Hay quien cree que hace una fogata en el monte en sanjuanadas y está calentando la Tierra, ignorando que no es el hombre, sino el Sol quien la calienta, como sabían los paganos. Tampoco se puede negar la acción del hombre deforestando los bosques y contribuyendo a la desertificación
El clima es un sistema muy complejo, tiene su evolución y, según oímos, también su involución por culpa del hombre, así en abstracto (y no el modo de producción capitalista). También cambian las teorías y así tenemos que en los años 70 del siglo pasado la «amenaza» era el enfriamiento global. Desde la década de 1990 las temperaturas, al parecer, se invirtieron y el calentamiento global se convirtió en el consenso indiscutible.
Sobre el llamado cambio climático (CC en adelante) la doctrina no es pacífica. Están quienes afirman que los seres humanos ‑otra vez la abstracción- son los causantes de cambios catastróficos en la Tierra con las emisiones de dióxido de carbono (CO2), un compuesto químico que yo siempre creí que era básico para las funciones clorofílicas de las plantas y el mundo vegetal. También están los denominados «escépticos» del CC a quienes, en su paranoia conspiranoica, se les parangona con quienes en el Medievo se negaban a asumir que el planeta no era plano (o sea, que Galileo, hoy, sería militante contra el teratológico CC). Y no faltan quienes emplean la expresión de «guerra climática» para referirse a superficiales ‑que no naturales- cambios del clima forzados por la garra humana. Se sabe que durante la guerra de Vietnam se utilizaron técnicas de bombardeos de nubes cuyo objetivo era prolongar la estación del monzón y bloquear rutas de suministro del enemigo (comunista; hoy son los «terroristas»). Se trataría de provocar inundaciones, huracanes, sequías y terremotos como los que nos pasan por las pantallas e incluso con simulaciones de ordenador para «espectacularizar» más la alarma. A este respecto, siempre me llamó la atención que los maelström que asolan la isla de Cuba nunca rozan ‑estos tornados- Puerto Rico, colonia yanqui. De lo cual me alegro, por descontado, pero observen el mapa y verán que entre Cuba y el Borinquen sólo median la República Dominicana y Haití.
Es evidente que el CC cambia. ¿Quién, en sus cabales, puede negar esto? Hay quien cree que hace una fogata en el monte en sanjuanadas y está calentando la Tierra, ignorando que no es el hombre, sino el Sol quien la calienta, como sabían los paganos. Tampoco se puede negar la acción del hombre deforestando los bosques y contribuyendo a la desertificación. Los meteorólogos apenas investigan y los ecologistas se concentran en las emisiones de gases invernadero bajo el Protocolo de Kyoto. Entre los escépticos se apunta que detrás del «cuento» (para acojonar al personal como en los milenarismos medievales) del CC están el lobby nuclear y las revistas «Nature» y «Science» con editoriales pro desastre. Hay quien opina que el clima óptimo es cuando hace calor, mientras que otros lo identifican con sequedad. Decir que el CO2 es mortal para el ser humano es cierto, pero también lo es que es un fertilizante para la vida vegetal, como la lluvia es fruto del frío y el calor.
Tal vez me pase tres pueblos si digo que ahora se nos quiere hacer creer ‑igual que con las pandemias cíclicas y recurrentes- que el motor de la historia no es la lucha de clases, sino el barómetro, el mal tiempo, la gripe A y su puta madre.