En una jornada, organizada el lunes por la revista The Economist, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, garantizó que «la recuperación económica se había iniciado» añadiendo que el ritmo de la misma va a acelerarse. Sin embargo afirmó que no sabe si creará empleo, porque tampoco sabe cómo será la progresión de la recuperación, a pesar de que segundos antes, había dicho que sería acelerada.
En fin. No somos expertos, pero si va a haber crecimiento lento o rápido, también debería crecer el empleo aunque sólo fuera un poquito, pues ambas situaciones están estrechamente ligadas. Conclusión: una vez más el presidente no sabe lo que dice, hable de economía, de meteorología o del precio de un café con leche. Lo suyo es divagar, discursear, girar retóricamente sobre sí mismo y volver al punto de partida de manera infinita, exactamente igual que su socio Mariano Rajoy, por eso los pusieron a los dos ahí arriba.
Un día antes de que Zapatero se envolviera en sus dislates, el periódico El País, titulaba “El crédito que no llega», e informaba que “la falta de préstamos asfixia a miles de empresas y retrasa la salida de la recesión». ¿Por qué las entidades financieras españolas (las más “saneadas” del mundo, nos decían) se muestran tan cicateras? Porque han utilizado las ayudas públicas recibidas, para tapar los agujeros que las tienen al borde de la quiebra. Para colmo, la generosidad estatal regalando, incondicionalmente, el dinero de todos, aumentará la deuda pública e implicará, si nos quedamos de brazos cruzados, graves recortes en gastos sociales y rebajas de los salarios de los obreros.
Zapatero, nos vuelve a relatar, una vez más, el cuento de la buena pipa, un cuento interminable, disparatado, lunático, ideal para la oligarquía. Mientras tanto, muchos expertos consideran que todo apunta a que lo peor está por llegar.