Vein­te años des­pués de la vuel­ta al capi­ta­lis­mo por Ste­fan Steinberg

Duran­te su reu­nión en Estam­bul a prin­ci­pios de este mes, El Ban­co Mun­dial hizo públi­co un infor­me que reve­la el enor­me des­cen­so del nivel de vida expe­ri­men­ta­do en la ex Unión Sovié­ti­ca y Euro­pa orien­tal como con­se­cuen­cia de la cri­sis eco­nó­mi­ca y finan­cie­ra mundial.

Con el títu­lo de “La cri­sis mun­dial afec­ta a los hoga­res en la Euro­pa emer­gen­te y Asia Cen­tral”, habla de “un agu­do aumen­to del paro y de la pobre­za” en toda la región.

Phi­lip­pe Le Houé­rou, vice­pre­si­den­te del Ban­co Mun­dial para Euro­pa y Asia Cen­tral, decla­ró en una con­fe­ren­cia de pren­sa en Estam­bul: “lo que empe­zó como una cri­sis finan­cie­ra se ha con­ver­ti­do en una cri­sis huma­na y social. La cri­sis mun­dial ha lle­ga­do inme­dia­ta­men­te des­pués de las cri­sis ali­men­ta­rias y del petró­leo, que ya habían debi­li­ta­do a los pue­blos de la región al redu­cir su poder adqui­si­ti­vo. Hoy, la cre­cien­te pobre­za y el des­em­pleo están lle­van­do la mise­ria a los hoga­res y pro­vo­can­do que los que ya eran pobres empeo­ren su situación”.

El infor­me seña­la que “la cri­sis finan­cie­ra y eco­nó­mi­ca ha devas­ta­do lite­ral­men­te muchas zonas de la Euro­pa emer­gen­te y de Asia Cen­tral” y pre­vé para 2009 un 5,6% de reduc­ción del cre­ci­mien­to eco­nó­mi­co en la región.

El Ban­co Mun­dial cal­cu­la que el paro en la zona ha aumen­ta­do de 8,3 millo­nes en 2008 a 11,4 millo­nes en 2009 y se ha dupli­ca­do en los paí­ses bál­ti­cos, ha cre­ci­do un 60% en Tur­quía, y un ter­cio en otros paí­ses de la región.

Según Inder­mit Gill, eco­no­mis­ta jefe del Ban­co Mun­dial para Euro­pa y Asia Cen­tral: “En lugar de una dis­mi­nu­ción de 15 millo­nes de pobres para 2009, aho­ra pre­ve­mos que la pobre­za aumen­ta­rá en otros 15 millo­nes de per­so­nas. Gill reco­no­cía que ya había 145 millo­nes de pobres en la región- casi un ter­cio de la pobla­ción total. Y seña­la­ba: “Para ellos, la cri­sis ha hecho más dura aún su exis­ten­cia. Este oto­ño, gran par­te del mun­do ha teni­do bue­nas noti­cias eco­nó­mi­cas, pero para los tra­ba­ja­do­res de Euro­pa Orien­tal y Asia Cen­tral, y para sus fami­lias, las noti­cias no son halagüeñas.”

Si bien resal­ta­ron el aumen­to de la pobre­za en la zona, el Infor­me del Ban­co Mun­dial y sus repre­sen­tan­tes en Estam­bul ocul­ta­ron el papel desem­pe­ña­do por el pro­pio orga­nis­mo en la per­pe­tua­ción de la mise­ria social.

Muy al con­tra­rio, el Ban­co Mun­dial pro­pug­nó pre­ci­sa­men­te seguir con las polí­ti­cas res­pon­sa­bles en pri­mer lugar de la cre­cien­te mise­ria de la cla­se obre­ra en Euro­pa Orien­tal. Según Le Houé­rou, lo prio­ri­ta­rio es “sanear el sec­tor ban­ca­rio…”, “mejo­rar el cli­ma empre­sa­rial para atraer capi­tal pri­va­do” y “ con­se­guir que el gas­to públi­co sea más eficaz”.

Gill resal­tó que, tras las enor­mes sub­ven­cio­nes a los ban­cos, el défi­cit esta­tal en la región aumen­ta­rá des­de el 1,5 por cien­to del PIB en 2008 al 5,5 por cien­to en 2009. Y lle­gó a seña­lar que el gas­to social supo­ne más de la mitad del gas­to públi­co, por lo que, con­clu­yó, que lo fun­da­men­tal es que los gobier­nos “sean más efi­ca­ces en la edu­ca­ción, sani­dad y segu­ri­dad social”. Lo que quie­re decir más recor­tes masi­vos en un sis­te­ma de bien­es­tar social ya raquí­ti­co. Las “refor­mas” nece­sa­rias, con­cluía Gill, “ayu­da­rán al sanea­mien­to fis­cal de los gobier­nos, a for­ta­le­cer la eco­no­mía, y a una socie­dad más jus­ta. Todos los polí­ti­cos res­pon­sa­bles debe­rían tener en cuen­ta seria­men­te estas reformas”.

Las pro­pues­tas del Ban­co Mun­dial, en lugar de con­du­cir a socie­da­des “más jus­tas”, sólo ser­vi­rán para ace­le­rar el enor­me cre­ci­mien­to de las des­igual­da­des socia­les y la con­se­cuen­te pobre­za en Euro­pa Orien­tal y Asia Cen­tral. Al con­cen­trar­se en las reper­cu­sio­nes de la cri­sis finan­cie­ra de 2008, el Infor­me del Ban­co Mun­dial reco­no­ce que un ter­cio de la pobla­ción de la zona vive en la pobre­za, lo que, vein­te años des­pués de la rein­tro­duc­ción del capi­ta­lis­mo en la Unión Sovié­ti­ca y Euro­pa Orien­tal, cons­ti­tu­ye una acu­sa­ción devas­ta­do­ra para el sis­te­ma de libre mercado.

Tras el colap­so de la Unión Sovié­ti­ca y de sus esta­li­nis­tas esta­dos saté­li­tes, el Ban­co Mun­dial, jun­to a otras ins­ti­tu­cio­nes finan­cie­ras inter­na­cio­na­les (IFI, en sus siglas ingle­sas) y a la Unión Euro­pea, con­tri­bu­ye­ron a la apli­ca­ción de una “tera­pia de cho­que”, dise­ña­da para impo­ner el mer­ca­do libre capi­ta­lis­ta lo más rápi­do posi­ble en los paí­ses de Euro­pa Orien­tal y Rusia. Simul­tá­nea­men­te, el “big bang de la libe­ra­li­za­ción eco­nó­mi­ca” se pro­du­jo en la épo­ca en que los ban­cos de los paí­ses capi­ta­lis­tas más avan­za­dos se esta­ban vol­can­do cada vez más hacia las inver­sio­nes espe­cu­la­ti­vas, y de mayor ries­go, para obte­ner los máxi­mos beneficios.

Las ope­ra­cio­nes de los espe­cu­la­do­res de Wall Street, y los ape­ti­to­sos intere­ses de dos o tres dígi­tos de los fon­dos inter­na­cio­na­les de inver­sión, se con­vir­tie­ron en el mode­lo de capi­ta­lis­mo de libre mer­ca­do implan­ta­do en los anti­guos paí­ses esta­li­nis­tas. Por indi­ca­ción del Ban­co Mun­dial, del Fon­do Mone­ta­rio Inter­na­cio­nal y de la Unión Euro­pea, des­apa­re­cie­ron de la noche a la maña­na pro­gra­mas de bien­es­tar social, con lar­ga tra­di­ción en esos paí­ses, para sus­ti­tuir­los por “una red de segu­ri­dad”, que faci­li­ta­ba sólo bene­fi­cios socia­les míni­mos con el menor coste.

Al comen­tar el papel des­eme­ña­do por la UE en este pro­ce­so, Ivan Krsa­tev, direc­tor del Cen­tre for Libe­ral Stra­te­gies de Sofia, seña­la­ba en 2004: “Resul­ta impac­tan­te ver que cuan­do la UE apo­ya pro­yec­tos para pro­mo­ver el desa­rro­llo eco­nó­mi­co más a allá de sus fron­te­ras, expor­ta una fór­mu­la de orto­do­xia neo-libe­ral que no acep­ta en su territorio”.

El resul­ta­do de estas polí­ti­cas ha sido unos nive­les sin pre­ce­den­tes de des­igual­dad social y pobre­za en toda la región. Mien­tras la pren­sa occi­den­tal publi­ca un gran núme­ro de artícu­los que, sin la menor crí­ti­ca, ala­ban el retorno de las rela­cio­nes capi­ta­lis­tas, ape­nas ha faci­li­ta­do infor­ma­ción sobre las cir­cuns­tan­cias socia­les que impe­ran en esos paí­ses. Una bre­ve ojea­da a algu­nos de los mate­ria­les publi­ca­dos en los últi­mos años es sufi­cien­te para borrar cual­quier eufo­ria sobre los supues­tos bene­fi­cios de la eco­no­mía basa­da en el libre mercado.

La inves­ti­ga­do­ra rusa Olga Kilitsy­na, en un estu­dio publi­ca­do unos años antes de la cri­sis de 2008, ya había sub­ra­ya­do que en rela­ción con la estra­ti­fi­ca­ción por ingre­sos en las eco­no­mías en tran­si­ción, Rusia era líder abso­lu­ta. “El 10 por cien­to de la pobla­ción rusa más pobre per­ci­be menos del 2 por cien­to del total de los ingre­sos, mien­tras que el 10% de los más ricos acu­mu­la el 40 por cien­to”. El infor­me seña­la lo siguien­te: “Des­de el pun­to de vis­ta de la des­igual­dad de ingre­sos, la eco­no­mía rusa se encuen­tra más cer­ca del mode­lo lati­no­ame­ri­cano” y, cuan­do se tra­ta de la des­igual­dad social, Rusia va inme­dia­ta­men­te detrás de Bra­sil, Chi­le y México.

Kilitsy­na sub­ra­ya que lo excep­cio­nal en el desa­rro­llo de la des­igual­dad social en Rusia es la velo­ci­dad a la que se ha pro­du­ci­do. En menos de dos déca­das, una socie­dad en la que el nivel de vida era bajo para la gene­ra­li­dad de la pobla­ción debi­do a las desas­tro­sas polí­ti­cas de las buro­cra­cias esta­li­nis­tas, pero rela­ti­va­men­te igua­li­ta­ria, se había con­ver­ti­do en una de las socie­da­des más des­igua­les del planeta.

Los mul­ti­mi­llo­na­rios rusos han sufri­do bas­tan­te tras la cri­sis finan­cie­ra, pero la revis­ta For­bes publi­ca que aún así, en 2009, 32 de ellos figu­ra­ban entre las 793 per­so­nas más ricas del mun­do. Esos 32 rusos acu­mu­la­ban 102,1 mil millo­nes de dóla­res fren­te a los 471,4 mil millo­nes de dóla­res de los 87 rusos más acau­da­la­dos en 2008.

La vuel­ta a las rela­cio­nes eco­nó­mi­cas capi­ta­lis­tas ha pro­du­ci­do, asi­mis­mo, la apa­ri­ción de una redu­ci­da cla­se media, espe­cial­men­te en las prin­ci­pa­les zonas urba­nas. La pobre­za, el paro y el sub­em­pleo pre­va­le­cen, sin embar­go, en las gran­des metró­po­lis, y las con­di­cio­nes de vida en las áreas más remo­tas del país son con­si­de­ra­das, en gene­ral, catastróficas.

A pesar del cre­ci­mien­to eco­nó­mi­co de los últi­mos años, la situa­ción de la eco­no­mía de Rusia hoy supo­ne alre­de­dor de tres cuar­tos de lo que era en 1989, antes de la rein­tro­duc­ción del libre mer­ca­do capi­ta­lis­ta. La baja­da del PIB en otros anti­guos Esta­dos saté­li­tes sovié­ti­cos es mucho más dra­má­ti­ca. En 2008- antes de la cri­sis mun­dial- las eco­no­mías de Geor­gia y Mol­da­via habían dis­mi­nui­do alre­de­dor del 40 por cien­to de lo que pro­du­cían en 1989.

Simul­tá­nea­men­te, el aumen­to de las des­igual­da­des socia­les en Rusia ha pro­du­ci­do un enor­me cos­te social. Según el Bri­tish Medi­cal Jour­nal, el colap­so de la Unión Sovié­ti­ca en 1991 oca­sio­nó un gran aumen­to del índi­ce de mor­ta­li­dad en Rusia, con los mayo­res incre­men­tos de muer­tes por alcoho­lis­mo, segui­das por las resul­tan­tes de acci­den­tes y violencia.

Según las inves­ti­ga­cio­nes del epi­de­mió­lo­go Michael Mar­mot, pre­sen­ta­das en su libro de 2004, The Sta­tus Sín­dro­me, la res­tau­ra­ción del capi­ta­lis­mo en los años 1990 ha pro­du­ci­do una mor­ta­li­dad de unos cua­tro millo­nes de personas.

Antes de la reim­plan­ta­ción del capi­ta­lis­mo, por ejem­plo entre 1984 y 1987, la expec­ta­ti­va de vida en Rusia se había ele­va­do de 61,7 a 64,9 años para los hom­bres, y de 70,0 a 74,3 para las muje­res. Pero entre 1987 y 1994, las expec­ta­ti­vas de los rusos dis­mi­nu­ye­ron has­ta sólo 57,6 años y la de las muje­res a 71.

A prin­ci­pios de loa años 1970- el deno­mi­na­do perio­do del “estan­ca­mien­to” comu­nis­ta- la dife­ren­cia de expec­ta­ti­vas de vida entre la Unión Sovié­ti­ca y los paí­ses más avan­za­dos del occi­den­te capi­ta­lis­ta era de 2,5 años. A media­dos de los 2000, esta bre­cha había cre­ci­do casi 15 años (Infor­me de Desa­rro­llo de la ONU de 2007.)

Los auto­res del men­cio­na­do Infor­me lle­ga­ban a la con­clu­sión siguien­te: “ la mag­ni­tud de las varia­cio­nes en los índi­ces de mor­ta­li­dad y expec­ta­ti­vas de vida refle­ja­das aquí en rela­ción con Rusia, son insó­li­tas en tiem­pos de paz…”

Todos estos datos refle­jan el enor­me colap­so de los ser­vi­cios socia­les y del nivel de vida, sufri­dos en los paí­ses del anti­guo blo­que esta­li­nis­ta tras la implan­ta­ción del libre mer­ca­do y de la libe­ra­li­za­ción eco­nó­mi­ca. En este pro­ce­so, debe tener­se en cuen­ta el papel desem­pe­ña­do por la anti­guas buro­cra­cias esta­li­nis­tas, ya que tuvie­ron una enor­me impor­tan­cia en faci­li­tar el enor­me dete­rio­ro social experimentado.

La buro­cra­cia sovié­ti­ca diri­gi­da por Mikhail Gor­va­chev no sólo intro­du­jo las cir­cuns­tan­cias polí­ti­cas para la res­tau­ra­ción del capi­ta­lis­mo sino que muchos diri­gen­tes del par­ti­do comu­nis­ta de la Unión Sovié­ti­ca y de todos los paí­ses de Euro­pa Orien­tal se con­vir­tie­ron en pre­si­den­tes de empre­sas capi­ta­lis­tas, ban­cos y gobier­nos, asu­mien­do un papel direc­to en la apli­ca­ción de la tera­pia de cho­que impues­ta por el FMI y el Ban­co Mundial.

Si bien Rusia ha sufri­do un enor­me aumen­to de la des­igual­dad social y su corres­pon­dien­te cre­ci­mien­to de la pobre­za, la situa­ción en otros paí­ses euro­peos del este es mucho peor. Algo que resul­ta evi­den­te si echa­mos una ojea­da a la situa­ción actual en Rumania.

Según una encues­tas de la agen­cia euro­pea Eure­qual: “Ruma­nia es uno de los paí­ses más pobres de Euro­pa y uno de los que ocu­pan posi­cio­nes más bajas en el Human Deve­lop­men­te Index (1). Ni el post-comu­nis­mo ni la incor­po­ra­ción a la UE han cam­bia­do su posi­ción”. El infor­me seña­la a con­ti­nua­ción que: “El post-comu­nis­mo (es decir, el capi­ta­lis­mo) ha oca­sio­na­do una mayor des­igual­dad social no sólo en lo rela­ti­vo a la dis­tri­bu­ción de los ingre­sos sino en la exis­ten­cia de extre­mas dife­ren­cias, por lo que la pobre­za es un pro­ble­ma acuciante”.

El aná­li­sis de la pren­sa del país reve­la la reali­dad del colap­so en los ser­vi­cios bási­cos y lo que sub­ya­ce tras la refe­ren­cia eufe­mís­ti­ca al “pro­ble­ma de la pobre­za” en Rumanía.

Bajo el titu­lar A Win­ter of Dis­con­tent [Un invier­to de des­con­ten­to], el direc­tor del perió­di­co rumano Ade­va­rul escri­be lo siguien­te: “Veo la tele­vi­sión. ¡Un desas­tre! Gra­ba­cio­nes en las escue­las de Bra­sov, Tran­sil­va­nia: los niños ves­ti­dos como si fue­ran a una bata­lla con bolas de nie­ve, tiri­tan­do en la escue­la que no tie­ne dine­ro para la cale­fac­ción. ¡Y nadie pare­ce preo­cu­par­se! El perio­dis­ta obser­va el ter­mó­me­tro que mar­ca 12ºC den­tro del aula. Des­pués vemos a una madre pre­pa­ran­do la tar­te­ra de la comi­da. Nada de boca­di­llos para el mucha­cho, pero ella se preo­cu­pa de dar­le su dosis de Nuro­fen (según un recien­te estu­dio, la mayo­ría de los niños ruma­nos en edad esco­lar, del gru­po de edad com­pren­di­do entre los 8 – 9 años, están deprimidos.)

“Nue­va toma des­de el hos­pi­tal de Zlat­na, tam­bién en Tran­sil­va­nia: ni el menor signo de que los radia­do­res fun­cio­nen des­de el año pasa­do. Tóquen­los: están tan fríos como los cadá­ve­res de la mor­gue. Un pacien­te toda­vía vivo se acu­rru­ca en posi­ción fetal bajo una pila de man­tas. En las salas, la tem­pe­ra­tu­ra es sólo dos o tres gra­dos más alta que en el exte­rior. Una seño­ra, embu­ti­da en ropas has­ta el pun­to de pare­cer­se al hom­bre de Miche­lin, se que­ja de que ha veni­do aquí por una dolen­cia y se va a mar­char con otra…”.

Nota:

(1) N.T.: Índi­ce de Desa­rro­llo Humano de la ONU.

Fuen­te: http://​www​.wsws​.org/​a​r​t​i​c​l​e​s​/​2​0​0​9​/​o​c​t​2​0​0​9​/​e​a​s​t​-​o​2​4​.​s​h​tml

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