¿Es posible ganar la guerra en Afganistán? No, responden los expertos. Sin embargo, la OTAN sigue adelante con sus esfuerzos para acabar con los talibán y Pakistán es quien se inflama. ¿Cuáles son las verdaderas razones de esta guerra? ¿ Sumirán los objetivos hegemónicos de Estados Unidos a la región en el caos? En este nuevo capítulo de nuestra serie “Comprender el mundo musulmán” Mohamed Hassan responde a estas preguntas. Y nos explica por qué al pueblo de Pakistán le corresponde salvar a su país de una posible desaparición …
En 2001 Estados Unidos emprendió la operación «Enduring Freedom» [“Libertad Duradera”] en Afganistán porque, según él, los talibán se negaban a entregar a Osama ben Laden. Siete años después nadie habla del enemigo público número uno. ¿Cuáles son hoy las razones de esta guerra?
En primer lugar hay que tener en cuenta que los talibán no tienen nada que ver con Osama ben Laden. Al ser expulsado de Arabia Saudí Ben Laden encontró refugio en Sudán en 1996. Entonces los saudíes presionaron a ese país para que expulsara al célebre terrorista. Es entonces cuando ben Laden vino a Afganistán. Pero los atentados del 11 de septiembre no tenían ninguna relación con este país. La única reacción de los talibán cuando Washington reclamó a ben Laden fue: «Si ustedes quieren que ben Laden sea juzgado, dennos las pruebas y déjennos juzgarlo con un tribunal islámico en cualquier país musulmán». De hecho, los neoconservadores de la administración Bush utilizaron sobre todo este trágico acontecimiento como coartada.
¿Con qué intención?
Tres obras principales nos permiten comprender la visión de Estados Unidos. En primer lugar, El final de la historia, de Francis Fukuyama. Éste pretendía que la historia de la humanidad había llegado al final con el desmoronamiento de la Unión Soviética y el dominio de la democracia liberal. A continuación, El choque de las civilizaciones, de Samuel Huntington, según el cual la historia no dependería de la lucha de clases sino más bien de un conflicto entre civilizaciones. Huntington, pues, dividió el mundo entre estas diferentes civilizaciones y decretó que la más agresiva era la islámica. La última obra, El gran tablero, de Zbigniew Brzezinski, considera que la única potencia del siglo XXI será la que domine Eurasia. En efecto, la mayoría de la humanidad vive en esta zona y la actividad económica en ella será más importante.
Volvamos ahora al final de la administración Clinton. El año 1997 estuvo marcado por una grave crisis económica: con el estallido de la burbuja financiera en Asia se desmoronó el NASDAQ. Así pues, cuando los neoconservadores desembarcaron en la Casa Blanca con Georges W. Bush en 2001 la situación económica no era brillante. A pesar de ello, expusieron su objetivo muy claramente: nadie debe ser capaz de rivalizar con Estados Unidos. Para lograrlo la nueva administración trataba de controlar el mundo controlando los recursos más importantes, principalmente el gas y el petróleo.
Bajo la influencia de Brzezinski Clinton quería en primer lugar dominar Europa ampliando la OTAN y, a continuación, ganar Asia Central. Pero los neoconservadores dijeron: «No, no tenemos tiempo para eso. Dada esta crisis, debemos crear y controlar el Gran Oriente Medio para disponer de petróleo». Se aprecia un cambio en el discurso de Bush tras los atentados del 11 de septiembre cuando dice: «Estáis con nosotros o contra de nosotros». Con su concepción del Eje del Mal quería extender la guerra.
Así pues, la guerra de Afganistán (que por primera vez en la historia fue planificada por la CIA sin la colaboración del Pentágono) sólo fue un pretexto para entrenar a las tropas estadounidenses y darles la experiencia necesaria para atacar después a Iraq. Hay que saber que el derrocamiento de Sadam Husein se planificó mucho antes de los atentados del 11 de septiembre.
Obama quiere encarnar el cambio. ¿Por qué concentra los esfuerzos militares en Afganistán en vez de en Iraq?
En primer lugar, la guerra de Iraq suscitó unas dificultades que no estaban no previstas. El gobierno estadounidenses pensaba que era el objetivo más fácil porque Sadam Husein no disponía de un gran ejército y una gran parte de la población iraquí detestaba su régimen. Estados Unidos tardó varios días, del 20 de marzo al 10 de abril de 2003, en tomar Bagdad. Después únicamente protegieron la industria del petróleo y dejaron que todo lo demás explotara. El gobernador de Iraq Paul Bremer destruyó las bases del anterior régimen iraquí, desmovilizó a la policía y la estructura del ejército. En aquel momento la resistencia aumentó y también el coste de la ocupación estadounidense: ¡ocho mil millones de dólares al mes (a los que hay que añadir 1.500 millones más para Afganistán)!. Durante ocho años la administración neoconservadora gastó todo su dinero en esta guerra sin resultado alguno: no lograron ni pacificar el país ni crear el gobierno que ella quería ni obtener una base popular ni controlar el petróleo.
Cuando la resistencia iraquí reveló la debilidad del imperialismo estadounidense y su incapacidad para ganar el conflicto el pueblo estadounidense se volvió más atento en el plano político. Así pues, la falta de apoyo de la opinión pública a esta guerra empujó a Obama a este cambio. Tanto más cuanto que en el escenario internacional esta guerra no contaba con unanimidad: Francia, Alemania y otros países se negaron a partir a Iraq. En resumen, la decisión de Obama es también un medio de mantener la alianza de la OTAN. Pero una derrota en Afganistán podría marcar el final de ésta.
Los talibán no siempre fueron enemigos de Estados Unidos. La ex-secretaria de Estado Madeleine Albright había saludado su llegada al poder en 1996 como un «paso positivo». Incluso parece que se fomentó este paso, algo que la ex-ministra paquistaní Benazir Bhutto resumía de la siguiente manera: «La idea era inglesa, la financiación saudí, la supervisión paquistaní y el armamento estadounidense».
A finales de los setenta los soviéticos vinieron a Afganistán para apoyar al gobierno revolucionario amenazado por combates internos. Brzezinski, consejero del presidente Carter, se propuso hacer de Afganistán el Vietnam de los soviéticos para atestar así un golpe fatal a la influencia del socialismo en la región. Por lo tanto, para luchar contra la Unión Soviética y el gobierno revolucionario de Afganistán Estados Unidos y Arabia Saudí apoyaron a los muyaidines por medio de Pakistán. Cuando el ejército rojo abandonó Afganistán en 1989 Estados Unidos sabía que los soviéticos pasarían por una grave crisis. Una vez logrado su objetivo, Estados Unidos se lavó las manos y abandonó la región, que quedó sumida en el caos. De hecho, Estados Unidos utilizó a los muyaidines como un preservativo: los “tiraron” cuando ya no le servían de nada. ¿Quién sufrió con ello? Los pueblos de Afganistán y de Pakistán.
En efecto, cuando los servicios secretos paquistaníes apoyaron a los muyaidines para luchar contra los comunistas no unificaron este movimiento sino que apoyaron a cada señor de la guerra por separado. Una vez que Estados Unidos se fue los señores de la guerra afganos se enfrentaron entre sí. El país quedó completamente destruido por esta guerra civil. Millones de refugiados huyeron a Pakistán, que entonces estaba también afectado por una grave crisis ya que su economía declinó con la llegada de muchos afganos y barones de la droga.
En este contexto aparecieron los talibán, estudiantes surgidos de la generación más joven de estos refugiados. Su llegada al poder ofrecía a Estados Unidos y a Pakistán una oportunidad. Pero estos tres actores tenían, de hecho, intereses muy diferentes.
¿Es decir?
Cuando los países de Asia Central se hicieron independientes Pakistán se dio cuenta de que su principal enemigo, India, era fuerte, mientras que él mismo se encontraba en una posición delicada. Para desarrollarse económicamente y competir con India, la burguesía paquistaní decidió utilizar Afganistán como puerta de acceso a los mercados de Asia Central. Favoreció, pues, el acceso al poder de los talibán en Afganistán.
El interés de Estados Unidos era controlar y dominar las riquezas de Asia Central. La compañía petrolífera estadounidense Unocal quería construir un oleoducto en la región. Pero para ello era necesario pacificar Afganistán.
Por último, el interés de los talibán era pacificar el país e instaurar una revolución islámica, lo que iba en contra de los intereses de Arabia Saudí, que deseaba exportar la ideología islámica a Asia Central para debilitar a Rusia y controlar el gas en esta región.
Entonces, apoyados por potencias extranjeras los talibán lucharon contra los señores de la guerra y tomaron el poder. El pueblo afgano quería la paz. Los talibán fueron bien recibidos.
Finalmente, este plan no funcionó: Estados Unidos no logró pacificar la región, Pakistán no pudo abrirse un acceso al mercado de Asia Central y los talibán fueron derrocados. ¿Por qué?
Afganistán está formado por diferentes grupos étnicos. El más representado es el los pastunes, casi el 50% de la población. A continuación, los tayikos, los hazaras y los kazakos en torno a los cuales se articula la rivalidad entre los señores de la guerra. Por último, hay otras minorías. Los talibán son pastunes. ¡Un rasgo característico de este grupo es que son muy independientes! Estados Unidos y Pakistán querían utilizarlos como mercenarios, pero los talibán tenían su propia visión de las cosas. Además, los pastunes no recocían la frontera que separa Afganistán y Pakistán.
¿Por qué?
Volvamos al siglo XIX cuando India era la joya de la corona del Imperio Británico, que se interponía en la expansión de Rusia por Asia Central. Los británicos deseaban utilizar a Afganistán para proteger su colonia. Esto acabó en tres guerras anglo-afganas. Nos interesa particularmente el resultado de la segunda: en 1893 el gobernador de India Sir Durand trazó una línea en el territorio pastún para proteger su colonia creando una zona tapón entre Afganistán y la India británica. Por eso muchos pastunes no reconocen la existencia de Pakistán. Cuando este país se hizo independiente, ¡el único miembro que votó en contra de su entrada en Naciones Unidas fue Afganistán!
Por lo tanto, estaba claro que cuando los talibán hubieran tomado el poder no se iban a someter a estos intereses extranjeros. En mayo de 2001, seis meses antes del ataque al World Trade Center, Washington concedía sin lograr resultado alguno una subvención de 43 millones de dólares al régimen talibán en el marco del proyecto del oleoducto de Unocal. Pero con el 11 de septiembre todo el programa se vino a abajo.
Las fuerzas de la colación derrocaron fácilmente al régimen talibán, pero no lograron hacerse con el control del país, ¿por qué?
En primer lugar, los pastunes no reconocen al actual gobierno de Afganistán. Cuando los talibán fueron derrocados, Estados Unidos puso a Hamid Karzai como presidente. Karzai, que había trabajado para Unocal, es pastún, pero no tiene base social en Afganistán. De hecho, los pastunes, primer grupo étnico del país, no están verdaderamente representados en este gobierno. Lo único que hay son algunos títeres de Washington que no tienen legitimidad alguna para la población. Al principio Estados Unidos hizo lo posible por comprar a pastunes representativos para que participaran en el gobierno, pero estos tomaron el dinero y se largaron: como he dicho antes, ¡los pastunes son muy independientes!
En segundo lugar, los señores de la guerra presentes en el gobierno trabajan cada uno de ellos en su propio interés. No pagan impuestos al gobierno central, pero se apropian de las riquezas. Cada ministerio es el ministerio independiente de un señor de la guerra. Una situación caótica que paraliza al gobierno.
En tercer lugar, los señores de la guerra no confían en los pastunes. Creen que si estos adquieren la mayoría en el gobierno impondrán su visión. En resumen, es un gobierno en el que todos están contra todos. ¡No funciona en absoluto ninguna de las ideas que occidente se había hecho!
Por último, también podemos decir que las fuerzas de la OTAN bombardeando a campesinos en sus campos, en las mezquitas, en bodas o funerales, etc., no ayudan a Hamid Karzai en su trabajo. La inmensa mayoría de la población considera al actual gobierno un instrumento del agresor. Todos estos asesinatos han creado un levantamiento popular y han unificado la resistencia de los talibán.
A consecuencia de esta guerra ha aumentado la producción de opio: más de un 3.000% desde la caída de los talibán. El departamento de Estado estadounidense ha acusado a los talibán de utilizar la droga para financiar la resistencia…
El opio es un producto químico que procede de la amapola. Cuando la flor de la amapola eclosiona, se corta, se colecta la leche que se desprende de ella y se vende. Es lo que hacen los campesinos afganos. A continuación, algunos secan esa leche y la trabajan en una máquina añadiéndole productos químicos para obtener finalmente opio. Para producir esta droga se necesita un laboratorio y conocimientos químicos. No creo que todos campesinos afganos tengan un título de químicos. De ser así, ¡Afganistán sería un país muy desarrollado! Para sacar dinero del tráfico de opio también se necesita una cierta logística para poder llevar el producto a occidente. Los talibán no tienen nada de todo eso. De hecho, el opio proviene de los señores de la guerra, con la ayuda de la CIA. La mayoría de las veces esta droga proviene de los servicios secretos estadounidenses que la utilizan como un fondo rentable: llevar la droga a los países occidentales, la venden a precio de mercado y utilizan después este dinero sucio para financiar sus guerras.
En Afganistán el cultivo de la amapola empezó con la guerra contra los soviéticos y hoy la industria del opio está en manos de los señores de la guerra. Ahora bien, a un campesino le da mucho más dinero cultivar amapolas que tomates. Por consiguiente, para constituir una base social los señores de la guerra dejaron a los campesinos cultivar lo que quisieran.
En cambio, cuando los talibán tomaron el poder en los noventa quemaron los campos de amapolas y se crearon muchos enemigos entre los campesinos. Por ello los talibán hoy ya no impiden a los campesinos cultivar amapola, pero prohíben la producción de opio. Incluso obtienen beneficios gracias a las contribuciones financieras de los campesinos. De hecho, el gobierno central no tienen ninguna posibilidad de recoger impuestos en el sur del país porque está en manos de los talibán. Ahora bien, ¡un gobierno incapaz de recoger impuestos no es un gobierno!
Muchos especialistas consideran que es imposible ganar la guerra en Afganistán. El general francés Georgelin incluso la clasificó de “jaleo incontrolable”. ¿Cuáles son las dificultades con las que se han encontrado las fuerzas de la coalición?
La OTAN mata cada día a civiles, así que la población se ha acercado a los talibán. Actualmente estos controlan el sur del país con un gobierno de hecho en cada pueblo. Se han mezclado con la población y las fuerzas de la OTAN están teniendo pérdidas. Por ello, en cuanto algo sospechoso se mueve los soldados estadounidenses abren fuego y matan a civiles. Los afganos, pues, se enfrentan por un lado a los señores de la guerra imperialistas que bombardean a civiles y, por otro, a los señores de la guerra regionales que saquean el país y venden droga. Por eso los talibán tienen el apoyo de la población. No es que los talibán tengan ideas progresistas, sino que la población espera de ellos que devuelvan la paz al país. Exactamente como hicieron en 1992.
¿Ésa es la razón por la que Obama ha afirmado que está dispuesto a negociar con los talibán moderados?
Trata de proteger a Estados Unidos de una crisis que se ha ido acumulando a lo largo de las siete últimas décadas. Y es muy difícil. Obama quiere demostrar que no hay una guerra contra los musulmanes, que él rechaza el supuesto choque de civilizaciones. Así que dice que está dispuesto a negociar con los talibán moderados. Así es la nueva política estadounidense para mucho lugares del mundo en los que hay movimientos musulmanes: dividirlos entre buenos y malos.
No no sé si este tipo de negociación podrá acabar con el conflicto. Si Washington intenta esta vía, probablemente deberá programar una nueva propaganda que muestre el lado bueno de los talibán. Pero estos tienen una mentalidad retrógrada: han destruido los templos budistas para instalar la revolución islámica, su postura contra las mujeres es primitiva y su visión del mundo es arcaica. Por otra parte, han aprendido de sus errores para obtener el apoyo de la población. Ya he hablado del cultivo de la amapola. Otro ejemplo: contrariamente a lo que habían preconizado en el pasado, los talibán hoy están de acuerdo con que las niñas vayan a la escuela. Han evolucionado y son más fuertes para resistir. Pero esto no quiere decir necesariamente que estén abiertos para negociar con Estados Unidos. Por último, también hay que tener en cuenta que en adelante lo peor de la crisis ya no está en Afganistán sino en Pakistán.
¿Por qué la guerra afgana ha provocado semejante crisis en Pakistán?
Como he dicho, la línea de Durand trazada en el territorio histórico de los pastún es la actual frontera que separa ambos países. Lo que quiere decir que hay pastunes a ambos lados de la frontera. En Pakistán son el segundo grupo étnico tras los punjabis. Esto es muy importante porque desde al independencia del país la elite paquistaní siempre ha apoyado al imperialismo estadounidense. Uno puede trabajar como agente de su patrón cuando se hace un trabajo para él desde lejos, en América del sur o en África, por ejemplo. Pero en el caso de la guerra de Afganistán es un suicidio porque ambos países son vecinos y tienen grupos étnicos en común.
En el norte de Pakistán también hay talibán. Cada día atacan y destruyen los avituallamientos de las fuerzas de la coalición que supuestamente pasan de Pakistán a Afganistán por un lugar estratégico de la frontera. Para resolver este problema el gobierno paquistaní, títere de Washington, autoriza a la OTAN a bombardear a los pastunes en su propio territorio. En consecuencia, los talibán paquistaníes se han desarrollado y ahora consideran que su enemigo está en Pakistán. Han declarado que quieren marchar sobre Islamabad.
Por esa razón ya no tiene sentido la frontera entre ambos países. Y el pueblo paquistaní debe hacer frente a este problema: ¿qué legitimidad tiene el gobierno paquistaní si deja a la OTAN bombardear a sus propios civiles? Ahora el pueblo paquistaní tienen dos soluciones: o hacerse nacionalista y rechazar el diktat estadounidense o seguir por este camino que llevará a la desaparición de su país.
¿Qué consecuencias podría tener esta crisis?
La clave es la estrategia de Estados Unidos para bloquear a China. Cuando se produjo el tsunami Washington envió una importante ayuda humanitaria a Indonesia. Y de paso construyó una base militar en la provincia de Aceh. Esta base está enfrente del estrecho de Malacca y por este estrecho es por donde pasa el petróleo procedente del Océano Índico con destino a China.
Hoy Estados Unidos se ha instalado en esta zona estratégica. Al menor problema con China podrá cerrar este estrecho y privar a Pekín de su petróleo. Teniendo en cuenta esta situación, el gigante asiático (que cada vez necesita más petróleo para desarrollar su país) busca otras vías de transporte. Una solución pasa por Birmania, que tiene recursos y que podría permitir un acceso hacia Bangladesh.
Otra posibilidad es el puerto de Gwandar construido por China en Baloquistán, que es la provincia más grande de Pakistán: aproximadamente el 48% de la superficie del país. Pero también es la provincia menos poblada: un 5% de la población total. Esta provincia tiene importantes reservas de gas y de petróleo. Pekín podría construir también un oleoducto que partiera de Irán y pasara por Baloquistán antes de llegar a China occidental. Pero Estados Unidos quiere impedir a toda costa que esta provincia pase a la esfera de influencia china. De ahí su apoyo al movimiento separatista de Baloquistán para poder tomar, Estados Unidos, el control del puerto de Gwandar.
Con el problema de los pastunes por un lado y, por otro, la posible secesión de su provincia más grande, Pakistán corre peligro de balcanización: desmembrarse en una serie de pequeños Estados. Hoy el pueblo paquistaní se ha vuelto más consciente. A él le corresponde el deber de detener este desastre y de echar a Estados Unidos de Pakistán. Pero también es responsabilidad de todos los movimientos democráticos revolucionarios de la región. En efecto, si Pakistán sigue la misma suerte que Yugoslavia, toda la región se enfrentará a problemas muy graves.
Mohamed Hassan recomienda las lecturas siguientes:
Ahmed Rashid, Taliban. Militant Islam, Oil and Fundamentalism in Central Asia, Yale University Press, 2001 (Traducción al castellano: Ahmed Rashid, Los talibán: el Islam, el petróleo y el nuevo gran juego en Asia Central, Barcelona, Península, 2002).
Antonio Giustozzi, War, Politics and Society in Afghanistan, 1978 – 1992, Georgetown University Press, 2000.
Alfred W. McCoy, The Politics of Heroin in Southeast Asia. CIA complicity in the global drug trade, Harper & Row, 1972.
Michel Collon, Monopoly. La OTAN a la conquista del mundo, Hiru, Hondarribia, 2000.
Traducido del francés por Beatriz Morales Bastos para Investig’Action
Fuente: Corriente Roja