Los tribunales de excepción son, por definición, sinónimo de inseguridad jurídica y la Audiencia Nacional Española no es una singularidad a ese respecto. En las últimas semanas se ha puesto además y por enésima vez de manifiesto la catadura moral e intelectual de sus magistrados, y no sólo por su desprecio a los más elementales principios del derecho y su sumisión lacaya a las “razones de estado”- elemento común a todos los tribunales de excepción‑, sino también porque sus señorías parecen haber iniciado, de propia voluntad o sin ella, una carrera hacia el estrellato en los más sórdidos balcones de la telebasura y lugares similares. Jueces de insólita ignorancia histórica, probables prevaricadores a sueldo de banqueros, magistradas con ademanes de cabo de la legión.
Tal parece ser hoy la radiografía del tribunal estrella en el poder judicial español. Las últimas decisiones salidas de sus despachos han movido al escándalo incluso a algunos “progresistas” y “demócratas” de oficio. Pero en cualquier caso, esto, y parafraseando a Walter Benjamín, “no es un asombro filosófico” al menos para nosotros.
La Audiencia Nacional Española ha sido y es un paradigma del aparato jurídico- político franquista, cuya pervivencia fue pactada en el proceso de transición de la dictadura a la restauración de la monarquía, y que ha cumplido un papel fundamental en la consolidación del régimen español actual. Hubo también otros elementos claves para la derecha española nacional-católica pactados entonces entre las fuerzas políticas restauradoras como, entre otros, una serie de disposiciones que suponían, de hecho, una exculpación para los responsables de las atrocidades franquistas; la permanencia del aparato represivo de la dictadura, lo que implicaba no sólo a la policía política, sino al conjunto de los elementos coercitivos del estado, puesto que el franquismo los había modelado y/o reconstruido como elementos fundamentales para su existencia, y que incluían a las fuerzas armadas, a las fuerzas de seguridad en su conjunto, y por supuesto el aparato judicial. De los miembros de éste último fueron elegidos como primeros dispositivos para la Audiencia Nacional, aquéllos que se habían distinguido por una señalada e inconfundible fidelidad y sumisión sin condiciones a los principios restauradores, y que fueran además capaces de marcar una línea de actuación general en el futuro.
Otro elemento que caracteriza aquella transición política fue la reproducción bajo nuevas condiciones del aparato ideológico del franquismo. Esto atañía fundamentalmente al poder mediático, al sistema educativo y a la iglesia católica española, institución que acabaría imprimiendo, contra muchos pronósticos, unas señas de identidad significativas al nuevo régimen monárquico, que prorrogó inmediatamente el sistema de privilegios de que gozaba, y no sólo por agradecimiento a quien había sido un elemento fundamental en el mantenimiento de la dictadura. La iglesia española ha demostrado en los últimos años ‑y lo ha hecho con manifiesta agresividad- que sigue siendo un poderoso e imprescindible aliado del bloque oligárquico dominante, y que éste no puede realmente prescindir de sus cuotas de influencia socio-cultural. El concordato o los conciertos educativos son una inequívoca señal de los lastres que conserva un Estado que se presenta con suma osadía como democrático y valedor de derechos universales.
El otro aparato de adoctrinamiento permanente y reproductor de los principios sociales del franquismo es el poder mediático. Casi toda la prensa española transmite de una u otra forma una cosmovisión integrada por elementos fuertemente enraizados en el programa ideológico de la dictadura. Un caso que especialmente llama la atención es el del diario “El País”. Este periódico tiene como alma mater a Juan Luis Cebrián, periodista formado en las redacciones de la prensa franquista y que llegó a ser director de informativos de Televisión Española, cargo que Franco y sus consejeros reservaban para los más fieles de entre los fieles al régimen. Ha recibido varios premios de fundaciones norteamericanas y asiste a las reuniones del selecto Club de Bilderberg (importante foro global del imperialismo) junto a otros españoles de similar tradición política como Esperanza Aguirre o Rodrigo Rato. Pero el mayor éxito de este diario ha sido sin duda el haberse convertido en el órgano esencial de adoctrinamiento de un importante sector de la antigua “izquierda sociológica” española, hoy convenientemente domesticado y olvidadizo, y haberlo arrastrado hacia posiciones netamente neoliberales y proimperialistas (y de forma muy virulenta), y ello bajo una apariencia formal, por lo demás bastante cutre e intelectualmente raquítica, de “progresismo político”. El Grupo Prisa al que pertenece El País y del que Cebrián es consejero editorial, se ha constituido como un elemento importante en la penetración neocolonial española en América Latina, especialmente a través de la editorial de libros de texto Santillana que, como ha denunciado recientemente el Gobierno Boliviano, quien la ha excluido del sistema público de enseñanza, transmite contenidos de índole racista y neocolonialista. El resto de la gran prensa hispana y demás medios vinculados de diversas formas a las familias oligárquicas tradicionales, no disimulan los lazos ideológicos que mantienen con el franquismo, tal y como recientemente se evidenció con la Ley de Memoria Histórica que ‑a pesar de su manifiesta insuficiencia, lo que ha provocado el rechazo de historiadores y asociaciones de víctimas del fascismo- desató una reacción histérica en los consejos de redacción y órganos directivos de estos medios.
Así, la evolución histórica del régimen monárquico ha venido finalmente a evidenciar las continuidades y lazos que mantiene con el franquismo, cuyos principios fundamentales sustentan todavía el ideario de la burguesía española, y que se manifiestan finalmente en un enorme déficit democrático tanto a nivel institucional como sociocultural. Este poder mediático que aún festeja en privado “el Día de la Raza” es el que se ha comprometido con todas sus baterías en la guerra imperialista contra Venezuela.Así que, poniendo en relación la trama judicial-mediático- empresarial y política, resulta que Eloy Velasco fue entre 1995 y 2003 director general de justicia de los dos gobiernos derechistas de Eduardo Zaplana en la Comunidad Valenciana. Tenemos que recordar que la etapa siguiente en la que Zaplana pasó a ser ministro de Aznar, se caracterizó por la absoluta sumisión y servilismo del gobierno español a la política de la administración Bush, y que hay evidencias de su participación en el golpe de estado contra el gobierno de Hugo Chávez. Zaplana dejó sus cargos en el PP en el año 2008 salpicado por escándalos de mal uso de dinero público en regalos y otras zarandajas (Terra Mítica), y apagada su estrella con el desprestigio de la cúpula aznarista al perder su partido por segunda vez las elecciones generales frente a Zapatero. Pasó entonces a ser delegado para Europa del grupo Telefónica, con un contrato multimillonario. En ese mismo año Eloy Velasco fue nombrado juez de la Audiencia Nacional en sustitución de Juan del Olmo, instructor del 11M. El ordenador de Raúl Reyes, que se ha convertido en una inagotable fuente de información para los servicios de inteligencia militar colombianos (el volumen y la increíble concentración de datos en un archivo clandestino sólo es comparable a los “papeles de Txeroki”) y cuya fiabilidad resulta a estas alturas totalmente nula, y ridículos los supuestos descubrimientos que del examen de ese disco duro de oro anuncia periódicamente el narco-gobierno de Uribe, es la base fundamental para la instrucción del sumario que el aznarista Eloy Velasco está realizando.
Parece que se trata ahora de exportar el “todo es ETA” a América Latina, habida cuenta de la capacidad de penetración social que esta patraña judicial a tenido en la “Madre Patria”. El “complejo”, al más puro estilo garzoniano, es esta vez FARC-Venezuela-ETA, y como en la investigación de otros “complejos terroristas” es precisamente El País, del Grupo Prisa, el que ha ocupado la primera línea de fuego en la guerra mediática contra los gobiernos de izquierda de América Latina, en especial contra el gobierno de Hugo Chávez, aportando una información cuya verosimilitud histórica resulta mucho más que dudosa ya que basada exclusivamente, como en otros casos, en informes policiales.Pero detrás de estos titulares están los intereses que mantiene el grupo Prisa junto a otras empresas españolas, y que aparecen frecuentemente engarzados en complejas redes. El análisis de la formación de – éstos sí – verdaderos complejos neocoloniales será objeto de un próximo artículo. Veamos por ahora, aunque sea sólo superficialmente algunos de ellos. El Grupo Prisa tiene grandes intereses económicos en América a través de sus empresas de la comunicación y de sus estrechas relaciones con las oligarquías latinoamericanas.
En un artículo publicado por Gara 29−6−09 del periodista argentino José Steinsleger se recordaba que una de las principales fuentes de enriquecimiento del sr Polanco, fundador del grupo fue la exportación, sobrefacturando libros de la editorial Santillana de España a Colombia y de Colombia a EEUU. Otros lucrativos negocios de Santillana en Latinoamérica se realizaron con dos destacados genocidas del continente:. Pinochet y Hugo Banzer. Por cierto que resulta sumamente significativo, a este respecto, el silencio que El País mantuvo sobre la brutal represión con que, sobre mineros y campesinos bolivianos, el asesino Banzer se despidió de su mandato en agosto del 2001, y poco después, y para alivio del pueblo boliviano, de este mundo.Por otro lado Prisa mantiene, como ya se ha señalado, intereses comunes con otras multinacionales españolas en la región. Por ejemplo el 20% de Sogecable pertenece a Telefónica. Tiremos un poco del hilo. Telefónica fue privatizada por Aznar para beneficio de amiguetes, como Juan de Villalonga, quien en 1996 vendió la filial Sintel a la empresa Mas Tec International, propiedad de la familia de Mas Canosa, conocidos ultraderechistas cubanos exiliados en Miami y que aparecen también como implicados en el golpe contra el gobierno bolivariano. Pocos años después se producían 2000 despidos tras ser llevada a la quiebra por distintos testaferros y vendida por partes en paraísos fiscales, mientras Villalonga se hacía multimillonario adquiriendo opciones sobre acciones de Telefónica, a la vez que negociaba en secreto su fusión con la compañía telefónica estadounidense MCI-WorldCom, y se repartía con otros directivos de la empresa poco antes de dejarla las “Stock options”, 506 millones de euros de beneficios de Telefónica en la Bolsa. El grupo de Mas Canosa había apoyado la campaña electoral de Aznar a cambio de un giro en las relaciones hispano- cubanas, cambio que se realizó efectivamente durante el aznarato.
En enero del 2010 el gobierno de Venezuela anunció la devaluación del bolívar un 50% en su tipo de cambio fijo con el dólar, medida por otra parte necesaria de forma perentoria. Telefónica previó entonces una perdida cercana a los 1000 millones de euros en beneficios, fruto de movimientos de cambio especulativos que la medida bolivariana invalidaba. Ha intentado repatriar el máximo de beneficios desde su filial venezolana en previsión de la medida, pero hace dos años que Telefónica no obtiene autorización para sacar fondos del país. Y esto es una nimiedad comparado con los suculentos negocios que las empresas españolas tienen en la zona y que se relacionan de diversas formas con los principales grupos mediáticos hispanos
Así pues, es el miedo a un final del saqueo neocolonial, que llegará sin duda a medio plazo con la Revolución Bolivariana y el proceso de la II independencia de América Latina, lo que desata en realidad los iracundos ataques mediático-judiciales españoles perfectamente coordinados, resulta obvio, por sus amos de Washington, con quienes han compartido siempre intereses y estrategias. Realizados además, sin ningún pudor, en nombre de la libertad, por soberbios campeones de la democracia como lo son un director general de informativos de Franco; la cadena de radiotelevisión Popular, de unos obispos que siguen denominando “cruzada” a la matanza con que los militares fascistas construyeron un régimen en el que se formaron próceres de la “honestidad informativa” como Pedro J. Ramírez, Luis María Ansón, o la familia Zarzalejos..
ERAIKUNTZA (Grupo Vasco de Historiadores Socialistas)