La his­to­ria se repi­te en Afga­nis­tán por Txen­te Rekondo

A fina­les del mes de enero ha teni­do lugar en Lon­dres una Con­fe­ren­cia Inter­na­cio­nal para ana­li­zar el futu­ro de Afga­nis­tán. Pare­ce ser que muchos de los acto­res inter­na­cio­na­les no encuen­tran otra fór­mu­la para afron­tar os retos que se pro­du­cen en dis­tin­tas par­tes del mun­do (tsu­na­mi en el sudes­te asiá­ti­co, con­flic­tos en Iraq o Afga­nis­tán, terre­mo­to de Haití?).

En el caso afgano, no es la pri­me­ra oca­sión que se cele­bra una cum­bre inter­na­cio­nal. Hace ocho años en Bonn se reu­nie­ron la mayo­ría de los mis­mos pro­ta­go­nis­tas, y en ambas citas se ha repe­ti­do un guión simi­lar, pre­sen­tan­do ade­más un défi­cit cla­ve: la exclu­sión de una de las par­tes del con­flic­to. Tan­to en la ciu­dad ale­ma­na como aho­ra en Lon­dres, la resis­ten­cia afga­na a la ocu­pa­ción ha no esta­do pre­sen­te, aun­que todos los asis­ten­tes han habla­do y espe­cu­la­do sobre la misma.

Si duran­te estos años los resul­ta­dos de Bonn pue­den cata­lo­gar­se como de un abso­lu­to fra­ca­so, incum­plien­do una vez más las pro­me­sas allí emplea­das, en esta oca­sión encon­tra­mos un fac­tor aña­di­do para des­con­fiar de los resul­ta­dos de Lon­dres. Como bien seña­lan algu­nos obser­va­do­res, hace ocho años la coa­li­ción ocu­pan­te y sus alia­dos afga­nos creían estar a las puer­tas de una vic­to­ria total, sin embar­go en la actua­li­dad ?se pre­sen­tan ago­ta­dos, seria­men­te daña­dos mili­tar y polí­ti­ca­men­te y con pocas espe­ran­zas de una solu­ción mili­tar a medio o cor­to plazo?.

Tras la foto­gra­fía de rigor de cual­quier cum­bre con­vie­ne dete­ner­se a obser­var con deta­lle toda la esce­ni­fi­ca­ción de la mis­ma. Así, tras los lla­ma­mien­tos a dia­lo­gar con la resis­ten­cia, pode­mos encon­trar aspec­tos más deta­lla­dos de las inten­cio­nes de los pro­ta­go­nis­tas de la reu­nión. Mien­tras que se habla de nego­ciar con la resis­ten­cia, se aña­de a con­ti­nua­ción la nece­si­dad de hacer­lo tan sólo con una par­te de ésta, siguien­do el cadu­co manual de bus­car divi­sio­nes ?entre los bue­nos y los malos?. Esta fór­mu­la ya se ha inten­ta­do con éxi­to en el pasa­do y el resul­ta­do no ha sido nada satis­fac­to­rio para las fuer­zas de ocu­pa­ción o para sus alia­dos locales.

A reglón segui­do se aña­de la nece­si­dad de uti­li­zar impor­tan­tes can­ti­da­des de dine­ro ?para com­prar la leal­tad de los rebel­des?. Nue­va­men­te se repro­du­cen los erro­res pasa­dos, como cuan­do se han des­ti­na­do impor­tan­tes can­ti­da­des para atraer a deter­mi­na­dos seño­res de la gue­rra o líde­res tri­ba­les, que tras cobrar el dine­ro no dudan en apo­yar a la resis­ten­cia y emplear lo reci­bi­do para ata­car a sus ?patro­ci­na­do­res?.

Y el ter­cer eje que resal­tan los con­fe­ren­cian­tes se sitúa en torno a una ?ace­le­ra­ción en la pre­pa­ra­ción de las fuer­zas de segu­ri­dad afga­nas?. Otra rece­ta del pasa­do, pues inten­tar levan­tar un país basa­do úni­ca­men­te en la ?efec­ti­vi­dad? de sus fuer­zas arma­das pue­de dar lugar a una mayor mili­ta­ri­za­ción del mis­mo, y si ello va acom­pa­ña­do de un resis­ten­cia cada vez más fuer­te no es difí­cil com­pren­der la esca­sa volun­tad de la pobla­ción afga­na para ser car­ne de cañón o el alto índi­ce de deser­cio­nes en las mismas.

Las inver­sio­nes en infra­es­truc­tu­ras, la lucha con­tra la corrup­ción, la ?recon­ci­lia­ción? impues­ta, la pre­sen­cia de tro­pas extran­je­ras, la seguridad?parece ser fle­cos de menor impor­tan­cia para los pre­sen­tes en la cum­bre de Lon­dres, y al igual que en el pasa­do esos debe­rían ser los ejes cen­tra­les de cual­quier solu­ción, pues son los temas que más preo­cu­pa al pue­blo afgano.

El actual pre­si­den­te afgano, Hamid Kar­zai, pue­de con­si­de­rar­se el gran triun­fa­dor de esa cita lon­di­nen­se. De estar repu­dia­do por Occi­den­te antes de las elec­cio­nes pre­si­den­cia­les del pasa­do agos­to, con una vic­to­ria mar­ca­da por el frau­de y la mani­pu­la­ción, ha logra­do ser nue­va­men­te la úni­ca baza que pare­ce con­tra la coa­li­ción ocu­pan­te. De ahí su pos­tu­ra ?recon­ci­lia­do­ra y pro­ta­go­nis­ta?. Sin embar­go, esta apues­ta tam­bién es una repe­ti­ción de la his­to­ria, y un nue­vo fra­ca­so. El apo­yo local a Kar­zai está basa­do en la corrup­ción, en la com­pra de algu­nos seño­res de la gue­rra y sobre todo en una red de favo­ri­tis­mos que le per­mi­ten a Kar­zai estar al fren­te del país.

Pero esa situa­ción con­tras­ta con el repu­dio que reco­ge entre la mayor par­te de sus ciu­da­da­nos, quien ven en él el este­reo­ti­po del corrup­to y de un régi­men basa­do ade­más en la ocu­pa­ción. Por eso no sea extra­ño com­pro­bar cómo su poder ape­nas abar­ca las cua­tro pare­des del pala­cio pre­si­den­cial de Kabul.

Kar­zai es el pre­si­den­te elec­to de Afga­nis­tán, pero para la pobla­ción care­ce de cual­quier legi­ti­mi­dad, ade­más su figu­ra se aso­cia con un régi­men cola­bo­ra­dor de la ocu­pa­ción, lo que tam­po­co pue­de ayu­dar a variar esas per­cep­cio­nes populares.

Los intere­ses de los acto­res inter­na­cio­na­les tam­bién con­di­cio­na la situa­ción afga­na. El table­ro del Gran Jue­go que sopor­ta Afga­nis­tán duran­te déca­das sigue limi­tan­do la capa­ci­dad afga­na para cons­truir su pro­pio país sin inje­ren­cias exter­nas. Por un lado está Esta­dos Uni­dos y sus alia­dos occi­den­ta­les, que bus­can una pre­sen­cia per­ma­nen­te en la región, con vis­tas al con­jun­to del con­ti­nen­te asiá­ti­co y a sus impor­tan­tes reser­vas ener­gé­ti­cas y a los posi­bles corre­do­res para las mis­mas. Los movi­mien­tos de fichas por par­te de Washing­ton con­di­cio­nan en todo momen­to la situa­ción en Afga­nis­tán, y obli­gan a que otros acto­res inter­na­cio­na­les mue­van tam­bién sus pro­pias fichas.

Un ejem­plo lo encon­tra­mos en Pakis­tán e India. El pri­me­ro quie­re man­te­ner su influen­cia sobre Afga­nis­tán y teme que cual­quier acer­ca­mien­to de EEUU a Delhi pue­da debi­li­tar su posi­ción, y más si se tie­ne en cuen­ta la ene­mis­tas entre esos dos país de Asia. En este sen­ti­do, los diri­gen­tes indios se esta­rían apro­ve­chan­do de sus bue­nas rela­cio­nes actua­les con los esta­dou­ni­den­ses y esta­rían amplian­do su pre­sen­cia en Afga­nis­tán, a tra­vés de su apo­yo a Karzai.

Tam­bién se sitúa en ese esce­na­rio Irán, con una impor­tan­te fron­te­ra con Afga­nis­tán, con influen­cia en el oes­te del país vecino, con vías de comu­ni­ca­ción con impor­tan­tes puer­tos ira­níes o con la preo­cu­pa­ción de Tehe­rán en torno al nar­co­trá­fi­co. Pero ade­más, con­vie­ne recor­dar que la posi­ción ira­ní ha favo­re­ci­do has­ta la fecha los intere­ses de Washing­ton, y pare­ce que los diri­gen­tes de Tehe­rán siguen apos­tan­do por su polí­ti­ca de no actuar ?y ver lo que pasa?.

Otros dos acto­res cla­ve son Rusia y Chi­na, que temen que una vic­to­ria de la resis­ten­cia afga­na pue­da ser­vir de mode­lo a uigu­res o a los pue­blos del nor­cau­cá­si­cos. Pero al mis­mo tiem­po son cons­cien­tes que una vic­to­ria de EEUU le per­mi­ti­rá a éste man­te­ner bases per­ma­nen­tes en ?sus pro­pios patios traseros?.

Final­men­te con­vie­ne resal­tar el papel de Ara­bia Sau­dí y Tur­quía. La petro­mo­nar­quía sigue manio­bran­do para fre­nar cual­quier pro­ta­go­nis­mo ira­ní, y no duda en mover sus peo­nes para lograr pro­ta­go­nis­mo al hilo de los intere­ses de Washing­ton. Por su par­te, Tur­quía sigue la línea recien­te de su polí­ti­ca exte­rior que le ha lle­va­do a ganar peso y pro­ta­go­nis­mo entre los esta­dos musul­ma­nes y par­ti­ci­par como media­dor en nume­ro­sas ocasiones.

La his­to­ria nos dice que Afga­nis­tán ya ha sido la tum­ba de impor­tan­tes impe­rios. Los mon­go­les, los bri­tá­ni­cos, los sovié­ti­cos y aho­ra los esta­dou­ni­den­ses pue­den dar fe de ello. Aho­ra casi todos los pro­ta­go­nis­tas reco­no­cen o comien­zan a hacer­lo, que ?la sali­da mili­tar no fun­cio­na?, que es nece­sa­rio abrir los cana­les de una nego­cia­ción, pero no deben olvi­dar que ésta debe ser sin exclu­sio­nes, de lo con­tra­rio vol­ve­re­mos a afron­tar un pro­yec­to que nace muer­to des­de el principio.

Has­ta aho­ra los inten­tos que se han dado para enta­blar nego­cia­cio­nes so con­ver­sa­cio­nes han sido des­ba­ra­ta­dos por actua­cio­nes nor­te­ame­ri­ca­nas. Los pri­me­ros con­tac­tos sal­ta­ron por los aires cuan­do EEUU insis­tió en la derro­ta mili­tar de la resis­ten­cia, lo que sig­ni­fi­có que los líde­res de la mis­ma no toma­sen en serio sus anun­cios con­ci­lia­do­res. Y lo mis­mo ocu­rrió a fina­les del 2009 tras el anun­cio de Oba­ma de enviar más tro­pas, que aca­bó con una tre­gua por la que las fuer­zas resis­ten­tes no ata­ca­ban los edi­fi­cios guber­na­men­ta­les ni la capi­tal. La rup­tu­ra tra­jo el ata­que coor­di­na­do en el cora­zón de Kabul, a esca­sos metros del pala­cio presidencial.

Los apo­lo­gis­tas de la vic­to­ria mili­tar debe­rían repa­sar los manua­les de his­to­ria y com­pren­der que la reali­dad afga­na lle­va camino de repe­tir la misma.

TXENTE REKONDO.- Gabi­ne­te Vas­co de Aná­li­sis Inter­na­cio­nal (GAIN)

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