Un análisis en el contexto de crisis
Una importante victoria política, que hay que celebrar y de la que hay que extraer enseñanzas. Pero sin lanzar las campanas al vuelo. Hace falta en la situación actual ante todo realismo.
Los nazis no se pasearon triunfales sobre el centro de Dresden, como vienen haciendo desde años atrás, utilizando la muerte de decenas de miles de personas bajo las bombas de los ejércitos aliados en la Segunda Guerra Mundial como elemento propagandístico y de revisión histórica.
Contexto
El objetivo para los neonazis era una demostración de fuerza. Y buenos motivos tenían para confiar en el éxito de su convocatoria. En un contexto de crisis, desempleo y desorientación de gran parte de las capas trabajadoras de la sociedad europea y alemana en particular, las organizaciones de la extrema derecha pretendrían una demostración de que son un elemento a tener en cuenta en el escenario político actual. Sus éxitos electorales en Alemania del Este, y los de organizaciones hermanas en países cercanos les hacen tener confianza en sus propias fuerzas.
A grandes rasgos: en Polonia se ha desarrollado la extrema derecha a la sombra de los gobiernos populistas de derecha de la última década. Han hecho del anticomunismo y el fanatismo católico sus principales bazas, y las agresiones a personas por motivos de orientación sexual se han disparado. En Hungría el número de gitanos asesinados a manos de camisas pardas fascistas se cuentan por decenas 1), además de disponer de fuerza suficiente de poner al gobierno socialdemócrata sobre las cuerdas y contar con rondas paramilitares de «seguridad ciudadana». En Austria también en eta década, la extrema derecha tiene resultados e influencia de gobierno. En el norte de Italia, el movimiento fascista, a ejemplo de Hungría, se atreve a organizar sus propios grupos paramilitares bajo la excusa de la «inseguridad ciudadana» y pone a los migrantes en el centro de la diana. La extrema derecha francesa no cede, y en Inglaterra han dado el campanazo con su entrada al parlamento europeo.
Con este panorama y una crisis económica y social que no cesa, el NPD ‑principal partido de extrema derecha alemana- se siente en su salsa, especialmente e n la parte oriental del país (antigua República Democrática Alemana – DDR). Los gobiernos (SPD-Verdes, posteriores CDU-SPD y actual CDU-Liberales) de los últimos años se han dedicado a atacar de forma masiva el Estado social alemán. Aunque las condiciones para los trabajadores nativos siguen siendo mejores que en otros países, las condiciones de las prestaciones por desempleo han empeorado, y el ataque a servicios públicos es cada vez mayor. Es el caso por ejemplo de la educación. Además de planear nuevas reformas sobre el sistema sanitario y estar a debate reformas de impuestos beneficiosas para ricos y perjudiciales para clases bajas.
Por su lado, la extrema derecha pretende hacerse un hueco decisivo en el panorama político. Para ello se sirve de diversas estrategias, una de las cuales es reescribir, revisionar la historia. Desdibujar la noción de anti-imperialismo y hacerla adecuada a su proyecto. Usar elementos progresistas manipulándolos de forma propagandística para acercar a jóvenes sin formación a sus posturas. Algunos grupos neonazis usan la imagen del Che Guevara para tergiversar su lucha anti-imperialista y presentarla en forma de lucha pro-nacionalista en sentido chovinista. También es destacable el uso del apoyo a la lucha palestina como elemento de ataque a los judíos. Estos casos pequeños elementos de muestra. Pero hay armas más potentes para la manipulación de la memoria histórica: usar el bombardeo de Dresden, descontextualizándolo de sus causas reales y reavivando el discurso victimista emocional y patriótico, etc… 2)
Dresden en cuestión
Los nazis no pasaron en Dresden porque se encontraron enfrente con una mayoría numérica de antifascistas. Pero no sólo eso, sino que también en esta ocasión fue mayor desde hacía años el nivel de organización y unidad en los objetivos antifascistas, lo había permitido una mayor unidad de acción de los diferentes grupos y de preparación política del terreno antes la la movilización del día 13.
La campaña unitaria sufrió un intento sistemático del boicoteo por partes de las autoridades político-judiciales. Algunas cuestiones a destacar:
- Intento de eliminar la web de la campaña. Semanas antes de la movilización, un juzgado alemán censuró la web en base al razonamiento de que si la movilización fascista había sido legalizada, una convocatoria contraria que contenía la palabra «bloqueo» acabaría en disturbios, y que por lo tanto había que evitar que se produjera y permitir exclusivamente la marcha legalizada, la fascista. La campaña tuvo que buscar un servidor en el extranjero rápidamente.
- Consecuencia de la misma sentencia judicial contra la peligrosidad del «bloqueo», hizo que locales de organizaciones convocantes fueran registrados y extraído material de los mismos. Y acoso a los grupos de pegadas, ya que el cartel unitario convocante se había convertido de facto en ilegal.
- Acoso policial permanente que también iba desde la presión a las empresas de los autobuses fletados por los antifascistas para que abortaran los trayectos, hasta la presión permanente a los manifestantes en un escenario que parecía propio de una guerra. Dresden era una ciudad militarizada con alrededor de 6.000 efectivos policiales e innumerable material antidisturbios.
- Denegación del permiso a la concentración principal de la campaña antifascista, que tuvo que ser reconvocada en último momento bajo la figura legal de una manifestación contra la prohibición de la manifestación previa prohibida.
A pesar de todo ello, la buena campaña de preparación y movilización tuvo buenos resultados. Y a primera hora de la mañana en Dresden se podía ver claramente que había muchos miles de antifascistas y que iba a ser difícil para las fuerzas policiales arrinconarles y desalojarles, como en otros años ocurrió. Precisamente fue efectiva la idea de bloquear mediante muchas concentraciones los diferentes puntos de entrada al centro de la ciudad donde estaba convocada la marcha nazi. Grupos de diferentes tamaños y tipología política bloquearon puentes y las principales arterias de la ciudad. Según iban llegando en autobuses de diferentes puntos del país, se dirigían a bloquear diferentes lugares. Cuando un pequeño grupo en un puente era desalojado por la policía, se podía sumar a uno más grande situado más atrás y así resistir de nuevo a la presión policial, que en líneas generales se mantuvo presionando pero sin ataques masivos.
Curiosamente, el inestable equilibrio entre los muy diferentes grupos convocantes y de manifestantes tuvo un buen resultado. La distribución de las fuerzas en diferentes puntos y la persistencia en no dejarse caer en las provocaciones policiales provocaron un campo de juego en el que la policía tuvo que desistir de dar vía libre a la manifestación nazi. El dilema en el que se encontraban las autoridades era que la ciudad acabara sumida en una batalla campal de todos contra todos, o establecer una represión policial tan salvaje contra los antifascistas que sería difícil de justificar para el goberno central conservador-liberal de Angela Merkel, ya que las marchas antifascistas empiezan a ganar popularidad en un país que vuelve a verle las orejas al lobo. 3)
Rápidamente se desataron las tensiones internas entre los camisas pardas y hubo algún conato de enfrenatamiento fraticida, según recogieron algunos medios de comunicación. Algunos neonazis apostaban romper los cordones policiales y enfrentarse a los antifascistas. Los más experimentados, con la cabeza más fría y conscientes que que un espectáculo de ese tipo tirarían por la borda su intento de presentarse como alternativa seria, frenaron los ímpetus. Posiblemente desatar dinámicas fraticidas de este tipo, enfrentar a los neonazis con sus propias contradicciones, sea una de las estrategias más inteligentes que puedan seguir las izquierdas en el momento actual.
Ha sido una derrota importante en el intento de la extrema derecha alemana de darse una imagen de fuerza, democrática y respetable. Pero la situación sirve de base material y política para el discurso de los neonazis sigue presente. Y pese a errores, derrotas puntuales como ésta y haber perdido algún parlamentario en las pasadas elecciones regionales, su proyección pública se mantiene y capacidad de propaganda y captación de miembros crece. Tanto de forma abierta como de forma soterrada a través de infiltración en asociaciones deportivas, grupos juveniles, asociaciones de vecinos y seguridad ciudadana, se presentan como un serio peligro latente.
Tras el bloqueo de la marcha, que incluso la derecha CDU, gobernante en lo local, quiera hacerse con el mérito de la derrota de los neonazis es algo de lo que también hay que realizar una lectura 4). Primero intentaron boicotear por activa y pasiva cualquier posibilidad seria de bloquear a los nazis. Una vez que resulta exitosa la movilización unitaria, que se ha intentado boicotear por todos los medios legales y policiales, se prestan a presentarse como si fueran poco menos los causantes del tal éxito. La capacidad de subirse a caballo ganador y de tergiversar sus propias posturas es siempre sorprendente para los partidos de gobierno. Éxito también de la campaña antifascista que ha obligado hasta a la propia derecha a tener que aceptar el discurso antinazi para no quedarse atrás. Además, la elite político-económica sirviéndose del gobierno y los medios pretende eclipsar cualquier campaña unitaria de resistencia, restándole protagonismo, por miedo a que se extienda esta dinámica de movilización a otras luchas contra las políticas antisociales de la actual coalición gobernante.
Una importante victoria política, que hay que celebrar y de la que hay que extraer enseñanzas. Pero sin lanzar las campanas al vuelo. Hace falta en la situación actual ante todo realismo. Las extremas derechas europeas están dando señales muy claras de que saben bien moverse en contextos de crisis. De hecho, han estado preparándose a conciencia para un periodo histórico de agudización de las convulsiones sociales.
La izquierda, el centro, y la derecha. No hay alternativa: tomar la iniciativa
Precisamente, la victoria de Dresden demuestra que existe capacidad real de parar y arrinconar a la extrema derecha. Pero para eso la izquierda política y los movimientos sociales deben tener afán de victoria. Pero victoria en las calles, en la capacidad de organización social de la rabia y el descontento social en un país de Estado social donde el neoliberalismo exige sin pausa ataques concretos a la protección social. Protección social de la que de hecho suelen quedar al margen los inmigrantes que no disponen de pasaporte alemán, siendo carne de cañón de las pésimas condiciones del mercado laboral y los trabajos «en negro». Pero no serán útiles victorias electorales que solamente sirvan para reeditar gobiernos de supeditación a la socialdemocracia y de aplicación de políticas antisociales en nombre del mal menor.
Es recurrente en el panorama de los medios escritos alemanes al ataque a Die Linke, tildándolo de extrema izquierda, comparándolo con la extrema derecha por el supuesto carácter populista de sus propuestas. En cierta manera, son los únicos dos partidos que pueden recoger el «voto bronca» de las capas populares desilusionadas por años de gobiernos socialdemócratas de recorte de derechos sociales y apoyo a los ricos. Lógicamente, este tipo de acusación de populista a Die Linke, que la más de las veces proviene de los medios afines a SPD o Verdes, muestran la inquietud de estos partidos por perder su espacio electoral frente a una izquierda con un programa socialista y anti-imperialista.
Paradójicamente, el peligro para Die Linke alemana es morir de propio éxito. Es decir, crecer más rápido en el valor de voto y representación institucional que el el nivel de la capacidad de movilización y formación de cuadros. Es la disyuntiva en la que se han movido en las últimas décadas los partidos clásicos a la izquierda de la socialdemocracia europea. Es previsible que este partido aún nuevo y en formación se enfrentará a contradicciones y crisis similares. Aunque el periodo histórico y el partido que estar por jugarse se dará en un escenario diferente a la de la crisis de los partidos comunistas. Es todavía temprano para realizar profecías sobre el caso alemán. Pero no es casualidad que la extrema derecha alemana sea más fuerte en aquellos lugares del Este del país, donde Die Linke tiene mejores resultados electorales (antiguo PDS) y de hecho gobierna en colación con el SPD o se muestra deseosa de hacerlo en gobiernos de centro-izquierda. Aquí vale más que nunca esa máxima según la cual la izquierda no puede conseguir mediante cañería parlamentaria lo que no es capaz de conseguir en la calle. Gobiernos progresistas sin organización popular solamente pueden llevar a desilusión y pasotismo de las clases populares, y a reforzamiento de las salidas autoritarias de derecha. Es una enseñanza histórica que se ha mostrado repetidamente trágica en su verdad.
De hecho, y como comentamos arriba, la extrema derecha alemana a pesar de tener retrocesos y derrotas como esta que narramos aquí, realiza una labor permanente de propaganda y reforzamiento organizativo. Otra punta de lanza usada desde hace años es la cuestión de la islamofobia. Bajo la cortina de humo de la «invasión islámica» pretenden esconder la cuestión de que son ya varias generaciones de inmigrantes los que han levantado la economía del país a base de trabajo a destajo en la industria y en los sectores de servicios con el esclavismo del trabajo «en negro». Precisamente en época de crisis como ésta, viene muy bien a la patronal y los poderes fáctivos reanimar espantapájaros como éste, para preparar el terreno de la guerra de pobres contra pobres en forma de racismo.
La campaña contra la prohibición de los minaretes en Suiza ya tuvo sus consecuencias en Alemania en los pasados meses. Saltó a los medios de comunicación como tema central. Y aunque ha pasado a segundo plano en las últimas semanas, ya han aparecido en la capital los primeros elementos de propaganda de una iniciativa «ciudadana» ‑careta de los neonazis- contra la islamización de la ciudad. Cabe en este apartado recordar episodios trágicos como el asesinato de Marwa Ali El-Sherbini a cuchillazos por un neonazi en plena sesión de un juicio contra él. Le asestó 18 puñaladas en público, y cuando su esposo intentó defenderla, la policía allí presente le disparó a él en lugar de al agresor neonazi. Un «accidente» que muestra hasta dónde llega la penetración del discurso islamófobo en algunas zonas del país.
La lucha antifascista no puede ser más un simple lema vació de contenido práctico o una estética. Debe estar presente en las estrategias y el día a día de las organizaciones progresistas y movimientos sociales. Pueblo a pueblo, barrio a barrio intentan construirse las organizaciones fascistas a fuego lento. Solamente se le puede hacer frente, ocupando antes esos espacios sociales. Reforzando las luchas sindicales desde la base y creándole contradicciones a las burocracias, uniendo las luchas de los movimientos sociales para conseguir victorias y animar a la autoorganización ciudadana. Solamente se les puede vencer en las calles, utilizando el parlamento como instrumento de denuncia y agitación, pero sin caer en las ilusión parlamentaria de cambiar las cosas desde arriba. Porque como bien ironizó Olivier Besançenot [repitiendo una frase de Eduardo Galeano] en su última visita a Madrid: «Si la elecciones sirvieran para cambiar realmente las cosas, ya las habrían prohibido.»
Los movimientos fascistas, con el beneplácito de muchos gobiernos y sectores empresariales, vuelven a levantar la bandera de la caza de brujas, de buscar culpables a la crisis precisamente en los sectores más débiles de la sociedad y es lo que la sufren de forma más brutal porque muchas veces no disponen de los mínimos derechos sociales: inmigrantes, parados, etc. Vienen bien a los poderosos como cortina de humo. Por ese motivo hay que señalar una y otra vez a los culpables: los que se enriquecieron a costa de un modelo salvaje insostenible. Los que quieren vaciar las arcas del Estados en forma de ayudas directas (a los bancos) e indirectas (mercantilización de los servicios públicos). Es el plan de crisis para la élites económicas europeas. Quieren vaciar las arcas del Estado para enriquecerse aún más y para eliminar las ya raquíticas ayudas sociales. Para que los parados tengan que trabajar en condiciones esclavas sin ninguna protección social. Es su sueño: la guerra de los pobres contra los pobres. Y para ello usarán todos los instrumentos en sus manos: reformas laborales y más privatizaciones. Y si las clases populares no se dejan, siempre está a alternativa de soltar los perros con camisas pardas.
La movilización y autoorganización es la única manera de hacer frente a la extrema derecha, que sabe explotar muy bien la falacia del centro político. Ese eufemismo, ese concepto vacío que durante décadas ha servido para que los políticos de distintos partidos en gobierno secuestren la política y la pongan al servicio del mercado y la dictadura capitalista del pensamiento único. Es hora de liberar la política para el pueblo, de bajarla a la calle, convertirla en una actividad social masiva.
El 13 de febrero los nazis no pasaron en Dresden, ni volverán a pasar nunca más!
Berlin, 18/02/2010
Notas
1) Sobre las cuestión de la persecución a gitanos, tendremos que pensar que hasta que no ocurra otro holocausto ninguna institución los tomara en serio como seres humanos. La cacería, racismo y exclusión social que sufren los gitanos del este europeo en la Europa del siglo XXI es abominable, y un síntoma de lo que puede venir en tiempos futuros.
2) Cabe aquí comentar de paso, que el bombardeo de Dresden fue una masacre del todo innecesaria, menos relevante desde un punto de vista militar de victoria aliada que el uso de las bombas atómicas en Japón. Ambas masacres son fácilmente enmarcables en el intento de las fuerzas aliadas de enviar un mensaje a la URSS sobre la postguerra. En cierta manera, puede hablarse desde ese momento del comienzo de la guerra fría, como bien ha analizado Jacques R. Pauwels en http://www.lahaine.org/index.php?p=43333 13/02/2010 (El mito de la guerra buena: EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial)
3) La campaña unitaria abarca un amplio abanico de organizaciones políticas y sociales. Desde los sectores más moderados de la izquierda (jóvenes del SPD y los Verdes) hasta grupos de la revolucionaria, pasando por organizaciones sindicales, así como la multitud de grupos antifascistas de la llamada «escena autónoma». Sobre estos últimos hay que destacar que realizaron un trabajo importante de bloqueo de puentes y otros puntos «calientes», donde la intimidación de la policía fue intensa. Pero también es destacable el hecho de que la dinámica de resistencia de no ceder a provocaciones policiales fue parte importante del éxito de la campaña. Los enfrentamientos directos contra policía fueron puntuales, más parte del folklore típico de estos eventos que otra cosa. Die Linke jugó un papel importante en la organización previa y movilización, así como la organización estudiantil SDS-Die Linke.
4) Instituciones locales y pacifistas oficialistas habían convocado una cadena humana en la ciudad antigua, muy lejos de la convocatoria fascista. Tal convocatoria fue realizada en contra del uso revisionista neonazi de del bombardeo de Dresden. Pero en ningún momento se presentaba como un intento de parar la movilización nazi. Los medios de comunicación se apresuraron a presentar el fracaso de la movilización nazi como consecuencia de esta cadena humana, que no tuvo nada que ver con ello. Un intento más de torpedear la campaña unitaria antifascista, intentando de forma desesperada hacerla desaparecer del escena para lso lectores menos informados sobre la situación.
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