El próximo mes de abril, Sudán celebra elecciones parlamentarias, que pueden ser las últimas del país si se cumple lo acordado en 2005 entre el norte y el sur, y Sudán del sur celebra el próximo año su referéndum de autodeterminación.
Ambos acontecimientos están ligados por tanto al futuro del actual Sudán, ya que de confirmarse las tendencias independentistas del sur a partir del próximo año deberíamos conocer dos realidades estatales nuevas. Y ante la proximidad de esas citas electorales, los dirigentes de Khartoum estarían maniobrando para hacer inviable la opción independentista, utilizando para ello toda una batería ?legal? como otra serie de medidas destinadas a desestabilizar las regiones del sur.
Desde la firma del acuerdo, los dirigentes del norte de Sudán se han esmerado en demorar y retrasar la implementación del Acuerdo, incumpliendo importantes aspectos del mismo, al tiempo que no ha realizado las reformas que se le exigían, lo que pone en duda la voluntad de respetar lo acordado, así como la celebración de elecciones transparentes y libres el próximo mes de abril.
Así, el censo se ha celebrado tarde y mal, completando un censo electoral que deja fuera del mismo a los desplazados de Darfur, así como a otras comunidades del sur, todo ello en busca de un ?cambio demográfico? favorable para sus intereses. Todo ello unido a un continuo retraso en las elecciones (se debían haber celebrado en julio del 2009) y del propio referéndum (en un principio enero del 2010, pero ya ha sido retrasado).
Otros temas clave para el cumplimiento del Acuerdo tampoco han sido cumplidos por Khartoum. La demarcación de la frontera, la desmilitarización de la misma o el acuerdo en torno a la explotación de los recursos petrolíferos son algunos ejemplos. Otras maniobras del norte de Sudán se enmarcan en los intentos por reescribir el Acuerdo, o utilizando la legislación busca también reinterpretarlo, poniendo en duda el ejercicio del derecho de autodeterminación acordado o poniendo sobre la mesa nuevas condiciones (control del petróleo) inaceptables para el sus.
Otro aspecto importante de cara al referéndum del próximo año, son las condiciones que quiere imponer el gobierno de Khartoum. En ese sentido, quiere exigir el 75% del voto para aceptar la secesión. Otro condicionante interesado lo encontramos en torno a la pregunta del referéndum. El norte pretende que en la papeleta se pregunte sobre la secesión y la unidad, mientras que los dirigentes del sur prefieren un único termino, una pregunta (sí o no). Si tenemos en cuenta las altas tasas de analfabetismo que encontramos en el sur de Sudán, es clave simplificar al máximo la pregunta de las papeletas, para una mejor comprensión de la población.
Más allá de esos movimientos, Khartoum estaría impulsando otras medidas para desestabilizar el sur. Por un lado es evidente que los enfrentamientos comunales en el sur de Sudán, habiendo sido frecuentes en el pasado, en los últimos tiempos están siendo utilizados para dar esa imagen de violencia descontrolada e inseguridad, que pondría en tela de juicio la capacidad del gobierno del sur para corregirlos.
Así, los robos de ganado o las disputas en torno a las tierras han entrado en un escenario donde las manipulaciones políticas y el auge de armamento moderno han desembocado en los violentos enfrentamientos de los últimos meses (con cientos de víctimas civiles) y con un grado de violencia sobre los grupos más vulnerables (se ataca sobre todo a mujeres, niños y ancianos) que no se conoció en el pasado.
Khartoum ha utilizado también los lazos con sus aliados sureños durante la guerra. Ha ubicado a algunos de estos en puestos claves dentro de los destacamentos de las Fuerzas Armadas de Sudán situados en el sur, mientras que ha provisto de financiación a otros. Al mismo tiempo no ha dudado en utilizar al Ejército de Resistencia del Señor (LRA), permitiéndole operar en algunas regiones del sur del país, atemorizando y asaltando a la población local.
Los enfrentamientos y disputas han sido corrientes en el pasado del sur de Sudán. En torno a los pastos del ganado (la economía de muchas comunidades gira en torno al ganado, el prestigio y el sustento depende del mismo, y un ejemplo claro lo encontramos entre los Dinka y los Nuer), el agua y la pesca (acceso al agua como su uso), las ?peleas de sangre? (que generan respuestas de venganza tanto dentro como fuera de las comunidades), las disputas familiares (sobre todo en torno a divorcios), se encuentran las disputas más comunes.
La larga duración de la guerra ha traído consigo la aparición de otro tipo de enfrentamientos también. La propiedad de la tierra y el uso de la misma siguen en el centro de buena parte de las pugnas (los derechos sobre las tierras, enfrentamientos entre pastores y granjeros), pero también han estado en buena medida condicionados por el alto número de desplazados generados por la guerra. Éstos van a demandar determinados derechos sobre las propiedades, al tiempo que van a ser fuente de crisis con la llamada autoridad tradicional o con la separación de familias.
Los mecanismos tradicionales para la resolución de conflictos se han dañado seriamente a consecuencia de la guerra y la consiguiente militarización de la sociedad. Los pilares básicos de los mimos, mediación, compensación y restitución, han sido superados por los acontecimientos. Algunos observadores señalan que tal vez la combinación de esas pautas con otros ligados a valores modernos puede ser la llave para afrontar la resolución de los conflictos locales entre individuos, dentro de una misma comunidad o entre grupos diferentes.
El sur debe hacer frente a eso obstáculos y a otros. Además de la evidente actitud desestabilizadora de Khartoum, en el sur todavía se encuentran unos mecanismos de justicia y administración inadecuados, una pobrísima red de carreteras, inseguridad alimenticia, problemas de acceso al agua? que hacen más difícil la construcción del proyecto estatal en el sur de Sudán.
Incluso algunos analistas apuntan a un peligroso escenario tras la celebración de la selecciones del próximo abril. Una victoria abultada de Al-Bashir le puede abrir camino a Khartoum para buscar fórmulas ?legales? de cara a escribir o interpretar nuevamente el Acuerdo de Paz, cerrando las vías al referéndum. También, podría concederle la oportunidad para ocupar militarmente las zonas petrolíferas (en busca de un posterior acuerdo favorable a sus intereses), o incluso podría acentuar sus maniobras desestabilizadoras y empujar al sur a un enfrentamiento armado.
Todas esas hipótesis barajan un oscuro futuro para el sur y el norte del país, y abriría las puertas a una evidente escalada bélica en la región.
Una vez más conviene recordar también el papel de los colonizadores británicos, que ?traicionaron? a los representantes del sur, partidarios entonces de una fórmula federal para Sudán, y aceptaron la declaración unilateral de ?unidad? propuesta por las élites árabes del norte y sus aliados en Egipto. El resultado ha sido la situación de guerra abierta hasta que en 2005 se firmó el Acuerdo de Paz.
El principio básico del mismo es el derecho de autodeterminación del sur de Sudán, materializado a través de un referéndum donde la población elegiría entre la unidad con el norte o la creación de un nuevo estado. La autodeterminación se interpretaba claramente como la salida pacifica a una situación de guerra, y a través de la cual, un grupo que deseaba separarse de otro lo hacía a través de cauces democráticos (referéndum). Esta fórmula ya utilizada en Timor, Eritrea, Montenegro, se presenta ?la materialización del derecho de autodeterminación como la vía pacífica para la resolución de conflictos armados?.
En el caso del sur de Sudán, la mayoría de la población demandaba, luchó y logró el poder ejercitar esos derechos (las ultimas encuestas señalan que cerca del 90% de la población es partidaria de un nuevo estado independiente), eso es lo que se recoge en el Acuerdo del 2005. Este Acuerdo, no es una cesión o regalo del norte hacia el sur, ?se trata del establecimiento de un método pacífico, logrado a través de una negociación a nivel local, regional e internacional?. Y como señalan algunos dirigentes sureños, ?nuestro derecho de autodeterminación significa literalmente nuestro derecho a ser un estado independiente?.
TXENTE REKONDO.- Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)