Los seguidores del ex presidente haitiano Jean-Bertrand Arístides han iniciado una campaña de movilizaciones para exigir la salida de las tropas extranjeras, principalmente estadounidenses y brasileñas, desplegadas en el país tras el terremoto del 12 de enero que costó más de 150.000 vidas, según las estimaciones del Gobierno.
2 de febrero de 2010.- La oposición a la presencia militar internacional se nutre principalmente de los seguidores de Aristide, derrocado en 2004 y 1991 en sendas interrupciones del orden constitucional que atribuyen a la influencia de Washington, y tiene su base en barrios con Cité Soleil o Bel Air, donde las pintadas con la cara de Aristide conviven con grafitis de Bob Marley o Martin Luther King.
«Arístides construyó todo aquí, los brasileños lo destruyeron», afirmó un hombre llamado Jean en una de las ruinosas calles de Bel Air en declaraciones al corresponsal del diario brasileño “Folha de Sao Paulo”. Los brasileños constituyen el principal contingente de la Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH).
Una de las principales tareas de la MINUSTAH ha sido desarmar a grupos afines a Aristide entre 2004 y 2007. Los soldados brasileños «no son nuestros amigos». «Matan a nuestro pueblo», se lamentó un dirigente de Massa Popular, Vanel Louis Paul.
Otros sectores de la población son más favorables a la presencia de la MINUSTAH, cuya dirección militar depende de Brasil, pero el enviado especial de “Folha” subraya que ese «sector radicalizado» existe, algo que tienen muy presente en la misión internacional.
«No dejamos de vigilar atentamente y con preocupación la actuación de los partidarios de Aristide, pese a su posición de debilidad», explicó el jefe de comunicación del batallón brasileño de la MINUSTAH, el coronel Alan Santos.
Todos los años los seguidores de Aristide se manifiestan el 28 de febrero en Puerto Príncipe para recordar el golpe de Estado contra Aristide de 2004 y pedir la salida de la MINUSTAH y este año contarán con unos 5.500 antiguos integrantes de grupos armados que pudieron escapar de las cárceles en el terremoto del 12 de enero.
El propio ex presidente se encuentra exiliado en Sudáfrica y reclama desde allí su retorno a Haití bajo la promesa de no presentarse a las elecciones presidenciales. Sin embargo, su partido, Fanmi Lavalas, sigue contando con una importante influencia, sobre todo entre los haitianos más pobres. «Estamos en todo el país. El nuestro es el partido de la mayoría», sostiene la presidenta del partido, Maryse Narcisse.
La ex ministra es más diplomática al hablar de los brasileños, aunque pide un calendario para su retirada, algo que la ONU sostiene que no ocurrirá hasta dentro de «muchos años».
«No podemos creer que la MINUSTAH se vaya a quedar para siempre. Necesitamos la solidaridad internacional, pero tiene que haber dignidad para nosotros», afirmó.