Las herramientas del sistema capitalista para controlar a sus súbditos son muy eficaces. Nos mean, y nos dicen que llueve. A pesar del sombrío panorama que vive la mayoría de la humanidad, quienes dirigen el mundo han conseguido hibernar la oposición aliados con el miedo, la ignorancia o el nihilismo. Pero ha llegado la hora de pelear, de luchar para no olvidar que somos hombres y mujeres libres y demostrar que los problemas del mundo, como diría Mercedes Sosa, no nos son indiferentes.
El conjunto de datos económicos sobre las causas de la crisis, sus responsables y las consecuencias en la población, se podría utilizar en el sumario de una acusación global: crimen de lesa humanidad. La principal causa de la crisis, según la mayoría de los economistas, es la asunción exagerada de riesgo en la búsqueda de beneficios extraordinarios, contando con la complicidad de las autoridades políticas y sin generar actividad productiva o sea, especulando.
Hablando en plata, nos encontramos ante una serie de Robin Hoods que roban a los pobres para dárselo a los ricos siguiendo la dilatada tradición anglosajona de cambiar el cuento según sus intereses. Al mismo tiempo, se prostituyen conceptos como ayuda al desarrollo y solidaridad mientras, por ejemplo, las multinacionales de la agroalimentación controlan mercados, semillas y precios saboteando aquellas actividades económicas que no les compensan. Esto se traduce en hambre para mil millones de personas en el mundo. ¿Cómo es posible que el arroz importado por los países africanos sea más barato que el cosechado por ellos mismos? Dice Galeano, «no son países subdesarrollados, sino arrollados». Según afirma la propia ONU, las 500 mayores multinacionales suman el 52% del PIB (Producto Interior Bruto) mundial y controlan el 60% del comercio en el planeta.
A su vez, los causantes de la crisis se van de rositas obteniendo jubilaciones multimillonarias (Gorigolzarri del BBVA), fichando por otras corporaciones o incluso por la nueva Administración demócrata estadounidense. «Si quiere seguridad, fiche a un ladrón» ironizó el semanario «The Economist», a lo que el prestigioso economista Dean Baker añadió «es como pedir ayuda a Bin Laden para la guerra contra el terror». Los paraísos fiscales guardan, según la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo) entre 1,3 y 8,6 billones de euros (4 veces el PIB español). Nike paga a Michael Jordan tanto como a sus 30.000 asalariados filipinos juntos. Los 3 mayores patrimonios, uno de ellos el de Bill Gates, equivalen al PIB de los 37 países más pobres de la tierra. El 60% de los trabajadores del mundo carece de contrato laboral. En EE.UU se celebra el Día del Trabajo en agosto, sin tintes reivindicativos. ¿Tiene cura la democracia capitalista o sus enfermedades son congénitas e inherentes al propio sistema?
En el estado español, BME (Bolsas y Mercados Españoles) informa que este año ya se han repartido un 54% más de dividendos que en 2008. Sabemos también que los beneficios empresariales aumentaron durante la década 1996 – 2006 más del doble que en el resto de la Unión Europea, mientras que el incremento de los costes salariales fue cinco veces menor. Paradójicamente en esta época de bonanza, para unos pocos, nacieron los «mileuristas». Los últimos datos del Ministerio del Trabajo confirman que uno de cada tres trabajadores es eventual, siguiendo un fenómeno laboral importado de los EE.UU. denominado Mcjob, que trata a todos los trabajadores como estudiantes en búsqueda de un empleo veraniego y permite el estancamiento de los salarios. Como medida contra la crisis y contra el incremento de los hurtos, El Corte Inglés ha implicado a sus vendedores premiando al trabajador con un 10% del valor del producto robado si colabora en atrapar a un ladrón. Y el paisaje de la picaresca española se completa con el impagable servicio de los lacayos del imperio. Así, Miguel Ángel Aguilar, presidente de la Asociación de Periodistas Europeos e histórico en la nómina del grupo PRISA, propuso que se debería sustituir la fotografía-icono del líder revolucionario Ché Guevara por la de Emilio Botín, factótum del Banco Santander, por ser éste último mucho más eficaz contra la pobreza.
En Nafarroa, según los datos facilitados por el propio Gobierno de la comunidad, UGT y CCOO recibieron de las arcas forales 13 millones de euros por reuniones, convenios, estudios y cursos de formación. Acudir a la comisión de seguimiento del III Plan de Empleo de Navarra ha supuesto a cada representante de UGT, CCOO y CEN (Confederación de Empresarios de Navarra) 4.798 euros por unas sesiones de las que ni siquiera existen actas de lo «trabajado» en cada una de ellas y fueron 11 en 2008. Más de 50.000 euros para cada representante de las tres organizaciones que recientemente han compartido la distinción foral más relevante, otorgada por el Gobierno de UPN, la Medalla de Oro de Navarra.
Hechos como los descritos prueban, de manera humillante, la existencia de una violencia económica extrema con consecuencias nefastas para la humanidad en todos los confines de la tierra. ¿Condenan los partidos democráticos tradicionales con suficiente contundencia estos atropellos y sus trágicas consecuencias? ¿Deberían ser ilegalizados por no hacerlo? Por ahora tampoco podemos esperar gran cosa de otras instancias con igualmente escaso pedigrí democrático. Así, Carlos Dívar, presidente del Tribunal Supremo de una Judicatura anclada en el Medievo, afirmaba en una reciente entrevista sin despeinarse, «hay que obedecer a Dios antes que a los hombres».
Sólo la movilización social, el debate, la argumentación y el compromiso de la ciudadanía pueden dar la vuelta a esta situación. Y existen ejemplos de que «otro mundo es posible». La llegada al poder en América Latina de fuerzas progresistas que cuestionan el imperialismo de forma honesta o la unidad de acción por parte de la mayoría sindical en Euskal Herria forman parte del paisaje que demostrará que los hombres no podemos corregir los hechos del pasado, pero sí condicionar los del futuro.
PS: A los últimos detenidos y a quienes, como ellos y ellas, luchan por un mundo mejor, empezando por su propio pueblo, aún a costa de sufrir persecución y cautiverio.