Dicen que ETA trató de matar tres veces a Aznar con un misil y Peio Olano, vecino de Lizartza, era el que trasladaba el pesado artefacto como si de la cesta de la compra se tratara. Peio lo guardaba, lo sacaba de paseo y lo volvía a guardar en un local municipal del que tenía la llave, sin que nadie lo viera trasteando allí, pese a ser un almacén controlado por Regina Otaola, la alcaldesa del lugar , (la Guardia Civil, para matar tres pájaros de un tiro, dice que el etéreo misil que nadie vió, estuvo oculto cuando la alcaldía era de Batasuna y después del PNV) controlado por Regina Otaola, la alcaldesa del lugar.
Regina y Peio no se llevaban muy bien, sobretodo desde que la primera denunciara al segundo por amenazas de muerte en septiembre de 2007, extremo negado por la Ertzaintza, presente en el altercado. De poco le valió a Olano: fue condenado a dos años de cárcel. Peio es un vasco revoltoso.
Ahora, tras su última detención, el juez Marlaska lo ha enviado a prisión, aceptando la versión policial, e ignorando la del imputado que ha negado todas las acusaciones, denunciando, además, haber sufrido torturas. Marlaska se ha limitado a ratificar lo que dice la Guardia Civil que ha dicho Olano, y se ha quedado tan pancho. Sobre las torturas no se ha pronunciado, pese a que el Estado español es acusado, internacionalmente, de su aplicación cotidiana. Un detalle significativo a tener en cuenta: cuando los miembros de ETA son apresados, siempre asumen su condición de militantes de la organización, el propio ministro del Interior reconoce que “ETA nunca miente”. Olano lo niega todo, pero ya saben: es un vasco problemático.
Un misil, dos misiles, cien misiles dando vueltas por la calle como si fueran pelotas de tenis… no sería de extrañar que un día de estos nos sorprendan acusando a cualquier disidente-con tal de enviarlo a la trena‑, de esconder en su domicilio un cazabombardero de última generación. No somos tontos. Si lo único válido es lo que dice la policía, ¿para qué se molestan en hacer el paripé de llevar a Olano ante un juez?. La Judicatura española tiene como fin alcanzar los objetivos que le son impuestos, igual que las empresas.