Según el rotativo The New York Times, el Estado de Nueva York se está quedando sin dinero, y a finales de diciembre contará con 36 millones de dólares en efectivo pero sólo en el caso de que estire, hasta el agotamiento, todas sus reservas. Nueva York, tiene un presupuesto de ciento treinta mil millones de dólares, el segundo más grande después de California, y un déficit que ronda los tres mil millones.Ante semejante panorama y sin que, hasta ahora, se vislumbre una salida, existe el temor de que el Estado pueda colapsar económicamente.
De prolongarse el estancamiento monetario, Nueva York tendrá que demorar o suprimir, las ayudas destinadas a escuelas públicas y propietarios de viviendas, se están anunciando despidos, cierre de servicios gubernamentales y mucha gente irá a engrosar las filas de los sin techo que pululan por las frías calles neoyorquinas. Expertos del grupo de análisis económicos Moody’s Investor Service, creen que los próximos tres meses serán críticos y, apuntan, que el déficit puede seguir creciendo hasta el punto de que sea imposible enjugarlo; incluso el Gobernador ha definido la situación de “emergencia fiscal sin precedentes”.
Al respecto, recuerdo un eufórico titular de el diario El País, allá por el mes de febrero, que daba prácticamente por hecho «el principio del fin» de la crisis, gracias a las medidas que había tomado el presidente de Estados Unidos. No obstante la actualidad demuestra que Obama‑, igual que el presidente español- cuando habla de fin de crisis también divaga, discursea, gira retóricamente sobre sí mismo y vuelve al punto de partida de manera infinita. La única salida que le queda es generar nuevas guerras, y si aún no lo ha hecho, se debe a que iraquíes, afganos y palestinos lo tienen empantanado militarmente, en Oriente Medio.
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