“Ideas políticas sobre el desplazamiento y los colombianos en Venezuela/El incesante desplazamiento de colombianos al exterior nos recuerda que Colombia es una gigantesca fabrica de hombres excluidos por razones políticas, económicas y sociales; en su seno o reglas de juego donde se configura la sociedad colombiana subyace el cáncer que hace que más de 10 millones de colombianos vivan allende las fronteras en una gran diáspora conformada por un abanico de hombres truncados e impedidos de realizarse en su propio país. Una inmensa mayoría de los emigrados por el desarraigo preferencialmente inducido y violento, se fueron convencidos de que al interior del país las circunstancias son inmodificables y no habrán a corto plazo oportunidades materiales, ni intelectuales, ni espirituales y de seguridad que garantice la vida.
El emigrar es la última instancia, en los últimos 60 años es la escapatoria para los que la sobrevivencia económica en forma digna se agota, miles de profesionales, jóvenes, desplazados, campesinos sin tierra, estudiantes abandonan sus sueños para hacer distintos oficios generalmente diferentes a sus destrezas. Al mundo lo surtimos con hombres y mujeres carentes de elementales derechos insatisfechos, con un gran pasivo social, inestables emocionales y con altísimas dosis de adrenalina para arriesgarlo todo por un momento de victoria,-de ahí tanto delincuente‑, lo que genera una fatídica y nostálgica sensación de frustración; carentes de afectos y sin reconocimiento se siente el yugo de la incompletez y precariedad hasta en el amor propio; por tal razón, la conducta prevaleciente contenga la avidez , el camino más corto, el trabajo extremo cuando se es honrado, muy prestos al egoísmo, la individualidad y a la acumulación donde la ocasión se presente, como si fuese una carrera vertiginosa contra la muerte: De lo que se trata es de rehacer la vida puesto que la vida aun no se ha hecho o siempre permaneció insatisfecha y tal condición se mantiene acechando.
El colombiano emigrado económico hecha raíces donde encuentre la opción de conseguir cosas que ayuden a olvidar los tiempos de la necesidad no cubierta, porque nadie nos ha dado nada. El Estado colombiano nunca ha dado nada, por el contrario siempre quita y quita e impide, es una sombra que se yergue como un gran enemigo de los trabajadores, las clases medias y los pobres, todo lo entorpece hasta hacer empresa por los pobres. Por instinto de sobrevivencia hemos desarrollado nuevas cualidades como la sagacidad, la viveza(ganarle al otro por golpe de mano), la mentira, la doblez dentro de un gran resorte de insensatez e indolencia por el dolor del otro; por tal razón, cuesta asimilar valores como la solidaridad, la complementariedad, la cooperación, la asociación, pues tales valores fueron engavetados, cercenados o desnaturalizados por la cultura del miedo, del terror y de la muerte, la reina de la insociable sociabilidad colombiana.
A esta gran franja de desplazados económicos, le es inmanente su agudo grado de despolitización y desconexión con la realidad concreta de país y con las luchas sociales, su esfuerzo generalmente es por sí y para sí mismo.
A esa gran masa de desplazados de siempre, por las condiciones propias de la profundización de la guerra interna en los últimos 25 años, se le agrega otra franja de desplazados mucho más cualificada: los desplazados de conciencia: Los desplazados políticos, los comprometidos con la transformación de Colombia, los que jamás pensaron en la realización por fuera, siempre anhelando volver para seguir en la brega por transformar el país en algo diametralmente distinto.
A partir del gigantesco crimen contra la UP, Unión Patriótica, organización realmente de izquierda, perpetrado por la bárbara oligarquía liberal conservadora santanderista en los albores de 1985, surgida de los acuerdos de paz entre el gobierno colombiano y la insurgencia de las FARC-EP; a los no asesinados, la inmensa minoría, se les notifico que su única forma de sobrevivencia seria con el destierro; desde esa época el país ha sufrido una profunda hemorragia de lo más sensible de su población: Intelectuales, lideres agrarios, políticos revolucionarios, periodistas, escritores, maestros, investigadores, sindicalistas clasistas, líderes sociales, defensores de los derechos humanos, analistas políticos entre otros, han tenido que emigrar o clandestinizarse para salvar su vida.
La exclusión que judicializa arbitrariamente y sin pruebas al opositor, se torno en una arma política que utiliza el régimen para deshacerse de sus enemigos poderosos, pretendiendo con ello doblegar los rescoldos de resistencia activa que hacen su labor desde las reglas de juego del sistema, para cercenar y acondicionar a las organizaciones políticas contrarias o críticas al establecimiento para que solo se muevan bajo sus parámetros; La izquierda por sustracción de materia se parece cada vez más a la derecha mientras la derecha recalcitrante y criminal intenta “legalizar” su cara fascista, hasta el punto de fabricar virtualmente un país inexistente, para mostrarlo ante el mundo como real.
La realidad suele mostrase en su contrario: La guerra envuelve la vida cotidiana y el régimen niega el conflicto; la pobreza se expresa brutalmente y se niega la existencia de pobres; la criminalidad y el desespero toca y toca mas sectores y se dice que la seguridad democrática, la política oficial de la muerte contra los pobres e insumisos, nos ha convertido en el país más feliz de la tierra. Etc. Es la razón cínica y mendaz del cipayo que gobiernan para saquear, asesinar y entregar el país al amo.
A esta franja de emigrantes cualificados le cabe la responsabilidad política de mantener y potencializar los vínculos de la diáspora con el país, de politizar a los ciudadanos y acrecentar los vínculos con las organizaciones populares que ayuden a configurar una gran propuesta política que movilice a miles de compatriotas en la idea del retorno digno, teniendo como referente construir un nuevo país y potenciar el sueño de la gran patria grande. Tal propósito tiene una particular preponderancia con la diáspora colombiana en la republica bolivariana de Venezuela, en donde el momento histórico exige un tratamiento urgente tanto para garantizar que el proceso revolucionario en Venezuela se profundice como para impedir que la masa colombiana juegue un papel contra revolucionario que subvierta el nuevo orden social que se está construyendo con inmensas dificultades.
Es de todos conocidos que las falencias venales de los colombianos en el exterior los predispone a servir como Carne de cañón por la paga, la coima, el soborno etc., a los intereses del régimen colombiano y los designios del imperialismo; ser mercenario o paramilitar, sicario, delator o sapo, periodista cooptado, informante, encubridor y contrarrevolucionario son actividades premiadas por el régimen colombiano ; tales profesionales de la muerte son los preferidos por la red de agencias imperiales que operan tanto en Colombia como en Venezuela y otros países latinoamericanos para desarticular los procesos nacionalistas en Latinoamérica, encriptados dentro de lo que ellos llaman cooperación para la “democracia”: Fundaciones como: Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional – USAID o la Fundación Nacional para la Democracia ¬ NED etc., quienes obran como fachadas de la central de inteligencia Americana CIA y el pentágono, trabajan en coordinación con la contrarrevolución local, para coadyuvar a tumbar al gobierno bolivariano e imponer un cabeza de playa, en los Estados fronterizos con Colombia.
El hecho sobreviniente y contradictorio es que la sociedad colombiana se encuentra fracturada de diversas formas, es natural para el colombiano medio que familiares o conocidos suyos de infancia vivan por fuera del país quienes ayudan a resolver parte de los problemas de abastecimiento interno de las familias. Es decir, la obligación de resolver los problemas del empleo educación, salud vivienda etc. El gobierno y el Estado nunca los ha tenido como suyos, a esta cafreria de gobernantes jamás le ha importado el problema del bienestar social o el bien común ; vía emigración se evita que detone la carga, con semejante masa de colombianos que se van cada año al exterior, el régimen recibe dos ayudas simultáneamente: Por un lado, desarticula los “excesos” de población sensible a cuestionar la responsabilidad política de la oligarquía por el desastre social interno, mientras paradójicamente los emigrados le ayudan al régimen a resolver los problemas de desocupación quienes cohonestan con los empresarios para mantener la miserabilidad del salario, la inestabilidad laboral e inseguridad social etc.; por otra parte, se sirve de las remesas, equivalente a un 30 % de las exportaciones netas del país, que envían los despatriados a sus familias ayudando a mantener el consumo interno y por lo tanto la tasa media de ganancia de las empresas nacionales de la oligarquía y las transnacionales imperiales.
El que hacer en Venezuela como modelo para el mundo
No es descabellado pensar que la gran masa colombiana residenciada en Venezuela, cercana a los 4’500,000 habitantes, más miles de nuevos emigrados por año, podría definir la balanza a favor o en contra del proceso tanto en Venezuela como en Colombia. La oligarquía troglodita colombiana sienten pavor por la posible politización de la gente a favor de la revolución bolivariana por el impacto que ello significa en la conciencia de sus pares familiares o amigos aquí en Colombia, no dudaran en quitarle los derechos políticos a quienes vayan más allá de los votos cautivos a favor de los candidatos del régimen; ello explica el descarado fraude que hubo en los distintos consulados contra la candidata al senado Piedad Córdoba, en las elecciones de marzo del año 2006; Un régimen ilegal e ilegitimo de naturaleza mafiosa, no tendrá ningún escrúpulo para desconocer los derechos político del colombiano en Venezuela en los comicios de marzo venidero; mientras acrecienta la presencia en territorio venezolano de mercenarios de todos los pelambres incluidos los que compran votos a granel, para desestabilizar el proceso bolivariano en contubernio con el imperio. Al colombiano que se politice en Venezuela en contra del régimen uribista, la orden es desconocerlo, ojala se desconecte para siempre de su país, al fiel estilo facho.
Esta realidad tiene que tener una respuesta inteligente, el problema electoral hoy manejable por el proceso en Venezuela, para Colombia tiene unas connotaciones totalmente diferentes. En lo electoral el colombiano esta asqueado de promesas y promeseros inescrupulosos que siempre terminan defendiéndose así mismo y diametralmente contrarios a sus propios electores, abstención que llega hasta el 70%, tal realidad implica que en la política electoral solo se refleje una acción politica de clase muy limitada, generalmente en contra de los grandes objetivos estratégicos, más bien es un dilatorio que roba energías y acaba con valiosas ideas, puesto que se evita la discusión de nuestra violencia endémica, devenida de la ausencia total de DEMOCRACIA en todos los órdenes, y que cuando lo electoral se plantea como forma política para la acción, supuestamente para debilitar al régimen, según dicen algunos, el elector que recibe el mensaje, asi este contenga prístinas intenciones, percibe que no existe ninguna correlación en igualdad que lo represente, sino una mera intención de captar un voto a como dé lugar y, ello lastimosamente resulta en una verdad, sin diferenciar si se es de izquierda, obviamente con lánguidas excepciones.
Es un hecho histórico que en el parlamento colombiano las minorías y la oposición se diluyen de tal forma que solo se vuelven en escribidores de las constancias de desaprobación de las leyes oligárquicas, máxime si estos carecen de proyecto alternativo de nación y no tienen como meta la toma del poder.
No es negar el campo electoral por negarlo como forma de acción política, es verle sus limitaciones y las ventajas que implica trasegar únicamente por ese camino. Como ejemplo típico, la trampa contra Carlos Gaviria montada por el tenebroso Petro y su pléyade de contra revolucionarios tenia consigo el miedo que el establecimiento en momentos como los actuales, sentía por Carlos Gaviria y lo que significaba el cómo demócrata, por ello se tomaron el trabajito de sacarlo de circulación mediante una nauseabunda maniobra y birlarle una alternativa real al pueblo colombiano, era la única opción distinta al establecimiento con verdaderas posibilidades de victoria. Con su propuesta de hacer un país decente y verdaderamente democrático, a pesar de tanta oscuridad circundante, por ahí se podía ir medio país, representaba la opción de la negociación política del conflicto interno y de una nueva forma de ver la vida y por supuesto de resolver los problemas de Colombia, el es un demócrata que no sentía miedo al socialismo, al comunismo, a la revolución etc., le producía miedo la incoherencia y la venalidad de los hombres.
Así que el problema no es de negar tal o cual camino, ya habrá espacio para uno y otro, el problemas es ser eficiente y eficaz, y entender el momento actual desde una perspectiva científica social aquí y allá y seguir el camino. El principal problema a abordar hoy es: La educación en cultura política, esta salida es mil veces más sana y provechosa cuando está desprovista de intereses electorales, puesto que es libre y no genera prevenciones. Inducir a miles de colombianos a estudiar para que comprendan los problemas de aquí y allá para que se vinculen a la acción política consciente en ambos lados, produce más impacto que consolidar una simple relación clientelar de que voten por tal o cual candidato, ello lo decide cada cual por autentica convicción producto de sus propios avances intelectuales, sin que por ello no se haga la orientación debida dentro de la coyuntura actual. Es realmente importante y ahí hay que intentarlo todo: tenemos que hacer una escuela permanente de formación de cuadros por niveles, ojala tendientes a configurar un INSTITUTO de estudios políticos binacionales, sobre problemas globales y nacionales, con claro enfoque materialista marxista; seguramente con su abordaje en corto tiempo se producirá un individuo potencializado, crecido, empoderado y dispuesto a asumir lo que haya que asumir para defender los logros de la revolución e incidir conscientemente en nuestro país.
El asunto es dotar a los colombianos de instrumentos sobre el que hacer. Su implementación requiere de una infraestructura básica mínima, que se irá supliendo en la medida de su desarrollo, este será el verdadero vehículo de conexión entre las dos Colombias y la republica bolivariana. Con este esfuerzo se ayudara a des alienar a millones de la despolitización, la oscuridad y el miedo a confrontar el fascismo para deshacernos para siempre del oprobioso régimen colombiano, y hacerle claridad a los yanquis que nuestros verdaderos aliados son nuestros pueblos hermanos latinoamericanos y caribeños.