El ELN colom­biano se proun­cia con­tra la agre­sión yanky-colom­bia­na a Venezuela

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Un nue­vo momen­to de con­flic­to sufren aho­ra las comu­ni­da­des que habi­tan a lado y lado del río Táchi­ra, que sir­ve de fron­te­ra entre Colom­bia y Venezuela.

Si un vecino de Pam­plo­na, Nor­te de San­tan­der (Colom­bia), fue el fun­da­dor de San Cris­tó­bal, Esta­do Táchi­ra (Vene­zue­la), ¿en qué resi­den los pro­ble­mas, que hoy per­tur­ban a esa zona fronteriza?

Recien­te­men­te el Gober­na­dor de Táchi­ra, se atre­vió a afir­mar que éste, “es un con­flic­to arti­fi­cial, crea­do por intere­ses de Caracas”.

¿Hay o no dife­ren­cias? ¿Es real o arti­fi­cial el con­flic­to exis­ten­te en esa par­te de la fron­te­ra colombo-venezolana?

Pro­ble­mas anteriores

La ren­ta petro­le­ra que ha dis­fru­ta­do Vene­zue­la, ha sido por muchas déca­das fuen­te de atrac­ción para tra­ba­ja­do­res y téc­ni­cos colom­bia­nos, que emi­gran hacia el país vecino, en bus­ca de un mejor des­tino. Emi­gra­ción que se ha inten­si­fi­ca­do, al mis­mo rit­mo que se ha degra­da­do el con­flic­to interno colombiano.

Ade­más, des­de hace muchos años, la eco­no­mía sub­si­dia­da que gozan los hoga­res vene­zo­la­nos, que man­tie­ne bajos pre­cios de com­bus­ti­bles y ali­men­tos, moti­va la apa­ri­ción de un con­si­de­ra­ble flu­jo de con­tra­ban­do de dichos bie­nes, hacia las pobla­cio­nes colom­bia­nas de la zona fronteriza.

Des­de la déca­da de los 80 del siglo ante­rior, con la expan­sión gue­rri­lle­ra colom­bia­na cre­cie­ron el núme­ro de Fren­tes sobre esa fron­te­ra. Pero estan­do aún gober­nan­do en Vene­zue­la el Pre­si­den­te Cal­de­ra (1.994−1.999), se redu­jo sus­tan­cial­men­te la acti­vi­dad gue­rri­lle­ra fronteriza.

Crean la Contra

Con la hege­mo­nía del nar­co para­mi­li­ta­ris­mo en Colom­bia en la pre­sen­te déca­da, las ban­das y rutas de con­tra­ban­do exis­ten­tes en esa fron­te­ra, fue­ron subor­di­na­das y trans­for­ma­das en esla­bo­nes de impor­ta­ción de insu­mos para el pro­ce­sa­mien­to de nar­có­ti­cos, a la vez que en corre­do­res de expor­ta­ción de drogas.

De la mano del Gene­ral Rito Ale­jo de Río, hoy dete­ni­do acu­sa­do de nar­co para­mi­li­ta­ris­mo, pro­li­fe­ra­ron estas ban­das con­tra revo­lu­cio­na­rias en El Cata­tum­bo, Puer­to San­tan­der y Cúcu­ta; las que simul­tá­nea­men­te pro­yec­ta­ron sus ope­ra­cio­nes a lado y lado de la frontera.

Cal­ca­do del mode­lo colom­biano de nar­co para­mi­li­ta­ris­mo, se desa­rro­lla­ron enton­ces estas ban­das en el sur del Lago de Mara­cai­bo y en todo el Esta­do Táchira.

Los tres ases

Eran los tiem­pos en que Bush II, hizo apro­bar en la Cum­bre de G‑8 de Géno­va (2.001), la Reso­lu­ción que decla­ró a los nar­co para­mi­li­ta­res colom­bia­nos, como “com­ba­tien­tes de la libertad”.

Ésta estra­te­gia con­tra revo­lu­cio­na­ria desa­rro­lla­da por el Depar­ta­men­to de Defen­sa (Pen­tá­gono) de los Esta­dos Uni­dos, mez­cla Car­te­les del nar­co­trá­fi­co y sus escua­dro­nes, con terra­te­nien­tes de extre­ma dere­cha y Cor­po­ra­cio­nes transnacionales.

Estos tres ases siem­pre están dis­po­ni­bles en la man­ga del gran estra­te­ga de Washing­ton, quien los usa y com­bi­na de acuer­do a su Ini­cia­ti­va Regio­nal Andi­na (IRA).

El caso de Táchira

Selec­cio­na­do y envia­do por alias Don Mario, aho­ra dete­ni­do en Bogo­tá y enjui­cia­do por nar­co para­mi­li­ta­ris­mo, lle­gó a esa fron­te­ra tachi­ren­se el Capo Hugo Bel­trán, a prin­ci­pios de ésta déca­da; quien ins­ta­ló labo­ra­to­rios de pro­ce­sa­mien­to de cocaí­na en La Fría, San Cris­tó­bal, San Jose­ci­to y San Joa­quín de Navay, cus­to­dia­dos cada uno por escua­dro­nes arma­dos de 30 integrantes.

Los prin­ci­pa­les apo­yos y alia­dos de Bel­trán fue­ron los terra­te­nien­tes de la Aso­cia­ción de Gana­de­ros del Táchi­ra (ASOGATA), que actual­men­te hege­mo­ni­zan la Aso­cia­ción de Gana­de­ros de Vene­zue­la. Has­ta que fue ase­si­na­do por Vare­la, otro Capo rival, en la dispu­ta por corre­do­res del narcotráfico.

La Cor­po­ra­ción trans­na­cio­nal del sec­tor leche­ro, PARMALAT, aso­cia­da con los terra­te­nien­tes opo­si­to­res al gobierno revo­lu­cio­na­rio de Cara­cas, invi­ta perió­di­ca­men­te a sus sedes de Colom­bia, a los pro­pie­ta­rios rura­les tachi­ren­ses, con la excu­sa de dar­les ase­so­ría téc­ni­ca; pero al regre­so, par­ten acom­pa­ña­dos de agen­tes de inte­li­gen­cia mili­tar colom­bia­na, encar­ga­dos de cons­truir redes de inte­li­gen­cia y desa­rro­llar ope­ra­cio­nes mili­ta­res encu­bier­tas, en terri­to­rio venezolano.

Ope­ra­cio­nes mili­ta­res extranjeras

En diciem­bre de 2.004, el secues­tro en Cara­cas y el tras­la­do clan­des­tino a Colom­bia, del voce­ro de las FARC, Rodri­go Gran­da, con­tó con la coor­di­na­ción de Hugo Beltrán.

Para lograr­lo con­tó con la par­ti­ci­pa­ción de agen­tes de segu­ri­dad esta­tal vene­zo­la­na, a suel­do del Capo; jun­to a ofi­cia­les supe­rio­res coman­dan­tes de los Bata­llo­nes mili­ta­res, acan­to­na­dos en Táchi­ra, quie­nes reci­bie­ron la recom­pen­sa paga­da por el gobierno del Pre­si­den­te Uri­be, por la cap­tu­ra del voce­ro guerrillero.

Estas ope­ra­cio­nes son de ruti­na, dado el inmen­so poder corrup­tor del Car­tel de Don Mario, quien lle­gó a mane­jar por ente­ro la Ter­ce­ra Bri­ga­da del Ejér­ci­to colom­biano, con asien­to en Cali, con la cual entre otras muchas, eje­cu­tó la masa­cre de Jamun­dí (2.006), en con­tra de la mis­ma Poli­cía Nacional.

Penúl­ti­mas accio­nes encubiertas

En diciem­bre de 2.008, en el muni­ci­pio Fer­nán­dez Feo del Esta­do Táchi­ra, en San Rafael de Piñal fue­ron rea­li­za­dos dos secues­tros, a nom­bre del Ejér­ci­to de Libe­ra­ción Nacio­nal (ELN); pero en reali­dad fue­ron eje­cu­ta­dos por alias Pablo y alias W, lugar­te­nien­tes, suce­so­res de Beltrán.

En sólo uno de ellos, los fami­lia­res debie­ron pagar 250 mil dóla­res de res­ca­te y entre­gar­los en Chi­ná­co­ta (Nor­te de San­tan­der, Colom­bia), zona de ope­ra­cio­nes del Clan nar­co para­mi­li­tar de Los Mora, empa­ren­ta­dos con el Gene­ral Mora, Ex-Coman­dan­te de las Fuer­zas Mili­ta­res colombianas.

De esta for­ma, ‘el Señor de los cie­los’, que vive en Washing­ton, cose­cha sólo ganan­cias: de entra­da finan­cia a sus armas de gue­rra, por otro lado des­pres­ti­gia a la insur­gen­cia revo­lu­cio­na­ria, a la vez que logra opi­nión favo­ra­ble hacia la con­tra revo­lu­ción; para poder pro­se­guir su plan de domi­nio en esa zona fronteriza.

El enig­má­ti­co rubio

A media­dos del pre­sen­te año, otro secues­tro rea­li­za­do en Piñal, fue atri­bui­do al ELN, pero esta vez las auto­ri­da­des vene­zo­la­nas pudie­ron res­ca­tar a la víc­ti­ma, en una lujo­sa hacien­da, del sec­tor sub­ur­bano Los Esto­ra­ques, resi­den­cia de los tachi­ren­ses más acau­da­la­dos, entre ellos el clan Pérez Vivas, que aho­ra deten­ta la gober­na­ción del Estado.

El pro­pie­ta­rio de la hacien­da resul­tó ser Wal­ter Már­quez, un izquier­dis­ta rene­ga­do, que aho­ra tie­ne un alto car­go buro­crá­ti­co en la Gober­na­ción de Táchi­ra; mien­tras el cabe­ci­lla de los secues­tra­do­res, a su vez apa­re­cía como admi­nis­tra­dor de ésta hacien­da, cho­fer y jefe de guar­da­es­pal­das de Márquez.

Este cabe­ci­lla cono­ci­do como alias El Cati­re, debi­do a sus cabe­llos cla­ros, se encuen­tra dete­ni­do en la cár­cel de San­ta­na; en don­de con­fe­só actuar bajo órde­nes de los capos nar­co para­mi­li­ta­res alias Pablo y alias W.

Este enig­má­ti­co Cati­re, ver­da­de­ra ‘caja de sor­pre­sas’, poco antes se había desem­pe­ña­do tam­bién como cho­fer y jefe de guar­da­es­pal­das del actual Gober­na­dor de Táchi­ra, César Pérez Vivas.

Ésta fase del conflicto

Los pasa­dos 22 y 23 de octu­bre, los peque­ños con­tra­ban­dis­tas de gaso­li­na, popu­lar­men­te lla­ma­dos, Los Pim­pi­ne­ros, man­tu­vie­ron blo­quea­do el puen­te inter­na­cio­nal, que une a los dos paí­ses en San Anto­nio, en pro­tes­ta por las nue­vas res­tric­cio­nes impues­tas por el gobierno venezolano.

Esos mis­mos días comen­za­ron a apa­re­cer muer­tos varios colom­bia­nos, que habían ingre­sa­do a terri­to­rio vene­zo­lano, hacién­do­se pasar como ven­de­do­res ambu­lan­tes, los cua­les, según la tele­vi­sión colom­bia­na, per­te­ne­cían a una supues­ta empre­sa radi­ca­da en las barria­das de Cúcu­ta (Nor­te de San­tan­der), cuyo due­ño es socio del ex alcal­de de esa ciu­dad, Rami­ro Suá­rez, enjui­cia­do por sus reco­no­ci­das acti­vi­da­des nar­co paramilitares.

El 30 de octu­bre, las auto­ri­da­des vene­zo­la­nas detu­vie­ron en San Anto­nio a 10 colom­bia­nos, mien­tras obli­ga­ban a los comer­cian­tes a cerrar sus alma­ce­nes y a sumar­se a pro­tes­tas con­tra el gobierno revolucionario.

En reta­lia­ción por estas cap­tu­ras, fue­ron ase­si­na­dos dos sol­da­dos de la Guar­dia Nacio­nal de Vene­zue­la y roba­dos sus fusi­les de dota­ción, el 2 de noviem­bre, en Palo­tal, en medio de San Anto­nio y Ure­ña, en el Esta­do Táchira.

Tres días más tar­de, la Fuer­za Arma­da de Vene­zue­la recu­pe­ró dichas armas, detu­vo a uno de los ase­si­nos y dio de baja a otro.

Detrás de los árbitros

El tres de noviem­bre, el ex pre­si­den­te colom­biano Ernes­to Sam­per (1.994−1.998) decla­ró que “el gobierno de Uri­be ha entra­do en un esta­do de pre gue­rra con­tra Vene­zue­la” y lla­mó a bus­car cana­les de comu­ni­ca­ción y diálogo.

Ese mis­mo día en la capi­tal de Espa­ña, uno de los ase­so­res del Pre­si­den­te Lula, pro­pu­so desa­rro­llar un plan con­jun­to de vigi­lan­cia en la fron­te­ra, por par­te de los gobier­nos de Colom­bia y Venezuela.

El día seis, el pro­pio Pre­si­den­te Lula, en entre­vis­ta con el Finan­cial Times, invi­tó a los pre­si­den­tes de Colom­bia y Vene­zue­la a reu­nir­se en Bra­sil, para tra­tar el con­flic­to fronterizo.

El mis­mo seis, la Can­ci­lle­ría colom­bia­na soli­ci­tó a la de Espa­ña, veri­fi­car el con­flic­to fron­te­ri­zo con Venezuela.

Pero, poco antes, el 26 de octu­bre, el Minis­tro de Defen­sa colom­biano de visi­ta al Pen­tá­gono, había decla­ra­do pre­via­men­te, que “Vene­zue­la era com­pla­cien­te con el nar­co­trá­fi­co colombiano”.

El ros­tro celestial

La extre­ma dere­cha del con­ti­nen­te se encuen­tra tran­qui­la, por­que sus intere­ses los con­fía a ‘el Señor de los cie­los’, radi­ca­do en Washington.

Como la San­tí­si­ma Tri­ni­dad, ésta tam­bién posee tres ros­tros: el Secre­ta­rio Gates en el Pen­tá­gono, el Direc­tor Hay­den en la Cen­tral de Inte­li­gen­cia de EE.UU. (CIA) y McCon­nell el Direc­tor Nacio­nal de Inteligencia.

A su vez los tres cuen­tan con un voce­ro prin­ci­pal, el Pre­si­den­te Obama.

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