[Informe del camarada Mao Tse-tung ante la Conferencia Nacional del Partido Comunista de China celebrada en Yenán en mayo de 1937.]
- La burguesía china, que en determinadas circunstancias históricas puede participar en la lucha contra el imperialismo y el feudalismo, vacila y claudica en otras debido a su debilidad económica y política. Esta es una ley ya confirmada en la historia de China. De tal manera, por veredicto de la historia, la tarea de la revolución democrático-burguesa antiimperialista y antifeudal no puede cumplirse bajo la dirección de la burguesía sino únicamente bajo la del proletariado. Además, sólo poniendo en pleno juego dentro de la revolución democrática la perseverancia y la consecuencia del proletariado, se podrá superar la vacilación y la inconsecuencia inherentes a la burguesía y prevenir el aborto de la revolución. ¿Debe el proletariado seguir a la burguesía, o ésta al proletariado? Este problema, el de a quién atañe la responsabilidad de dirigir la revolución china, es la clave de la cual depende el triunfo o fracaso de ésta. La experiencia de los años 1924 – 1927 muestra cómo la revolución avanzaba cuando la burguesía seguía la dirección política del proletariado, y cómo fracasó cuando, en lo político, el proletariado se convirtió en cola de la burguesía, de lo cual fue responsable el Partido Comunista1. No debemos tolerar que se repita este hecho de la historia. En las actuales circunstancias, sin la dirección política del proletariado y su partido no será posible establecer el frente único nacional antijaponés, ni alcanzar los objetivos de paz interna, democracia y resistencia armada, ni defender a la patria, ni fundar una república democrática unificada. Hoy, la burguesía, representada por el Kuomintang, aún se muestra muy pasiva y conservadora, y prueba de ello es su prolongada vacilación en aceptar el frente único nacional antijaponés, propuesto por el Partido Comunista. Por eso es tanto mayor la responsabilidad del proletariado y su partido de ejercer la dirección política. Es un deber inalienable y una responsabilidad ineludible del Partido Comunista asumir las funciones de estado mayor general en la guerra de resistencia contra el Japón para salvar a la nación.
- ¿Cómo ejerce el proletariado, a través de su partido, la dirección política sobre todas las demás clases revolucionarias del país? En primer lugar, plantea consignas políticas fundamentales que correspondan al curso del desarrollo histórico, y, para convertirlas en realidad, lanza consignas de acción para cada etapa de desarrollo, así como para cada acontecimiento importante. Hemos formulado, por ejemplo, consignas fundamentales como la de «Frente único nacional antijaponés» y la de «República democrática unificada», y hemos formulando también las consignas de «Poner fin a la guerra civil», «Luchar por la democracia» y «Resistir al Japón», como objetivos concretos para la acción común de toda la nación. Sin objetivos concretos como éstos, no puede haber dirección política. En segundo lugar, cuando todo el país entra en acción en pos de estos objetivos, el proletariado y en especial su vanguardia, el Partido Comunista, deben dar el ejemplo en la realización de dichos objetivos mostrando su ilimitado entusiasmo y devoción. En la lucha por el cumplimiento de todas las tareas del frente único nacional antijaponés y de la república democrática, los comunistas deben ser los más perspicaces, los más dispuestos a sacrificarse, los más firmes y los más capaces de apreciar las situaciones sin ideas preconcebidas; y deben apoyarse en la mayoría de las masas y conquistar su apoyo. En tercer lugar, ciñéndose al principio de no renunciar jamás a los objetivos políticos que se ha fijado, el Partido Comunista debe establecer relaciones apropiadas con sus aliados, y desarrollar y consolidar su alianza con ellos. En cuarto lugar, el Partido Comunista debe engrosar sus filas y mantener su unidad ideológica y su rigurosa disciplina. El Partido Comunista ejerce su dirección política sobre todo el pueblo precisamente por medio del cumplimiento de todas estas condiciones. Ellas constituyen la base que garantiza nuestra dirección política y asegura el triunfo completo de la revolución impidiendo que ésta sea socavada por el carácter vacilante de nuestros aliados.
- Una vez lograda la paz interna y establecida la cooperación entre los dos partidos, deben introducirse modificaciones en las formas de lucha, de organización y de trabajo que en el pasado adoptamos guiándonos por la línea seguida bajo el antagonismo entre los dos Poderes. Esos cambios consisten principalmente en pasar de las formas militares a las pacíficas, y de las formas ilegales a las legales. Dichos cambios no serán fáciles de realizar y debemos aprender de nuevo. Dar a los cuadros una nueva formación constituirá un eslabón clave.
- Muchos camaradas han preguntado por la naturaleza de la república democrática y su porvenir. Nuestra respuesta es la siguiente: en cuanto a su naturaleza de clase, se trata de una alianza de todas las clases revolucionarias, y respecto a su porvenir, puede ser que avance hacia el socialismo. Nuestra república democrática será establecida en el curso del cumplimiento de las tareas de la resistencia armada nacional, bajo la dirección del proletariado y en la nueva situación internacional (con el socialismo victorioso en la Unión Soviética y en vísperas de un nuevo período de la revolución mundial). Por lo tanto, aunque social y económicamente no pasará de ser un Estado de carácter democrático-burgués, en términos políticos concretos, tendrá que ser un Estado basado en la alianza de la clase obrera, el campesinado, la pequeña burguesía y la burguesía, y en esto se distinguirá de las repúblicas burguesas en general. Por eso, en lo que se refiere a su porvenir, si bien es posible que tome un rumbo capitalista, existe también la posibilidad de que se dirija hacia el socialismo, y el partido del proletariado chino debe luchar con energía por esta última perspectiva.
- Luchar contra la actitud de «puertas cerradas» y el aventurerismo y, al mismo tiempo, contra el seguidismo, es un requisito indispensable para llevar a efecto las tareas del Partido. En el movimiento de masas, nuestro Partido ha tenido tradicionalmente la tendencia a una grave actitud de «puertas cerradas», a un sectarismo altivo y al aventurerismo. Esta es una perniciosa tendencia que dificulta la labor del Partido de forjar el frente único nacional antijaponés y de ganarse a la mayoría de las masas. Es absolutamente necesario eliminar esta tendencia en cada uno de los sectores concretos de nuestro trabajo. Lo que debemos hacer es apoyarnos en la mayoría y tener en cuenta la situación de conjunto. No toleraremos que renazca el seguidismo de Chen Tu-siu, reflejo del reformismo burgués en las filas del proletariado. Rebajar la posición de clase del Partido, desdibujar su fisonomía y sacrificar los intereses de los obreros y campesinos a las necesidades del reformismo burgués, conduce indefectiblemente la revolución a la derrota. Lo que debernos hacer es aplicar una firme política revolucionaria y luchar por la victoria total de la revolución democrático-burguesa. A fin de superar las perniciosas tendencias a que nos hemos referido arriba, es absolutamente imprescindible elevar el nivel teórico marxista-leninista de todo el Partido, porque el marxismo-leninismo es la única brújula que puede guiar la revolución china hacia la victoria.
Mao Zedong
3 de mayo de 1937