Equi­po de Inves­ti­ga­ción y Entre­vis­tas: Mar­ce­lo Colus­si /​Rodri­go Vélez-Guevariando

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Entre­vis­ta a Abel Bo, un vete­rano del Par­ti­do Revo­lu­cio­na­rio de los Tra­ba­ja­do­res-Ejér­ci­to Revo­lu­cio­na­rio del Pue­blo ‑PRT – ERP‑, de Argentina

His­to­ria y futu­ro de la revo­lu­ción incon­clu­sa en nues­tra Amé­ri­ca: “la revo­lu­ción socia­lis­ta sigue sien­do posi­ble y necesaria”

Equi­po de Inves­ti­ga­ción y Entre­vis­tas: Mar­ce­lo Colus­si /​Rodri­go Vélez-Guevariando

mmcolussi@​gmail.​com, guevariando@​gmail.​com

La lucha revo­lu­cio­na­ria, la lucha por el cam­bio social, admi­te dis­tin­tas for­mas. Ello, obvia­men­te, no sig­ni­fi­ca que “el fin jus­ti­fi­ca los medios”, pero sí que no exis­te manual ter­mi­na­do que pue­da ofre­cer la rece­ta infa­li­ble al res­pec­to mien­tras que, por el con­tra­rio, hay en jue­go una inaca­ba­ble bús­que­da de cami­nos. Así como es cier­to que la his­to­ria de la Huma­ni­dad es la his­to­ria de la lucha de cla­ses, esta últi­ma es la his­to­ria de las más diver­sas for­mas de lucha, pre­sen­te en todos los cam­pos, con las más varia­das moda­li­da­des, siem­pre recreán­do­se. Los movi­mien­tos arma­dos, de los que hoy exis­ten muy pocos en Lati­noa­mé­ri­ca, algu­nos años atrás fue­ron una impor­tan­te expre­sión polí­ti­ca. Estu­vie­ron pre­sen­tes en casi todos los paí­ses de la región, y en algu­nos casos ayu­da­ron a la movi­li­za­ción popu­lar para cons­ti­tuir­se en pro­ce­sos de cam­bio que logra­ron tomar el poder polí­ti­co de sus res­pec­ti­vos Esta­dos. En gene­ral, con moti­vo de las estra­te­gias con­tra­in­sur­gen­tes que barrie­ron prác­ti­ca­men­te toda la zona, en las recién pasa­das déca­das, sufrie­ron impor­tan­tes derro­tas polí­ti­co-mili­ta­res, lue­go de las que vinie­ron los pla­nes de refun­da­ción capi­ta­lis­ta, de con­se­cuen­cias nefas­tas para las gran­des mayo­rías. Nadie dijo que esos movi­mien­tos están ter­mi­na­dos, pero en la actua­li­dad no se ven como una inmi­nen­te opción para el plan­tea­mien­to de trans­for­ma­cio­nes socia­les, para vehi­cu­li­zar las luchas de las masas empo­bre­ci­das. ¿Podrán vol­ver? ¿Qué sig­ni­fi­ca­ron? ¿Qué pasa con los actua­les movi­mien­tos arma­dos acti­vos? ¿Cuál es el camino de la revo­lu­ción socia­lis­ta en el presente? 

Para refle­xio­nar sobre todo esto, un gru­po de inves­ti­ga­do­res se dio a la tarea de entre­vis­tar a varios acto­res direc­tos de estas ges­tas arma­das. La idea es gene­rar un amplio deba­te a par­tir de esos tes­ti­mo­nios, bus­can­do pun­tos de sín­te­sis, para apor­tar lo más genui­na­men­te posi­ble en la cons­truc­ción de alter­na­ti­vas váli­das para los pro­ce­sos de cam­bio que en estos últi­mos años se vie­ron dete­ni­dos por la reac­ción polí­ti­ca de las fuer­zas de la dere­cha con­ti­nen­tal, quie­nes se sien­ten gana­do­res del actual esce­na­rio en base a esas derro­tas inflin­gi­das al cam­po popu­lar en las recien­tes déca­das. A par­tir de estas entre­vis­tas, enton­ces, se podría pen­sar en una sis­te­ma­ti­za­ción y en un inter­cam­bio que se faci­li­ta­ría con el uso del inter­net, a tra­vés de medios alter­na­ti­vos como el pre­sen­te. Y, de ser posi­ble, en un pos­te­rior momen­to dar­le a la ini­cia­ti­va la for­ma de publi­ca­ción como libro. 

Por lo pron­to, a par­tir del tra­ba­jo de dos de esos inves­ti­ga­do­res (Mar­ce­lo Colus­si, de Argen­ti­na, y Rodri­go Vélez, de Vene­zue­la) aquí se pre­sen­ta una entre­vis­ta a Abel Bohos­lavsky, 60 años, médi­co dedi­ca­do a la Salud Ocu­pa­cio­nal. Autor de las bio­gra­fías insur­gen­tes de Domin­go Men­na, Ivar Eduar­do Bro­llo, Oscar Roger Mario Gui­dot y Raúl Elías y del ensa­yo ¿Cómo y por qué ocu­rrió el cor­do­ba­zo? y otros. Abel Bo, como tam­bién es cono­ci­do nues­tro entre­vis­ta­do, es miem­bro his­tó­ri­co del Par­ti­do Revo­lu­cio­na­rio de los Tra­ba­ja­do­res – Ejér­ci­to Revo­lu­cio­na­rio del Pue­blo ‑PRT – ERP‑, de Argentina. 

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Pre­gun­ta: Lue­go de la expe­rien­cia de estas últi­mas déca­das en Lati­noa­mé­ri­ca, y des­pués de la derro­ta estra­té­gi­ca sufri­da por el movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio, hay quien dice que la lucha arma­da en la actua­li­dad no tie­ne via­bi­li­dad, aun­que de hecho al menos en dos paí­ses (Colom­bia y el sur de Méxi­co) exis­ten y están ope­ra­ti­vos movi­mien­tos de este tipo. ¿Qué balan­ce pode­mos hacer res­pec­to de estos movi­mien­tos y de su lucha en estos años pasa­dos, y qué pers­pec­ti­vas de futu­ro podría pen­sar­se para pro­pues­tas arma­das en la región?

Abel Bo: En pri­mer lugar, déjen­me decir­les que acer­ca de las derro­tas de los movi­mien­tos revo­lu­cio­na­rios en Nues­tra Amé­ri­ca muchas veces se extraen con­clu­sio­nes erró­neas. O por lo menos, muchas corrien­tes polí­ti­cas lo hacen. Esto ha ocu­rri­do así por­que sobre esas derro­tas se ha sem­bra­do una suer­te de derro­tis­mo per­ma­nen­te, en la que con­flu­yen las decep­cio­nes y des­ilu­sio­nes den­tro del cam­po revo­lu­cio­na­rio y la pré­di­ca ideo­ló­gi­co-polí­ti­ca del impe­ria­lis­mo y las bur­gue­sías loca­les. Este derro­tis­mo fue el resul­ta­do de un cam­bio en la corre­la­ción de fuer­zas ori­gi­na­do en el triun­fo de la con­tra­rre­vo­lu­ción arma­da –insis­to, triun­fo de la con­tra­rre­vo­lu­ción– que se pre­sen­ta y repre­sen­ta ante los ojos y las men­tes de muchos como una supues­ta invia­bi­li­dad de revo­lu­cio­nes socia­lis­tas con­tem­po­rá­neas. Pero las derro­tas han sido disí­mi­les entre sí, aun­que hubo un común deno­mi­na­dor con­ti­nen­tal. No se pue­de asi­mi­lar el triun­fo con­tra­rre­vo­lu­cio­na­rio en los paí­ses del Cono Sur ame­ri­cano (Uru­guay y Chi­le, 1973, Argen­ti­na, 1976) con el retro­ce­so revo­lu­cio­na­rio en Cen­troa­mé­ri­ca, que ocu­rrió varios años des­pués y cuyo pun­to de par­ti­da es dife­ren­te. En Amé­ri­ca Cen­tral fue derro­ta­da polí­ti­ca­men­te la Revo­lu­ción San­di­nis­ta lue­go de la insu­rrec­ción vic­to­rio­sa de 1979 y de haber triun­fa­do mili­tar­men­te des­de el poder fren­te a la agre­sión impe­ria­lis­ta con­tra­rre­vo­lu­cio­na­ria. Y esa derro­ta polí­ti­ca fue deter­mi­nan­te para des­ac­ti­var el auge revo­lu­cio­na­rio en El Sal­va­dor y Gua­te­ma­la. En el des­en­la­ce de la situa­ción cen­tro­ame­ri­ca­na tam­bién influ­yó deci­si­va­men­te el fra­ca­so en ese perío­do de los movi­mien­tos revo­lu­cio­na­rios colom­bia­nos. Lo que sí que­da muy cla­ro de aquel perío­do de auge es que el pro­ce­so revo­lu­cio­na­rio debe ser nece­sa­ria­men­te con­ti­nen­tal y que no hay posi­bi­li­da­des de con­so­li­dar una vic­to­ria revo­lu­cio­na­ria en los lími­tes de una fron­te­ra nacional.

Com­pren­der el carác­ter inexo­ra­ble­men­te inter­na­cio­na­lis­ta de las nece­sa­rias revo­lu­cio­nes por venir es vital y esta con­clu­sión –que pare­ce una ver­dad de Pero­gru­llo, pero sobre la cual es nece­sa­rio insis­tir– aún no se ha gene­ra­li­za­do ni asu­mi­do con cla­ri­dad. El desa­rro­llo tan des­igual –y, por supues­to, com­bi­na­do– de los paí­ses de Nues­tra Amé­ri­ca con­di­cio­nó el cre­ci­mien­to y la madu­ra­ción de nues­tras fuer­zas revo­lu­cio­na­rias de una mane­ra tal que nos impi­dió lle­gar al esta­dio de una orga­ni­za­ción inter­na­cio­na­lis­ta con­ti­nen­tal, tal como nos lo plan­tea­ra el Che en su últi­mo Men­sa­je a los Pue­blos. Pue­do decir que tan­to Miguel Enrí­quez y los miris­tas chi­le­nos como Mario Rober­to San­tu­cho y los pro­pul­so­res del PRT de Argen­ti­na, lo tenían cla­ro. Pero el impul­so fue cor­ta­do de tajo con las derro­tas que pade­ci­mos y su empe­ño aún no ha sido emu­la­do. Ade­más, debe­mos tener en cuen­ta que nues­tras orga­ni­za­cio­nes flo­re­cie­ron en momen­tos de auge y con­tri­bu­ye­ron a su poten­cia­ción; es decir, está­ba­mos en una situa­ción muy dife­ren­te a la actual, res­pec­to de las luchas de cla­ses a nivel regio­nal. Por eso, nece­sa­ria­men­te, los pun­tos de par­ti­da son y debe­rán ser dife­ren­tes. La cons­truc­ción, las estra­te­gias y las tác­ti­cas revo­lu­cio­na­rias deben reco­rrer cami­nos dis­tin­tos, con los mis­mos principios.

Hechas estas con­si­de­ra­cio­nes impres­cin­di­bles, opino que el con­cep­to de asu­mir la com­bi­na­ción de todas las for­mas de lucha, sigue abso­lu­ta­men­te vigen­te. Sim­ple­men­te hay que saber com­bi­nar esas for­mas de lucha en cada situa­ción nacio­nal y saber que están vin­cu­la­das a la situa­ción regio­nal y con­ti­nen­tal. Y saber que cada una de nues­tras socie­da­des es a su vez des­igual a su inte­rior –Argen­ti­na es un caso típi­co del desa­rro­llo des­igual y com­bi­na­do– y que cada pue­blo ate­so­ra muy dife­ren­tes tra­di­cio­nes his­tó­ri­cas. Las tra­di­cio­nes sin­di­ca­les obre­ras en paí­ses como Argen­ti­na, Bra­sil o Méxi­co no pue­den ser tras­la­da­das a reali­da­des como las de Perú o Para­guay. Y lo mis­mo debe­mos decir res­pec­to de las tra­di­cio­nes de los muy dife­ren­tes movi­mien­tos cam­pe­si­nos y las tra­di­cio­nes e impor­tan­cia de los movi­mien­tos indí­ge­nas en paí­ses como Boli­via, Gua­te­ma­la o Ecua­dor, don­de cons­ti­tu­yen las mayo­rías popu­la­res, y que son muy dis­tin­tas en Méxi­co o Uruguay.

Lo mis­mo debe­mos decir res­pec­to de las tra­di­cio­nes polí­ti­cas. En Chi­le y Uru­guay se ate­so­ra­ron en casi un siglo fuer­tes tra­di­cio­nes demo­crá­ti­co-bur­gue­sas jun­to a movi­mien­tos obre­ros con tra­di­cio­nes refor­mis­tas (social­de­mó­cra­tas y esta­li­nis­tas) que no exis­ten en Argen­ti­na, con his­tó­ri­ca ines­ta­bi­li­dad demo­crá­ti­co-bur­gue­sa y fuer­te pre­do­mi­nio popu­lis­ta-bona­par­tis­ta (pero­nis­mo) en el movi­mien­to obre­ro; o Boli­via, que nun­ca alcan­zó un desa­rro­llo demo­crá­ti­co sóli­do, pero sí atra­ve­só una revo­lu­ción nacio­na­lis­ta con deci­si­va par­ti­ci­pa­ción del movi­mien­to obre­ro con idea­rio socia­lis­ta, ambos pro­ce­sos aplas­ta­dos por suce­si­vas con­tra­rre­vo­lu­cio­nes. O en Méxi­co, don­de la revo­lu­ción agra­ria y demo­crá­ti­ca de prin­ci­pios de siglo devino en déca­das de régi­men civil popu­lis­ta unipartidista.

Antes que pen­sar en cómo ela­bo­rar res­pues­tas arma­das debe plan­tear­se cómo ela­bo­rar res­pues­tas polí­ti­cas revo­lu­cio­na­rias. Y a par­tir de allí, plan­tear una estra­te­gia cuyo pun­to de par­ti­da debe ser la inser­ción del pro­yec­to revo­lu­cio­na­rio en las bases obre­ras, cam­pe­si­nas, indí­ge­nas y popu­la­res. En esa ela­bo­ra­ción, en esa inser­ción, debe­rán des­ple­gar­se las tác­ti­cas y las for­mas de lucha. No está can­ce­la­da nin­gu­na. Quien así lo pien­se o quien así lo supon­ga, de hecho, está can­ce­lan­do la posi­bi­li­dad de una nece­sa­ria revo­lu­ción social. Lo que nadie debe hacer es res­trin­gir­se deli­be­ra­da­men­te a una sola for­ma de lucha, por­que cae­ría en lo que deno­mi­na­mos eco­no­mi­cis­mo (si se res­trin­ge a las luchas rei­vin­di­ca­ti­vas por más impres­cin­di­bles e impor­tan­tes que son); o al cre­ti­nis­mo par­la­men­ta­rio (si se res­trin­ge la acción polí­ti­ca al ámbi­to elec­to­ral par­la­men­ta­rio por más que domi­ne la situa­ción nacio­nal); o al mili­ta­ris­mo en sus diver­sas for­mas (si se uni­la­te­ra­li­za en la acción arma­da, por más que exis­ta una situa­ción de abier­ta dic­ta­du­ra). Lo que es sui­ci­da polí­ti­ca­men­te es renun­ciar des­de el vamos a no incur­sio­nar en todas esas for­mas de lucha, ya que el capi­ta­lis­mo ejer­ce des­de el poder todo tipo de domi­nio eco­nó­mi­co, ideo­ló­gi­co, cul­tu­ral, jurí­di­co, polí­ti­co y mili­tar. Y es igual­men­te liqui­da­dor no saber ele­gir la for­ma pre­do­mi­nan­te en el perío­do y momen­to en que nos toca actuar y no saber­lo corre­la­cio­nar con la situa­ción nacio­nal y con­ti­nen­tal. Y no saber cuá­les son las for­mas que per­mi­tan la mejor inser­ción de masas –para mí el tema prin­ci­pal– y el mejor desa­rro­llo del movi­mien­to revolucionario.

Dicho esto, recor­de­mos –y apren­da­mos– de las expe­rien­cias his­tó­ri­cas de los últi­mos dos siglos en Nues­tra Amé­ri­ca. Las revo­lu­cio­nes inde­pen­den­tis­tas anti­co­lo­nia­les triun­fa­ron sobre la base de estra­te­gias polí­ti­co-mili­ta­res. Cómo no reite­rar los ejem­plos de San Mar­tín, Arti­gas y Bolí­var y cómo no extraer con­clu­sio­nes de sus vic­to­rias mili­ta­res y los fra­ca­sos polí­ti­cos pos­te­rio­res. Cómo no men­cio­nar los ejem­plos de la Revo­lu­ción Mexi­ca­na en la segun­da déca­da del siglo XX y la Revo­lu­ción Boli­via­na pro­me­dian­do ese siglo y extraer con­clu­sio­nes de a dón­de fue­ron a parar. ¡Cómo no tomar en cuen­ta el triun­fo de la Revo­lu­ción Cuba­na en 1959, el ini­cio del trán­si­to al socia­lis­mo, sus inten­tos de pro­yec­ción con­ti­nen­tal y el blo­queo eco­nó­mi­co-mili­tar aún vigen­te! ¡Cómo dejar de lado el derro­te­ro y triun­fo de la Revo­lu­ción San­di­nis­ta, la inme­dia­ta res­pues­ta gue­rre­ra del impe­ria­lis­mo y el deve­nir de una derro­ta polí­ti­ca lue­go de haber triun­fa­do mili­tar­men­te sobre la contrarrevolución!

Vol­vien­do a la pre­gun­ta, el balan­ce es con­tra­dic­to­rio. Hubo más derro­tas que vic­to­rias revo­lu­cio­na­rias. Las pers­pec­ti­vas depen­den de la acer­ta­da com­bi­na­ción de todas las for­mas de lucha, lo esen­cial es el enrai­za­mien­to del pro­yec­to polí­ti­co revo­lu­cio­na­rio en las masas de los pue­blos explo­ta­dos y oprimidos.

Pre­gun­ta: No hay dudas que, lue­go de estas déca­das de repre­sión feroz, a lo que se suma el empo­bre­ci­mien­to por los pla­nes capi­ta­lis­tas, los pue­blos han que­da­do des­or­ga­ni­za­dos, inclu­so des­ideo­lo­gi­za­dos. A ello se suma, como un ele­men­to nega­ti­vo más en con­tra de la lucha popu­lar, el nivel tec­no­ló­gi­co que han alcan­za­do las fuer­zas arma­das del sis­te­ma. ¿Es posi­ble hoy, ante todo ese mons­truo­so apa­ra­to mili­tar, ante esa dis­pa­ri­dad téc­ni­ca tan enor­me, suma­da a la des­or­ga­ni­za­ción impe­ran­te, pen­sar como via­ble una pro­pues­ta de lucha armada?

Abel Bo: En pri­mer lugar, debo decir­les que no com­par­to ese con­cep­to de “pue­blos des­ideo­lo­gi­za­dos”. Es una ter­mi­no­lo­gía deli­be­ra­da­men­te falaz intro­du­ci­da a par­tir del triun­fo de la con­tra­rre­vo­lu­ción arma­da, de la implan­ta­ción del terro­ris­mo esta­tal y el paso pos­te­rior a regí­me­nes más o menos cons­ti­tu­cio­na­les, bajo los cua­les sub­sis­ten regí­me­nes de explo­ta­ción social y opre­sión nacio­nal. Esta tram­pa ideo­ló­gi­ca se ha usa­do (y se usa) para ocul­tar la reim­po­si­ción del domi­nio de la ideo­lo­gía bur­gue­sa sobre las con­cien­cias de las masas popu­la­res. Impo­si­ción hecha a par­tir del terror más bru­tal y su con­ti­nui­dad más sutil con el terror eco­nó­mi­co. Es una tram­pa más para refor­zar el triun­fo con­tra­rre­vo­lu­cio­na­rio. Esta tram­pa debe enfren­tar­se con una efi­caz lucha ideo­ló­gi­ca con­tem­po­rá­nea sobre bases socialistas.

En cuan­to al inte­rro­gan­te de si el mons­truo­so desa­rro­llo tec­no­ló­gi­co-mili­tar que ha alcan­za­do el impe­ria­lis­mo es un impe­di­men­to defi­ni­ti­vo para las insur­gen­cias popu­la­res, creo que no. En la mis­ma pre­gun­ta, uste­des hacen refe­ren­cia a la situa­ción de des­or­ga­ni­za­ción impe­ran­te en los movi­mien­tos popu­la­res. Ese fac­tor es pri­mor­dial y deci­si­vo. Y requie­re una ade­cua­da pro­pues­ta polí­ti­ca. Para poner en mar­cha nue­vas pro­pues­tas polí­ti­cas, debe­re­mos pen­sar en encon­trar las otras res­pues­tas. Ya hace 50 años, Ngu­yen Giap en El hom­bre y el arma nos ense­ña­ba cómo res­pon­der en ese terreno al des­plie­gue ató­mi­co impe­ria­lis­ta. Y la Revo­lu­ción Viet­na­mi­ta supo cómo triun­far ante la maqui­na­ria béli­ca más mons­truo­sa que se cono­cía en esa época.

La revo­lu­ción socia­lis­ta que pre­go­na­mos y pro­po­ne­mos, par­te nece­sa­ria­men­te de las con­di­cio­nes eco­nó­mi­cas y cien­tí­fi­cas a que nos ha lle­va­do el capi­ta­lis­mo. Hace 40 años no pen­sá­ba­mos que en las trans­for­ma­cio­nes eco­nó­mi­cas ten­dría­mos que usar el soft­wa­re y el hard­wa­re. Y por supues­to, la robó­ti­ca. Hoy no pode­mos con­ce­bir el trán­si­to al socia­lis­mo pres­cin­dien­do de la revo­lu­ción infor­má­ti­ca que gene­ró el capi­ta­lis­mo, tan­to para orga­ni­zar una fábri­ca auto­ges­tio­na­da por sus obre­ros, como para una agri­cul­tu­ra coope­ra­ti­vi­za­da o colec­ti­vi­za­da, como para la ense­ñan­za esco­lar o el desa­rro­llo de pla­nes de salud colec­ti­va. Inter­net tuvo su ori­gen en el capi­ta­lis­mo como par­te de su desa­rro­llo mili­tar. Ese desa­rro­llo lo hacen seres huma­nos, cien­tí­fi­cos, téc­ni­cos y ope­ra­rios. Es tarea de los movi­mien­tos revo­lu­cio­na­rios con­quis­tar la adhe­sión y las con­cien­cias de esos cien­tí­fi­cos, téc­ni­cos y obre­ros y poner esos cono­ci­mien­tos al ser­vi­cio del desa­rro­llo de esa cien­cia para los fines revo­lu­cio­na­rios, sean en tareas de difu­sión, pro­pa­gan­da, edu­ca­ción o insur­gen­cia. Y en este espe­cí­fi­co terreno, con­ce­bir res­pues­tas y pro­pues­tas que hagan que las luchas que tene­mos por delan­te se desa­rro­llen con el menor cos­to posi­ble. No pode­mos ela­bo­rar polí­ti­cas revo­lu­cio­na­rias actua­les con las estra­te­gias de hace 40 años. Es tan ridícu­lo como si los pre­cur­so­res revo­lu­cio­na­rios de los años 60 hubie­sen ela­bo­ra­do pro­pues­tas sobre la base de estra­te­gias de los años 20 ó 30. Sin duda que par­ti­mos con una enor­me des­ven­ta­ja, enor­me. Está vigen­te el con­cep­to de que la tác­ti­ca mili­tar depen­de de la téc­ni­ca mili­tar, y esto lo impo­ne el sis­te­ma. Por eso debe­mos apren­der de la his­to­ria de las ante­rio­res revo­lu­cio­nes, cómo supie­ron apro­piar­se de los cono­ci­mien­tos de las téc­ni­cas mili­ta­res de su épo­ca. Ahí está la epo­pe­ya del Ejér­ci­to Rojo fren­te a 14 ejér­ci­tos bur­gue­ses e impe­ria­lis­tas y cómo lo con­du­jo León Trotsky en momen­tos en que el Par­ti­do Bol­che­vi­que esta­ba toda­vía con­du­ci­do por Lenin. Y las epo­pe­yas de los revo­lu­cio­na­rios chi­nos fren­te a las mons­truo­sas fuer­zas mili­ta­res del Kuo­min­tang y del impe­ria­lis­mo japo­nés, y cómo hicie­ron los revo­lu­cio­na­rios viet­na­mi­tas fren­te a los impe­ria­lis­mos fran­cés y yan­qui, otra epo­pe­ya mili­tar del siglo XX. En las con­di­cio­nes actua­les, con­si­de­ro que es más apro­pia­do con­ce­bir una estra­te­gia polí­ti­ca revo­lu­cio­na­ria de lar­go alcan­ce, pero plan­tear los tiem­pos béli­cos mucho más bre­ves. Es una idea para nada con­so­li­da­da y que está en deba­te. Pero, de todas mane­ras, estas con­di­cio­nes las impo­ne el capi­ta­lis­mo y su pode­río. Una de las impo­si­cio­nes más tre­men­das ha sido obli­gar a los movi­mien­tos revo­lu­cio­na­rios y a las revo­lu­cio­nes triun­fan­tes a des­ti­nar enor­mes ener­gías a su defen­sa arma­da. Esa mili­ta­ri­za­ción for­za­da con­di­cio­na el desa­rro­llo de los movi­mien­tos revo­lu­cio­na­rios y dis­trae recur­sos y capa­ci­da­des para la cons­truc­ción socia­lis­ta. La repre­sión y el mili­ta­ris­mo están en la esen­cia del poder del capi­ta­lis­mo y del imperialismo.

Otro fac­tor impres­cin­di­ble a tener en cuen­ta es la pro­pia expe­rien­cia. En los paí­ses y las socie­da­des que pade­ci­mos el terro­ris­mo de Esta­do, las secue­las de la vio­len­cia aún per­du­ran. Y está pre­sen­te la vio­len­cia coti­dia­na del sis­te­ma sobre el pue­blo. Una polí­ti­ca revo­lu­cio­na­ria res­pec­to de las tác­ti­cas y las for­mas insur­gen­tes, debe tomar en cuen­ta el esta­do de áni­mo y la valo­ra­ción que hace el pue­blo tra­ba­ja­dor. Pre­ci­sa­men­te eso hizo el PRT en la segun­da mitad de la déca­da del 60 cuan­do ela­bo­ró su estra­te­gia. Los movi­mien­tos gue­rri­lle­ros tuvie­ron una fuer­te inser­ción por su tra­ba­jo de masas, por su tra­ba­jo sin­di­cal, polí­ti­co, social. Exis­tió una fuer­te sim­pa­tía popu­lar hacia la insur­gen­cia. Muchos de esos “crí­ti­cos” que uste­des men­cio­nan no pue­den expli­car el desa­rro­llo de las orga­ni­za­cio­nes revo­lu­cio­na­rias insur­gen­tes. Dicen que esta­ban “al mar­gen” de las masas, pero inme­dia­ta­men­te le acha­can la res­pon­sa­bi­li­dad de la gue­rra civil y haber “mal con­du­ci­do” los movi­mien­tos de masas.

En la actua­li­dad, esa valo­ra­ción social es dis­tin­ta. Actúo en el terreno sin­di­cal y polí­ti­co, y pue­do decir­les que la valo­ra­ción de la vio­len­cia es dife­ren­te de acuer­do al sec­tor de la cla­se tra­ba­ja­do­ra al que se per­te­nez­ca. El sec­tor de los tra­ba­ja­do­res des­ocu­pa­dos, que es el que recu­pe­ró la vie­ja moda­li­dad de los pique­tes obre­ros, uti­li­za con fre­cuen­cia esa for­ma. Entre los tra­ba­ja­do­res ocu­pa­dos, estas for­mas son disí­mi­les. Algu­nos lo uti­li­zan oca­sio­nal­men­te, otros lo des­car­tan y otros lo recha­zan abier­ta­men­te. Todo esto debe ser toma­do muy en cuen­ta por los movi­mien­tos revolucionarios.

Pre­gun­ta: Sin duda Argen­ti­na fue esce­na­rio de un impor­tan­te movi­mien­to polí­ti­co mili­tar en las déca­das pasa­das. Sin embar­go, todo ese desa­rro­llo alcan­za­do fun­da­men­tal­men­te por el Par­ti­do Revo­lu­cio­na­rio de los Tra­ba­ja­do­res-Ejér­ci­to Revo­lu­cio­na­rio del Pue­blo –PRT-ERP– ha sido fuer­te­men­te cri­ti­ca­do por un sec­tor de la izquier­da argen­ti­na liga­do a la inte­lec­tua­li­dad. Dos de los argu­men­tos más escu­cha­dos se refie­ren a que mien­tras los obre­ros lucha­ban en las calles, el PRT esta­ba en las mon­ta­ñas arman­do gue­rri­llas. Otro de los argu­men­tos que se esgri­men es que fue una con­cep­ción foquis­ta y se plan­tea que quie­nes desa­rro­lla­ron esa polí­ti­ca eran unos pocos com­pa­ñe­ros “empí­ri­cos”, ale­ja­dos del estu­dio cien­tí­fi­co del mar­xis­mo que ter­mi­na­ron con su accio­nar sólo des­atan­do una repre­sión que hizo retro­ce­der la lucha de masas de la cla­se obre­ra. ¿Qué hay de cier­to en estos plan­tea­mien­tos? ¿Has­ta qué pun­to estos plan­tea­mien­tos refle­jan la reali­dad de lo ocu­rri­do en Argentina? 

Abel Bo: La pre­gun­ta par­te de supues­tos fal­sos que no reco­no­cen (o fal­sean) la his­to­ria tal cómo se desa­rro­lló, y es bueno que vol­va­mos a reflexionar.

El Par­ti­do Revo­lu­cio­na­rio de los Tra­ba­ja­do­res de Argen­ti­na no “esta­ba en las mon­ta­ñas arman­do gue­rri­llas mien­tras los obre­ros lucha­ban en las calles”. El PRT se fun­dó en 1965 a par­tir de dos des­ta­ca­men­tos, el Fren­te Revo­lu­cio­na­rio Indo­ame­ri­cano y Popu­lar y Pala­bra Obre­ra. Ambas orga­ni­za­cio­nes tenían años de lucha y se encon­tra­ron pre­ci­sa­men­te en el terreno de la lucha de cla­ses. La con­fluen­cia más estre­cha fue en las luchas del pro­le­ta­ria­do azu­ca­re­ro de la pro­vin­cia de Tucu­mán, en el noroes­te del país, en la pri­me­ra mitad de los años 60. Tam­bién hubo con­fluen­cia en el fren­te estu­dian­til uni­ver­si­ta­rio. El terreno era pre­do­mi­nan­te­men­te sin­di­cal don­de ambas agru­pa­cio­nes impul­sa­ban luchas anti­pa­tro­na­les y con­tra la buro­cra­cia sin­di­cal. En esa pro­vin­cia, ade­más, lle­va­ron esa lucha al terreno polí­ti­co par­la­men­ta­rio. Par­ti­ci­pa­ron en elec­cio­nes legis­la­ti­vas pro­vin­cia­les en 1965 en momen­tos de pros­crip­ción del pero­nis­mo, pro­mo­vien­do un pro­ce­so asam­blea­rio obre­ro en los inge­nios para ele­gir can­di­da­tos a ser par­te de una lis­ta del pero­nis­mo pros­crip­to con otra deno­mi­na­ción legal. Dos can­di­da­tos obre­ros fue­ron elec­tos así con un pro­gra­ma de rei­vin­di­ca­cio­nes cla­sis­tas. Entre ellos, el líder sin­di­cal Lean­dro Fote, mili­tan­te del PRT (secues­tra­do en 1976). De ese ámbi­to sin­di­cal sur­gió una inmen­sa can­ti­dad de obre­ros azu­ca­re­ros que fue­ron ingre­san­do y mol­dean­do de a poco al PRT como un par­ti­do pro­le­ta­rio. Anto­nio del Car­men Fer­nán­dez (fusi­la­do des­ar­ma­do en 1974 jun­to a otros 15 com­pa­ñe­ros cuan­do ya era miem­bro del Buró Polí­ti­co), Ramón Rosa Jimé­nez (ase­si­na­do por la repre­sión), Mar­ce­lo Les­cano (caí­do en com­ba­te en Cór­do­ba en 1971) y tan­tos otros. San­tu­cho, que había sido diri­gen­te estu­dian­til y con­se­je­ro uni­ver­si­ta­rio, fue des­pués ase­sor de los sin­di­ca­tos azu­ca­re­ros (como lo fue Raúl Sen­dic de la Unión de Tra­ba­ja­do­res Azu­ca­re­ros de Arti­gas en Uru­guay, antes inclu­so de fun­dar el MLN-Tupa­ma­ros). En el perío­do 1965 – 70 un núme­ro redu­ci­do de obre­ros se sumó al PRT en varias ciu­da­des indus­tria­les. Cuan­do la dic­ta­du­ra de Onga­nía cie­rra muchos inge­nios dejan­do un ten­dal de des­pe­di­dos, suman­do una repre­sión vio­len­ta, los obre­ros res­pon­den con pique­tes en las rutas y los más deci­di­dos le plan­tean al PRT la nece­si­dad de pasar a la lucha arma­da. En el mis­mo verano de 1966 – 67, ante la ola de des­pi­dos cau­sa­da por la dic­ta­du­ra en el puer­to de Bue­nos Aires, el nacien­te PRT par­ti­ci­pa acti­va­men­te de una lar­ga huel­ga y pro­mue­ve la orga­ni­za­ción Inter-Villas de los esti­ba­do­res al mar­gen y en con­tra de la buro­cra­cia. En Cór­do­ba se suman al PRT algu­nos acti­vis­tas obre­ros, entre ellos Car­los Ger­mán, el negro Mau­ro (pri­me­ro acti­vis­ta de FIAT y des­pués diri­gen­te en el gre­mio de Correos) quien des­pués lle­gó a ser miem­bro del Buró Polí­ti­co has­ta su secues­tro a fines del 76. A par­tir del 5º Con­gre­so de 1970, dadas las suble­va­cio­nes obre­ras de 1969 (cor­do­ba­zo, rosa­ria­zo), y del sur­gi­mien­to de inci­pien­tes gue­rri­llas, el PRT se asu­me, recién en ese momen­to, ser un par­ti­do de com­ba­te. El PRT cons­ta­ta la situa­ción, resuel­ve asu­mir­la tras un inten­so deba­te ideo­ló­gi­co interno, y no ir detrás de los acon­te­ci­mien­tos, como lo hacía el espon­ta­neís­mo. Todo lo con­tra­rio, poner­se al fren­te, impul­sar y dar­les una pers­pec­ti­va orga­ni­za­ti­va con una estra­te­gia de poder a for­mas de lucha que están ya en desa­rro­llo. El sin­di­ca­lis­mo cla­sis­ta y la insur­gen­cia gue­rri­lle­ra, ambos fenó­me­nos incu­ba­dos antes de 1969, eclo­sio­nan con fuer­za iné­di­ta. A par­tir de ese momen­to, la incor­po­ra­ción al PRT de los mejo­res acti­vis­tas obre­ros fue un fenó­meno masi­vo. De los sin­di­ca­tos cla­sis­tas recu­pe­ra­dos en 1970 de la FIAT Con­cord y Mater­fer (SITRAC-SITRAM) se incor­po­ra­ron, por ejem­plo, Juan Eli­seo Ledes­ma, que lle­gó a ser el segun­do coman­dan­te del ERP (secues­tra­do en noviem­bre 1975), Eduar­do Cas­te­lo (tam­bién miem­bro del B.P. caí­do en 1976), Gui­ller­mo Torran­del (tam­bién caí­do), el secre­ta­rio adjun­to de SITRAC Domin­go Biz­zi; otro de los más noto­rios diri­gen­tes obre­ros de aque­lla épo­ca, Gre­go­rio Flo­res (vean su libro Lec­cio­nes de bata­lla), Alfre­do Curut­chet, uno de los ase­so­res lega­les de SITRAC-SITRAM (ase­si­na­do por la Tri­ple A en 1974), Julio Oro­pel (dele­ga­do en la FIAT que tam­bién fue miem­bro del BP). Recuer­do algu­nos nom­bres sólo a modo de ejem­plo. Dis­cul­pen dece­nas de omi­sio­nes. El 15 de mar­zo de 1971, a par­tir de una huel­ga gene­ral pro­vin­cial, ocu­rre el segun­do cor­do­ba­zovibo­ra­zo y apa­re­cen por pri­me­ra vez en el seno de una masi­va movi­li­za­ción obre­ra calle­je­ra y ocu­pa­ción de barrios, las ban­de­ras del ERP. Tan­ta fuer­za tuvo esa irrup­ción, que la revis­ta fas­cis­ta Cabil­do puso en su tapa esa ban­de­ra bajo el títu­lo “hay que des­truir­la don­de se la encuen­tre”. El dic­ta­dor gene­ral Ale­jan­dro Lanus­se pro­cla­ma que fren­te a la “sub­ver­sión apá­tri­da” (la insur­gen­cia obre­ra y gue­rri­lle­ra), “las armas de la patria (las tres Fuer­zas Arma­das) están en guerra”.

El 8 de julio de 1973, el PRT pro­mue­ve la fun­da­ción del Movi­mien­to Sin­di­cal de Base (MSB) en un ple­na­rio de unos 1.500 tra­ba­ja­do­res de todo el país con­gre­ga­dos en el Sin­di­ca­to Luz y Fuer­za de Cór­do­ba, pre­si­di­do por Flo­res y Fote. En esa oca­sión, el líder de la CGT regio­nal, Agus­tín Tos­co, a la sazón la más gran­de figu­ra de aque­lla épo­ca de rebe­lión pro­le­ta­ria, aler­ta sobre el inmi­nen­te ata­que fas­cis­ta al gobierno demo­crá­ti­co ins­ta­la­do 40 días antes. Y plan­tea el céle­bre desa­fío “¡Vamos a hacer de Cór­do­ba la capi­tal de la Patria Socia­lis­ta!”. Ese pro­nós­ti­co no era en vano. Cin­co días des­pués, el pro­pio pero­nis­mo, que había retor­na­do al gobierno tras 17 años de pros­crip­ción, da un auto­gol­pe pala­cie­go. Al año siguien­te, el MSB reali­zó su segun­do ple­na­rio nacio­nal con 4 mil trabajadores.

En 1974 se pro­du­jo el villa­zo, la rebe­lión obre­ra en las gran­des fábri­cas como Acin­dar, Marathon y Met­com en Villa Cons­ti­tu­ción (a 50 km. de Rosa­rio, en las ribe­ras del río Para­ná) con­tra la buro­cra­cia sin­di­cal de los meta­lúr­gi­cos. En esta reno­va­da eclo­sión de sin­di­ca­lis­mo cla­sis­ta el PRT tuvo impor­tan­te pro­ta­go­nis­mo jun­to a otras fuer­zas polí­ti­cas (al igual que en SITRAC‑M) y muchos más diri­gen­tes obre­ros se incor­po­ra­ron a la orga­ni­za­ción (Lucho Sego­via, el grin­go Por­cu y muchos más), algu­nos caye­ron muer­tos y otros fue­ron pri­sio­ne­ros cuan­do la repre­sión de des­ató sobre ellos.

Para ese enton­ces, el PRT había exten­di­do su fren­te sin­di­cal a ciu­da­des tan dis­tan­tes de la geo­gra­fía argen­ti­na como el cor­dón indus­trial La Pla­ta-Beris­so-Ense­na­da (60 km. al sur de Bue­nos Aires), Men­do­za (1.200 km. al oes­te), San­ta Fe, Sal­ta y Jujuy (en el noroes­te), Cha­co, Corrien­tes y su zona ale­da­ña en el nores­te), Bahía Blan­ca (680 k. al sur de Bue­nos Aires) y las zonas Nor­te, Oes­te y Sur del Gran Bue­nos Aires, el cor­dón indus­trial Zára­te-Cam­pa­na-San Nico­lás, a la vez que empie­za a tener inci­pien­te pre­sen­cia en ciu­da­des más peque­ñas como San Fran­cis­co, Villa María y Río Cuar­to (Cór­do­ba), Rafae­la (San­ta Fe) y otras.

El PRT tenía a esa altu­ra un perió­di­co sema­nal, El Com­ba­tien­te, y el ERP, un perió­di­co quin­ce­nal, Estre­lla Roja. Pero como resul­ta­do de su acti­vis­mo sin­di­cal, lle­gó ade­más a tener 40 bole­ti­nes fabri­les para sen­dos fren­tes de tra­ba­jo gre­mia­les. Cuan­do el auge de masas fue aún más en ascen­so, el PRT, que ya pro­mo­vía for­mas y orga­nis­mos de poder popu­lar local, par­ti­ci­pó acti­va­men­te en la ges­ta­ción de lo que se cono­ció como las Coor­di­na­do­ras de Gre­mios en Lucha hacia 1975. Par­ti­cu­lar­men­te, debo des­ta­car que en Cór­do­ba, bajo la influen­cia de Tos­co, se con­for­ma pri­me­ro un fren­te inter­gre­mial lla­ma­do Movi­mien­to Sin­di­cal Com­ba­ti­vo, en cuyo seno par­ti­ci­pan y diri­gen obre­ros del PRT y del MSB jun­to a otras impor­tan­tes orga­ni­za­cio­nes polí­ti­cas de aquel enton­ces (Pero­nis­mo de Base, Poder Obre­ro, PST, PO, PCR, Van­guar­dia Comu­nis­ta, Juven­tud Tra­ba­ja­do­ra Pero­nis­ta, etc.). Lue­go, madu­ra la Mesa Coor­di­na­do­ra de Gre­mios en Lucha en la cual los diri­gen­tes sin­di­ca­les del PRT tie­nen un papel deci­si­vo en las jor­na­das de junio-julio del 75, el momen­to más alto de aquel auge de masas. Tra­ba­ja­do­res del PRT par­ti­ci­pan en las direc­cio­nes de los gre­mios de mecá­ni­cos (SMATA), Per­kins, Cau­cho, Obras Sani­ta­rias, Sani­dad, Leche­ros, Docen­tes, Luz y Fuer­za, Via­jan­tes, Pren­sa, gre­mia­les hos­pi­ta­la­rias y en las opo­si­cio­nes anti­bu­ro­crá­ti­cas de la Cons­truc­ción, Muni­ci­pa­les, Emplea­dos Públi­cos, Meta­lúr­gi­cos, Cal­za­do, etc. etc. En el cor­dón La Pla­ta-Beris­so-Ense­na­da se des­ta­can en la Coor­di­na­do­ra (véa­se el rela­to de Daniel De San­tis sobre la lucha en Pro­pul­so­ra Side­rúr­gi­ca). Muchos de estos tra­ba­ja­do­res lle­ga­ron a ser tam­bién miem­bros del Comi­té Cen­tral del PRT: ade­más de Daniel, Víc­tor Hugo Gon­zá­lez, el león man­so, obre­ro de Per­kins ase­si­na­do en 1976.

Pro­ba­ble­men­te mi memo­ria no alcan­ce para lle­nar con nom­bres y más nom­bres de tra­ba­ja­do­res miem­bros del PRT y sus fren­tes gre­mia­les, fábri­cas, talle­res, ofi­ci­nas, escue­las, hos­pi­ta­les, don­de des­ple­ga­ron su lucha. Podrán algu­nos, o muchos, no estar de acuer­do con la polí­ti­ca que desa­rro­lló el PRT. Pero es una fal­se­dad lin­dan­te con la cana­lla­da difa­mar acer­ca de que esta orga­ni­za­ción no estu­vo pre­sen­te en las luchas obre­ras, las rei­vin­di­ca­ti­vas y las polí­ti­cas. He seña­la­do los acon­te­ci­mien­tos más des­ta­ca­dos rela­cio­na­dos con el terreno sin­di­cal en la épo­ca del auge de masas, algu­nos de los cua­les son hitos de esa lucha (SITRAC/​SITRAM, vibo­ra­zo, villa­zo, Coor­di­na­do­ras) que ponen de relie­ve la fal­se­dad de la des­crip­ción his­tó­ri­ca a que uste­des hacen mención.

El PRT desa­rro­lló una ori­gi­nal com­bi­na­ción de orga­ni­za­ción sin­di­cal cla­sis­ta y gue­rra de gue­rri­llas urba­na, don­de lle­gó a tener cin­co com­pa­ñías en sen­das regio­nes y un bata­llón urbano. El naci­mien­to del fren­te gue­rri­lle­ro rural con la Com­pa­ñía de Mon­te “Ramón Rosa Jimé­nez” en la pro­vin­cia de Tucu­mán fue la con­ti­nui­dad de una labor polí­ti­ca, sin­di­cal y par­la­men­ta­ria de muchos años antes en la región del pro­le­ta­ria­do azu­ca­re­ro y del cam­pe­si­na­do cañe­ro. Allí, la pers­pec­ti­va era cons­truir un ejér­ci­to más regu­lar, obje­ti­vo que no se alcanzó.

Res­pec­to de la pre­gun­ta sobre una supues­ta con­cep­ción foquis­ta en el PRT, el bre­ví­si­mo rela­to ante­rior sir­ve para des­men­tir­la. Pero ade­más, quie­nes ale­gan esa fal­se­dad, igno­ran que des­de antes de nacer como par­ti­do, ya se deba­tía acer­ca de esa opción, y una y otra vez se des­car­tó. Hubo, sí, des­pren­di­mien­tos de mili­tan­tes de Pala­bra Obre­ra que opta­ron por esa meto­do­lo­gía en la pri­me­ra mitad de los 60. Se tra­tó del gru­po impul­sa­do por el Vas­co Ángel Ben­go­chea que, antes de entrar en acción, tuvo un des­en­la­ce trá­gi­co en 1964 por un acci­den­te con explo­si­vos. El PRT, des­de su 4º Con­gre­so de 1968, res­ca­tó la memo­ria de esos com­pa­ñe­ros y los home­na­jeó con la pre­si­den­cia hono­ra­ria, pero no comul­gó con esa vía, cons­tru­yen­do su estra­te­gia de mane­ra dis­tin­ta, sobre las base de cua­tro pila­res: Par­ti­do Pro­le­ta­rio, Ejér­ci­to Popu­lar, Fren­te Antim­pe­ria­lis­ta y Orga­ni­za­ción Internacionalista.

Todo esto está exten­sa­men­te docu­men­ta­do, por ejem­plo en la obra en tres tomos A Ven­cer o Morir-PRT-ERP, Docu­men­tos, reco­pi­la­da por De San­tis, o en exten­sos tes­ti­mo­nios reco­pi­la­dos en Por las sen­das argen­ti­nas-El PRT-ERP, la gue­rri­lla mar­xis­ta, por el his­to­ria­dor Pablo Poz­zi. Tam­bién está la serie de cine tes­ti­mo­nial-docu­men­tal rea­li­za­da por el Gru­po Mas­ca­ró, Gavio­tas Blin­da­das (cua­tro pelí­cu­las que inclu­ye, no olvi­dar­se, la que se deno­mi­na Cla­se – Polí­ti­ca sin­di­cal del PRT). Quie­nes se pre­su­man de ana­lis­tas de nues­tra his­to­ria no pue­den igno­rar esos tex­tos. Si lo hacen, es por un con­di­cio­na­mien­to ideo­ló­gi­co-polí­ti­co, por pre­jui­cio, o como par­te de la per­sis­ten­cia de ese inten­to de demo­ni­zar, calum­niar, una de las mayo­res expe­rien­cias revo­lu­cio­na­rias de lucha por el poder polí­ti­co de la cla­se obre­ra en Argen­ti­na. Por­que, insis­to, se pue­de dis­cre­par con la estra­te­gia y las tác­ti­cas que tuvo el PRT. Pero no men­tir. Si esa men­ti­ra pro­vie­ne de quie­nes uste­des dicen es “un sec­tor de la izquier­da”, pues les recuer­do que duran­te medio siglo la dege­ne­ra­ción sta­li­nis­ta se pre­sen­tó como “de izquier­da”. Y tam­bién hago notar que exis­te toda una lite­ra­tu­ra polí­ti­ca actual des­ti­na­da a des­ca­li­fi­car la expe­rien­cia revo­lu­cio­na­ria. Pero ade­más, exis­te una fuer­te acción de la reac­ción polí­ti­ca, la dere­cha más recal­ci­tran­te, ten­dien­te no sólo a des­ca­li­fi­car, sino un serio inten­to de per­se­guir penal­men­te a sobre­vi­vien­tes de los movi­mien­tos revo­lu­cio­na­rios, para con­tra­rres­tar los efec­tos demo­le­do­res de las accio­nes judi­cia­les con­tra los geno­ci­das. Lo hacen median­te accio­nes de pro­pa­gan­da escri­ta y oral y por medios judiciales.

En cuan­to al supues­to “empi­ris­mo” del PRT pue­do decir muchas cosas. En pri­mer lugar, ¿para qué hubie­se que­ri­do una orga­ni­za­ción “empí­ri­ca” seme­jan­te can­ti­dad de lite­ra­tu­ra polí­ti­ca e ideo­ló­gi­ca de ela­bo­ra­ción pro­pia? ¿Para qué tenía dos perió­di­cos, uno par­ti­da­rio y otro del ERP? ¿Para qué lle­gó a tener dos revis­tas, Nue­vo Hom­brePosi­ción, y un dia­rio legal, El Mun­do, has­ta que fue­ron ile­ga­li­za­dos y clau­su­ra­dos? ¿Para qué reali­zó de for­ma sis­te­má­ti­ca y duran­te tan­tos años, en ple­na clan­des­ti­ni­dad, escue­las de cua­dros de una a dos sema­nas de dura­ción a tiem­po com­ple­to? ¿Saben esos “crí­ti­cos” que el PRT des­ti­nó el 70% de su fuer­za mili­tan­te a tareas polí­ti­cas, sin­di­ca­les, barria­les, estu­dian­ti­les y de pro­pa­gan­da, y que el 30% esta­ba des­ti­na­do a tareas del fren­te militar?

A veces es can­sa­dor res­pon­der a tan­ta zon­ce­ra. Se me ocu­rre leer­les unos párra­fos de un artícu­lo escri­to por San­tu­cho en El Com­ba­tien­te el 12 de mayo de 1975, en ple­na cres­ta de la ola del auge de masas. Titu­la­do “Méto­do y polí­ti­ca” dice: “Entre los aspec­tos que es nece­sa­rio mejo­rar en este fun­da­men­tal esfuer­zo supe­ra­dor que­re­mos tocar aquí una cues­tión bási­ca: los méto­dos de aná­li­sis polí­ti­co y de acción revo­lu­cio­na­ria. Enca­rar esta cues­tión tie­ne gran impor­tan­cia por­que la for­ma­ción de toda per­so­na bajo la edu­ca­ción capi­ta­lis­ta con­lle­va la adop­ción de un méto­do de aná­li­sis y de acción teñi­do de for­ma­lis­mo que impi­de una com­pren­sión cien­tí­fi­ca, correc­ta, de los hechos e inca­pa­ci­ta para la for­mu­la­ción y eje­cu­ción de polí­ti­cas jus­tas ante los dife­ren­tes pro­ble­mas de la lucha de cla­ses…”. Lue­go de citar a Lenin en el Pró­lo­go al Desa­rro­llo del capi­ta­lis­mo en Rusia, pro­si­gue: “El for­ma­lis­mo de la meto­do­lo­gía bur­gue­sa pre­sio­na al mili­tan­te a tomar super­fi­cial­men­te los pro­ble­mas, a apli­car la línea del Par­ti­do como rece­ta ante situa­cio­nes apa­ren­te­men­te simi­la­res… Por­que el for­ma­lis­mo con­sis­te en dejar­se lle­var por lo apa­ren­te, sin pro­fun­di­zar en el cono­ci­mien­to con­cre­to de la situa­ción y res­pon­der a los pro­ble­mas con fór­mu­las pre­es­ta­ble­ci­das. Nada más ajeno al méto­do mar­xis­ta-leni­nis­ta… ¿Cómo evi­tar el for­ma­lis­mo? ¿Cómo apli­car correc­ta­men­te el méto­do mar­xis­ta-leni­nis­ta? La úni­ca for­ma indu­da­ble­men­te es a tra­vés de la expe­rien­cia prác­ti­ca y el estu­dio sis­te­má­ti­co que per­mi­ti­rá lograr con el tiem­po un amplio domi­nio del mar­xis­mo-leni­nis­mo, capa­ci­tar­se ver­da­de­ra­men­te en la apli­ca­ción de la filo­so­fía proletaria…”

Segu­ra­men­te estas bre­ves lec­tu­ras no alcan­cen para expli­car y reba­tir afir­ma­cio­nes super­fi­cia­les repe­ti­das una y mil veces. Segu­ra­men­te los miles de mili­tan­tes incu­rri­mos muchas veces en erro­res de todo tipo. ¿Cómo no iba a ocu­rrir eso en una orga­ni­za­ción que, for­za­da a la clan­des­ti­ni­dad y suje­ta a una per­se­cu­ción impla­ca­ble, se mul­ti­pli­có numé­ri­ca­men­te en un cor­to perío­do de tiem­po, en un perío­do de auge de masas, en el trans­cur­so de una gue­rra civil y ante exi­gen­cias polí­ti­cas iné­di­tas? ¿Qué orga­ni­za­ción de aque­lla épo­ca no incu­rrió en errores?

Hay mucho por auto­cri­ti­car­se y supe­rar­se. Pero al PRT no se le per­do­na des­de el poder bur­gués haber­lo desa­fia­do, haber lucha­do por la con­quis­ta del poder obre­ro y el socialismo.

Pre­gun­ta: De acuer­do a lo expre­sa­do, exis­te una erró­nea con­cep­ción sobre lo mili­tar ya que se plan­tea que nadie desa­rro­lla esto cuan­do, en reali­dad, la cla­se domi­nan­te siem­pre ha teni­do una polí­ti­ca mili­tar y ha com­bi­na­do sus for­mas de lucha. ¿Exis­te en el pro­ce­so de acu­mu­la­ción de fuer­zas un momen­to en que se pue­dan com­bi­nar las accio­nes arma­das y otras tác­ti­cas como, por ejem­plo, la electoral?

Abel Bo: En pri­mer lugar, sí, coin­ci­do en que exis­te una polí­ti­ca mili­tar per­ma­nen­te de los Esta­dos capi­ta­lis­tas, una polí­ti­ca anti­po­pu­lar con­tra­in­sur­gen­te, que es muy dife­ren­te en cada país, pero que con­tie­ne hilos con­duc­to­res comu­nes. Está cla­ro que no es lo mis­mo el “Plan Colom­bia” y la lla­ma­da “polí­ti­ca de segu­ri­dad demo­crá­ti­ca” que lle­van ade­lan­te la oli­gar­quía de ese país y los suce­si­vos gobier­nos de EE. UU., que las polí­ti­cas de cri­mi­na­li­za­ción de la pobre­za y la pro­tes­ta social como se dan en Argen­ti­na o en Chi­le. Tam­po­co es lo mis­mo el per­sis­ten­te mili­ta­ris­mo gori­la en Hon­du­ras que los pla­nes arma­dos de la oli­gar­quía y el fas­cis­mo boli­viano que actúan para derri­bar al gobierno del M.A.S. enca­be­za­do por Evo Mora­les. Está intac­to el mili­ta­ris­mo en Para­guay y uste­des podrán rela­tar mejor cómo actúa la reac­ción polí­ti­ca arma­da en Vene­zue­la. Y ahí está la situa­ción de Méxi­co don­de des­de un régi­men cons­ti­tu­cio­nal (pero frau­du­len­to, no olvi­de­mos) se des­plie­gan estra­te­gias con­tra­in­sur­gen­tes y repre­si­vas en gran esca­la. En todos los paí­ses, las bur­gue­sías com­bi­nan sus accio­nes de acuer­do a sus intere­ses y posibilidades.

Des­de el pun­to de vis­ta de las pers­pec­ti­vas revo­lu­cio­na­rias, por supues­to que exis­te la posi­bi­li­dad –y la nece­si­dad– de com­bi­nar las for­mas de lucha de acuer­do al momen­to y al desa­rro­llo de la lucha de cla­ses en cada país. His­tó­ri­ca­men­te, el PRT lo inten­tó en Argen­ti­na. Per­mí­tan­me insis­tir en este tema, para des­vir­tuar las fal­se­da­des que antes seña­lé. En prin­ci­pio, com­bi­nó luchas sin­di­ca­les con inter­ven­ción elec­to­ral. Pos­te­rior­men­te, una vez ini­cia­da la lucha arma­da, cuan­do la dic­ta­du­ra del gene­ral Lanus­se en reti­ra­da en 1971, deci­dió des­pros­cri­bir al pero­nis­mo, pro­mo­ver un “gran acuer­do nacio­nal” (inter­bur­gués) y lla­mar a elec­cio­nes, el PRT fue en ese año la pri­me­ra fuer­za polí­ti­ca revo­lu­cio­na­ria que pos­tu­ló la posi­bi­li­dad de inter­ve­nir en esos comi­cios con can­di­da­tu­ras obre­ras y socia­lis­tas. Y si un defec­to se le pue­de seña­lar al PRT, fue no haber sido lo sufi­cien­te­men­te con­se­cuen­te con su pro­pio plan­teo, no haber lle­ga­do a las pri­me­ras elec­cio­nes sin pros­crip­cio­nes (mar­zo 73) con una tác­ti­ca elec­to­ral acer­ta­da. Se tra­tó, para resu­mir­lo, de “la tác­ti­ca elec­to­ral que no fue”. Esto, que lo digo con toda la rigu­ro­si­dad auto­crí­ti­ca, es casi siem­pre ocul­ta­do por esos crí­ti­cos del PRT que uste­des men­cio­na­ban. Pero rápi­da­men­te, ante el auto­gol­pe ocu­rri­do en julio de ese año, ape­nas 45 días des­pués de haber asu­mi­do el gobierno pero­nis­ta de Cám­po­ra-Solano Lima, hubo una nue­va con­vo­ca­to­ria elec­to­ral para sep­tiem­bre. El PRT impul­só con ímpe­tu la pre­sen­ta­ción de la fór­mu­la Agus­tín Tos­co-Arman­do Jai­me, dos diri­gen­tes obre­ros. Pero el PRT no tuvo la fuer­za como para impo­ner­la como alter­na­ti­va elec­to­ral, ya que otras fuer­zas polí­ti­cas como Mon­to­ne­ros (orga­ni­za­ción arma­da pero­nis­ta con muchí­si­ma influen­cia de masas) y el PC (sta­li­nis­ta y de his­tó­ri­ca tra­di­ción de opo­si­ción a Perón) apo­ya­ron la fór­mu­la reac­cio­na­ria Juan Domin­go Perón-Isa­bel Perón, pre­sen­ta­da como de “libe­ra­ción o depen­den­cia”, que triun­fó cómo­da­men­te ante la fal­ta de una alter­na­ti­va elec­to­ral socia­lis­ta y revo­lu­cio­na­ria cla­ra y con pro­yec­ción de masas. Y ese nue­vo gobierno elec­to devino rápi­da­men­te no en “libe­ra­ción” sino en una fas­cis­ti­za­ción del régi­men sur­gi­do demo­crá­ti­ca­men­te. La tác­ti­ca elec­to­ral del PRT no era para “ganar” las elec­cio­nes, sino para ensan­char en el terreno polí­ti­co la hue­lla de un movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio en ascen­so. Esa debi­li­dad revo­lu­cio­na­ria tuvo con­se­cuen­cias nefastas.

En sín­te­sis, los movi­mien­tos revo­lu­cio­na­rios deben com­bi­nar todas las for­mas y saber cómo y cuán­do apli­car­las. El Che Gue­va­ra advir­tió des­de sus pri­me­ros escri­tos cuá­les debían ser los cri­te­rios que deben tener los movi­mien­tos revo­lu­cio­na­rios inci­pien­tes para deci­dir el ini­cio de luchas arma­das. Y advir­tió expre­sa­men­te que, cuan­do exis­ten expec­ta­ti­vas de las masas en las polí­ti­cas ins­ti­tu­cio­na­les bur­gue­sas, los revo­lu­cio­na­rios no deben ignorarlas.

Pre­gun­ta: Vol­vien­do al PRT, si bien apa­re­cen con niti­dez las cau­sas de la derro­ta, lo que a veces no que­da cla­ro en nin­gu­na de las expli­ca­cio­nes y libros que se han rea­li­za­do sobre el tema por los pro­pios pro­ta­go­nis­tas de esa tre­men­da his­to­ria es ¿cuá­les fue­ron las cau­sas más pro­fun­das que impi­die­ron la recons­truc­ción del PRT o de un par­ti­do revo­lu­cio­na­rio que reco­gie­ra su lega­do? Sin dudas, en todo ello influ­ye­ron sub­je­ti­vi­da­des de todo tipo, pero ¿nos podrías seña­lar las que, a tu jui­cio, fue­ron las más impor­tan­tes? Y la pre­gun­ta tie­ne que ver tam­bién con el alcan­ce con­ti­nen­tal de este pro­ble­ma, por­que el MIR en Chi­le y los Tupa­ma­ros en Uru­guay tam­po­co han podi­do recom­po­ner­se, a pesar que vas­tos sec­to­res los reco­no­cen como lo más avan­za­do, jun­to al PRT, que tuvo nues­tro continente.

Abel Bo: El pri­mer éxi­to de la con­tra­rre­vo­lu­ción en Argen­ti­na fue cor­tar­nos de cua­jo a los revo­lu­cio­na­rios el víncu­lo con las masas, en pri­mer lugar con la cla­se tra­ba­ja­do­ra, y ani­qui­lar físi­ca­men­te lo mejor de nues­tra mili­tan­cia. Eso pro­vo­có una doble rup­tu­ra: la de los víncu­los impres­cin­di­bles con la base social y los víncu­los y la con­ti­nui­dad inte­rior del par­ti­do revo­lu­cio­na­rio. Eso quie­re decir que a pesar de nues­tro desa­rro­llo, no está­ba­mos lo sufi­cien­te­men­te pre­pa­ra­dos para resis­tir y enfren­tar seme­jan­te emba­te terro­ris­ta. En el caso de nues­tro PRT es más noto­rio y con­tra­dic­to­rio, por­que si algo tenía en cla­ro el gru­po diri­gen­te bas­tan­te antes del últi­mo gol­pe mili­tar de mar­zo del 76, era en qué con­sis­tía el plan de exter­mi­nio que, por otra par­te –y es bueno remar­car­lo– ya esta­ba en mar­cha bajo el régi­men cons­ti­tu­cio­nal fas­cis­ti­za­do. Esa com­pre­sión no era asu­mi­da tal como se la enun­cia­ba por gran par­te de la mili­tan­cia, muy nue­va y toda­vía inex­per­ta. Pero tam­bién por pro­pios miem­bros de la direc­ción. Me cons­ta cómo un res­pon­sa­ble mili­tar regio­nal, que lle­gó a ser miem­bro del Buró Polí­ti­co, le des­acon­se­jó a otro com­pa­ñe­ro que se replie­gue de sus luga­res de tra­ba­jo, tal como fue la orien­ta­ción pre­ci­sa que la direc­ción había dado a toda la mili­tan­cia. Argu­men­tó que lo pon­dría más en evi­den­cia. Menos de un mes des­pués del gol­pe de mar­zo 76, el com­pa­ñe­ro fue secues­tra­do de su lugar de tra­ba­jo. Es ape­nas una dolo­ro­sa anéc­do­ta que reve­la una con­duc­ta irres­pon­sa­ble en un dirigente.

Y en la dis­per­sión que pro­vo­có esa derro­ta no tuvi­mos la capa­ci­dad de reor­ga­ni­zar­nos en nue­vas y mucho más difí­ci­les con­di­cio­nes. El auge del movi­mien­to de masas esta­ba ago­ta­do y demo­ra­mos como orga­ni­za­ción en per­ci­bir­lo. Supo­nía­mos, erró­nea­men­te, que el movi­mien­to obre­ro, con su lar­ga expe­rien­cia de resis­ten­cia a ante­rio­res dic­ta­du­ras, iba a reani­mar­se más rápi­da­men­te, cosa que no ocu­rrió por la acción del terro­ris­mo dic­ta­to­rial y por­que las masas no tuvie­ron delan­te una opción polí­ti­ca uni­fi­ca­da, cla­ra. La uni­dad revo­lu­cio­na­ria no se con­cre­tó y ese fue un fac­tor polí­ti­co deci­si­vo. Este es todo un tema a con­si­de­rar: cómo y por qué las fuer­zas revo­lu­cio­na­rias no logra­mos la unificación.

La rup­tu­ra de la con­ti­nui­dad revo­lu­cio­na­ria fue deter­mi­nan­te. En la derro­ta aflo­ra­ron todas nues­tras debi­li­da­des. Está cla­ro que per­di­mos a los mejo­res mili­tan­tes que, con mucha expe­rien­cia, supie­ron en el perío­do ante­rior ges­tar este pro­yec­to polí­ti­co, que tuvie­ron capa­ci­dad de pre­ver muchos acon­te­ci­mien­tos polí­ti­cos, pero que no fue­ron lo sufi­cien­te­men­te pre­vi­so­res de todos los aspec­tos por venir. Los que siguie­ron, los que segui­mos, no tuvi­mos esa capa­ci­dad. Y en esa dis­per­sión apa­re­cie­ron todo tipo de erro­res, de des­via­cio­nes. Como sos­te­nía San­tu­cho en los deba­tes pre­vios al 5° Con­gre­so de 1970, la capa­ci­dad de reac­ción del par­ti­do está en rela­ción direc­ta con la con­duc­ta de su direc­ción. Y a par­tir de 1977, lo que que­dó como direc­ción fue pre­sa de todo tipo de erro­res. Segu­ra­men­te esto esta­ba incu­ba­do antes, pero ¿cómo saber­lo antes? ¿Cómo detec­tar­lo antes? Pue­do decir que Min­go Men­na, en noviem­bre de 1975, tenía ya esta intui­ción –me la trans­mi­tió per­so­nal­men­te – , por eso se había pues­to al fren­te como secre­ta­rio de Orga­ni­za­ción del Buró Polí­ti­co, de una tarea de reor­ga­ni­za­ción, de demo­cra­ti­za­ción le lla­ma­ba él, del PRT. No ocu­rrió por­que no hubo tiempo.

Para enun­ciar lo que creo que fue la mayor debi­li­dad del PRT es que se cons­tru­yó al calor de un auge, en que todo era impe­rio­so, era una vorá­gi­ne. En la marea del auge, las incon­sis­ten­cias de for­ma­ción ideo­ló­gi­ca y las fallas en la segu­ri­dad, pasan más o menos des­aper­ci­bi­das. En el reflu­jo, salen a la super­fi­cie. No voy a entrar en las defec­cio­nes per­so­na­les, sí en las ideo­ló­gi­co-polí­ti­cas. Ante la derro­ta y la des­ar­ti­cu­la­ción, hubo quie­nes cues­tio­na­ron, pri­me­ro lar­va­da­men­te, los con­cep­tos bási­cos de la polí­ti­ca del PRT. Cues­tio­na­ron el pro­yec­to de nues­tra revo­lu­ción como anti­im­pe­ria­lis­ta y socia­lis­ta, atri­bu­yen­do a esa carac­te­ri­za­ción los erro­res. Otros cues­tio­na­ron nues­tra pro­pues­ta socia­lis­ta en un país con pre­do­mi­nio ideo­ló­gi­co popu­lis­ta. Sur­gie­ron pos­tu­ras indi­vi­dua­les o gru­pa­les que lle­va­ron a con­for­mar corrien­tes demo-popu­lis­tas algu­nos, neos­ta­li­nis­tas otros. Inclu­so quie­nes argu­men­ta­ron que la derro­ta fue por impul­sar la lucha arma­da y otros que el error fue cons­truir un par­ti­do con cri­te­rio leni­nis­ta. Como vemos, hubo de todo y debe­mos seña­lar aquí el aban­dono de los prin­ci­pios, lo que es gra­ve e irre­ver­si­ble cuan­do en eso incu­rren mili­tan­tes en con­di­ción de diri­gen­tes, a quie­nes el con­jun­to les tenía con­fian­za. Rota la con­fian­za, rota has­ta la con­fra­ter­ni­dad que carac­te­ri­zó al PRT, ya nada se pudo recons­truir colectivamente. 

Por eso no hay un balan­ce común, y cada cual saca el suyo. Segu­ra­men­te otros com­pa­ñe­ros ten­drán más apor­tes y algu­nos no coin­ci­di­rán con estas refle­xio­nes, par­cial o total­men­te. Des­de ya que no com­par­to nada con los escri­bas que per­te­ne­cie­ron a la orga­ni­za­ción y dicen haber “des­cu­bier­to” que San­tu­cho no era mar­xis­ta sino “demó­cra­ta revo­lu­cio­na­rio”, o que su crí­ti­ca al popu­lis­mo pero­nis­ta era por pro­ve­nir de una fami­lia con adhe­sión a la Unión Cívi­ca Radi­cal. Ni tam­po­co con “crí­ti­cos” como el filó­so­fo pero­nis­ta Fein­mann que nos tra­ta de “locos”, “foquis­tas” y tan­tos epí­te­tos lle­nos de calum­nias. En ese terreno entró tam­bién el ex tupa­ma­ro Fer­nán­dez Hui­do­bro que, ade­más de cana­lla­das, impu­ta al PRT haber sido “trots­kis­ta” y de haber “colo­ni­za­do” a los tupas con la teo­ría del par­ti­do proletario.

Con carac­te­rís­ti­cas simi­la­res, la des­ar­ti­cu­la­ción has­ta su extin­ción, afec­tó a otras orga­ni­za­cio­nes revo­lu­cio­na­rias argen­ti­nas. Lo del PRT resal­ta más, y me due­le más, por­que fue el par­ti­do mar­xis­ta que con más auda­cia revir­tió el fenó­meno his­tó­ri­co de divor­cio del mar­xis­mo con la cla­se obre­ra en Argentina. 

Sabe­mos que pro­ce­sos simi­la­res afec­ta­ron al MIR chi­leno y a los tupas uru­gua­yos. He com­par­ti­do con ellos algu­nas tareas inter­na­cio­na­lis­tas. Son ellos quie­nes deben sacar sus pro­pias con­clu­sio­nes y com­par­tir­las en esta tarea de la recons­truc­ción, por­que la revo­lu­ción socia­lis­ta sigue sien­do posi­ble y necesaria.

Pre­gun­ta: Des­pués de las dic­ta­du­ras mili­ta­res que vivi­mos en los dis­tin­tos paí­ses lati­no­ame­ri­ca­nos se ins­tau­ró la demo­cra­cia bur­gue­sa como la úni­ca alter­na­ti­va posi­ble. Sur­gió con mucha fuer­za la izquier­da capi­ta­lis­ta con la misión expre­sa de domes­ti­car a la cla­se obre­ra y muchos otros fac­to­res de domi­na­ción: la delin­cuen­cia común que cre­ce, el nar­co­trá­fi­co, los nue­vos meca­nis­mos de terror. Sin dudas, esta­mos des­mo­vi­li­za­dos. ¿Cómo se logra nue­va­men­te la movi­li­za­ción entonces? 

Abel Bo: Nue­va­men­te, las situa­cio­nes son muy disí­mi­les. No se pue­de equi­pa­rar las situa­cio­nes de Vene­zue­la y Boli­via don­de trans­cu­rren pro­ce­sos de refor­mas –a su vez de dife­ren­te ori­gen– con gobier­nos con res­pal­do de masas, con las cir­cuns­tan­cias de otros paí­ses. En Argen­ti­na, el gobierno del pero­nis­mo K (¡hay un mon­tón de pero­nis­mos!) emer­gió tras el derrum­be ins­ti­tu­cio­nal de 2001, cri­sis a la que lle­vó el pro­pio pero­nis­mo en su ver­sión ultra­li­be­ral que gober­nó toda la déca­da del 90 con Menem a la cabe­za y el apo­yo de muchos que hoy son “crí­ti­cos” de esos años, pero que fue­ron co-res­pon­sa­bles de la apli­ca­ción de pla­nes de pri­va­ti­za­cio­nes, baja sala­rial, des­em­pleo masi­vo, etc. Lo que ocu­rrió en la cri­sis 2001 – 2002 fue una rebe­lión demo­crá­ti­ca… ¡con­tra la ins­ti­tu­cio­na­li­dad demo­crá­ti­ca! Fue el momen­to del “¡Que se vayan todos!”, y como la rebe­lión no parió una alter­na­ti­va polí­ti­ca den­tro del mis­mo sen­ti­do en que se movía –no era un movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio– el pero­nis­mo tuvo la capa­ci­dad de recom­po­ner esa mis­ma ins­ti­tu­cio­na­li­dad com­bi­nan­do, con Duhal­de a la cabe­za, la repre­sión a los movi­mien­tos socia­les con una sali­da elec­to­ral. El pero­nis­mo K supo tomar muchos de esos recla­mos demo­crá­ti­cos para recom­po­ner el capi­ta­lis­mo. ¡Y a esto la dere­cha aquí lo cali­fi­ca como “tros­ko­le­ni­nis­mo”! Nin­gu­na fuer­za revo­lu­cio­na­ria tuvo (tuvi­mos) la capa­ci­dad de ele­var esa for­mi­da­ble movi­li­za­ción demo­crá­ti­ca y asam­blea­ria en una opción demo­crá­ti­ca y revolucionaria.

En Argen­ti­na exis­tió una movi­li­za­ción inmen­sa. Lo que no tuvi­mos, no tene­mos, es una inser­ción polí­ti­ca y orga­ni­za­ti­va como para inci­dir en el rum­bo polí­ti­co. Exis­ten aún nume­ro­sas movi­li­za­cio­nes, pero abso­lu­ta­men­te frag­men­ta­das, que no madu­ran ni se gene­ra­li­zan, pre­ci­sa­men­te por­que la muy débil inser­ción de los peque­ños y dis­per­sos des­ta­ca­men­tos revo­lu­cio­na­rios oca­sio­na que esas movi­li­za­cio­nes no se tra­duz­can en ver­da­de­ras luchas de clases.

La res­pues­ta al inte­rro­gan­te es polí­ti­ca, y en mi opi­nión se debe cen­trar en la tarea de inser­ción que se logra con mili­tan­cia, con edu­ca­ción y for­ma­ción de esa mili­tan­cia, con tareas de agi­ta­ción y pro­pa­gan­da ten­dien­tes a lograr inser­ción en la cla­se tra­ba­ja­do­ra. Es un desa­fío muy fuer­te y difí­cil, por­que el pre­do­mi­nio de la ideo­lo­gía de la con­ci­lia­ción de cla­ses en los movi­mien­tos de masas sigue vigen­te. Y por­que en las orga­ni­za­cio­nes sin­di­ca­les y popu­la­res, inclu­so en gran par­te del acti­vis­mo, no exis­te una con­cien­cia socia­lis­ta a pesar de la volun­tad de lucha. Exis­te una gran inex­pe­rien­cia polí­ti­ca y una inca­pa­ci­dad para inter­ve­nir en polí­ti­ca, tal como ésta ocu­rre. La caren­cia de una orga­ni­za­ción revo­lu­cio­na­ria refuer­za esa ten­den­cia nega­ti­va. Exis­ten muchí­si­mos repa­ros y pre­jui­cios con­tra una cons­truc­ción revo­lu­cio­na­ria. Por eso la bata­lla de ideas está a la orden del día.

Pre­gun­ta: Hay quien dice que el con­cep­to de cla­se obre­ra ha cam­bia­do y que, de tal for­ma, hay que actua­li­zar el mar­xis­mo. Estos argu­men­tos se escu­chan des­de la izquier­da capi­ta­lis­ta y tam­bién de muchos sec­to­res revo­lu­cio­na­rios. ¿Cuá­les son los nue­vos ras­gos de la cla­se obre­ra en este esce­na­rio? ¿Real­men­te debe­mos cam­biar el con­cep­to de cla­se obrera? 

Abel Bo: El mar­xis­mo, como nos ense­ña­ba Lenin, des­de que se con­vir­tió en una cien­cia mere­ce que se lo tra­te como tal. En con­se­cuen­cia, pien­so que el mar­xis­mo sólo pue­de exis­tir a con­di­ción de revo­lu­cio­nar­se per­ma­nen­te­men­te. Pero ¡ojo! Revo­lu­cio­nar­se no quie­re decir de nin­gu­na mane­ra per­der su esen­cia. Hace más de dos déca­das, hay una inten­sa labor ideo­ló­gi­ca anti­mar­xis­ta dis­fra­za­da de “mar­xis­mo”. ¿O aca­so no han escu­cha­do decir que el impe­ria­lis­mo ya no exis­te o que la lucha por el poder polí­ti­co no tie­ne sen­ti­do? Des­pués del triun­fo de las con­tra­rre­vo­lu­cio­nes, ésta ha sido la más impor­tan­te vic­to­ria burguesa.

La cla­se obre­ra ha sufri­do impor­tan­tes modi­fi­ca­cio­nes, tan­to como las tuvo el capi­ta­lis­mo. Hace 40 años aquí pre­do­mi­na­ban las moda­li­da­des for­dis­ta y tay­lo­ris­ta. Las cri­sis de acu­mu­la­ción, la ten­den­cia decre­cien­te de la tasa de ganan­cia y la mag­ni­tud y exten­sión de las luchas obre­ras anti­pa­tro­na­les, for­za­ron al capi­ta­lis­mo a modi­fi­car­se. Así sur­gie­ron las inno­va­cio­nes tec­no­ló­gi­cas, la intro­duc­ción de las nue­vas tec­no­lo­gías infor­ma­ti­za­das en los sis­te­mas de pro­duc­ción y ser­vi­cios, las moda­li­da­des “a la japo­ne­sa” como el “círcu­lo de cali­dad”, el “jus­to a tiem­po”, el “stock cero”, la “ter­ce­ri­za­ción”, etc., etc., que mol­dean un tipo de cla­se tra­ba­ja­do­ra dife­ren­te a la de las déca­das del 40 al 70 del siglo pasa­do. Pero esas modi­fi­ca­cio­nes ocu­rrie­ron tam­bién en el pasa­do. El pro­le­ta­ria­do de los 50 a los 70 fue bas­tan­te dife­ren­te al de las pri­me­ras déca­das del siglo XX. Los sin­di­ca­tos en esas dis­tin­tas épo­cas fue­ron dis­tin­tos, muy masi­vos, y aun­que aquí estu­vie­ron suje­tos al ver­ti­ca­lis­mo buro­crá­ti­co ideo­ló­gi­ca­men­te sus­ten­ta­do en la con­ci­lia­ción de cla­ses, sur­gie­ron pode­ro­sas ver­tien­tes cla­sis­tas que pusie­ron en jaque a ese domi­nio buro­crá­ti­co propatronal.

En la actua­li­dad, la cla­se obre­ra está menos con­cen­tra­da labo­ral­men­te y mucho más dis­per­sa. Inclu­so, den­tro de una mis­ma empre­sa o repar­ti­ción hay tra­ba­ja­do­res en blan­co y nume­ro­sas moda­li­da­des de empleo “en negro”, lo que divi­de inter­na­men­te a los tra­ba­ja­do­res. Al mis­mo tiem­po, hay una inmen­sa masa de des­em­plea­dos que supera numé­ri­ca­men­te al his­tó­ri­co “ejér­ci­to de reser­va” del capi­ta­lis­mo. Hay ya una gene­ra­ción de fami­lias tra­ba­ja­do­ras que no cono­cen el empleo for­mal, muchos jóve­nes que nun­ca “mar­ca­ron tar­je­ta” como deci­mos aquí. Pero no hay menos cla­se tra­ba­ja­do­ra como fal­sa­men­te sos­tie­nen esos “ana­lis­tas” que uste­des hacen men­ción. Sobre una pobla­ción de 40 millo­nes de habi­tan­tes, hay unos 15 millo­nes de tra­ba­ja­do­res. Pero un 40% (o más, según las regio­nes) tra­ba­ja “en negro”. El por­cen­ta­je de sin­di­ca­li­za­ción es bají­si­mo com­pa­ra­do con nues­tro pasa­do. La legis­la­ción labo­ral retro­ce­dió casi medio siglo, aún a pesar que en los últi­mos años se recu­pe­ra­ron par­cial­men­te algu­nas con­quis­tas. El tele­gra­ma de des­pi­do sigue sien­do un pode­ro­so ins­tru­men­to de terror a pesar de un repun­te del empleo en el perío­do 2003 – 2007. La des­ocu­pa­ción per­ma­nen­te y el sub­em­pleo siguen sien­do un pro­ble­ma masi­vo. Y todo esto des­pués de una recom­po­si­ción capi­ta­lis­ta con cre­ci­mien­to del Pro­duc­to Bru­to iné­di­to, tan­to indus­trial como agra­rio y de servicios.

Esta es la des­crip­ción de los nue­vos ras­gos de la cla­se obre­ra. Pero en Argen­ti­na siguen exis­tien­do gran­des y media­nas indus­trias auto­mo­tri­ces y auto­par­tis­tas con cifras récord de pro­duc­ción, agro­in­dus­trias des­de el pro­ce­sa­mien­to de pro­duc­tos del cam­po has­ta fabri­ca­ción de maqui­na­ria, indus­trias petro­quí­mi­cas de altí­si­mo ren­di­mien­to, lo mis­mo que de bio­tec­no­lo­gía. Y cien­tos de miles de peque­ñas indus­trias de todo tipo. La cons­truc­ción, con alti­ba­jos, ha teni­do una gran expan­sión, lo mis­mo que las obras via­les, a pesar de que tene­mos un tre­men­do défi­cit habi­ta­cio­nal y de desa­rro­llo vial, suma­do a un dete­rio­ro mons­truo­so de nues­tras vías ferro­via­rias. Todo esto para abor­dar el inte­rro­gan­te acer­ca de si debe­mos cam­biar el “con­cep­to” de cla­se obre­ra. Pues no. El nue­vo pro­le­ta­ria­do pro­du­ce más que antes y ade­más, pro­du­ce en con­di­cio­nes de mayor explo­ta­ción. Es decir, se le expro­pia mayor plus­va­lía. ¿Quié­nes, si no son obre­ros los que pro­du­cen con su tra­ba­jo seme­jan­te rique­za? Lo hacen en con­di­cio­nes muy dife­ren­tes a las de hace 40 años, ¡pero tra­ba­jan, pro­du­cen más que antes y son explo­ta­dos más que antes!

Pre­gun­ta: ¿La cla­se obre­ra sigue sien­do el suje­to de la revolución?

Abel Bo: Si por revo­lu­ción enten­de­mos que se tra­ta de un pro­ce­so polí­ti­co-eco­nó­mi­co-cul­tu­ral de cam­bio de rela­cio­nes de poder y de pro­duc­ción, de trán­si­to del capi­ta­lis­mo hacia la pro­pie­dad colec­ti­va de esos medios de pro­duc­ción y la ins­ta­la­ción de un nue­vo poder polí­ti­co, deci­si­va­men­te sí: la cla­se obre­ra es el suje­to de esa revo­lu­ción por venir. Esta­mos hablan­do de aquel con­cep­to del Che: revo­lu­ción socia­lis­ta y no cari­ca­tu­ra de revolución.

Decir que es el suje­to no impli­ca negar que haya tam­bién otros pro­ta­go­nis­tas socia­les. Así tam­bién lo era en la incon­clu­sa revo­lu­ción de los 60 y 70. Los cam­pe­si­nos tra­ba­ja­do­res, los pro­fe­sio­na­les, cien­tí­fi­cos y téc­ni­cos, los edu­ca­do­res y tan­tos asa­la­ria­dos no pro­le­ta­rios, una exten­sa peque­ño-bur­gue­sía. La revo­lu­ción social los nece­si­ta y ellos pue­den des­ple­gar sus ener­gías inte­lec­tua­les y labo­ra­les en una nue­va estruc­tu­ra eco­nó­mi­ca y política.

Pero para que la cla­se obre­ra se sien­ta suje­to de una revo­lu­ción es nece­sa­rio un cam­bio sub­je­ti­vo. Y lo mis­mo entre esos sec­to­res asa­la­ria­dos no pro­le­ta­rios, poten­cia­les alia­dos y bene­fi­cia­rios de una revo­lu­ción. Obje­ti­va­men­te, la reali­dad mate­rial de la estruc­tu­ra eco­nó­mi­ca y de ser­vi­cios nos ha acer­ca­do al pun­to de par­ti­da para ini­ciar el trán­si­to al socia­lis­mo. Sub­je­ti­va­men­te, los fra­ca­sos y las rela­cio­nes de fuer­za des­fa­vo­ra­bles, nos han alejado.

Pre­gun­ta: Para levan­tar el tra­ba­jo de masas y el cre­ci­mien­to de los movi­mien­tos revo­lu­cio­na­rios se ha plan­tea­do el tra­ba­jo de base, tra­ba­jo de hor­mi­ga, de orga­ni­za­ción casa por casa prác­ti­ca­men­te. ¿Y no es eso lo que, a su modo, hacen las actua­les igle­sias evan­gé­li­cas, exten­di­das por toda Latinoamérica? 

Abel Bo: En pri­mer lugar debo decir que el tra­ba­jo de masas, de base, de hor­mi­ga, fue una labor que desa­rro­lla­mos los movi­mien­tos revo­lu­cio­na­rios en los años 60 y 70. No es algo nue­vo, todo lo con­tra­rio. Sim­ple­men­te que hoy debe­mos hacer­lo en con­di­cio­nes muy dife­ren­tes, tal como lo hemos des­crip­to. De lo con­tra­rio, sería otra vez fal­sear el derro­te­ro his­tó­ri­co tal cual como suce­dió. Ese tra­ba­jo se hizo y está muy bien que se empren­da nue­va­men­te. De hecho, hay ya muchos que lo hacen, y mi res­pe­to y elo­gio a todos esos des­ta­ca­men­tos, más allá que no coin­ci­da con tal o cual pro­pues­ta polí­ti­ca o con las for­mas que algu­nos lo hacen.

Res­pec­to a rela­cio­nar­lo con el tra­ba­jo de igle­sias evan­gé­li­cas, la com­pa­ra­ción no me pare­ce váli­da, si de pers­pec­ti­va revo­lu­cio­na­ria se tra­ta. Una cosa es enten­der y res­pe­tar las moti­va­cio­nes reli­gio­sas que ani­man a dife­ren­tes gru­pos a soli­da­ri­zar­se con el pró­ji­mo en situa­ción de mise­ria o explo­ta­ción, y otra cosa es que esas acti­vi­da­des tien­dan a orga­ni­zar social y polí­ti­ca­men­te a las cla­ses tra­ba­ja­do­ras para asu­mir en sus manos la direc­ción de la pro­duc­ción indus­trial y agra­ria, para apro­piar­se de la cien­cia para trans­for­mar las rela­cio­nes de pro­duc­ción o para cam­biar de raíz el poder polí­ti­co. En todas las revo­lu­cio­nes autén­ti­cas, o en movi­mien­tos revo­lu­cio­na­rios que no triun­fa­ron, han teni­do pro­ta­go­nis­mo per­so­nas o corrien­tes que pro­fe­san y tie­nen moti­va­cio­nes reli­gio­sas. De hecho los hubo en la vic­to­rio­sa Revo­lu­ción San­di­nis­ta y en la frus­tra­da revo­lu­ción sal­va­do­re­ña. Los hubo en los movi­mien­tos revo­lu­cio­na­rios de Bra­sil, Chi­le y Argen­ti­na. Pero no se tra­ta de una cues­tión de fe, se tra­ta de una revo­lu­ción polí­ti­ca y social.

Pre­gun­ta: Lo de las igle­sias evan­gé­li­cas apun­ta­ba a mos­trar cómo la dere­cha se ha apro­pia­do de una estra­te­gia que usa a su favor: está en cada barrio o en cada comu­ni­dad rural lle­van­do un men­sa­je para nada revo­lu­cio­na­rio, por el con­tra­rio: des­po­li­ti­za­do, un ver­da­de­ro “opio para los pue­blos”. Sin dudas, los movi­mien­tos popu­la­res en Lati­noa­mé­ri­ca, aque­llos que son fer­men­to de cam­bio, están bas­tan­te gol­pea­dos. ¿Cómo se podrán poner de nue­vo en pie de lucha?

Abel Bo: En pri­mer lugar, la situa­ción de los movi­mien­tos popu­la­res en Nues­tra Amé­ri­ca es muy disí­mil, por lo cual no pue­do dar una res­pues­ta gene­ra­li­za­da. En Argen­ti­na, la situa­ción de los movi­mien­tos obre­ros, cam­pe­si­nos y popu­la­res es des­igual. Sin duda, no esta­mos a la ofen­si­va en la corre­la­ción de fuer­zas fren­te al poder y las cla­ses pro­pie­ta­rias. La situa­ción mejo­ró nota­ble­men­te a par­tir de la rebe­lión popu­lar de 2001 – 2002, pero esa rebe­lión no tuvo como eje al movi­mien­to obre­ro orga­ni­za­do como fue a par­tir de 1969, ni parió orga­ni­za­cio­nes revo­lu­cio­na­rias como ocu­rrió en el perío­do de auge 1969 – 75. Fue, como seña­lé antes, una rebe­lión demo­crá­ti­ca con­tra la ins­ti­tu­cio­na­li­dad demo­crá­ti­ca, moto­ri­za­da por el har­taz­go hacia el régi­men polí­ti­co y por el ham­bre –¡sí, el ham­bre en Argen­ti­na!– y la fal­ta de tra­ba­jo. La con­sig­na “¡Que se vayan todos!” no tenía una pro­pues­ta para el día des­pués que se vayan todos, asu­mi­da masi­va­men­te. La rebe­lión no abrió una situa­ción revo­lu­cio­na­ria, sino ape­nas revo­lu­cio­nó el esta­do de áni­mo, sacu­dió del letar­go a impor­tan­tes sec­to­res popu­la­res. Pero no lle­gó más allá. Y por eso se que­da­ron, así, con k, por­que esa varian­te del pero­nis­mo pudo manio­brar para recom­po­ner la ins­ti­tu­cio­na­li­dad y recons­truir el capi­ta­lis­mo nacio­nal, tal cual era y es su objetivo.

Los movi­mien­tos pique­te­ros, inte­gra­dos masi­va­men­te por tra­ba­ja­do­res des­ocu­pa­dos que fue­ron el con­tin­gen­te más impor­tan­te de esas movi­li­za­cio­nes, no pudie­ron con­ver­tir­se en eje de reor­ga­ni­za­ción de toda la cla­se tra­ba­ja­do­ra. Des­de los tra­ba­ja­do­res sin­di­ca­li­za­dos, la par­ti­ci­pa­ción fue de sec­to­res que se movie­ron en ausen­cia o con­tra las deci­sio­nes de las direc­ti­vas de sus gre­mios. Las buro­cra­cias de la tra­di­cio­nal CGT, ausen­tes. La direc­ti­va nacio­nal de la CTA, nue­va cen­tral auto­pro­cla­ma­da alter­na­ti­va, se borró en las jor­na­das deci­si­vas. En el seno de los gre­mios empe­za­ron a flo­re­cer corrien­tes demo­crá­ti­cas, anti­bu­ro­crá­ti­cas y algu­nas cla­sis­tas. Este fenó­meno, muy ata­ca­do y repri­mi­do des­de el poder polí­ti­co, empre­sa­rial y buro­crá­ti­co-sin­di­cal, aún no se ha gene­ra­li­za­do. Y el nue­vo cla­sis­mo no encuen­tra un pun­to de uni­dad como para pro­yec­tar­se como una alter­na­ti­va sin­di­cal atra­yen­te, con fuer­za, a las bases. En este impor­tan­te sec­tor, pre­do­mi­nan a mi modo de ver, los méto­dos mani­je­ros, sec­ta­rios, que repro­du­cen en gran medi­da los vicios de la polí­ti­ca bur­gue­sa o buro­crá­ti­ca que cues­tio­nan. Por otra par­te, en for­ma frag­men­ta­da y sin víncu­los ori­gi­na­les entre sí, sur­gió el pro­ce­so de recu­pe­ra­ción de fábri­cas aban­do­na­das por sus due­ños. Se tra­ta de un fenó­meno casi iné­di­to, ya que no sur­gió como un pro­ce­so de lucha por el con­trol obre­ro, sino por el aban­dono patro­nal. Es una expe­rien­cia auto­ges­tio­na­ria mag­ní­fi­ca que pone de relie­ve pre­ci­sa­men­te cómo y por qué la cla­se obre­ra sigue sien­do el suje­to de una revo­lu­ción nece­sa­ria. Pero es un fenó­meno toda­vía muy res­trin­gi­do y que enfren­ta todo el emba­te del régi­men eco­nó­mi­co y polí­ti­co vigen­te. Cua­li­ta­ti­va­men­te es de una poten­cia­li­dad inmen­sa, cuan­ti­ta­ti­va­men­te aún no destaca.

Poner en pie de lucha, en un esca­lón supe­rior al actual, a todos estos sec­to­res obre­ros y popu­la­res es una cues­tión polí­ti­ca. Nin­gún sec­tor tie­ne por sí solo la capa­ci­dad de hacer­lo. Algu­nos no se lo pro­po­nen. Y los que sí se lo plan­tean, no tie­nen la sufi­cien­te auto­ri­dad polí­ti­ca como para lograr esos pri­me­ros pasos uni­ta­rios. Cuan­do afir­mo que se tra­ta de una cues­tión polí­ti­ca, hay que seña­lar que un impor­tan­te sec­tor del acti­vis­mo es renuen­te pre­ci­sa­men­te a eso, a con­for­mar una orga­ni­za­ción polí­ti­ca. Una gran par­te del pue­blo ve a “la polí­ti­ca” como un asun­to ajeno, como un asun­to de los polí­ti­cos y par­ti­dos del régi­men, en los que gene­ral­men­te no con­fían, pero –con­tra­dic­to­ria­men­te– a quie­nes les depo­si­tan su con­fian­za en las con­tien­das elec­to­ra­les. Favo­re­cen esta renuen­cia las con­duc­tas y los méto­dos de par­ti­dos y agru­pa­mien­tos de izquier­da. Toda­vía no ha madu­ra­do colec­ti­va­men­te la nece­si­dad de un par­ti­do polí­ti­co revo­lu­cio­na­rio, que es el ins­tru­men­to que podría ele­var el nivel de las luchas actua­les. Es otra secue­la del triun­fo contrarrevolucionario.

Pre­gun­ta: Pese a ese retro­ce­so en la lucha popu­lar en todo nues­tro con­ti­nen­te, se man­tie­nen aún los movi­mien­tos revo­lu­cio­na­rios arma­dos en Colom­bia (con dos fuer­zas ope­ra­ti­vas) y en Chia­pas, en el sur de Méxi­co. ¿Qué pers­pec­ti­vas les ves hoy a esas propuestas?

Abel Bo: En pri­mer lugar, debo reite­rar que el retro­ce­so de las luchas popu­la­res es des­igual y que en muchos terre­nos y en algu­nos paí­ses, hay una reac­ti­va­ción, lo cual no quie­re decir un auge revo­lu­cio­na­rio. ¿Cómo carac­te­ri­zan uste­des la situa­ción de Vene­zue­la? No me impre­sio­na como un retro­ce­so. Res­pec­to de Colom­bia, la per­sis­ten­cia de las dos fuer­zas revo­lu­cio­na­rias en armas es un dato posi­ti­vo. Pero no me impre­sio­na como una situa­ción de auge. Los movi­mien­tos revo­lu­cio­na­rios han sido muy gol­pea­dos, per­dien­do des­ta­ca­dos mili­tan­tes y per­dien­do influen­cia tan­to geo­grá­fi­ca como en las cla­ses explo­ta­das. La alian­za de la oli­gar­quía local con el impe­ria­lis­mo es muy fuer­te y la exten­sión de las bases mili­ta­res y el inter­ven­cio­nis­mo yan­qui son datos nega­ti­vos. Es una situa­ción muy difí­cil para esos movi­mien­tos revo­lu­cio­na­rios. Méxi­co me pare­ce una situa­ción muy dis­tin­ta. El zapa­tis­mo se ha con­so­li­da­do en el sur y man­tie­ne una situa­ción de poder alter­na­ti­vo que el poder esta­tal bur­gués no ha podi­do derro­tar. Pero su opción polí­ti­ca no se gene­ra­li­za al res­to del inmen­so país que es Méxi­co. En otras regio­nes del país actúa des­de hace tiem­po el Ejér­ci­to Popu­lar Revo­lu­cio­na­rio, pero des­co­noz­co su gra­do de inser­ción de masas. Por otra par­te, exis­ten muchas fuer­zas sin­di­ca­les y popu­la­res que hoy mis­mo des­plie­gan inten­sas luchas, pero tam­po­co pue­den gene­ra­li­zar­se. Mi soli­da­ri­dad inter­na­cio­na­lis­ta con todos esos movi­mien­tos revo­lu­cio­na­rios colom­bia­nos y mexi­ca­nos no alcan­za como para pre­ci­sar cuá­les son sus perspectivas.

Pre­gun­ta: En for­ma para­le­la al retro­ce­so de la lucha popu­lar más agu­da, fue sur­gien­do en Lati­noa­mé­ri­ca un poten­te movi­mien­to que se plan­tea la refor­ma del sis­te­ma poco a poco; se habla de un socia­lis­mo del siglo XXI don­de la bur­gue­sía es nues­tra alia­da estra­té­gi­ca y un socia­lis­mo con pro­pie­dad pri­va­da sobre los medios de pro­duc­ción. Tales son los casos de Vene­zue­la, Boli­via, Ecua­dor, por nom­brar algu­nos. Estos pro­ce­sos han “embru­ja­do” a la mayo­ría de la izquier­da lati­no­ame­ri­ca­na, que les da un res­pal­do acrí­ti­co. ¿Esas son las revo­lu­cio­nes nece­sa­rias? ¿Ese es el pro­yec­to his­tó­ri­co de los revo­lu­cio­na­rios y de los pueblos? 

Abel Bo: Vamos por par­te. El socia­lis­mo, si lo alcan­za­mos, será de este siglo, eso espe­ro. Pero no tie­ne nada que ver con eti­que­tar al socia­lis­mo con un nue­vo adje­ti­vo cali­fi­ca­ti­vo o numé­ri­co. ¿Bur­gue­sía como “alia­da estra­té­gi­ca” de qué cosa? Las bur­gue­sías lati­no­ame­ri­ca­nas y cari­be­ñas son lo que el Che defi­nió en 1966, ana­li­zan­do una his­to­ria de más de medio siglo en el con­ti­nen­te. ¿Han cam­bia­do como para sumar­se a una trans­for­ma­ción socia­lis­ta? Den­me un solo ejemplo.

Otra cosa es cuál es su con­duc­ta polí­ti­ca en cada momen­to y país. En muchos luga­res, tie­nen fuer­tes con­tro­ver­sias con las bur­gue­sías yan­qui o euro­peas. Eso tam­po­co es nue­vo. Los his­tó­ri­cos movi­mien­tos popu­lis­tas en Nues­tra Amé­ri­ca han teni­do con­tro­ver­sias fuer­tes con el impe­ria­lis­mo y con otros sec­to­res del capi­ta­lis­mo local. ¿O aca­so el bogo­ta­zo de 1948, el ase­si­na­to de Elié­cer Gai­tán y el ini­cio de la gue­rra civil en Colom­bia no fue el resul­ta­do inme­dia­to de una vio­len­ta lucha inter­bur­gue­sa? El apris­mo en Perú, el priís­mo en Méxi­co, el var­guis­mo en Bra­sil, el mene­rreis­mo en Boli­via, el pero­nis­mo en Argen­ti­na han reco­rri­do esas tra­yec­to­rias. Más de una vez fue­ron derri­ba­dos por gol­pes mili­ta­res. ¿De alguno de esos popu­lis­mos sur­gió una revo­lu­ción? No. Algu­nos de esos movi­mien­tos polí­ti­cos ter­mi­na­ron pos­tra­dos al impe­ria­lis­mo que decían com­ba­tir y, para que no que­den más dudas, se alia­ron y con­sus­tan­cia­ron con ese impe­ria­lis­mo, y a par­tir de la era Reagan en EE.UU. se refor­zó esa sumi­sión. La hipó­te­sis de que en el trans­cur­so de una even­tual inter­ven­ción mili­tar impe­ria­lis­ta un movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio con fuer­te inser­ción de masas pue­da aliar­se a un sec­tor de la bur­gue­sía que se suble­ve a esa inva­sión, es eso, una hipótesis.

¿Qué ocu­rrió cuan­do las inva­sio­nes mili­ta­res a la Gua­te­ma­la refor­mis­ta de Arbenz en 1954 o a la Repú­bli­ca Domi­ni­ca­na de Bosch en 1965? Las bur­gue­sías, como cla­se, se some­tie­ron a los inva­so­res. ¿Qué ocu­rrió en el Chi­le de Allen­de en 1973 cuan­do des­pun­ta­ba un pro­ce­so refor­mis­ta? La bur­gue­sía se alzó en armas con­tra el refor­mis­mo sos­te­ni­da por EE.UU. ¿Qué pasó en Nica­ra­gua en 1979? Cuan­do el FSLN con arro­lla­do­ras fuer­zas gue­rri­lle­ras gene­ró una situa­ción insu­rrec­cio­nal, la dic­ta­du­ra somo­cis­ta se que­bró, pri­ván­do­se ese mis­mo régi­men del res­pal­do de otra par­te de la bur­gue­sía y allí sí, el movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio pudo alzar­se con el poder. Dos años des­pués, cuan­do el impe­ria­lis­mo des­en­ca­de­nó la gue­rra de agre­sión, la bur­gue­sía que no había sido des­po­ja­da de todas sus pro­pie­da­des, se sumó a la con­tra­rre­vo­lu­ción arma­da. ¿Qué pasó en El Sal­va­dor en la déca­da del 80, cuan­do el movi­mien­to insur­gen­te ya uni­fi­ca­do en el FMLN gene­ró una situa­ción revo­lu­cio­na­ria? La bur­gue­sía se lan­zó a la con­tra­rre­vo­lu­ción arma­da recla­man­do y con­si­guien­do la inter­ven­ción yan­qui. Esa es la historia.

Los pro­ce­sos de Vene­zue­la, Boli­via y Ecua­dor tie­nen raí­ces dis­tin­tas, con­flu­yen en el tiem­po y detec­tan impor­tan­tes pun­tos en común que los mue­ve a apo­yar­se mutua­men­te, por­que sopor­tan una ame­na­za impe­ria­lis­ta común. Sobre todo en Vene­zue­la y Boli­via tie­nen una for­mi­da­ble base de masas que mayo­ri­ta­ria­men­te res­pal­da las refor­mas. Se tra­ta de pro­ce­sos polí­ti­cos refor­mis­tas sur­gi­dos des­de la vie­ja ins­ti­tu­cio­na­li­dad, la cual a su vez van modi­fi­can­do. ¿En qué momen­to entra­rá en coli­sión defi­ni­ti­va ese pro­ce­so refor­mis­ta socio-eco­nó­mi­co y polí­ti­co con el capi­ta­lis­mo local y con el impe­ria­lis­mo? ¿Podrán reco­rrer esos pro­ce­sos los pasos de trans­for­mar­se de movi­mien­tos demo­crá­ti­cos hacia una tran­si­ción socia­lis­ta? ¿Exis­te esa deci­sión polí­ti­ca? Entre 1959 y 1961, en Cuba, un pro­ce­so de trans­for­ma­cio­nes polí­ti­cas demo­crá­ti­cas, con­fis­ca­cio­nes a empre­sas impe­ria­lis­tas y lati­fun­dios lle­vó inexo­ra­ble­men­te a con­ver­tir­se en socia­lis­ta, para no des­apa­re­cer, para cum­plir con­se­cuen­te­men­te el pro­gra­ma del Mon­ca­da. Pero en Cuba, el pun­to de par­ti­da arran­có con la con­quis­ta del poder polí­ti­co, tras una bre­ve gue­rra revo­lu­cio­na­ria que des­tru­yó la tira­nía de Batis­ta, y la bur­gue­sía cuba­na resi­dual fue que­bra­da en su capa­ci­dad de reac­ción por la Revo­lu­ción triunfante.

He tra­ta­do de expo­ner simi­li­tu­des y dife­ren­cias esen­cia­les. No estoy “embru­ja­do” por nadie. A muchos des­de aquí nos entu­sias­man esos pro­ce­sos, pero me inclu­yo entre los que no somos para nada acrí­ti­cos. No ten­go ni creo expec­ta­ti­vas en el capi­ta­lis­mo, por más refor­ma­do que sea. Las revo­lu­cio­nes socia­les son nece­sa­rias, pero no reco­no­cen tra­yec­to­rias idén­ti­cas ni deben hacer­se imi­ta­cio­nes ni cari­ca­tu­ras. El pro­yec­to de los revo­lu­cio­na­rios debe ser la revo­lu­ción anti­im­pe­ria­lis­ta y socia­lis­ta y en cada país debe plan­tear­se de acuer­do a su for­ma­ción socio-eco­nó­mi­ca y a sus tra­di­cio­nes his­tó­ri­cas. Al con­cep­to de revo­lu­ción no hay que des­na­tu­ra­li­zar­lo. Y cada revo­lu­ción, para lle­gar a ser tal, debe­rá legi­ti­mar­se ante las masas que la pro­ta­go­ni­zan para seguir sien­do revolución.

Pre­gun­ta: ¿Podrías hablar­nos un poco sobre la derro­ta polí­ti­ca del FSLN? ¿Dón­de se ori­gi­na esta derro­ta polí­ti­ca, cuá­les son los com­po­nen­tes más impor­tan­tes que van con­fi­gu­ran­do la derro­ta? ¿Cómo es eso de triun­fo mili­tar y derro­ta polí­ti­ca? Todas estas pre­gun­tas sur­gen jus­ta­men­te por­que se dice en algu­nos círcu­los que no exis­tió tal derro­ta polí­ti­ca, sino que lo que se dio fue un refor­mis­mo arma­do que fre­nó obje­ti­va­men­te el desa­rro­llo de posi­cio­nes revolucionarias.

Abel Bo: Cla­ro, sue­na con­tra­dic­to­rio eso de “triun­fo mili­tar y derro­ta polí­ti­ca”. Pues sí, hay acon­te­ci­mien­tos muy con­tra­dic­to­rios en la his­to­ria, tan­tos como en todos los terre­nos de la vida. Res­pon­der esta inquie­tud me lle­va a recor­dar un bre­ve escri­to del vie­jo Pedro Mile­si, obre­ro revo­lu­cio­na­rio argen­tino, lucha­dor des­de 1912 en el levan­ta­mien­to agra­rio cono­ci­do como El gri­to de Alcor­ta has­ta el cor­do­ba­zo de 1969 y el vibo­ra­zo de 1971, suble­va­cio­nes obre­ras urba­nas en las que tam­bién par­ti­ci­pó; atra­ve­só varias gene­ra­cio­nes y allá, por los años 60 y 70, nos ense­ñó mucho. El vie­jo Pedro escri­bió un rela­to sobre el 17 de octu­bre de 1945, aque­lla gran movi­li­za­ción obre­ra que, a par­tir de una huel­ga gene­ral recla­man­do la excar­ce­la­ción del enton­ces vice­pre­si­den­te y secre­ta­rio de Tra­ba­jo y Pre­vi­sión, el coro­nel Juan Perón, se con­vir­tió en el epi­so­dio fun­dan­te del pero­nis­mo (Car­ta del vie­jo Pedro a los com­pa­ñe­ros Pero­nis­tas de Base, 1971). El vie­jo Pedro dice en su rela­to que se tra­tó de algo así como “una insu­rrec­ción pací­fi­ca”. ¡Fíjen­se qué con­tra­dic­ción! Si es una insu­rrec­ción… ¿cómo va a ser pací­fi­ca? Pues sí. El vie­jo Pedro refle­xio­na que se tra­ta de esos raros acon­te­ci­mien­tos en que ante una inmen­sa movi­li­za­ción de masas, y por cir­cuns­tan­cias polí­ti­cas muy del momen­to, las fuer­zas repre­si­vas que­dan como para­li­za­das. Las cir­cuns­tan­cias fue­ron que Perón era un cau­di­llo mili­tar, tenía gran apo­yo de un sec­tor del Ejér­ci­to, pero el odio a muer­te de otro sec­tor, que lo des­ti­tu­yó y lo encar­ce­ló. A la vez, las fuer­zas poli­cia­les en ese régi­men mili­tar esta­ban suje­tas a man­dos cas­tren­ses y entre sus com­po­nen­tes, muchos sim­pa­ti­za­ban con el coro­nel Perón. Es decir, de hecho, la uni­dad de man­do régi­men-Ejér­ci­to-Poli­cía esta­ba fisu­ra­da. La movi­li­za­ción obre­ra fue masi­va y si bien esta­ba más o menos pre­vis­ta y orga­ni­za­da (la huel­ga se iba a hacer el día 18), la espon­ta­nei­dad des­bor­dó la orga­ni­za­ción. La masi­vi­dad, muchas veces, impo­ne el desa­rro­llo de los acon­te­ci­mien­tos. Y fue así, un acon­te­ci­mien­to muy simi­lar a una insu­rrec­ción, pero que no fue, y que se desa­rro­lló pací­fi­ca­men­te e impu­so sus obje­ti­vos, obli­gó a libe­rar a Perón que retor­nó triunfante.

Todo esto que me ayu­dó a enten­der la his­to­ria de mi país, ayu­da a enten­der otras reali­da­des. La Nica­ra­gua san­di­nis­ta agre­di­da por la con­tra­rre­vo­lu­ción arma­da orga­ni­za­da y diri­gi­da por Esta­dos Uni­dos resul­tó vic­to­rio­sa mili­tar­men­te. Las fuer­zas irre­gu­la­res de la con­tra no logra­ron siquie­ra una “zona libe­ra­da”. Per­sis­tie­ron muchos años en sus incur­sio­nes por tener una reta­guar­dia pri­vi­le­gia­da en Hon­du­ras (país con­ver­ti­do en una gran base yan­qui) por­que no logra­ban sobre­vi­vir en terri­to­rio nica. Los com­ba­tien­tes del Ejér­ci­to Popu­lar San­di­nis­ta, las tro­pas espe­cia­les del Minis­te­rio del Inte­rior y las Mili­cias Popu­la­res San­di­nis­tas gana­ron muchas bata­llas y triun­fa­ron en la gue­rra. El obje­ti­vo de derro­car mili­tar­men­te al gobierno de la Revo­lu­ción no fue ni remo­ta­men­te alcan­za­do. Se pue­de y se debe hablar de una vic­to­ria total en el terreno mili­tar. Pero, y aquí vie­nen los peros, esa vic­to­ria mili­tar tuvo cos­tos y con­se­cuen­cias irre­pa­ra­bles. La pre­ca­ria eco­no­mía del comien­zo de la Revo­lu­ción fue tan daña­da que con­di­cio­nó todas las medi­das y tareas. La movi­li­za­ción popu­lar arma­da para la defen­sa tras­tor­nó seria­men­te la fuer­za de tra­ba­jo en cam­pos, fábri­cas y ser­vi­cios. Esa des­or­ga­ni­za­ción labo­ral ocu­rría pre­ci­sa­men­te en el perío­do que más se requie­re un gran des­plie­gue de ener­gías e inte­li­gen­cia al ser­vi­cio de una nue­va eco­no­mía, de un nue­vo sis­te­ma de orga­ni­za­ción del tra­ba­jo. Si la ener­gía polí­ti­ca se pone en la gue­rra, se dete­rio­ran y pasan a segun­do plano todas las demás acti­vi­da­des que requie­ren de mucho apren­di­za­je, por­que no hay expe­rien­cia pre­via en eso de cons­truir un nue­vo orden eco­nó­mi­co-labo­ral. Si la eco­no­mía ya venía muy dete­rio­ra­da en los años pre­vios por la gue­rra revo­lu­cio­na­ria y el perío­do insu­rrec­cio­nal, ima­gí­nen­se cómo afec­tó esta nue­va gue­rra que, como toda gue­rra, es des­truc­ti­va. Enton­ces, las caren­cias mate­ria­les pro­vo­can pade­ci­mien­tos que son difí­ci­les de sos­te­ner en el tiem­po. La Revo­lu­ción se hace por muchos moti­vos, entre ellos, uno deter­mi­nan­te, es mejo­rar la vida mate­rial del pue­blo. ¿Cuán­to tiem­po se pue­de sopor­tar vivir en tan­to sufri­mien­to? Cuan­do esos pade­ci­mien­tos son ori­gi­na­dos en el régi­men de explo­ta­ción, el pue­blo se va suble­van­do. ¿Pero qué pasa cuan­do eso ocu­rre en el pro­pio régi­men revo­lu­cio­na­rio? La insa­tis­fac­ción va gene­ran­do un esta­do de áni­mo de des­en­can­to y frustración.

Las caren­cias mate­ria­les gene­ran inme­dia­ta­men­te un mer­ca­do negro. Y el mer­ca­do negro corroe las bases mora­les de cual­quier socie­dad, mucho más si el nue­vo sis­te­ma ape­nas está empe­zan­do a fun­cio­nar. El des­abas­te­ci­mien­to crea situa­cio­nes de desesperación.

Pero hay más toda­vía. La gue­rra pro­vo­ca bajas; bajas hubo, muchí­si­mas, aun­que los con­tras no pudie­ron tener vic­to­ria mili­tar. La muer­te deja dolo­res y hue­llas irre­pa­ra­bles. Ade­más, la nece­si­dad de una movi­li­za­ción mili­tar masi­va moti­vó deci­sio­nes polí­ti­cas que segu­ra­men­te fue­ron erró­neas y dañi­nas. Eso fue el reclu­ta­mien­to de jóve­nes para la gue­rra. Se hicie­ron reclu­ta­mien­tos masi­vos for­za­dos. Una cosa es con­vo­car, por ejem­plo, a crear un ejér­ci­to alfa­be­ti­za­dor de jóve­nes, tarea que se desa­rro­lló exi­to­sa y jubi­lo­sa­men­te, y otra es crear un ejér­ci­to arma­do y en dis­po­si­ción de com­ba­te, don­de arries­gar la vida es el minu­to a minuto.

Una cosa es con­vo­car a un ejér­ci­to para hacer una cam­pa­ña masi­va para sumi­nis­trar boca a boca medi­ca­ción para luchar con­tra el palu­dis­mo, otra tarea que fue exi­to­sa, y muy dife­ren­te es for­zar un reclu­ta­mien­to mili­tar masi­vo. La gue­rra impo­ne una mili­ta­ri­za­ción de la vida coti­dia­na. La gue­rra impo­ne una estruc­tu­ra polí­ti­co-ins­ti­tu­cio­nal de “man­do y ordeno”, un sis­te­ma ver­ti­cal. La con­sig­na era «¡Direc­ción Nacio­nal orde­ne!». Esta moda­li­dad polí­ti­ca entra en con­tra­dic­ción con el carác­ter genui­na­men­te demo­crá­ti­co y asam­blea­rio que crea y nece­si­ta la Revo­lu­ción. La Revo­lu­ción creó una nue­va y des­co­no­ci­da demo­cra­cia revo­lu­cio­na­ria, don­de todo se deba­tía, todo se cues­tio­na­ba. Los pro­gra­mas «De cara al pue­blo», en los cua­les los diri­gen­tes del FSLN se ponían en asam­bleas públi­cas a deba­tir y ser inter­pe­la­dos, eran un ejem­plo. Pero al mis­mo tiem­po, la gue­rra impo­ne deci­sio­nes que no son obje­to de nin­gu­na deli­be­ra­ción. Y ade­más, apa­re­cen con­duc­tas de corrup­ción en dis­tin­tos sec­to­res de la administración.

Todas estas cosas, pri­va­cio­nes mate­ria­les, des­abas­te­ci­mien­to y mer­ca­do negro, deci­sio­nes arbi­tra­rias y corrup­ción, reclu­ta­mien­to mili­tar for­zo­so, muer­tes y dolor, gene­ran a lo lar­go de los años una situa­ción de insa­tis­fac­ción masi­va. Por más que la mayo­ría sepa y entien­da que esto está cau­sa­do por la gue­rra de agre­sión, la insa­tis­fac­ción es depo­si­ta­da polí­ti­ca­men­te en el gobierno. Y esto ocu­rrió así a pesar, y con­tra­dic­to­ria­men­te, de una explo­sión cul­tu­ral revo­lu­cio­na­ria. La Revo­lu­ción San­di­nis­ta fue, como bien se decía, tam­bién una revo­lu­ción de la poe­sía. Flo­re­cie­ron las letras entre los anal­fa­be­tos, flo­re­ció el can­to y el bai­le, la lite­ra­tu­ra y la pin­tu­ra. Pero la gue­rra des­tro­zó el cur­so de la Revo­lu­ción a pesar de la vic­to­ria mili­tar. Fue una vic­to­ria impe­ria­lis­ta de su mal lla­ma­da «gue­rra de baja inten­si­dad». Baja inten­si­dad, ¡ni por aso­mo! El impe­ria­lis­mo, des­pués de su derro­ta en Viet­nam, modi­fi­có su estra­te­gia béli­ca y, a la lar­ga, logró su obje­ti­vo polí­ti­co contrarrevolucionario.

Ese argu­men­to de que no exis­tió derro­ta polí­ti­ca, ¿y enton­ces cómo se lla­ma el des­alo­jo por vía elec­to­ral del gobierno revo­lu­cio­na­rio y la reim­plan­ta­ción del vie­jo régi­men? Per­der elec­cio­nes con­vo­ca­das por el pro­pio gobierno revo­lu­cio­na­rio ¿qué fue sino una derro­ta polí­ti­ca? Ese otro argu­men­to que lo que se dio fue un «refor­mis­mo arma­do» sue­na por lo menos a igno­ran­cia. Con el derro­ca­mien­to insu­rrec­cio­nal de la dic­ta­du­ra se des­tru­yó el Esta­do bur­gués y se ini­cia un difí­cil y des­co­no­ci­do perío­do de tran­si­ción hacia una nue­va for­ma de orga­ni­za­ción socio-eco­nó­mi­ca. Se des­tru­yó por las armas a la Guar­dia somo­cis­ta (el ejér­ci­to bur­gués) y todos sus órga­nos repre­si­vos, se des­man­te­ló la super­es­truc­tu­ra jurí­di­ca y polí­ti­ca del Esta­do. El FSLN, des­de aque­lla pro­cla­ma de Car­los Fon­se­ca en 1969 plan­tean­do que en la Revo­lu­ción Popu­lar San­di­nis­ta se con­ju­ga­ban la rei­vin­di­ca­ción socia­lis­ta con la eman­ci­pa­ción nacio­nal, tenía ese pro­gra­ma. Cuan­do se encuen­tra con la vic­to­ria tie­ne por delan­te un desa­fío iné­di­to. La tran­si­ción al socia­lis­mo nece­si­ta de deter­mi­na­das con­di­cio­nes mate­ria­les. Una de ellas es la exis­ten­cia de una cla­se obre­ra en capa­ci­dad y dis­po­si­ción para hacer­la. Una cosa es el impul­so revo­lu­cio­na­rio pro­le­ta­rio para derri­bar al régi­men y otra muy dis­tin­ta es la capa­ci­dad y posi­bi­li­da­des de rea­li­zar otras tareas his­tó­ri­cas. El peso espe­cí­fi­co y numé­ri­co de la cla­se obre­ra eran muy redu­ci­dos y la gue­rra de agre­sión impe­ria­lis­ta hizo todo lo que describimos.

Pre­gun­ta: Cuan­do seña­las­te que se tra­tó de hacer algo impo­si­ble, una tran­si­ción al socia­lis­mo con una cla­se obre­ra tan redu­ci­da, ¿cuál es, a tu jui­cio, el camino que debía reco­rrer esa revo­lu­ción antes de empren­der el camino al socialismo?

Abel Bo: No, no plan­teo que había que reco­rrer un camino dis­tin­to antes ni mucho menos que se tra­tó de hacer algo impo­si­ble. El antes fue la lucha revo­lu­cio­na­ria, la gue­rra revo­lu­cio­na­ria, la insu­rrec­ción y la con­quis­ta del poder polí­ti­co. Ese camino se reco­rrió vic­to­rio­sa­men­te. El dile­ma sur­ge des­pués. Pero yo no he plan­tea­do que se tra­tó de hacer algo “impo­si­ble”, para nada. La revo­lu­ción es posi­ble y así era la con­vic­ción de los revo­lu­cio­na­rios nica­ra­güen­ses y esa es una de sus mejo­res vir­tu­des. Nica­ra­gua en 1979 era un país capi­ta­lis­ta más atra­sa­do que la Cuba de 1959 que ini­cia la tran­si­ción. Si a esas con­di­cio­nes mate­ria­les se suma la gue­rra de agre­sión, ahí sur­ge otro tre­men­do pro­ble­ma más. Con una cla­se obre­ra redu­ci­da, con un peso espe­cí­fi­co menor en la eco­no­mía que es pre­do­mi­nan­te­men­te agra­ria, es un obs­tácu­lo mate­rial muy impor­tan­te para ini­ciar una tran­si­ción socia­lis­ta. Y, como está vis­to con­tem­po­rá­nea­men­te, las revo­lu­cio­nes que no tran­si­tan al socia­lis­mo y por con­si­guien­te, no pue­den resol­ver los pro­ble­mas mate­ria­les de las masas, retro­ce­den y des­apa­re­cen. El poder del capi­ta­lis­mo no des­apa­re­ce en un acto revo­lu­cio­na­rio, no des­apa­re­ce la lucha de cla­ses. La revo­lu­ción está obli­ga­da para sos­te­ner­se a rea­li­zar tareas muy difí­ci­les. La revan­cha del capi­ta­lis­mo ante los triun­fos revo­lu­cio­na­rios ha sido, pre­ci­sa­men­te, lan­zar gue­rras con­tra las revo­lu­cio­nes. Es un nue­vo esta­dio de la lucha de clases.

Pre­gun­ta: Vol­va­mos a la Argen­ti­na. Des­pués de la dic­ta­du­ra mili­tar y el geno­ci­dio des­ata­do, la izquier­da revo­lu­cio­na­ria que­dó des­pe­da­za­da y hoy exis­ten sólo peque­ños gru­pos en dis­tin­tos luga­res que se recla­man revo­lu­cio­na­rios. De hecho, sor­pren­de obser­var cómo estos gru­pos se ata­can entre sí, cómo se cri­ti­can y cómo se des­co­no­cen mutua­men­te. ¿Es posi­ble aspi­rar a un ges­to dis­tin­to entre los dis­tin­tos gru­pos, un pro­ce­so de sín­te­sis que sig­ni­fi­que dejar atrás la dis­per­sión y que se le ofrez­ca al pue­blo argen­tino una real con­duc­ción revolucionaria?

Abel Bo: ¡Qué pre­gun­ta! Y hago esta excla­ma­ción por­que coin­ci­do en la des­crip­ción que uste­des hacen acer­ca de la exis­ten­cia de nume­ro­sos gru­pos que, invo­can­do una cau­sa jus­ta y asu­mien­do una pos­tu­ra ideo­ló­gi­ca gené­ri­ca­men­te revo­lu­cio­na­ria, tie­nen una diná­mi­ca y una prác­ti­ca tri­bal. Des­per­di­cian gran par­te de sus ener­gías en dia­tri­bas con­tra otros des­ta­ca­men­tos simi­la­res. En mi modo de ver, hay una gran con­fu­sión en saber cuál es la lucha ideo­ló­gi­ca y el deba­te polí­ti­co que es nece­sa­rio para hacer pro­gre­sar las ideas revo­lu­cio­na­rias en la socie­dad, y en par­ti­cu­lar, en el seno de la cla­se tra­ba­ja­do­ra. La con­fu­sión y el error son con­si­de­rar que la línea polí­ti­ca y las tác­ti­cas pro­pues­tas por otros des­ta­ca­men­tos y que uno no com­par­te, son la cau­sa de los impe­di­men­tos de los tra­ba­ja­do­res en sus luchas. Esa con­fu­sión lle­va al error de creer que por seguir deter­mi­na­da línea de acción que uno no com­par­te, las masas des­vían su camino. Y se tras­la­da a cada paso y en casi todas las luchas, la mayor par­te de las cua­les son rei­vin­di­ca­ti­vas, un tipo de deba­te que se hace inen­ten­di­ble a las bases. Esta prác­ti­ca lle­va al resul­ta­do exac­ta­men­te con­tra­rio al enun­cia­do. Los ale­ja de las bases y per­pe­túa la fal­ta de inser­ción. Las bases tra­ba­ja­do­ras ven en estas prác­ti­cas la repro­duc­ción de lo que todos los días ocu­rre con la polí­ti­ca bur­gue­sa. En toda esta con­duc­ta creo que tam­bién hay una cari­ca­tu­ri­za­ción de lo que debe ser la lucha ideo­ló­gi­ca de un movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio. Es una cari­ca­tu­ri­za­ción del leni­nis­mo. Es cier­to que en toda la his­to­ria de las orga­ni­za­cio­nes revo­lu­cio­na­rias ha habi­do un poco de esta cari­ca­tu­ri­za­ción, que ha lle­va­do a muchos a con­ver­tir­se en sec­tas esté­ri­les, inclu­so lue­go de haber teni­do un desa­rro­llo más o menos impor­tan­te. Un movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio genuino es el que encuen­tra el momen­to jus­to para tras­cen­der y pro­yec­tar­se con una polí­ti­ca de masas. Y eso no se logra repi­tien­do mil veces la pala­bra “masas” o hacien­do pro­fe­sión de fe de su pro­pia con­vic­ción revo­lu­cio­na­ria. Si el mar­xis­mo es una cien­cia, su apli­ca­ción polí­ti­ca requie­re del arte de la polí­ti­ca. Y el arte de la polí­ti­ca revo­lu­cio­na­ria es, val­ga la para­do­ja de las pala­bras, dejar de ser artesanal.

Sin duda que aspi­ro a que se logre esa sín­te­sis supe­ra­do­ra que uste­des plan­tean en la pre­gun­ta, pero no ten­go una res­pues­ta con­cre­ta res­pec­to al tiem­po y el modo en que se pue­da alcan­zar. Por mi par­te, pon­go los esfuer­zos en los tra­ba­jos de for­ma­ción y edu­ca­ción mili­tan­te con el cri­te­rio que la nece­sa­ria lucha ideo­ló­gi­ca y polí­ti­ca debe estar cen­tra­da con­tra el pen­sa­mien­to y la polí­ti­ca capi­ta­lis­ta. El deba­te ideo­ló­gi­co con otras corrien­tes debe desa­rro­llar­se en un terreno ade­cua­do, que no entor­pez­ca ni dis­trai­ga la labor de inser­ción en las bases trabajadoras.

Pre­gun­ta: De lo que se tra­ta, enton­ces, es de ir fomen­tan­do la orga­ni­za­ción popu­lar des­de aba­jo. Esa es la cla­ve, defi­ni­ti­va­men­te. Lo cual lle­va a esta pre­gun­ta: ¿es posi­ble cons­truir alter­na­ti­vas reales de cam­bio sin tener el poder polí­ti­co? Te lo pre­gun­to por­que hoy día ha apa­re­ci­do esta for­mu­la­ción de “cam­biar el mun­do sin tomar el poder”, a la que hace un momen­to hicis­te alu­sión. ¿Es posi­ble eso? 

Abel Bo: Las alter­na­ti­vas reales de cam­bio se cons­tru­yen des­de el vamos, cuan­do aún no tene­mos el poder polí­ti­co del Esta­do y cuan­do ni siquie­ra esa alter­na­ti­va tie­ne pro­yec­ción de masas. Es decir, se cons­tru­ye ya, o de lo con­tra­rio, no se cons­trui­rá nada. Se tra­ta de cons­truir poder polí­ti­co, fuer­za polí­ti­ca. ¿Para qué? Para cam­biar pri­me­ro la corre­la­ción de fuer­zas en las luchas de cla­ses. Para que esa fuer­za polí­ti­ca revo­lu­cio­na­ria vaya fusio­nán­do­se con los movi­mien­tos de masas, en pri­mer lugar, con la cla­se obre­ra. Así se van cam­bian­do las situa­cio­nes, así se empie­za a cam­biar el cur­so de la polí­ti­ca en una socie­dad. Pero eso de “cam­biar el mun­do sin tomar el poder”, en el mun­do en que vivi­mos, es una ridi­cu­lez. ¡A la bur­gue­sía sí le intere­sa tener el poder! Ese dicho es un ata­jo ver­bal para no decir que en reali­dad se renun­cia a ese cam­bio real. Se tra­ta de una cons­truc­ción ideo­ló­gi­ca para jus­ti­fi­car que, supues­ta­men­te, no se pue­de cam­biar el poder. No se tra­ta de “tomar el poder” para un par­ti­do, para una orga­ni­za­ción, para un gru­po. Se tra­ta de la acción his­tó­ri­co-social más difí­cil: el cam­bio del poder polí­ti­co para poder hacer las trans­for­ma­cio­nes de las rela­cio­nes de pro­duc­ción. Es el pri­mer paso inelu­di­ble para el trán­si­to del capi­ta­lis­mo al socialismo.

Pre­gun­ta: Si sabe­mos que las fuer­zas revo­lu­cio­na­rias están en una des­ven­ta­ja estra­té­gi­ca y que se debe ini­ciar un len­to pro­ce­so de acu­mu­la­ción de fuer­zas que debe con­du­cir nece­sa­ria­men­te a un enfren­ta­mien­to agu­do con las cla­ses domi­nan­tes, ¿esta acu­mu­la­ción de fuer­zas es en todos los terre­nos, tam­bién en lo militar? 

Abel Bo: Ya lo decía­mos antes. Se debe acu­mu­lar fuer­zas en todos los terre­nos. En la com­bi­na­ción acer­ta­da de todas las for­mas de lucha está la cues­tión. Para eso hay que saber carac­te­ri­zar correc­ta­men­te la situa­ción. Como habla­mos, den­tro de un con­tex­to con­ti­nen­tal con muchas cues­tio­nes comu­nes, simi­la­res, el desa­rro­llo es muy des­igual de acuer­do a cada país. Aun­que no conoz­ca con pre­ci­sión la situa­ción de cada país de Nues­tra Amé­ri­ca, va de suyo que las situa­cio­nes de Méxi­co y Colom­bia no pue­den asi­mi­lar­se a las de Vene­zue­la, Argen­ti­na, Uru­guay, Chi­le o Bra­sil. Y así de segui­do. Por eso es impor­tan­tí­si­ma la cons­truc­ción polí­ti­ca inter­na­cio­na­lis­ta. En Hon­du­ras aca­ba de ocu­rrir un gol­pe mili­tar (los gol­pes son siem­pre cívi­co-mili­ta­res, pero el acto gol­pis­ta es emi­nen­te­men­te mili­tar) con­tra un gobierno libe­ral. Hubo una impor­tan­te resis­ten­cia civil que fue insu­fi­cien­te para hacer retro­ce­der a los gol­pis­tas. Hubie­se sido desea­ble un levan­ta­mien­to insur­gen­te. No esta­ban las con­di­cio­nes, por­que no había pre­pa­ra­ción polí­ti­ca pre­via, no había fuer­za polí­ti­ca revo­lu­cio­na­ria para enca­rar esa pers­pec­ti­va. Es otra ense­ñan­za que no debe dejar­se de lado. En lo inme­dia­to, ese peli­gro está pre­sen­te en Para­guay, en Ecua­dor. Tam­bién en Boli­via y ¿aca­so no está pre­sen­te en Vene­zue­la mis­ma? Las tareas de los revo­lu­cio­na­rios nece­sa­ria­men­te son dis­tin­tas en cada uno de esos lugares.

Uste­des insis­ten en inte­rro­gar acer­ca de la cues­tión mili­tar. Sí, tam­bién debe ser con­si­de­ra­da. La cues­tión mili­tar está direc­ta­men­te rela­cio­na­da con la cues­tión social, con la situa­ción polí­ti­ca. Tomar­la en cuen­ta des­de el ini­cio no sig­ni­fi­ca que una orga­ni­za­ción pue­da o deba pasar a la acción arma­da por prin­ci­pios. El vie­jo con­cep­to de que las gue­rras son una con­ti­nua­ción de la polí­ti­ca sigue vigen­te. ¿Cuán­do se con­ti­núan? ¡Ah! Eso depen­de de la situa­ción, de las cla­ses y las fuer­zas en pug­na. No hay rece­ta para eso. Cada for­ma de lucha tie­ne sus par­ti­cu­la­ri­da­des. Los revo­lu­cio­na­rios debe­mos estu­diar cada situa­ción con­cre­ta. Debe­mos saber que todas las for­mas tie­nen sus leyes y sus lími­tes. No se pue­de estar con­vo­can­do todos los días a una huel­ga gene­ral, tam­po­co se lo debe hacer con for­mas de lucha arma­da. Está vigen­te el vie­jo con­cep­to mar­xis­ta: ¡con la insu­rrec­ción no se juega!

Pre­gun­ta: Leyen­do la his­to­ria recien­te, uno com­prue­ba el tre­men­do peso de Fran­cia en el desa­rro­llo de polí­ti­cas con­tra­in­sur­gen­tes en el con­ti­nen­te y la soli­da­ri­dad de cla­se de la bur­gue­sía a nivel inter­na­cio­nal. De ahí se des­pren­de que la con­tra­rre­vo­lu­ción se venía pre­pa­ran­do con 20 años de anti­ci­pa­ción para enfren­tar el auge revo­lu­cio­na­rio. ¿Es posi­ble anti­ci­par y neu­tra­li­zar exi­to­sa­men­te estas pla­ni­fi­ca­cio­nes terro­ris­tas de la bur­gue­sía?

Abel Bo: Fran­cia fue un país que pasó de colo­nia­lis­ta a impe­ria­lis­ta. Su bur­gue­sía acre­di­ta haber aplas­ta­do aque­lla revo­lu­ción glo­rio­sa de la Comu­na de París en el siglo XIX. En el siglo XX mor­dió el pol­vo de la derro­ta en Viet­nam y Arge­lia, lo que no le qui­ta su carác­ter impe­ria­lis­ta actual. Supo resis­tir la suble­va­ción del Mayo fran­cés de 1968. Los obre­ros auto­mo­tri­ces de Cór­do­ba, en Argen­ti­na, los que pro­ta­go­ni­za­ron el cor­do­ba­zo, saben bien cómo se com­por­ta­ba como patro­nal la IKA-Renault. En el Coman­do en Jefe del Ejér­ci­to argen­tino, el ejér­ci­to fran­cés tenía una «ofi­ci­na» don­de varios con­tin­gen­tes de mili­ta­res argen­ti­nos, esos que siem­pre invo­can el «patrio­tis­mo», apren­die­ron y mejo­ra­ron sus méto­dos terro­ris­tas. Eso lo han con­fe­sa­do por lo menos dos geno­ci­das, los gene­ra­les Díaz Bes­so­ne y Har­guin­de­guy, en una pelí­cu­la tes­ti­mo­nial, ante una cineas­ta fran­ce­sa. Se sos­pe­cha de la par­ti­ci­pa­ción de terro­ris­tas de la OAS fran­ce­sa en la masa­cre de Ezei­za per­pe­tra­da el 20 de junio del 73, orga­ni­za­da por mili­ta­res de la SIDE diri­gi­dos por Osin­de, las poli­cías Fede­ral y bonae­ren­se y gru­pos de la buro­cra­cia sin­di­cal. En los archi­vos de la OTAN en París hay has­ta bole­ti­nes inter­nos de las orga­ni­za­cio­nes revo­lu­cio­na­rias argen­ti­nas de los 70. Así que se tra­ta de una bur­gue­sía con expe­rien­cia y sapien­cia. Los inte­lec­tua­les fran­ce­ses Simo­ne de Beau­voir y Jean Paul Sar­tre supie­ron muy bien des­cri­bir a esa bur­gue­sía y la denun­cia­ron cuan­do era glo­ri­fi­ca­da por los medios de comu­ni­ca­ción de la época.

La pre­gun­ta de cómo anti­ci­par­se a sus pla­nes terro­ris­tas inter­na­cio­na­les –que no son sólo fran­ce­ses– requie­re infor­ma­ción e inte­li­gen­cia y, en pri­mer lugar, no con­fun­dir­se con eso de que «el impe­ria­lis­mo ya no exis­te» o que han des­apa­re­ci­do los Esta­dos impe­ria­lis­tas. En su seno ope­ran los esta­dos mayo­res de la con­tra­rre­vo­lu­ción mun­dial. Si bien la infor­ma­ción hoy flu­ye con mucha faci­li­dad y rapi­dez, la mejor infor­ma­ción la obtie­nen en su pro­pio seno quie­nes allí viven y tra­ba­jan. Así como hubo muchí­si­mos fran­ce­ses soli­da­rios con los pue­blos de Amé­ri­ca Lati­na cuan­do sufri­mos las dic­ta­du­ras, reque­rir esta otra soli­da­ri­dad es una tarea más. Siem­pre, en el inte­rior mis­mo de esos mons­truo­sos apa­ra­tos repre­si­vos, hay pro­fe­sio­na­les y téc­ni­cos que son capa­ces de sen­si­bi­li­zar­se fren­te al dolor y al terror que siem­bran quie­nes los engen­dran y diri­gen. Ante la glo­ba­li­za­ción capi­ta­lis­ta, el inter­na­cio­na­lis­mo y la solidaridad.

De todas mane­ras, la infor­ma­ción ade­cua­da no pue­de siem­pre anti­ci­par o neu­tra­li­zar la eje­cu­ción de pla­nes terro­ris­tas. Se tra­ta de una cues­tión polí­ti­ca que se des­en­vuel­ve en las luchas de cla­ses. Pues bien, hay que actuar.

Pre­gun­ta: Cuál es, a tu pare­cer, el cur­so más pro­ba­ble de los acon­te­ci­mien­tos en Lati­noa­mé­ri­ca y las pers­pec­ti­vas de que la lucha se vuel­va mucho más radi­cal. ¿Es posi­ble eso hoy en día?

Abel Bo: Otra vez, ¡qué pre­gun­ta! La pre­vi­sión polí­ti­ca es una de las cua­li­da­des más difí­ci­les de adqui­rir, para lo cual hay que tener un minu­cio­so cono­ci­mien­to de la reali­dad. Los mar­xis­tas debe­mos ser muy cau­te­lo­sos y a la vez, pre­ci­sos, en estas afirmaciones.

La situa­ción en Nues­tra Amé­ri­ca es muy des­igual como lo men­cio­na­mos a lo lar­go de toda la char­la. El capi­ta­lis­mo atra­vie­sa a nivel mun­dial una cri­sis de mag­ni­tu­des simi­la­res a la de los años 20 y 30 del siglo pasa­do, cri­sis que devino en la segun­da gue­rra inter-impe­ria­lis­ta, a cuyo fin se des­ple­gó una lar­ga épo­ca de revo­lu­cio­nes en Asia, de des­co­lo­ni­za­ción en Áfri­ca y de inten­tos simi­la­res en Amé­ri­ca Lati­na, has­ta que lle­gó el triun­fo de la Revo­lu­ción Cuba­na. A par­tir de ésta, se abre el perío­do revo­lu­cio­na­rio más impor­tan­te de nues­tra his­to­ria, apa­re­ce la alter­na­ti­va socia­lis­ta con­ti­nen­tal. El triun­fo de la Revo­lu­ción San­di­nis­ta poten­ció las expec­ta­ti­vas revo­lu­cio­na­rias en Cen­troa­mé­ri­ca y el Cari­be –no olvi­de­mos la bre­ve Revo­lu­ción en Gre­na­da, lue­go auto­des­trui­da– que se frus­tró por el éxi­to de la polí­ti­ca con­tra­rre­vo­lu­cio­na­ria impe­ria­lis­ta. En el Cono Sur, la res­pues­ta con­tra­rre­vo­lu­cio­na­ria fue tan san­gui­na­ria como fue el ímpe­tu del auge vivi­do en for­ma y en tiem­pos des­igua­les en Perú, Boli­via, Bra­sil, Chi­le, Uru­guay y Argen­ti­na. La con­tra­rre­vo­lu­ción logró ais­lar a Cuba, y ese fenó­meno fue tan impor­tan­te como el blo­queo para con­di­cio­nar para siem­pre el futu­ro de su cons­truc­ción socia­lis­ta incon­clu­sa. Cuba no sucum­bió pero pagó un cos­to irreparable.

El triun­fo de las con­tra­rre­vo­lu­cio­nes esta­bi­li­zó por un lar­go perío­do al capi­ta­lis­mo con­ti­nen­tal. Las nue­vas moda­li­da­des de domi­nio eco­nó­mi­co inau­gu­ra­das con la era reaga­nia­na fue­ron posi­bles por­que pre­via­men­te fue­ron aplas­ta­dos los ensa­yos revo­lu­cio­na­rios. El sur­gi­mien­to de muy fuer­tes con­tra­dic­cio­nes ori­gi­na­das en esa moda­li­dad habi­tual­men­te deno­mi­na­da “neo­li­be­ral”, fisu­ró la esta­bi­li­dad polí­ti­ca de las cla­ses gober­nan­tes. Como resul­ta­do de esas con­tra­dic­cio­nes y de vio­len­tas luchas de cla­ses, sur­gie­ron esos nue­vos gobier­nos que salie­ron del some­ti­mien­to o ali­nea­mien­to sumi­so al impe­ria­lis­mo nor­te­ame­ri­cano. Vene­zue­la fue el pun­to de par­ti­da. Lue­go los triun­fos elec­to­ra­les del PT en Bra­sil y del Fren­te Amplio en Uru­guay. Esos cam­bios lle­va­ron a algu­nos enfren­ta­mien­tos muy abier­tos con Esta­dos Uni­dos, y de ahí el fra­ca­so de Bush en impo­ner el ALCA en el 2005. Lue­go el sur­gi­mien­to en Boli­via del gobierno del MAS tras el derrum­be de la dere­cha por las suble­va­cio­nes popu­la­res, y más tar­de un pro­ce­so simi­lar posi­bi­li­tó el cam­bio de gobierno en Ecua­dor. En Argen­ti­na, la pro­fun­di­dad de la cri­sis eco­nó­mi­ca que lle­gó a la des­truc­ción de par­te de las fuer­zas pro­duc­ti­vas, ori­gi­nó la rebe­lión de 2001 – 2002 que derrum­bó al régi­men ins­ti­tu­cio­nal, el cual fue res­tau­ra­do tra­ba­jo­sa­men­te, ante la ausen­cia de alter­na­ti­vas revo­lu­cio­na­rias. La recu­pe­ra­ción capi­ta­lis­ta ha sido tan iné­di­ta como la cri­sis que la ori­gi­nó. Y a pesar de esa reex­pan­sión capi­ta­lis­ta, un sec­tor de la bur­gue­sía arre­me­te con vio­len­cia con­tra otro que está en el gobierno. En Nica­ra­gua regre­só al gobierno el FSLN, pero des­po­ja­do de la pers­pec­ti­va revo­lu­cio­na­ria ori­gi­na­ria del san­di­nis­mo de Car­los Fon­se­ca, y en El Sal­va­dor, el FMLN acce­dió por fin al gobierno, pero tam­bién ale­ja­do de su pro­gra­ma revo­lu­cio­na­rio. Hace poco, un cam­bio de gobierno en Para­guay des­pla­zó medio siglo de dic­ta­du­ras “colo­ra­das” y ya está jaquea­do por la reac­ción y ame­na­za­do con un “hon­du­ra­zo”. Méxi­co sigue vivien­do un régi­men frau­du­len­to don­de la dere­cha no tole­ró siquie­ra el triun­fo elec­to­ral de una fuer­za tibia­men­te refor­mis­ta, mien­tras la vio­len­cia reac­cio­na­ria esta­tal y nar­co­tra­fi­can­te aso­la al pue­blo. El poder zapa­tis­ta se sos­tie­ne pero no pro­gre­sa. La gue­rra civil en Colom­bia con­ti­núa, pero las fuer­zas insur­gen­tes fue­ron dura­men­te gol­pea­das y no pue­de pre­ver­se un des­en­la­ce revo­lu­cio­na­rio en un cor­to plazo.

El capi­ta­lis­mo ha mos­tra­do que a pesar de sus cri­sis recu­rren­tes y des­truc­ti­vas, se sos­tie­ne en Nues­tra Amé­ri­ca. La otra Amé­ri­ca, la del impe­ria­lis­mo nor­te­ame­ri­cano, nos sigue opri­mien­do a pesar de su pro­pia cri­sis aún no resuel­ta. El capi­ta­lis­mo lati­no­ame­ri­cano y cari­be­ño ha gene­ra­li­za­do la mise­ria y la explo­ta­ción, e incre­men­ta­do la cri­mi­na­li­dad, el nar­co­trá­fi­co. La des­truc­ción ambien­tal es des­co­mu­nal. La mayo­ría de los pue­blos indí­ge­nas siguen despojados.

Son muchí­si­mos los pun­tos en cues­tión que encie­rra la pre­gun­ta de uste­des. En el cor­to pla­zo el cur­so polí­ti­co-eco­nó­mi­co que ten­gan Vene­zue­la y Boli­via será deci­si­vo. Son los dos pro­ce­sos que se pro­cla­man revo­lu­cio­na­rios pero que no han dado el sal­to de trans­for­mar­se a sí mis­mos, a revo­lu­cio­nar la natu­ra­le­za del poder polí­ti­co más allá de impor­tan­tes cam­bios ins­ti­tu­cio­na­les, para pasar al perío­do que, como ocu­rrió en Cuba en los pri­me­ros tres años, se des­en­vuel­va el trán­si­to anti­ca­pi­ta­lis­ta al socia­lis­mo. ¿Lo harán? ¿Tie­nen esa deci­sión sus diri­gen­tes? Vene­zue­la tie­ne mejo­res con­di­cio­nes mate­ria­les que Boli­via. Pero se tra­ta de una deci­sión estra­té­gi­ca que supo­ne nece­sa­ria­men­te con­vo­car a las masas de sus pue­blos a seme­jan­te desa­fío. No estoy en con­di­cio­nes de hacer afir­ma­cio­nes o pro­nós­ti­cos al respecto.

Per­mí­tan­me com­par­tir con uste­des una opi­nión recien­te de una com­pa­ñe­ra revo­lu­cio­na­ria boli­via­na, vete­ra­na de las luchas del PRTB-ELN: “Des­de las altu­ras de los Andes aún con la espe­ran­za de lograr que el pro­ce­so ini­cia­do por Evo no se deten­ga y tam­po­co se dis­tor­sio­ne, pues­to que hay muchos enemi­gos que antes se opu­sie­ron fron­tal­men­te y hoy apa­re­cen al inte­rior más «evis­tas» que el más anti­guo de los mili­tan­tes socia­les, segu­ra­men­te bus­can apro­ve­char del momen­to, infil­trar­se, sabo­tear o dis­tor­sio­nar este difí­cil y par­ti­cu­lar pro­ce­so por la for­ma aun­que no por el fon­do, un pro­ce­so lleno de anéc­do­tas y a la vez de sen­ti­mien­tos, espe­ran­zas y hechos que sin duda nos lle­van a alen­tar esa socie­dad jus­ta, equi­ta­ti­va y dig­na por la que hemos lucha­do la vida entera”. 

Es muy elo­cuen­te y su opi­nión para esa reali­dad, vale más que la mía. Lo que sí estoy segu­ro es que si esos pro­ce­sos de refor­mas no adquie­ren un carác­ter revo­lu­cio­na­rio, las difi­cul­ta­des eco­nó­mi­cas engen­dra­rán dis­con­for­mi­dad popu­lar y, ante la agre­si­vi­dad impe­ria­lis­ta y del capi­ta­lis­mo local y regio­nal, pue­den crear con­di­cio­nes para la res­tau­ra­ción contrarrevolucionaria.

Una vez más, el enun­cia­do del Che está vigen­te: o Revo­lu­ción Socia­lis­ta o cari­ca­tu­ra de revo­lu­ción. Ni qué hablar de lo que pue­da ocu­rrir en Bra­sil, Uru­guay o Ecua­dor, don­de los gobier­nos no tie­nen esos obje­ti­vos revo­lu­cio­na­rios. Si las masas de esos paí­ses ven que gobier­nos iden­ti­fi­ca­dos como de izquier­da no satis­fa­cen sus nece­si­da­des, pue­den ser pre­sas de la des­ilu­sión y favo­re­cer la res­tau­ra­ción de gobier­nos abier­ta­men­te dere­chis­tas y reac­cio­na­rios. Esta­mos espe­ran­do el resul­ta­do de la segun­da ron­da de las elec­cio­nes en Chi­le, pero la pri­me­ra vuel­ta ya puso en evi­den­cia esta posi­bi­li­dad, que la ultra­de­re­cha retor­ne legi­ti­ma­da elec­to­ral­men­te por­que el gobierno que se pre­sen­ta como “de izquier­da” no solu­cio­na los pro­ble­mas eco­nó­mi­co-socia­les más acuciantes.

En todos los luga­res cons­ta­ta­mos la caren­cia –o ausen­cia– de opcio­nes polí­ti­cas revo­lu­cio­na­rias en el cor­to pla­zo. No está garan­ti­za­da la radi­ca­li­za­ción de las luchas que uste­des plan­tean en el inte­rro­gan­te. La reac­ción bur­gue­sa es ya muy vio­len­ta, al mis­mo tiem­po que hábil polí­ti­ca­men­te. Esta con­tra­dic­to­ria y difí­cil situa­ción es un desa­fío a la volun­tad, la inte­li­gen­cia y el esfuer­zo de los revo­lu­cio­na­rios por cons­truir las herra­mien­tas nece­sa­rias, en pri­mer lugar, los par­ti­dos revo­lu­cio­na­rios. Y a pro­yec­tar­nos con fuer­za hacia nues­tras res­pec­ti­vas bases para inter­ve­nir acti­va­men­te en las luchas polít

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