Muchos de nuestros amigos son votantes del PSOE-PSE. Muchos (de los
anteriores) ejercen también elevadas e importantes funciones públicas,
sociales y económicas. Cuando charlas con cualquiera de ellos suelen
recordarte que ejercen tales tareas guiados de altos principios éticos
y filosóficos que suelen englobar bajo la denominación de
“socialdemócratas”. Se enorgullecen de sus planteamientos porque según
ellos ser “socialdemócratas” significa disponer de un sólida ideología
pero, a la vez, lo suficientemente flexible como para haberse adaptado
a esta modernidad líquida de la que habla Zygmunt Bauman.
Por lo demás todos los que, desde la izquierda, no apuestan en
España por el PSOE no serían pues sino una suerte de anarco-comunistas
merecedores de ser llevados a alguna reserva natural como especies en
vía de extinción por no ser suficientemente “socialdemócratas” y
“líquidos”. Sin embargo si observamos los últimos resultados
electorales habidos en países tan avanzados como Francia o Alemania
veremos que los partidos “socialdemócratas” hermanos del PSE como el
PSF o SPD se enfrentan a una sangría de votos precisamente por todo lo
contrario de lo que dicen mis amigos. Muchos de los votantes de
izquierdas ya no les reconocen como partidos auténticamente
“socialdemócratas”.
Hace unos días Paolo Flores d´Arcais daba una explicación a este
fenómeno en un artículo publicado en EL PAIS que fue rápidamente
contestado por varios ideólogos de nuestro Partido Socialista. Según el
intelectual italiano muchos de los partidos que se dicen
“socialdemócratas” en realidad, cuando gobiernan, no consiguen
reducción significativa alguna de la desigualdad social, mantienen las
viejas estructuras de poder social y realizan todo tipo de componendas
con los poderes económicos para no “perder” sus buenas relaciones con
estos poderes. Y es que de la esa socialdemocracia “realmente
existente” al populismo sólo hay un paso.
Pongamos un reciente ejemplo español. ZP inició su primer mandato
afirmando que su referencia ideológica era un intelectual irlandés (y
por supuesto “socialdemócrata”) llamado Philip Pettit defensor de un
llamado “republicanismo cívico” según el cual las personas son
ciudadanos y no súbditos.
De ahí que todas las personas deban ser “empoderadas” con todo tipo
de derechos para vigilar y contestar al poder público. Algunas de las
primeras leyes ZP en materia de derechos de colectivos homosexuales y
de las mujeres apuntaban en ese sentido.
Pero en esto tocaba reformar la vigente Ley de Extranjería porque
algunos jueces constitucionales (muchos de ellos no “socialdemócratas”)
habían anulado diversas reformas legales llevadas a cabo de común
empeño entre el PP y el PSOE para limitar los derechos de asociación,
reunión, manifestación, sindicación y huelga de los extranjeros en
situación irregular por el mero hecho de carecer de una autorización
administrativa de residencia. Y en esto, ZP se olvidó de Philip Pettit.
La reforma de la Ley de Extranjería que próximamente entrará en vigor
con el voto (directo o por delegación de muchos de mis amigos del PSOE)
restringirá los derechos de vivienda, educación, acceso al padrón y
justicia gratuita de los inmigrantes irregulares que más o menos
estaremos de acuerdo que no han cometido otra “infracción” que la ser
pobres. Por si fuera poco si alguno de ustedes les empadrona en su casa
o les hace una invitación para visitar España serán sancionados con
fuertes multas administrativas. Ah! Se nos olvidaba, ZP ha decidido
también aplicar la Directiva de Retorno y a partir de ahora los
“irregulares” podrán ser detenidos, aunque no han cometido ningún
delito, hasta sesenta días mientras se les expulsa a lugares, ahora
famosos entre nosotros, como Somalia.
Bien ser “socialdemócratas” tiene estas cosas. Suponemos que para
poder seguir desempeñando tan altas funciones algunos de nuestros
amigos, que esperamos que sigan siéndolo después de leer este artículo
(no que renuncien a sus tareas sobre todo si tienen que ver con la
inmigración), tienen que mirar para otro lado.
También suponemos que esta distancia entre lo que se dice y lo que
se hace explica por qué a la “socialdemocracia” le va cada vez peor en
Europa. Tal vez porque lo que son “líquidos” de verdad son sólo sus
supuestos firmes planteamientos ideológicos y su coherencia.
Y es que a estas cosas de decir una cosa y hacer otra el populismo y
la derecha saben jugar mejor. Creemos que un diputado del PNV llamó a
esta reforma de la ley de Extranjería “berlusconiana”. Falso:
Berlusconi jamás aprobaría una norma “líquida” inspirada en un
“socialdemócrata” como Philip Pettit. ¡Hasta ahí podíamos llegar!