Defensa del apartheid y responsabilizar al nacionalismo vasco de contribuir a la atmósfera de legitimación de ETA son parte de la labor intelectual que varios colectivos del ámbito unionista abordan para dotar de contenido teórico a la llegada del PSE a Ajuria Enea de la mano del PP.
En los homenajes a Fernando Múgica Herzog y Joseba Pagazaurtundua del pasado fin de semana hubo una coincidencia en presentar que «por fin tengamos un Gobierno vasco no nacionalista» como parte del tributo a las dos víctimas de ETA. «Un Gobierno vasco socialista de igualdad, libertad, que nos proteja y que expulse al terrorismo de allí donde esté».
Más allá de que ambos homenajeados fueran militantes del PSE, partido que ahora ocupa Ajuria Enea, este tipo de referencias tienen una mayor carga de profundidad. La idea central, que ha explicado recientemente el portavoz de Aldaketa, Joseba Arregi, es que durante los años de Gobierno nacionalista vasco en Lakua buena parte de la sociedad vasca ha interiorizado su imaginario y argumentario, lo que ha contribuido a una «atmósfera» de legitimación de ETA.
Esto viene a significar que la llegada de PSE y PP al poder autonómico no es únicamente una cuestión de alternancia, sino también una batalla ética. Y por eso catorce colectivos del ámbito unionista se han puesto a teorizar para intentar dotar de trascendencia al hecho de que Patxi López sea lehendakari, gracias al apoyo de Antonio Basagoiti, después de 30 años de lehendakaris del PNV. Para ello han suscrito el documento «Tejiendo la historia de la libertad», han elaborado la página web www.cambiopolíticoeneuskadi.org y han editado un libro de artículos titulado «El discurso del cambio en Euskadi» .
Los promotores de la iniciativa ‑colectivos unionistas y asociaciones de víctimas de ETA- dicen querer «aportar teoría a la práctica». Y, por ejemplo, presentar como motivo de orgullo el apartheid contra la izquierda abertzale.
Entre los defensores del nuevo Ejecutivo autonómico hace mella el que «desde el nacionalismo se ha intentado hurtar de legitimidad a lo acontecido, a los resultados electorales» por la no participación de «quienes no condenan la violencia».
Frente a esto, defienden que esos comicios fueron «por fin unas elecciones libres porque no participaron los enemigos de la libertad».
Junto a ello teorizan también sobre que «el derecho debe primar sobre la soberanía» y «la tendencia universalista de los derechos sobre las tendencias particularizantes de las lenguas». Y lo «democrático» es que «la sociedad vasca sólo puede existir políticamente mediante pacto, mediante un acuerdo interno a la misma en la que se reconozca con eficacia su complejidad, su pluralismo estructural y la apertura al ámbito político español».
Lo expliquen como lo expliquen, el Gobierno de López tiene un pecado original objetivo: no responde a los deseos de la mayoría de la sociedad. Y eso desmonta a su vez el intento de estas asociaciones. No hay un cambio práctico al que dotar de teoría. La sociedad vasca no ha cambiado. Sigue siendo mayoritariamente abertzale y lo democrático no requiere complejas teorizaciones, basta con preguntarle si quiere seguir atada al ámbito político español.
Pueden intentar disfrazar con argucias la trampa para tratar de perpetuarla, pero sin apartheid López no sería lehendakari.
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