[Traducido del inglés para La Haine por Felisa Sastre] Ataque contra supuestos campamentos de Al Qaeda, señal clara de que Washington va a extender su guerra a Yemen
El jueves pasado, el presidente Barack Obama dio personalmente la orden para los ataques aéreos contra Yemen que produjeron la muerte a un gran número de civiles, incluidos mujeres y niños.
Los aviones estadounidenses utilizaron misiles de crucero contra supuestos campamentos de Al Qaeda en la aldea de al Maajala a unos 480 kilómetros al sur de Sana’a, y en la provincia de Arhab, a 60 kilómetros al norte de la capital. Según se dice, los ataques se llevaron a cabo en connivencia con la dictadura del presidente del Yemen, Ali Abdallah Saleh, cuyas fuerzas terrestres atacaron las ciudades bombardeadas, y una tercera aldea, lo que, según un portavoz de la oposición yemení, produjo la muerte de unas 120 personas.
Funcionarios locales y testigos de la región de Mahsad, donde se produjeron los bombardeos estadounidenses más intensos, establecieron el número de muertos en más de 60 y declararon que, en su mayoría, eran civiles. Negaron, asimismo, que el objetivo fuera un bastión de Al Qaeda.
Briam Ross, periodista de investigación del noticiario de la ABC, informó el viernes por la noche en el programa “ABC World News” de que en el ataque participaron aviones estadounidenses. “Altos responsables de la Casa Blanca informaron a ABC News que la orden para el ataque del jueves a los supuestos refugios de Al Qaeda en Yemen salieron directamente del despacho oval”.
Y seguía: “El ejército estadounidense utilizó misiles de crucero contra dos lugares distintos de Yemen. Imágenes transmitidas por Al Jazira esta noche muestran decenas de cadáveres cubiertos por sábanas. Los funcionarios afirman que unos 35 sospechosos de pertenecer a Al Qaeda resultaron muertos. Los grupos de oposición, por su parte, declaran que han sido asesinados decenas de civiles”.
ABC News citó a responsables de la Casa Blanca informando a los periodistas de que Obama se había puesto en contacto con el presidente de Yemen tras los ataques para “felicitarle” por ellos.
Altos responsables estadounidenses se negaron a comentarlo el viernes en el noticiario de la ABC pero no lo negaron. “No vamos a entrar en detalles respecto a este asunto”, contestó uno de ellos y añadió que Yemen y EE.UU. “cooperan estrechamente en la lucha contra el terrorismo”.
Byam Whitman, portavoz del Pentágono, declaró al New York Times, periódico que había informado el sábado sobre el papel de Estados Unidos en los ataques, “Yemen debería felicitarse por las operaciones contra Al Qaeda”.
Miles de yemeníes se echaron a la calle en Yemen del sur el sábado para protestar contra las bárbaras operaciones militares. Según fuentes locales, unas 3.000 personas en la provincia de Dhal’e, y centenares en las de Lahj y Abyan, se manifestaron en protesta, lanzando gritos contra el gobierno y exigiendo una investigación sobre lo sucedido.
La Joint Meeting Parties, coalición de seis partidos de oposición, condenaron la utilización de civiles como objetivo en una manifestación de 10.000 personas en la provincia de Taiz, a 260 kilómetros al sur de Sana’a. Uno de los líderes de la coalición calificó los ataques de “crimen atroz”.
El Movimiento del Sur, que aspira a su independencia del norte, afirma que los ataques lo fueron contra el pueblo del sur y no contra Al Qaeda. “Es un genocidio”, declaró Abbas al Asal, dirigente político del Movimiento, quien afirmó que el ataque terrestre había asesinado a 64 civiles, entre ellos 23 niños y 17 mujeres.
En un informe de Associated Press del sábado, habitantes de Abyan declararon que no se trataba de una campo de entrenamiento de Al Qaeda en la zona y que el feroz ataque había destruido viviendas ‑casas de barro cocido, tiendas y chozas- en la zona rural tribal. Uno de ellos, Ali Mohammed Mansour, declaró que había ayudado a enterrar a los muertos. Negó que el lugar fuera un campo de entrenamiento, subrayando que la población se encontraba a sólo 100 metros de la carretera principal y a dos kilómetros de una base militar
Mansour dijo que uno de los asesinados, Mohammed Saleh al-Kazemi, originario de Arabia Saudí y llegado a Yemen tras haber combatido en Afganistán, haber estado preso durante dos años y puesto en libertad en 2005, había vivido en el pueblo con su familia desde su liberación y no era un fugitivo.
Los ataques del jueves forman parte de la creciente escalada militar estadounidense en Yemen, con la colaboración del gobierno del presidente Saleh, aliado de Estados Unidos, y de la monarquía saudí, a su vez, apoyada por Egipto. Hasta el jueves, la agresión militar estadounidense se había concentrado en el norte del país, dirigida contra los insurgentes de la tribu Houthi, una rama del Islam chií distinta a la de Irán.
La semana pasada, los combatientes Houthi denunciaron que aviones de combate estadounidenses habían lanzado 28 ataques contra la provincia de Sa’ada en el noroeste del país, cerca de la frontera con Arabia Saudí. Desde agosto, cuando el presidente Saleh anunció el inicio de la “Operation Scorched Earth” [Tierra quemada] para acabar con la resistencia Houthi, soldados y aviones saudíes han estado atacando las regiones fronterizas del sur del Yemen con Arabia Saudí. Saleh, Riad y El Cairo afirman que los Houthis reciben apoyo y abastecimientos desde Irán, si bien este último niega las acusaciones.
El gobierno Obama relaciona a los movimientos de oposición yemeníes con Al Qaeda, a pesar del hecho de que Al Qaeda es un movimiento sunní, profundamente hostil a chiíes como los Houthis. El Daily Telegraph británico informaba el 13 de diciembre, basándose en fuentes estadounidenses sin identificar, que EE.UU. había enviado fuerzas especiales para entrenar al ejército yemení. El periódico citaba a un alto responsable del ejército: “Yemen se está convirtiendo en una base de reserva de Al Qaeda para sus actividades en Pakistán y Afganistán”. Lo que es una señal clara de que Washington va extender su guerra a Yemen.
Los aviones saudíes se dice que están utilizando bombas de fósforo blanco contra los combatientes Houthis. El 13 de diciembre, fuentes Houthis dijeron que las fuerzas saudíes habían lanzado un ataque a gran escala contra el principal puesto fronterizo, produciendo al menos la muerte de 70 civiles y más de 100 heridos en el distrito norteño de Razeh.
El Fondo de la ONU para la infancia (UNICEF) y el Alto Comisionado para los Refugiados (UNHCR) han alertado sobre las terribles condiciones de centenares de miles de yemeníes desplazados por los ataques conjuntos de su gobierno y de Arabia Saudí en el norte del país. El UNHCR estima que unas 175.000 personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares en Sa’ada y refugiarse en campamentos atestados con carencia de alimentos y de agua. Han muerto muchos niños debido a las malas condiciones de los campos.
Los ataques estadounidenses del pasado jueves se produjeron el mismo día que Washington desató un ataque masivo con aviones no tripulados en la provincia de Waziristan, en el norte de Pakistán, que arrasó un pueblo y mató al menos 17 personas.
Estos sucesos, que coinciden con la llegada del primer contingente de los 30.000 soldados más que Obama ha enviado a Afganistán, demuestran que su gobierno está llevando a cabo una política de agresiones militares y de conquistas coloniales que supera incluso a la del gobierno Bush, y son una señal del aumento de las muertes y la destrucción insinuadas tan sólo en el discurso de Obama del 1 de diciembre en West Point, en el que anunció su intensificación de la guerra en Afganistán, y más explicitado directamente en su discurso de aceptación del premio Nobel de la Paz el 10 de diciembre.
En su discurso en West Point, Obama declaraba: “La lucha contra el extremismo violento va a ser larga y se extenderá más allá de Afganistán y Pakistán”. Incluso llegó a hablar de “regiones caóticas y enemigos indeterminados”, entre los que mencionó a Somalía y Yemen.
Su discurso del Nobel fue una arenga bélica para la guerra imperialista y el neocolonialismo. Obama alabó las virtudes de la guerra preventiva y señaló una serie de potenciales objetivos de las agresiones bélicas estadounidenses, entre otros, Irán, Sudán, Congo, Zimbabwe y Myanmar.
Al igual que las intervenciones imperialistas estadounidenses en Iraq, Afganistán y Pakistán, la creciente agresión contra Yemen no tiene nada que ver con la derrota de Al Qaeda o la protección del pueblo estadounidense frente al terrorismo. Su objetivo es el deseo de la clase dirigente estadounidense de establecer su hegemonía en las ricas regiones petroleras de Oriente Próximo y Asia Central, y controlar así los estratégicos oleoductos y rutas marítimas.
Yemen se encuentra en una situación geográfica privilegiada, lo que lo convirtió en campo de batalla entre EE.UU. y la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Así lo reflejaba la Associated Press al informar de los ataques aéreos del pasado jueves: “Yemen ocupa una situación crucial en las rutas marítimas entre el mar Rojo, el golfo de Adén y el acceso al Canal de Suez- y al otro lado del Golfo se encuentra Somalía, un país más turbulento aún…”.
Estados Unidos ya ha atacado militarmente a Somalía y se aprovecha de Etiopía para llevar a cabo una guerra de ocupación del país “por poderes”.
En su carrera para conseguir el control militar y político de Yemen, Estados Unidos está avivando las tensiones en toda la región- en particular entre Arabia Saudí y Egipto por un lado, e Irán por el otro.
La intervención militar estadounidense en el golfo de Adén, tanto abierta como encubierta, debe considerarse un aviso de las catastróficas consecuencias de los designios mundiales del imperialismo estadounidenses para las poblaciones objeto de los ataques y para el propio pueblo estadounidense. Frenar la estrategia neocolonial de Washington es una tarea de la clase trabajadora de Estados Unidos y del resto del mundo.
Hacerlo exige un enfrentamiento directo con el gobierno Obama. Un año después de su elección como candidato del “cambio” y de la “esperanza”, Obama se ha revelado como criminal de guerra, instrumento de Wall Street y del aparato del espionaje militar estadounidense. Para enfrentarse al militarismo, la clase trabajadora necesita impulsar un movimiento socialista independiente que se enfrente a Obama, al partido demócrata, al sistema bipartidista y al capitalismo, responsables de la opresión y de la guerra.
WSWSite, 21 de diciembre de 2009