Al lado del colchón donde duerme todas las noches, Aminatou Haidar tiene una fotografía de sus dos hijos, Mohamed, de 13 años, y Kayat, de 15. La imagen tiene un lugar preferente en la pequeña estancia. En el rincón con sus cosas personales también hay una botella de agua y una figurita de porcelana. La habitación está en penumbra: Haidar sufre fotofobia.
¿Cómo se encuentra?
Estoy bien, cansada pero bien. Me canso mucho.
¿Continúa hablando con sus hijos, con su madre, por teléfono?
Sí, como siempre. Pero hablar con Mohamed se me hace muy difícil, él está muy afectado, no tiene las fuerzas de Hayat. Cuando hablo con él, él empieza a llorar. Intento siempre tranquilizarlo, calmarlo, decirle que debe de ser.
De todos estos días, ¿cuál ha sido su momento más duro?
No es sólo un momento, son varios. Hablar con Mohamed me afecta mucho. Los momentos más duros para mí son cuando le oigo llorar. Hablar con la niña es duro, pero con Mohamed es peor. Cuando él me pide que deje la huelga es muy duro. Tengo una foto aquí de ellos. La carta que mis dos hijos me enviaron también fue dura para mí. Pero por otro lado también me ha dado fuerzas, me ayuda a continuar. Cuando la recibí me acordé de los otros niños saharauis. En los que tienen a los padres desaparecidos, los que los tienen muertos, en la cárcel, en los campos de refugiados. Pensar me ayuda en continuar con mi lucha.
El pasado jueves, en rueda de prensa, usted dijo que creía que Marruecos va a ceder en sus posiciones. ¿Sigue pensando lo mismo?
Tengo la certeza de que Marruecos prefiere mi muerte. Tengo la certeza, estoy segura. Mantiene su posición para hacerme perder el tiempo a la espera de que pase una tragedia. Pero al mismo tiempo confío en la solidaridad internacional. Sobre qué va a pasar, no puedo hacer previsiones, no puedo garantizar nada. Yo no sé si voy a resistir o no. El momento puede llegar, ni los médicos ni yo podemos controlar mi estado. Estoy en una situación muy crítica. Hoy tengo fuerzas, pero nada me garantiza que no se me vaya a parar el corazón.
Sobre la decisión de que no la vuelva a ver ningún médico, ni siquiera el doctor Guzmán, su médico personal, ¿podría dar marcha atrás?
Soy flexible en eso. Tomé la decisión en protesta por la actitud del Gobierno español, pero soy flexible.
¿Es consciente de todo el reconocimiento internacional que está teniendo estos días? ¿De toda la movilización que ha generado su figura? Para muchos, usted era una desconocida el día que empezó la huelga de hambre, y ahora no hay quien no conozca su rostro.
Sí, soy consciente y estoy feliz por poder movilizar a personas de todo el mundo sobre la realidad de una población que está soportando día a día la ocupación ilegal de Marruecos.
El Frente Polisario ha amenazado con volver a las armas si finalmente ocurriese algo grave con usted. Como defensora de los derechos humanos desde el pacifismo, ¿cómo ve la posibilidad de que su muerte se vuelva en una justificación para una nueva guerra?
Soy una defensora de los derechos humanos de una forma no violenta. Soy una pacifista. Escogí como vía de resistencia el pacifismo. Pero el regreso a la guerra… Si el Frente Polisario, que es el representante legítimo del pueblo saharaui lo decide… Es un movimiento de liberación y, como tal, todas las posibilidades de acción son legítimas. Desde aquí lanzo un llamamiento a la comunidad internacional para que deje de ser espectadora en esta situación de injusticia. Pienso que es el momento de la comunidad internacional para tomar una decisión que ponga de una vez fin a este sufrimiento. Hay que dar a los saharauis una garantía de que se va a celebrar el referéndum por la autodeterminación.
Si consigue regresar a El Aaiún, ¿cómo va a utilizar el reconocimiento internacional que ha adquirido?
Para mí, el reconocimiento internacional es muy importante. Voy a continuar la vía pacífica de resistencia y multiplicar los esfuerzos para que Marruecos conceda a la población civil del Sáhara Occidental sus derechos fundamentales. Este reconocimiento internacional va a jugar un papel muy importante para que se rompa el muro de silencio que había alrededor de esta causa. Estoy segura y tengo la certeza de que las visitas de los observadores internacionales se van a multiplicar. Pero en ese momento, y como hace siempre, Marruecos tratará de expulsarlos.
Muchos simpatizantes con la causa saharaui consideran que habrá un antes y un después de su huelga de hambre. ¿Su acción lo va a cambiar todo?
No puedo tener la certeza. No lo puedo garantizar. Pero tengo confianza en este movimiento de solidaridad que se ha generado. Mi situación ha dejado clara para todos la verdadera imagen de Marruecos. Porque las personas de bien, las personas libres no podemos aceptar esos crímenes contra la humanidad. Y confío en ese movimiento solidario. Tengo confianza en que estas personas van a contagiar a otras para dar conocer la causa de los saharauis. Además ahora los medios de comunicación están sensibilizados sobre la causa. Vamos a continuar la lucha, tenemos argumentos.
Si finalmente vence, ¿qué es lo primero que va a hacer cuando suba al avión? ¿Va a telefonear a sus hijos?
La primera cosa que voy a hacer es agradecer a todas las personas que están conmigo desde el primer día de huelga. Daré también las gracias a los periodistas, que han tenido un papel fundamental al contar la realidad. La otra vez ya avisé por teléfono a mis familiares desde el avión (se refiere al vuelo frustrado a El Aaiún del pasado 4 de diciembre) y al final el regreso no fue posible. Ahora voy a exigir totales garantías de que voy a volver a mi casa, y será entonces cuando telefonee a mis hijos.