo debe reorganizarse inmediatamente como unidades del Ejército Revolucionario Nacional, y debe elevar aún más el nivel de su preparación militar, política y cultural con el objeto de llegar a ser un ejército modelo en esta guerra.
- Nuestra base de apoyo debe convertirse en una parte integrante del Estado en su conjunto, aplicar un sistema democrático correspondiente a las nuevas condiciones, reorganizar sus fuerzas de preservación del orden y eliminar a los colaboracionistas y saboteadores, y así llegar a ser una región modelo en la resistencia al Japón y en el ejercicio de la democracia.
- En esta región, hay que llevar adelante la construcción económica indispensable y mejorar las condiciones de vida del pueblo.
- Es preciso realizar la construcción cultural indispensable.
- El gran escritor chino Lu Sin creó en A Q, protagonista de su famosa novela La verdadera historia de A Q, el tipo de los que siempre se consuelan de sus desgracias y fracasos en la vida real considerándolos como «victorias morales».
- Se refiere a los principios y el programa formulados por Sun Yat-sen respecto de tres cuestiones: el nacionalismo, la democracia y la vida del pueblo, y no a su concepción del mundo ni a su ideología. En la etapa de la revolución democráticoburguesa, los comunistas estaban de acuerdo con los puntos básicos del programa de Sun Yat-sen y cooperaron con él; pero esto no significa que estuvieran de acuerdo con la concepción del mundo o la ideología de la burguesía y la pequeña burguesía, que él representaba. Como vanguardia del proletariado chino, los comunistas diferían radicalmente de Sun Yat-sen en cuanto a la concepción del mundo o ideología, así como al enfoque teórico del problema nacional y de otros problemas. Véase Sobre la nueva democracia, Obras Escogidas de Mao Zedong, t. II.
- Reorganizado por Sun Yat-sen en 1924, el Kuomintang se convirtió en una alianza revolucionaria de varias clases, y en él ingresaron comunistas a título individual. Al traicionar a la revolución en 1927, el Kuomintang masacró en todo el país a los comunistas y a muchos de sus propios miembros de izquierda, verdaderos partidarios de las Tres Grandes Políticas de Sun Yat-sen, y a esto lo llamó «depuración del partido». A partir de entonces el Kuomintang degeneró en un partido contrarrevolucionario de los grandes terratenientes y la gran burguesía.