* Jon Agirre Agiriano (Aramaio)
* Jose Miguel Etxeandia Meabe (Larrabetzu)
* Jose Ramon Foruria Zubialdea (Markina)
* Gotzone Lopez De Luzuriaga Fernandez (Agurain)
* Juan Jose Rego Vidal (Donostia)
* Josu Uribetxebarria Bolinaga (Arrasate)
* Enfermo sicológico
Actualmente 7 presos políticos vascos sufren enfermedades graves e incurables. Otras 6 PERSONAS EXCARCELADAS se encuentran con grandes medidas presos en sus casas, a quienes no se les ha aplicado la totalidad de la libertad que les corresponde.
La cárcel es nido y vivero de enfermedades. Es nido de enfermedades porque la política penitenciaria a la que diariamente se han de enfrentar los presos políticos vascos provoca nefastas consecuencias físicas y psíquicas y porque carece de medidas de prevención ante el peligro de infección. Y es vivero de enfermedades, ya que, como consecuencia de la nula asistencia sanitaria que sufren los presos políticos vascos, a menudo el mal se diagnostica demasiado tarde. Porque los tratos inhumanos propiciados por carceleros y policías tanto en el interior de las prisiones como en los traslados, frecuentemente agravan el estado de la persona enferma.
Los siguientes presos políticos han muerto en prisión, víctimas de la falta de asistencia sanitaria: Joseba Asensio (1986, Herrera de la Mancha: padecía tuberculosis y se le administraban medicamentos para el catarro); Juan Karlos Alberdi (1988, Herrera de la Mancha: a pesar de no hallarse entre los grupos de riesgo y no sufrir cardiopatías, murió de un ataque al corazón); Mikel Zalakain (1990, Martutene: sufrió una segunda crisis cardiaca, tras no haber sido tratado por la cárcel de la primera como era debido); Pello Mariñelarena (1993, en un hospital de París, como consecuencia de la inexistencia sanitaria y ser seropositivo); Roberto Sainz (marzo de 2006, Aranjuez: a consecuencia de un ataque al corazón, dado que se trató su cardiopatía con medicamentos para la aerofagia).
Hemos de repetirlo: tampoco excarcelan a los presos políticos vascos que padecen enfermedades graves e incurables: utilizan su dolencia como arma para el chantaje y, además, agravan su sufrimiento y el de los suyos con la pretensión de que el prisionero se arrepienta. Es más, cuando no lo han logrado, han esperado hasta el último momento para excarcelarlos, de tal manera que pasen un breve período en la calle y no engrosen la lista de los muertos en prisión. Algunos ejemplos: Josu Retolaza (1987, fallecido al poco de ser excarcelado: el médico carcelero le trató un cáncer como si fuera una simple verruga); Jabi Gorostiza (1995, en el hospital de Basurto, al año de ser excarcelado: desarrolló un cáncer de laringe como consecuencia de la nula asistencia sanitaria); Juan Jose Etxabe (1996, a los 18 días de su excarcelación, de un ataque al corazón: durante su estancia en la cárcel de Fresnes empeoró patentemente su salud, ya que desarrolló la hepatitis C que había superado antes de entrar en prisión); Jean Louis Maitia (1997, a los dos meses de ser excarcelado, de un ataque al corazón. Durante su estancia en Fresnes se agravó su estado de salud); Santiago Diez (1997, a los siete meses de su excarcelación, desarrolló en la cárcel un cáncer de mandíbula como consecuencia de la nula asistencia sanitaria); Esteban Esteban Nieto (1999, a los cinco meses de su excarcelación, desarrolló en la cárcel un cáncer terminal, como consecuencia de la nula asistencia sanitaria); Kepa Miner (2004, a los cinco años de su excarcelación, víctima de graves problemas respiratorios consecuentes de las duras condiciones de vida en prisión).