Varias agencias de noticias occidentales informaron que el jueves, partidarios de la Revolución realizaron lo que se ha dado en llamar (en tono peyorativo por los enemigos de Cuba), un acto de repudio contra las Damas de Blanco. Lo he dicho varias veces: repudiar el fascismo, el oportunismo y a los amigos (en este caso, amigas) de terroristas, es legítimo.
Las del blanqueado atuendo, se habían concentrado en un parque de La Habana exigiendo la liberación de sus familiares, que purgan penas de prisión por actividades dirigidas a subvertir el orden social cubano, para lo cual contaban con ayuda económica del exterior. Las Damas abandonaron el parque protegidas por policías “represores”, mientras la gente daba vivas a la Revolución. Esos detalles son magnificados por los medios, al mismo tiempo que ocultan, celosamente, las fuentes de financiación de ese grupo de mujeres.
Las Damas se dedicaron a entregar flores y copias de la Declaración de los Derechos Humanos, pero ni una sola suministró documento alguno exigiendo la extradición del criminal Posada Carriles, que violó el derecho a vivir de 73 personas que viajaban en el avión civil cubano, explosionado en Barbados en 1976. Es una postura coherente: ellas reciben apoyo económico de Rescate Jurídico organización comandada por el terrorista Santiago Álvarez Fernández Magriñat, que introdujo secretamente en Estados Unidos, a bordo del buque Santrina, al autor confeso de aquel crimen.
En fin. Tienen suerte de vivir en Cuba y no en una “democracia”, donde primero disparan y luego preguntan, como ocurrió en Londres, cuando la policía británica asesinó al brasileño Jean Charles de Menezes, tan sólo por su aspecto. En cualquier lugar del mundo a estas señoras- admiradoras de un monstruo genocida llamado George Bush- ya les habrían aplicado, hace tiempo, leyes antiterroristas por mantener lazos y aceptar ayuda financiera de criminales. Si en lugar de Cuba habláramos de otro país, no estarían en la calle portando beatificas flores de manera farisaica.
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