Según informa hoy Europa Press, el ministro de Defensa surcoreano, Kim Tae Young, contempla lanzar un ataque preventivo contra Corea del Norte si obtienen certezas de que el país vecino planifica una acción nuclear.
Añadió, además, que Seúl ha diseñado un plan de respuesta en caso de que “el régimen comunista se derrumbase”.
Estas declaraciones sólo pueden ser calificadas de amenazas. Como se pudo comprobar con la Guerra de Irak, la doctrina del “ataque preventivo” es únicamente la forma sofisticada de la tradicional propaganda de guerra, utilizada para legitimar cualquier invasión. En el caso de Irak, las inexistentes armas de destrucción masiva fueron el chivo expiatorio dentro del discurso de ataque preventivo de la administración Bush. En el caso de Corea, las armas nucleares juegan el mismo papel.
Pyongyang posee armas nucleares desde hace año, como ha reconocido el gobierno revolucionario. Sin embargo, desde el mismo día en que hizo pública una resolución reconociendo la posesión de armas nucleares, Corea advirtió que tenían una finalidad defensiva ‑a diferencia de la doctrina estadounidense- y disuasiva y se comprometían a no donarlas a terceros países o grupos insurgentes.
Pyongyang ha realizado dos pruebas nucleares subterráneas en toda su historia y los expertos extranjeros (de fiabilidad más bien reducida, ya que trabajan a sueldo de los ministerios de defensa occidentales) calculan que, como máximo, Pyongyang podría disponer de 30 ojivas nucleares.
Por contra, en territorio de Corea del Sur, Estados Unidos acumula centenares de ojivas nucleares (Corea del Norte eleva la acusación hasta 1000 cabezas nucleares) y en dos ejercicios anuales, denominados Team Spirit y Eagle, ensaya cómo lanzarlas sobre territorio norcoreano.
¿Quién amenaza a quién?
Lo más grave es que estas provocaciones se dan en un contexto en que Seúl y Pyongyang comenzaban a recuperar las relaciones, tras la ruptura total del año pasado. Hace dos días comenzaron una nueva ronda de negociaciones en la ciudad fronteriza de Kaesong, en la parte norte del país.
Este tipo de obstáculos en las negociaciones son relativamente frecuentes. Los sectores más reaccionarios de Corea del Sur, generalmente ligados al ejército, suelen sabotear las rondas de negociaciones provocando incidentes fronterizos o con declaraciones incendiarias.
Mismamente, el año pasado se publicó el Libro Blanco de la defensa en Corea del Sur, donde se define a sus hermanos del norte como la mayor amenaza para la seguridad interna y como el principal objetivo del Ejército surcoreano. Desde luego, se lo podrán reprochar muchas cosas al régimen de Seúl, pero no les falta claridad.
Tampoco le falta al Norte, donde en numerosas ocasiones se ha afirmado que ellos toman iniciativas de paz, pero que si son atacados, también están preparados para la guerra. Estas palabras hay que entenderlas en el marco de la situación de la Península Coreana, donde nadie ha bajado las armas en casi 60 años.
Sin embargo, el gobierno coreano, en un editorial de año nuevo, ha lanzado una propuesta de paz a Estados Unidos, ofreciendo sustituir el armisticio actual por un Tratado de Paz. La única condición previa para empezar a negociar sería retirar las sanciones impuestas a Corea del Norte a raíz de la puesta en órbita de su segundo satélite en 2009.
¿Quizás haya una esperanza para la paz?
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Juan Nogueira López
Secretario de Comunicaciones
Asociación de Amistad con Corea en el Estado Español