Desde principios de los 80, andan los españoles, presumiendo y alardeado de su modelos de transición, de una dictadura fascista a una supuesta democracia.
Transición que 30 años después, cualquier analista serio, no duda en calificar como una traición a todas las gentes y pueblos que dejaron la piel y en muchos casos la vida luchando contra el fascismo español y el carnicero Franco.
No se le pidieron cuantas a nadie de los que durante decenios, sembraron de angustia los pueblos y las casa del estado. Fascistas reconocidos, con las manos chorreando de sangre, fueron perdonados y beneficiados por una especia de punto final,una especie de «aquí no ha pasado nada» , todo argumentado en la supuesta “reconciliación nacional” que pregono el PCE y otras fuerzas de la izquierda españolista, y que a los jerifaltes fascistas les vino de perlas.
Son cientos los muertos que se han quedado sin justicia, personas de bien, profesores, intelectuales, artistas, sindicalistas, pasados a cuchillo por las hordas falangistas españolas. Se miro para otro lado y aquí paz y después gloria.
De aquellos barros, vienen ciertos barrizales, y ahí radica, como en la cultura política española y españolista, la palabra democracia es bien desconocida, o en el mejor de los casos, tiene un concepto muy peculiar de lo que es una democracia.
Desde esa mentalidad, puede ir el rey de los españoles y vociferar groseramente a un presidente democráticamente elegido, pese que el fue el elegido a dedo, por un tirano fascista. Solo mediante esa mentalidad, los terroristas de “Falange y Tradición” pueden salir casi de rositas de la cárcel, cárceles españolas, en las que incluso cachean a bebes de 20 meses.
Y en una mentalidad fascista evidentemente, no cabe el derecho de autodeterminación de los pueblos. Para esta gente, gallegos, catalanes y vascos, somos sus provincias y las naciones y pueblos de América Latina, sus ex colonias, a las que se puede y debe ir con un mensaje paternalista y si no se hace caso al buen padre, se le vocifera y punto.
En los 80 varios países de América latina, terminaron también con sus dictaduras fascistas, y en todos y cada uno de ellos, se finiquito con una especie de “Ley de punto final”, con la cual, toda suerte de genocidas y asesinos, trataron de salir impunes de sus crímenes.
Le falto tiempo al españolismo, para proclamar que el “modelo español” era la vía adecuada para terminar con este tipo de situaciones. Vía en la que insisto, se escupía en la memoria de miles de desaparecid@s, torurad@s y asesinad@s.
No les faltaba razón, de mentes fascistas, como Videla o Pinochet, solo cabia fijarse en el modelo español.
Cuando cayo el telón de acero y el capitalismo se abrió paso, en los países del llamado socialismo real, volviendo a los tiempos de la explotación, de nuevo los españoles reclamaron la originalidad de la idea.
Tampoco les faltaba razón. De burócratas anticomunistas, que en nombre el comunismo hicieron de su capa un sayo y se pasaron al capitalismo, como quien cambia de calcetines, no era tampco de extrañar su admiración por el modelo español.
Turquía, es un país fascista, en el cual, las mínimas garantías democráticas, están muy en el aire. Tod@s sabemos como se las gasta el gobierno turco a la hora de apastar a su propia población, y como acabaron con el problema armenio, la misma idea que tienen para la cuestión kurda.
Fascistas turcos, en el gobierno y en la oposición, han ilegalizado estos días al DTP, un partido político, perfectamente legal y democrático que defiende los derechos de Kurdistan. Y como no podía ser de otra manera, han proclamado a los cuatro vientos, que se han inspirado…en el modelo español y la ley de partidos.
Nuevamente España es fuente de inspiración para todo tipo de fascistas y tiranos. Nuevamente el modelo español, es referencia para estos personajes.
Los pueblos y las personas, que nos toca vivir, bajo el “paraíso español” tendremos que ir, buscando nuestras referencias propias y que mejor referencia que nuestros propios pueblos, sus experiencias y sus vías a la independencia y el socialismo, porque bajo el “paraguas español” ya nada bueno podemos esperar
El modelo español, no es otra cosa, que la leyes fundamentales del Movimiento nacional fascista de 1936 y su adecuación a los tiempos