«Che Guevara visitó Pyongyang en 1965 y comentó a la prensa que Corea del Norte era un modelo al que Cuba revolucionaria debia aspirar.«1
Corea del Norte es un país ridiculizado y ultrajado de manera constante. Su líder, Kim Jon-il, es demonizado por la derecha y ‑excepto Guevara en 1965 y sus defensores hoy- también por la izquierda. Declaran que Kim es un demente, aunque nadie aporta evidéncias que demuestren ese diagnóstico. Semeja que por el hecho de hacer todo el mundo esta afirmación, esta ya tiene que ser cierta. De tener ese vistazo luminoso del Che podria ser un icono de la izquierda, como dice Bruce Cumings.2
Por el contrario, el regordecho Kim fue convertido en una caricatura, un Dr. Evil con un mal corte de pelo y vestido con ropa de hospital. El país que él preside, tan siniestro cómo él, es un peligro, eso dicen, para la paz y la seguridad internacionales, ofuscado como está en provocar una guerra nuclear. Nos cuentan que los años de pésima gestión económica hicieron de Corea del Norte un caso perdido y que sus ciudadanos, nombrados prisioneros en el mejor de los casos, pasan hambre y son reprimidos por un dictador sin piedad.
Muchísima gente puede recitar el catecismo anti Corea del Norte – estado-prisión, reino del ermitaño, pária internacional‑, aunque todos ellos confesarían que la información que tienen sobre el país, aparte de las caricaturas ofrecidas por los medios, es paupérrima o inexistente. Esto siempre fue así. Ya en 1949, Anna Louise Strong tuvo que escribir que «existe un pobre conocimiento público sobre el país y la mayor parte de los titulares más que describir, deforman los hechos.«3
Por su banda, Cumings califica las informaciones de la prensa estadounidense sobre Corea del Norte como «no informativos, no fiables, a menudo sensacionalistas y engañosos».
Uno de los motivos por los que los titulares deforman, incluso hoy, especialmente hoy, puede ser resumido en un silogismo. Cuando la Segunda Guerra Mundial llega al Pacífico, era en gran parte una lucha entre los intereses económicos dominantes de los Estados Undidos y los intereses económicos dominantes de Japón por el control del Océano Pacífico, incluida la península coreana.
Japón había ocupado Corea desde 1910 hasta 1945, año en el que fue expuslado por la resisténcia corena, siendo una de sus principales figuras el fundador de Corea del Norte, Kim Il-sung, y por la entrada de la Unión Soviética en la guerra en el Pacífico.
Después de la rendición de Tókio, los Estados Unidos intentaron asentar el dominio sobre las antiguas posesiones coloniales japonesas, entre ellas Corea. El estado guerrillero conducido por Kim trastocó esos proyectos. Las ricas famílias capitalistas que dominan tanto la política exterior estadounidense como los medios de comunicación, reconocen que Corea del Norte es una amenaza para sus intereses.En la República Popular Democrática de Corea (DPRK) no habia sítio para el libre cámbio, la empresa personal y el capital de los Estados Unidos. Esto permitió prosperar al país, proporcionando un referente antagónico al capitalismo norteamericano, referente que otros países podían copiar y que revolucionarios como el Che vieron como un modelo en el que inspirarse.
Los titulares engañan, más que informar, porque Corea del Norte está contra los intereses de esos que los escriben.
Mi perspectiva no es la de la corriente principal o la de los inversionistas, banqueros y famílias ricas. No apoyo las sanciones, ni la guerra, ni el desarme de Corea, y tampoco la política de Washington sobre Corea del Norte. Cuando el New York Times solicitó a John Bolton, embajador estadounidense en la ONU, una explicación al por menor de la postura de Washingron con respeto a la DPRK, Bolton «después de rebuscar en un estante, cogió un volumen intitulado El Fin de Corea del Norte y, golpeando la mesa con él, dijo: Esta es nuestra política.«4
La acusación de tolémia no es otra cosa que una manera de dar credibilidad a la absurda afirmación de que Corea del Norte es un peligro para el mundo. No lo es. La única amenaza que representa Corea del Norte es la de una fuerte defensa propia a los proyectos de los Estados Unicos existentes desde hace mucho tiempo de dominar la península coreana, de una forma o de otra.
Las raíces de la II Guerra Mundial
Japón colonizó Corea en 1910. Durante los siguientes 35 años Corea fue una enorme fuente de benefícios para los industriales y los financieros japoneses, benefícios que provenían de la sangre y del sufrimiento de los coreanos. Millares de coreanos y coreanas fueron llevados a Japón como trabajadores forzados o como esclavas sexuales. Mas Japón no podia dominar la península sólo.
Contaban con la ayuda de terratenientes e industriales coreanos ricos que, años más tarde también apoyarían al gobierno de ocupación estadounidense y, poco después, ocuparían los puestos llave en el estado surcoreano.
Aunque Pearl Harbor marcó el comienzo formal de las hostilidades armadas entre Japón y los Estados Unidos, lo cierto es que los dos países ya habían comenzado el conflicto mucho antes que el ataque a Pearl Harbor. Los dos procuraban dominar los países del Pacífico oriental y asegurar sus riquezas mediante monopolios. Tokio llevó a cabo una política exterior agresiva y expansionista, apoyada en las armas, para expulsar a las otras fuerzas imperialistas de la región. Los Estados Unidos, ya con una posición dominante en las Filipinas, Guam, Hawái y Samoa, buscaron una puerta abierta para sus exportadores e inversionistas en la China. Con las dos potencias persiguiendo el papel dominante, era inevitable que, antes o después, habían rematado en guerra.
Una vez que explotó formalmente la guerra, Washington tenía delante suya una perspectiva seductora. Si Japón era derrotado, sus colonias pasarían a los Estados Unidos, quizás no como colonias absolutas, pero sí como territórios en los que tendría la voz dominante. En otras palabras, un final positivo para los Estados Unidos de la guerra representaria todo lo que estos habían buscado antes del comienzo de esta.
Poco después de Pearl Harbor, el Ministério de Asuntos Exteriores estadounidense comenzó a jugar con la idea de estabelecer una administración fiduciária en la Corea de posguerra. El debate giró en torno a si una relación de fideicomiso daría a Washington suficiente influéncia en los asuntos coreanos de la posguerra. La idea de una administración fiduciária multilateral de Corea fue apresentada a británicos y franceses en 1943, pero los dos estados se negaron, temiendo que había debilitado sus propios imperios.
Una división de autoría norteamericana
No fueron los coreanos quienes biseccionaron la península por el parelelo 38. Fueron los norteamericanos. El 10 de agosto de 1945, dos días después de que los soviéticos habían entrado en la península coreana, dos coroneles norteamericanos, Den Rusk y Charles Bonesteel, recibieron la orden de dividir Corea en dos zonas de ocupación: una norteamericana y otra soviética. Eligieron el paralelo 38 cómo línea divisória, dandole a los Estados Unidos el control de la capital, Seúl. Los soviéticos aceptaron la división con la condición de tener una zona de ocupación soviética en el norte de Japón. Los norteamericanos se negaron.
Un gobierno organizado por coreanos para coreanos, establecidos en Seul, fue fundado unas semanas después de la rendición de Japón. Se llamó República Popular de Corea, nacida del Comité para la Preparacion de la Independéncia de Corea y de los Comités Populares del Campo. A pesar de sus pretensiones de ser un ejemplo de democrácia, los Estados Unidos rechazaron reconocer al gobierno y trabajaron activamente para reprimirlo. Para los norteamericanos la República Popular de Corea tenía dos fallos: primero, no era responsable ante Washington; y segundo, tenía una fuerte influencia comunista.
En vez de permitir prosperar al gobierno nativo recien creado, los Estados Unidos establecieron lo que venían planteando desde 1943: un regimen de ocupación militar estadounidense. El gobierno, que duró hasta 1948, estaba compuesto por coreanos hartos de la ocupación extranjera que querian una Corea independiente, unificada, y no separada artificialmente, con una parte sur ocupada por un poder extranjero que pretendía ser la voz principal en los asuntos coreanos.
Invitados inoportunos
A los tres meses de la ocupación, el gobernador militar estadounidense, General John Hodge, notó que el resentimiento contra los norteamericanos crecía, y que los surcoreanos abogaban por su independéncia. El término «pro-americano», como comentó el gobernador, se había convertido en equivalente al de «pro-japonés», «traidor» o «colaboracionista». Avisó que no había que ignorar el sentimiento antinorteamericano de los coreanos y que el sur era una tierra fertil para el comunismo. También, que tenían la Unión Soviética como inspiración.
Las opiniones de Hodge fueron repetidas por Edwin Pauley, un amigo del Presidente estadounidense Harry Truman. Este envió la Pauley la Corea en 1946 para hacer un análisis sobre el terreno. Pauley quedó alarmado. «El comunismo puede desarrollarse aquí mejor que en práticamente cualquer lugar del mundo», le comentó a Truman. Al contrario que los soviéticos, que tuvieron que pasar por un periodo duro de industrialización para transformar una paupérrima economía industrial en una indústria colosal, los Comités Populares, de influencia comunista, podian expropriar a los japoneses las fábricas, los caminos de hierro, los servicios públicos y las indústrias de recursos naturales, y dirigirlos en benefício de todos desde lo primero la dice. Una economia industrializada en las manos de los comunistas serviria como ejemplo potencial de los méritos del socialismo y, lo que aunque era más importante, impediría a los inversionistas norteamericanos el encendido a estos mismos recursos. ¿De que valía vencer a los japoneses, si no podía disfrutar del botín de guerra?
Colonialismo japonés sin japoneses
Los Estados Unidos, en su primer año de ocupación, suprimieron los Comités Populares creados. Hodge reclutó coreanos que habían servido en el Ejército Imperial Japonés como personal de una escuela de oficiales de lengua inglesa. En 1948, se había formado un ejército surcoreano, compuesto por seis divisiones conducidas por antiguos oficiales de las tropas japonesas. Uno de los oficiales, Kim Sok-won, había sido condecorado por Hirohito por sus méritos en la lucha contra las guerrillas coreanas en Manchuria. Hodge también formó un cuerpo de policía, en el que el 85% de sus miembros eran antiguos miembros de la policia colonial. Esta policia fue encargada de acabar con los Comités Populares formados en las distintas localidades.
Después de la derrota de Mussolini en Itália, los norteamericanos instalaron a un colaborador que continuó muchas de las políticas de Mussolini. Los italianos llamaron al nuevo régimen, instalado por los norteamericanos, fascismo sin Mussolini. Del mismo modo, en el sul de la penínsul coreana, los norteamericanos habían impuesto un colonialismo japonés sin japoneses.
Rebelión en el sur
Pronto brota una rebelión en el sur, en la que también participa un importante movimento guerillero. Antes de 1948, la mayor parte de las aldeas del interior están ya controladas por la guerrilla, que cuenta con un grande apoyo popular. En otoño de 1948, la guerrilla libera Yosu, provocando rebeliones en otras ciudades. El Comité Popular fue restaurado, se izó la bandera norcoreana y se prometió fidelidad al norte. Un periódico rebelde reclamó la redistribución de la tierra, la purga de los colaboracionaistas en puestos oficiales y una Corea unificada.
Mientras el gobierno militar estadounidense permitia nominalmente la militáncia en organizaciones de izquierda, la policia consideraba que los «traidores» merecian la prisión o un tiro. En 1948, la draconiana Ley de Seguridad Nacional fue utilizada para acorralar la 200.000 coreanos simpatizantes con el norte y con el comunismo. Un año después, 30.000 comunistas estaban presos y 70.000 en campos de concentración. El sur, con la su represión sobre la izquierda, comenzaba a parecerse a la Italia de los años 20 y a la Alemania de los 30. Poco tardaria en crecer aun más el parecido.
Medidas enérgicas contra la rebelión fueron tomadas por los Estados Unidos, que había cedido formalmente el control del ejército sulcoreano. Sin embargo, por acuerdo secreto, los militares surcoreanos permanecian a las órdenes de los norteamericanos. Incluso hoy, en caso de guerra, el ejército de Corea del Sur estaria bajo dirección norteamericana.
Washington recluta a un poderoso anticomunista
Corea había sido históricamente una sociedad dividida entre una élite adinerada y una masa de agricultores pobres. Los Estados Unidos intervinieron a favor de esa minoría acaudalada y contra las masas campesinas, perpetuando los privilegios.
La CIA, en un informe de 1948, afirmaba que Corea del Sur se había dividido en el conflicto entre «un movimento independentista popular, que encontró su forma de expresión con la creación de los Comités Populares» conducido por «comunistas que basan su derecho a gobernar en su lucha de resistencia contra los japoneses», y una minoría de derechas apoyada por los Estados Unidos que monopolizó las riquezas del país y colaboró con el Japón imperial.
Debido a la impopularidad de la derecha, era imposible proponer a sus representantes para unas elecciones. Por lo que los EEUU buscaron exiliados no comunistas, cuya ausencia del país evitaba cualquier relación con el colaboracionismo. Syngman Rhee, un feroz anticomunista, fue el nominado para impulsar el proyecto de futuro yanqui. Rhee había vivido en los Estados Unidos durante 40 años, doctorándose en la Universidad de Princeton y casando con una norteamericana.
Un perfil totalmente diferente al de Kim Il-sung, fundador de Corea del Norte y líder durante los años 30 de la resistencia a los ocupantes japoneses.
Cumings observa que «durante casi cuatro décadas Corea del Sur fue dirigida por oficiales militares y burócratas que sirvieron a los mismos dirigentes japoneses a los que Kim y sus camaradas combatieron durante la década de los 30.«5
La Guerra de Corea, 1945 – 1953
La historia oficial señala el año 1950 como el principio de la Guerra de Corea. Sin embargo, Hugh Deane deja bien claro en su obra «La Guerra de Corea, 1945 – 1953» que «para los norteamericanos la guerra comenzó en 1950. Para los coreanos comenzó en 1945», año en el que llegaron los norteamericanos e iniciaron la eliminación de la naciente administración coreana6.
Los dos bandos quisieron la guerra, aunque por motivos bien distintos. Para el norte, la guerra era simplemente el siguiente capítulo en la lucha por la independencia y la liberación de la dominación extranjera. La guerra había comenzado en 1945 cuando los EEUU aterrizaron en Inchon y comenzaron la represión sobre la República Popular recién creada. O, expresado de otro modo, la guerra había comenzado en 1910 con la colonización de los japoneses. 1945 marcó simplemente un cambio de ocupante. Para el sur, la razón de la guerra era ampliar al norte el sistema de señorío feudal estadounidense.
Los dos bandos efectuaron incursiones a través de la línea divisoria artificial dibujada por los EEUU en el parelelo 38, y que los soviéticos habían aceitado. Aunque sería absurdo hablar de violaciones de la frontera por parte del norte. ¿Podían los coreanos invadir Corea?
El Ministro británico de Trabajo, Richard Stokes, reconocía el absurdo de esto en una carta a Ernest Bevan: «En la Guerra Civil Americana, los americanos nunca tolerarían la creación de una línea imaginaria entre las fuerzas del norte y las del sur, y podemos deducir cual sería la reacción si los británicos interviniesen claramente del lado confederado. En América existía un conflicto no solo entre dos grupos de americanos, también entre dos sistemas económicos contrarios, como en el caso coreano.»
Los sistemas económicos contrarios en Corea eran; en el sur, un sistema que perpetuó la riqueza y el poder en una diminuta clase de propietarios, compradores y colaboracionistas japoneses, y en el norte, un sistema que lanzó reformas de grande alcance destinadas a la grande mayoría. Mas reducir el conflicto la una lucha entre sistemas económicos competidores es perder parte de la historia. También era un conflicto entre liberación nacional y neocolonialismo.
En el momento en el que la guerra consiguió una nueva fase, en 1950, con el empuje de las fuerzas del norte en el sur, Kim Il-sung reclamó la restauración de los Comités Populares. Las fuerzas del norte no encontraron ninguna resistencia popular. Cuando se recuperó Seúl, el Comité Popular fue rápidamente refundado, conducido por coreanos del sur. Los Comités Populares aparecieron en todas partes, como cinco años antes, comenzando un proyecto de reforma agraria radical.
La liberación del sur duró poco tiempo. Con el boicot de la Unión Soviética a la ONU, en protesta por la negativa de esta a otorgarle un puesto en el Consejo de Seguridad a la China socialista, los Estados Unidos lograron asegurar el apoyo de la ONU para una «acción policial» en Corea. En 1953, los muertes coreanos en la guerra ascendían a tres millones, y todos los edificios superiores a un piso de altura estaban destrozados por las bombas estadounidenses. Los sobrevivientes vivían en madrigueras.
Es significativo, aunque raramente comentado, que el bombardeo aéreo de civiles fue el método característico de la guerra empleado por los poderes imperialistas y, desde la Segunda Guerra Mundial, por los Estados Unidos. El primer bombardeo aéreo significativo fue el realizado por el gobierno laborista inglés en 1924 contra ciudades de Irak7. Después fue el bombardeo nazi de Gernika y, poco después, los bombardeos masivos de Alemania, Inglaterra y los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. En Corea, los Estados Unidos dejaron caer más bombas que la soma total durante la Segunda Guerra Mundial, contando los dos bandos. Los aviones de combate estadounidenses también arrojaron más napalm en Corea que años después en Vietnam.
Los enfrentamientos se estancaron a la altura del paralelo 38, estableciéndose un alto el fuego, no antes de que los EEUU destruyeran embalses que proporcionaban el 75% del agua destinada a la producción agrícola del norte, un claro crimen de guerra. Nunca fue declarado el fin de la guerra, y los EEUU y la parte norte de Corea permanecen técnicamente en guerra. Pyongyang procuró en muchas ocasiones normalizar la situación con los Estados Unidos, más sus tentativas de hallar la paz siempre fueron rechazadas (el Ministro de Asuntos Exteriores Colin Powel dijo la Corea en 2003 que «no hacemos pactos de no agresión o firmamos tratados de esa naturaleza.»
La economia de Corea del Norte avanza
Dejando al margen los años de guerra y los siguientes tres años de recuperación, Corea del Norte experimentó un crecimento superior al sur desde 1940 hasta mediados de los años 60. Tan impresionado quedó el Che después de una visita a Pyongyang, que declaró que Corea del Norte era un modelo a lo que Cuba debia aspirar.
La industria en el norte creció un 25% durante los 10 años posteriores a la guerra, y un 14% desde 1965 hasta 1978. Los funcionários estadounidenses estaban enormemente preocupados por la economia de Corea del Sur, que iba retrasada, levantando dudas sobre los méritos del proyecto derechista y neocolonial de Washington en Corea. En 1980, la capital norcoreana, Pyongyang, era una de las ciudades más eficientes de Ásia. Seúl, por su banda, era una inmensa barriada flanqueada de fábricas donde la explotación haría palidecer al propio Engels, completada con una población sin vivienda.
Impaciente por presentar el sistema económico del sul como superior al del norte, Washington permitió que la República de Corea emprendiera un vigoroso programa de planificación industrial apoyado en una pared de tarifas y subvenciones, al tiempo que posibilitaba el encendido de la industria surcoreana al mercado mundial. Enormes ayudas fueron invertidas en el país. Japón entregó 800 millones de dólares en subvenciones y empréstitos cómo compensación a los 35 años de dominación colonial, en una época en la que las exportaciones surcoreanas sólo llegaban a 200 millones de dólares. Y como compensación al envio de 50.000 soldados para luchar y morir del lado estadounidense en Vietnam, Washington pagó más de mil millones de dólares de 1965 a 1970, cantidad igual al 8% del PBI del sur.
El ejército norteamericano firmó importantes contratos con las empresas surcoreanas, y Vietnam absorbió casi toda la producción de acero del sur (producido por una aceria construida con la ayuda de los 800 millones de dólares de Japón).
En el tocante al norte, existieron errores de cálculo. Pyongyang encolerizó a los soviéticos al inicio de los años 60, al decantarse del lado chino durante el conflicto ruso-chino. Como venganza, la URSS paralizó las ayudas al norte. Si bien la ayuda soviética podía no ser tan importante como la ayuda de los EEUU y Japón al sur, durante su interrupción (fue restaurada más tarde) frenó la marcha del crecimento del norte. Pyongyang, en los años 70, comenzó a tener problemas con las deudas al tener que comprar determinados productos en fábricas ocidentales.
Como resultado de la planificación industrial del sur, su modelo de importación, sus elevadas tarifas que actuaban como barreras, y las ayudas de los EEUU y Japón, la economia del sur adelantó al del norte a meados de los años 80.
De todos maneras, aunque decreció el crecimento económico en el norte, la diferéncia en el nível de vida entre lo surcoreano medio y el norcoreano medio nunca fue tan grande como los propagandistas de Corea del Sur querian hacer creer. Y el norte tenía sus atractivos. Cuando los bienes consumibles eran pocos, las necesidades diarias estaban abundantemente satisfechas a precios subvencionados. Cumings señala un informe de la CIA que reconoce vários logros del norte: «sienten cariño compasivo por los niños en general y los huérfanos de guerra en particular; cambio radical en la posición de las mujeres, vivienda gratuita, asistencia médica gratuita, medicina preventiva gratuita, mortalidad infantil y esperanza de vida comparables a los índices de los países más avanzados hasta el reciente periodo de hambre.«8
Corea del Sur: un estado fascista
En el sur también existía un movimento de izquierda, anti-imperialista y anticolonial como en el norte. La única diferencia era que, mientras en la parte norte los soviéticos permitieron que este movimento había prosperado hasta formar un estado, en la parte sur, los Estados Unidos y sus guiñoles trabajaron a destajo para suprimirlo. De hecho, la historia de la política en el sur durante la mayor parte de la posguerra puede ser entendida como la política de contener a la izquierda con los mismos métodos que habían empleado Mussolini en los años 20 y Hitler en los 30.
En 1960, las protestas de estudiantes y profesores de la parte sur, obligaron a huir a Rhee. Con Rhee había sido, tuvieron lugar las primeras elecciones de tipo occidental. En estas alturas, la economia del norte superaba a la del sur, y Kim Il-sung abogaba por una Corea confederal. Su propuesta contó con uno amplio apoyo en el sur, donde la izquierda, después de la represión de la época de Rhee, contaba de nuevo con fuerza y amenazaba con derribar el régimen neocolonialista proestadounidense.
Un año más tarde, Park Chung Hee comandó un golpe militar para frenar a la izquierda, inaugurando una dictadura militar que duró tres décadas y que aseguró la continuidad del sistema económico apoyado por los EEUU. El gobierno recién proclamado suplicó a los norteamericanos que habían impedido el triunfo de los golpistas, mas sus súplicas no fueron atendidas. Washington no sólo no hizo nada por frenar el golpe sino que reconoció de inmediato el nuevo régimen militar, dándole su apoyo.
Park Chung Hee prohibió toda actividad política, cerró el parlamento y adoptó oficialmente un anticomunismo agresivo. Una ley anticomunista fue promulgada, declarándose qué todos los países socialistas, especialmente la DPRK, eran estados enemigos. Esta ley era apretada al véselo Pacto Anticomintern firmado por la Alemania nazi, por la Itália fascista y por el Japón militarista. Tan extremo era el anticomunismo, que los censores ordenaron borrar las fotos del líder de Corea del Norte que aparecian en las ediciones internacionales del Times. Asimismo, en las escuelas comenzó un programa de adoctrinamento anticomunista, buscando impedir que en las nuevas generaciones brotaran simpatías por el comunismo y por la DPRK. El norte, sus líderes y su sistema económico, fue demonizado.
En 2005, The New York Times publicó un reportaje sobre surcoreanos que trabajan con norcoreanos en la zona industrial de Kaesong: «Algunos surcoreanos dicen sentir apuro al trabajar junto con norcorenaos, porque la educación ferozmente anticomunista de Corea del Sur inculcó en ellos que los coreanos del norte eran peligrosos y malvados. En Corea del Norte, sin embargo, los programas educativos además de señalar el papel títere del gobierno de Corea del Sur, guiñoles de los norteamericanos, enfatizan que los surcoreanos son hermanas y hermanos.«9
En el norte habia alojamiento de balde, asistencia sanitaria gratuita, igualdad de derechos para las mujeres y amistad con los compatriotas de la otra banda del paralelo 38; en el sur, no existía ningún seguro médico, ninguna red de protección social, las horas de trabajo más largas del mundo industrial, salarios miserablemente bajos y adoctrinamiento en el culto al odio y al miedo a los compatriotas septentrionales.
En el norte, los propietarios y los terratenentes coreanos durante la ocupación japonesa fueron purgados de las posiciones de poder; en el sur, la misma clase de colaboradores que habían servido a los japoneses antes, estaban en el poder. En enero de 2005, Roh Moo Hyun, el presidente de la República de Corea, se quejaba de la incapacidad del sur para acabar «con la aberración histórica que supone que las famílias que lucharon por la independéncia de la nación habían padecido la pobreza durante tres generaciones, mientras que las famílias colaboracionistas con los japoneses habían disfrutado del éxito durante tres generaciones.«10
Los problemas económicos del norte
El colapso de los mercados de exportación del norte con la queda del bloque socialista, una série de catástrofes naturales, el bloqueo económico constante de los Estados Unidos y el desvio de los escasos recuros a la defensa militar, debilitaron severamente la economía de la DPRK desde la caída del Muro de Berlín.
Bajo Gorbachov, los soviéticos procuraron su nuevo rol bajo el amparo de los Estados Unidos, lo que implicó también abandonar a sus viejos aliados. El comercio soviético con Corea del Norte se paralizó desde 1988 hasta 1992, y el suministro de petróleo fue reducida severamente en 1991.
Las políticas de Gorvachov arruinaron las economias de los estados socialistas, hundiendo, primero en el caos y después en el abandono, al bloque socialista. Los mercados de exportación del norte desaparecieron, privando a Pyongyang de la moneda extranjera que precisaba para importar el carbón y el petróleo. La insuficiéncia de petróleo provocó un duro golpe a la agricultura (la maquinária no podia funcionar) y a la industria química. La imposibilidad de producir fertilizantes fue otro golpe contra la agricultura, que provocó la escasez de alimentos, acentuada por una série de secas y llenas en la mitad de los años 90.
Ante la limitación de sus mercados exteriores ‑un problema acrecentado hoy por las sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU y por las maniobras de Washington para aislar Corea del Norte del sistema financiero mundial- la DPRK se convirtió en el mayor exportador de misiles balísticos, lo que le suministró la moneda extranjera necesaria para las importaciones esenciales.
Con las fábricas y la maquinaria agrícola trabajando por debajo de sus capacidades, Pyongyang luchó para crear una defensa creible contra las contínuas amenazas de los Estados Unidos. El Pentágono había introducido armamento nuclear en la parte sur después de 1953. Decenas de millares de soldados estadounidenses permanecian en la península coreana, y otros tantos fueron desplegados en el cercano Japón. Los buques de guerra americanos patrullaban las aguas de los límites territoriales de la DPRK, los bombarderos nucleares efectuaban prácticas de tiro y aviones espías sobrevolaban el espacio aéreo de una Corea del Norte amenazada.
Con el fin de la Guerra Fria, las amenazas crecieron. El 30% del presupuesto militar yanqui era destinado a Corea.
1 Bruce Cumings, “Korea’s Place in the Sun: A Modern History (Updated Edition),” W.W. Norton & Company, 2005;
p. 404. Todas las referencias históricas proceden de esta obra o de Bruce Cumings, “North Korea: Another Country,” The New Press, 2004.
p. 404. Todas las referencias históricas proceden de esta obra o de Bruce Cumings, “North Korea: Another Country,” The New Press, 2004.
2 Cumings es catedrático de História en la Universidad de Chicago.
3 Anna Louise Strong, “In North Korea: First Eye-Witness Report,” Soviet Russia Today, New York, 1949.
4 “Absent from the Korea Talks: Bush’s Hard-Liner,» The New York Times, 2 de setembro, 2003.
5 Bruce Cumings, “We look at it and see ourselves,” London Review of Books, 15 de diciembre, 2005.
6 Hugh Deane, “The Korean War: 1945 – 1953,” China Books & Periodicals, San Francisco, 1999.
7 R. Palme Dutt, “Problems of Contemporary History,” International Publishers, New York.
8 New York Times, 13 de agosto, 2003.
9 New York Times, 8 de febrero, 2005.
10 New York Times, 5 de enero, 2005.