Nue­vo ase­si­na­to en Gua­te­ma­la de un acti­vis­ta con­tra­rio a Unión Fenosa

«La situa­ción de repre­sión sigue agra­ván­do­se con­tra quie­nes defien­den la dig­ni­dad y la sobe­ra­nía de las comu­ni­da­des indí­ge­nas fren­te a las empre­sas mul­ti­na­cio­na­les en San Mar­cos, Huehue­te­nan­go, El Qui­ché y Las Vera­pa­ces». Son pala­bras ‑en decla­ra­cio­nes a Viei­ros- de Pablo Ceto, diri­gen­te maya de la Uni­dad Revo­lu­cio­na­ria Nacio­nal Gua­te­mal­te­ca (URNG).

La san­gre vol­vió a correr este mar­tes en Gua­te­ma­la. Octa­vio Roble­ro, diri­gen­te del Fren­te de Resis­ten­cia en Defen­sa de los Recur­sos Natu­ra­les y Dere­chos de los Pue­blos (FRENA) y líder de la lucha con­tra Unión Feno­sa-Gas Natu­ral en el Muni­ci­pio de Mala­ca­tán (San Mar­cos) fue ase­si­na­do por varios des­co­no­ci­dos que, des­de un vehícu­lo, lo acri­bi­lla­ron enfren­te de su negocio.

El nom­bre de Roble­ro figu­ra­ba en la lis­ta de per­so­nas que, por estar bajo ame­na­za de muer­te, inter­pu­sie­ron un recur­so de exhi­bi­ción per­so­nal, entre­ga­do a la Pre­si­den­cia de la Cor­te Supre­ma de Jus­ti­cia de Gua­te­ma­la, el pasa­do 20 de enero, como una medi­da de protección.

Una sema­na antes tam­bién era ase­si­na­da a tiros Eve­lin­da Ramí­rez, pre­si­den­ta del Comi­té del FRENA, cuan­do regre­sa­ba de la capi­tal del país acom­pa­ña­da por tres com­pa­ñe­ros diri­gen­tes. No era ni la pri­me­ra víc­ti­ma ni, tal y como se con­fir­mó esta sema­na, sería la última.

Antes que Ramí­rez y Roble­ro fue la vida de Víc­tor Gál­vez, otro acti­vis­ta de Mala­ca­tán, la que se lle­va­ron por delan­te. Pre­ci­sa­men­te, el gru­po de Eve­lin­da Ramí­rez venía de reu­nir­se duran­te dos días con dife­ren­tes auto­ri­da­des del Gobierno para recla­mar el escla­re­ci­mien­to de su ase­si­na­to, la sus­pen­sión del esta­do de sitio decre­ta­do en San Mar­cos y la expul­sión de Unión Feno­sa del país.

Irre­gu­la­ri­da­des de Unión Fenosa

Feno­sa, aho­ra inte­gra­da en Gas Natu­ral, está denun­cia­da entre otras cosas por aten­tar con­tra los dere­chos huma­nos. El pasa­do 30 de noviem­bre, más de 50 orga­ni­za­cio­nes y movi­mien­tos socia­les, par­ti­dos polí­ti­cos y sin­di­ca­tos envia­ron una car­ta al pre­si­den­te del gobierno espa­ñol, al cata­lán y a los direc­ti­vos de Gas Natu­ral, La Cai­xa y Rep­sol exi­gien­do responsabilidades.

Las irre­gu­la­ri­da­des no ter­mi­nan ahí. La Cor­te de Cons­ti­tu­cio­na­li­dad gua­te­mal­te­ca deter­mi­nó en noviem­bre de 2004 que la empre­sa, a tra­vés de su filial DEOCSA, esta­ba rea­li­zan­do cobros inde­bi­dos median­te un impues­to ile­gal, y que debía devol­ver a los usua­rios los impor­tes cobra­dos, que ascien­den a casi 200 millo­nes de euros. Sin embar­go, a día de hoy, la empre­sa espa­ño­la sigue recau­dan­do frau­du­len­ta­men­te ese dinero.

Ade­más, se cues­tio­na la adqui­si­ción irre­gu­lar de la empre­sa públi­ca de dis­tri­bu­ción eléc­tri­ca por par­te de Unión Feno­sa. «Des­de que en 1998 el Esta­do pri­va­ti­zó la dis­tri­bu­ción de la ener­gía eléc­tri­ca entre­gán­do­se­la a las empre­sas tras­na­cio­na­les espa­ño­las Unión Feno­sa e Iber­dro­la, el ser­vi­cio de elec­tri­ci­dad se ha con­ver­ti­do en un pro­ble­ma pesa­do sobre los hom­bros del pue­blo», sos­tie­ne el FRENA.

Lejos de ceder en su pos­tu­ra ‑y sin nadie que le haga cum­plir la ley‑, Unión Feno­sa ha res­pon­di­do a la lucha de los movi­mien­tos socia­les con repre­sa­lias con­tra la pobla­ción, en oca­sio­nes inclu­so dejan­do sin sumi­nis­tro eléc­tri­co a las comu­ni­da­des que pro­tes­ta­ron por las altas tari­fas, la mala cali­dad del ser­vi­cio y los cobros indebidos.

Pablo Ceto (URNG): «Un nue­vo expo­lio colonial» 

Y mien­tras todo esto ocu­rre, seña­la el ex dipu­tado indí­ge­na Pablo Ceto, «el actual gobierno pone cara de social­de­mó­cra­ta fren­te a la comu­ni­dad inter­na­cio­nal». «Se tra­ta de un nue­vo expo­lio colo­nial, neo­co­lo­nial, neo­li­be­ral. Son las empre­sas mul­ti­na­cio­na­les con la com­pli­ci­dad de los gobier­nos las que están aho­ra come­tien­do este expo­lio de nues­tros recur­sos natu­ra­les a cos­ta de las vidas de nues­tros líde­res», dice.

Viei­ros /​Rebe­lion

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