Tiene Bilbao un gran tesoro que ahora mira con gran paciencia: un alcalde, gran españolista inscrito en el PNV y activista destacado de la influyente, en porcentaje desconocido, corriente regionalista vascongada del partido. No puede acabar la primera década del tercer milenio sin una justa e ineludible crítica a una continua provocación que ya desde hace demasiados años soportamos los villanos, habitantes de la villa de Bilbao, que queremos vivir como vascos libremente sin contaminaciones en un lugar que por sus características urbanas, demográficas, económicas y simbólicas tiene una gran trascendencia en nuestro país.
Es inadmisible, sino insultante, su ferocidad contra todos los elementos y posicionamientos de identidad socialista, abertzale y como tal radical. No sé pude ser patriota si no sé tiene algo más que apellidos, raíces. Y estas se implantan también en aquellos que llegaron de otros lugares o culturas y arraigaron en esta tierra. Especialmente ahora que parece se inicia el primer año de un tiempo nuevo para Euskal Herria incluso con algunas sorprendentes aportaciones de aquellos que han visto perder todas sus prebendas políticas y por tanto sobretodo, económicas.
Azkuna ya claudicó en 1999 en plena vigencia del Acuerdo Lizarra-Garazi ante la imposición de la bandera de España aceptándola con entusiasmo, en contradicción con otros alcaldes de su mismo partido como José Luis Robles (1983) y Jose Mª Gorordo (1987) que actuaron como mandatarios vascos. Lo mismo que cada vez que el jefe de las fuerzas armadas españolas, impuesto por el criminal militar Franco, o su hijo y la mujer pisotean nuestra tierra se desvive en atenciones y en una ocasión (30.09.2005) con una ceremonia de delirio y entrañabilidad hispanista les entregó un faldón de dos colores para que se lo pusiesen a su descendiente ”tanto si es niño como niña”.
Resulta denigrante su reconocimiento homenajeando apasionadamente y otorgándoles distinciones, regalos y loas en nombre de la Villa y pagados con dinero público a populares personajes españoles, cantantes, escritores o toreros que han demostrado reiteradamente ser reconocidos y declarados antivascos suscribiendo cualquier tipo de panfletos surgidos en contra la cultura, o la idiosincrasia vasca y manifestándose incluso frente a Ajuria Enea contra el lehendakari Ibarretxe, un buen hombre vasco derrotado, cada día es más evidente, por traidores como Imaz, Bilbao, Urkullu, Erkoreka, Azkuna, etc que han propiciado este gobierno rapiña. Así, cada vez que acuden a alguna actuación a la Villa o les emplaza expresamente como a Concha Velasco, Mario Vargas Llosa o Antonio Gala a quien invitó el pasado verano, fuera del Concurso Bilbao Loretegiak a que presentara una obra delante del Arriaga, que resultó un fracaso, además de remunerarle espléndidamente como comisario. Lo mismo que ofende a nuestra antropología cuando regala una makila a los asesinos de toros que muestran su bestialidad en los festejos amparados por el Ayuntamiento. Un vergonzoso vasallaje.
Decide, con criterio de jefe cacique, en marzo de 2008 la compra por 300.000 euro de las tres “meninas” instaladas en la calle Ercilla, tras una operación de promoción del propio reputado artista Manolo Valdés (Valencia, 1942) con la banal justificación de: “Somos amigos de Manolo, nos gusta su obra y teníamos un pico de dinero para pagarlas”. Evidencia un inadmisible desprecio por el arte vasco ignorando a excelentes escultores del país, el nuestro, como Remigio Mendiburu (1931−1990), Ricardo Ugarte (Pasaia, 1942) o José Ramón Anda ( Bakaiku, 1949) por citar sólo tres, de los que no hay ninguna obra en Bilbao.
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Ha continuado mostrando un inaceptable odio a prestigios artistas vascos como los acreditados payasos Pirritx eta Porrotx con un vergonzoso boicot fascistoide a actuaciones ya contratadas para congratularse con los herederos del franquismo el PP, sus secuaces UPyD y otras sectas ultraespañolas, en contra incluso del criterio del Ararteko. También pretende impedir con modales de tirano la presencia en sucesivas Aste Nagusia de kompartsak concienciadas con los problemas de nuestro pueblo como Kaskagorri y Txori Barrote buscando banales excusas de qué mostraban fotografías de prisioneros políticos vascos, a los que un alcalde con una elemental sensibilidad social evocaría por no poder participar en las fiestas de su pueblo. Desde hace años en Navidad discrimina muy desproporcionadamente en medios económicos, apenas una tercera parte, la presencia, difusión e incluso desvirtuando el día de su representación a un entrañable personaje propio como Olentzero frente a una cabalgata de Reyes para los niños de la numerosa y desintegrada colonia española establecida en Bilbao y su metrópoli, a quienes recibe en la Casa Consistorial organizando un despliegue televisivo muy desigual. Igualmente, altera la festividad de Santo Tomás claudicando ante los intereses de la influyente Asociación de Comerciantes del Casco Viejo a quienes muy poco les importa que a partir de media tarde esta zona se convierta en un área totalmente degradada y bochornosamente alcoholizada.
Cada temporada sacia su gusto e interés asistiendo a la tortura pública y matanza de 54 toros en la tradicional novena criminal de agosto, como el acto social más importante de las fiestas patronales, acompañado por un sanedrín de individuos con cargos públicos de semejantes bajos instintos de brutalidad en una repugnante orgía de sangre. Además del descrédito personal por su implicación, algo subjetivo, difunde una pésima imagen de la villa, el (d)efecto Bilbao, en una Europa sensible y sostenible. Debería recordar que Barcelona se ha proclamado para admiración del mundo, junto con 69 ayuntamientos catalanes más, su condición de municipio antitaurino. También mirando a Catalunya una nación en ejemplar e imparable progreso identitario, debería enterarse cómo se organiza una consulta popular para que la población pueda expresar su derecho a elegir la forma de gobierno que desea al margen de la tiranía monárquica española. Pero este alcalde sólo mira a Madrid capital de España a donde acude entusiasmado periódicamente a presentar pleitesía pueblerina, servil complejo de la época franquista, con diversos festejos locales que en dicha ciudad española no parece les interesen para nada. Cada año viaja con séquito para un acto tan absurdo como despilfarrador, anunciar el empacho musical Música-Musika, o el bicentenario del músico Juan Crisóstomo de Arriaga como si allí no conociesen lo que son los conciertos, y sino cualquier otra excusa es buena como explicar la Ordenanzas del Consulado de Bilbao, etc.
En épocas de enorme crísis económica, y también de valores morales, todavía mantiene una absurda empresa paramunicipal, Fundación Bilbao 700, desde 2000 para justificar el caprichoso puesto de su directora cuyos escasos pero costosos festejos, entre otros “un tradicional exterminio de toros” para conmemorar el aniversario de la fundación de la Villa. Las actividades presentables de rango cultural son todas propias del Área de Cultura, para ello existen unos cargos que se retribuyen además de una concejala (ir)responsable, un director del área de Turismo y Fiestas, Gonzalo Olabarria y un programador Enrique Bosque. Todo ello sucede con el extraño consentimiento de los grupos municipales de la oposición.
Ante las presiones de los comerciantes y especialmente de los hosteleros, al parecer un poder además de desproporcionado temible, cede a todas sus pretensiones. Se anticipa la iluminación comercial a una Navidad cada vez más desfigurada de sus valores tradicionales contribuyendo a crear un prolongado paisaje nocturno rutinario, repetitivo y agobiante, dura un doceava parte del año, contaminante y contraproducente aunque lo paguen los comerciantes. Lo mismo autoriza a los bares, con una influencia absoluta, a cerrar dos horas más tarde en este período con banales excusas de qué generan actividad incordiando al vecindario, por temor a la inaceptable y desmesurada prepotencia de este gremio en nuestro país, a los que se permiten toda clase de infracciones y agresiones a la salud pública. Desde la impunidad para fumar hasta las deplorables condiciones sanitarias de los pintxos, la carencia de sus precios visibles, la suciedad interior junto a la barra, unos aseos deplorables, el ruido ambiental exterior, impune ocupación de aceras por los bebedores y sus accesorios y las consecuencias de tales sesiones de intenso consumo, excrementaciones diversas nocturnas, daños a objetos, etc.
Como alcalde es el máximo responsable de la deshonrosa fama, conocida en muchos ambientes culturales, de ser la ciudad de una cierta importancia europea que más ha destruido, desfigurado o ridiculizado su patrimonio monumental de elementos de enorme relevancia arquitectónica, iconografica e identitaria, incluso catalogados, en tiempos no bélicos: Depósito Franco, Rampas y Escaleras de Uribitarte, Santa Ana de Bolueta, Mercado de la Ribera, Alhóndiga, tribuna y arco de San Mamés, Cuarteles de Garellano, edificio Rag, Centro de Desinfecciónes de Zankoeta, Edificio Besga Astoreka para Archivo Nacional, su conformidad con el derribo de la Estación de Abando, la escasa sensibilidad en la ampliación del Teatro Campos bajo las ordenes de los extorsionadores de la SGAE, perdida de singularidad urbana en la Plaza Zabalburu, Plaza Jado y Plaza Arriquibar, la vulgar intervención en la casa- torre de Urizar en Irala, la “providencial” caída de la fachada del baserri de Arangoiti reformado para centro cívico o la afección al entorno protegido de la antigua harinera de El Pontón, actual ikastola Abusu en Bolueta, el indecente aspecto del ábside de la Catedral de Santiago, y el absurdo cierre de su extraordinario pórtico, por una ineficaz vigilancia de una Policía Municipal dedicada a multar para recaudar, la pérdida del carácter marítimo fluvial de la Ría con el derribo de las balizas portuarias en la margen derecha, la nº 940 junto al puente de La Salve y más recientemente la 930 junto al de Deustua. También consistiendo ampliación de Euskalduna Jauregia a cuenta del espacio público exterior o intervenciones de enorme trascendencia urbanística en áreas privilegiadas como el aberrante centro comercial Zubiarte en Abandoibarra, el rascacielos de Iberdrola que aparte de su hazaña constructiva y su rendimiento publicitario no aporta absolutamente nada a una ciudad con un ensanche coherente y valioso donde se ha autorizado la excentricidad constructiva de la sede del Departamento de Sanidad en alameda Rekalde y admitiendo la incomprensible incoherencia urbanística de qué sea una iniciativa privada inmobiliaria quien decida el futuro de las 700 hectáreas de Zorrotzaurre de enorme importancia estratégica. Todo ello con el silencio complaciente y cómplice del socio de Gobierno, a la carta, EB responsable de Urbanismo y también del patrimonio edificado de la villa que ante la barbarie con los elementos catalogados, asiste indiferente a esta continua catástrofe cultural.
Para peor finalizar el año, el sábado 19 de diciembre, junto con el cacique diputado general bizkaitarra José Luis Bilbao, ignoró la manifestación ¡Egunkaria Libre! de apoyo al diario en euskera en la que unas 30.000 personas con sentido de la dignidad cultural mostramos nuestra adhesión a los procesados, a la lengua propia del país y el rechazo a la agresión de su cierre sufrida desde España. En cambio, si tuvo interés en asistir al día siguiente, alternando con un grupito de políticos representantes políticos del GAL, de la dictadura, policías diversos y algunos allegados a una de las múltiples reuniones públicas de las diversas hordas de presión antivascas y rencorosas franquicias autodenominadas “víctimas del terrorismo” (sic). En Euskal Herria el único terrorismo que ha existido fue el de los sublevados militares fascistas de 1936, los millares de encarcelados, fusilamientos y los bombardeos de Durango, Otxandio, Gernika, etc. y la larga represión posterior hasta la actualidad. Es preciso señalar que el alcalde de Donostia, Odón Elorza sobre esta farsa de juicio promovido por unos ultraderechistas antivascos, además de manifestar su preocupación e interés por el asunto, ha declarado: “Es una pena que siga adelante el juicio y que no haya una retirada de cargos (…). Desconozco cómo se va a resarcir a los perjudicados. Ojalá tenga un final feliz, esto es, la absolución para los inculpados… y que la Justicia resplandezca en mayor medida”. Para Azkuna y su portavoz, El Correo (del) Español todo es ETA. Continuamente está haciendo el rídículo.
En otras manifestaciones como la del 14 de febrero de 2009 contra la ilegalización de Demokrazia 3 Milioi, dos semanas antes de las elecciones, ante la sorprendente e indiscriminada bestialidad represiva de una Ertzaintza enloquecida en lugares céntricos de la villa en una demenciales declaraciones le preocuparon más unos contenedores volcados que los numeras personas, incluso muchos vecinos ajenos a la protesta, salvajemente golpeados.
Jamás se ha interesado, mostrando un vulgar y chulesco desprecio, por las torturas, el trato y las condiciones de estancia en las cárceles de exterminio españolas de exconcejales, cargos públicos y numerosos vecinos de la villa, detenidos, vejados y sus familiares continuamente humillados. Con un altanero talante ignora la anual multitudinaria manifestación, unas 42.000 personas de múltiples partidos excepto el suyo, del primer sábado del año de Etxerat que con el lema ¡Euskal Presoak, Euskal Herrira!, una vez más ha recorrido las calles de Bilbao para demostrar que el pueblo vasco, este pequeño y prohibido país, tiene las ideas muy claras y está indudablemente con los 742 presos al día de hoy dispersos en 86 cárceles entre España y Francia
El bronco alcalde Azkuna es un caso que a su propio partido debería preocupar. Ha sido muy elogiado por el PP, secta fascista a la que podría pertenecer ya que se asemeja bastante en sus actitudes. Es el favorito del periódico español El Correo, que le fotografía en portada tumbado en la cama de su dormitorio, agradeciendo las continuas exclusivas del Ayuntamiento hacia este medio de contaminación de la derecha españolista, la referencia para demasiados afiliados y batxokis. Incluso a un atento observador le costaría encontrar algún matiz de nacionalista vasco en este cargo populista, un bilbaino de vecindad, sanote, populachero, guasón, como aquellos que tanto han gustado siempre en España, en la dictadura y ahora. ¿A quién quiere engañar, o pretende atraerse los votos de al derecha española para perpetuar el mandato? ¡Que vergüenza de alcalde!