DONOSTIA-. Ya han pasado tres años y medio desde que en Loiola se produjo un intento inédito de alcanzar una solución política y pacífica al conflicto. La historia se conoce a grandes rasgos: años de acercamiento de posiciones en secreto, un diálogo intensivo junto al santuario, un borrador con- sensuado a tres bandas y, finalmente, la ruptura tras un intento de dar concreción a las cuestiones más ambiguas. Con el paso de los años, también han ido apareciendo los documentos. Y es ahora cuando las tres partes reflexionan sobre su posición y actitud.
El periodista zarauztarra Imanol Murua presentó ayer un libro que recoge los testimonios de Arnaldo Otegi, Jesús Eguiguren e Iñigo Urkullu, tres de los interlocutores en las conversaciones. No se trata de un ajuste de cuentas, sino más bien al contrario: una reflexión sosegada sobre aciertos y errores, avances logrados y escollos no superados, el camino recorrido y el que queda por hacer. Lo editan Elkar y «Berria», en euskara, y su título es «Loiolako hegiak», un juego de palabra entre las «verdades» de aquel proceso y el modo en que estuvo siempre al borde del precipicio («amildegiaren hegian»).
En un momento en que emergen nuevas posibilidades desde otros puntos de partida, interesan sobre todo las lecciones del intento. Éstas son algunas de las «confesiones»:
Eguiguren: «Empezó de la peor manera»
Nada más producirse el alto el fuego de ETA ‑sobre las bases acordadas con el Gobierno español- comenzaron a producirse ataques judiciales. Eguiguren señala ahora que «admitimos que la fase del alto el fuego empezó de la peor manera, con la detención de Otegi, la de aquellos empresarios…», aunque matiza que «ellos saben que se intentó que no se les detuviera». Arnaldo Otegi subraya que ello empezó a minar la confianza, en cuanto suponía una ruptura de los compromisos previos. Se hacía una pregunta: «Dicen que no pueden controlar a los jueces, ¿y van a respetar el derecho a decidir?». Otegi matiza, en cualquier caso, que quizás la izquierda abertzale mostró también demasiadas prisas en esos compases iniciales.
El orden de los carriles
Los interlocutores asumen que el enquistamiento de las negociaciones en el carril Gobierno-ETA obligó a que se acelerara el carril político. Queda claro que el PSE acudió sin convencimiento ‑introduciendo como interlocutor a Rodolfo Ares, que no había participado hasta entonces- y que el PNV no tenía muy definido su papel. Urkullu recalca que desconocían muchas partes de lo hablado ya por PSE y Batasuna.
Falta de cohesión interna en los tres
Se ha escrito mucho sobre las divergencias en el seno de la izquierda abertzale, que derivaron el intento de imponer más concreciones en noviembre de 2006 después de haber consensuado un borrador el 31 de octubre. Este hecho ha sido reconocido en el reciente debate interno. Pero el libro apunta a que también en el PSOE y el PNV hubo falta de cohesión interna. Así, se revela que en las filas jeltzales Imaz se negó a introducir junto a Urkullu a un tercer negociador del sector de Egibar ‑Markel Olano- y que logró no tener que dar explicaciones al EBB hasta el final, porque sabía que no todo el partido secundaría su posición. Y en cuanto al PSE, mientras Eguiguren sintonizaba más o menos con la izquierda abertzale y entendía sus códigos, Ares telefoneaba constantemente a Madrid para recibir consignas. Otegi cree que quien estaba al otro lado de la línea era Alfredo Pérez Rubalcaba.
Errores de comunicación al final
En el momento de la vuelta a la mesa con la propuesta de concreción, Arnaldo Otegi admite que «no sé si lo explicamos bien. Desde un punto de vista formal, nuestra jugada podía ser bastante discutible, porque parecía que les queríamos hacer tragar: “esto acaba así, en este plazo, y tal y tal”. Nosotros estábamos dispuestos a hablar de plazos y demás, incluso de alternativas. Le he dado muchas vueltas a eso y creo que no lo hicimos muy bien», asume. Y añade que más tarde los intermediarios internacionales les recalcaron que en una negociación el factor tiempo debe ser muy flexible.
El PSE veía cesiones; el PNV, desprecios
Para entonces, el PSE ya se declaraba muy incómodo. Otegi cree que uno de los grandes problemas fue que interpretaba cualquier nuevo consenso como una «cesión». Eguiguren lo asume al explicar que para ellos lo idóneo es el marco actual. Paradójicamente, la izquierda abertzale fue quien perseveró para que el PSN entrara en Loiola, sin lograrlo. Y en cuanto al PNV, Iñigo Urkullu admite que rechazaron el acuerdo propuesto porque «desatendía el proceso de institucionalización construido en estos 30 años, y eso no podíamos aceptarlo. Desde ese mundo siempre se ha despreciado al Parlamento Vasco, lo tienen por símbolo de partición. Por eso dijimos: “Ni como abertzales ni como demócratas podemos aceptarlo”. Eso lo dijo Josu Jon», concreta Urkullu.
La improvisación de Zapatero
Arnaldo Otegi recuerda su estupor ante iniciativas de Madrid como el invento de la «doctrina Parot» ‑en vísperas del alto el fuego ya pactado- o los vaivenes de Zapatero respecto al caso de Iñaki de Juana ‑tras la petición fiscal de 96 años, el presidente terminó diciendo a los periodistas en un corrillo que De Juana estaba a favor del proceso-. «La conclusión que saqué era que improvisaba», dice Otegi. Eguiguren también admite errores. Cita la famosa declaración del 29 de diciembre de 2006, pocas horas antes del atentado de Barajas: «Yo sabía que esto estaba roto y que harían algún atentado (…) ‑recuerda Eguiguren-. Pero para la gente de Madrid el punto de partida era que eso se había acabado, y que lo que tocaba era jugar duro en la negociación. Por eso dijo Zapatero que el año que viene estaríamos mejor. Pensaban que lo de ETA era estrategia negociadora, para sacar más. Pero no era así».
Pese a todo, un legado
Ni estas conversaciones ni el posterior intento de mayo de 2007 prosperaron, pero para los tres queda un legado. El presidente del EBB, Iñigo Urkullu, entiende que «todo lo que se habló en ese proceso de Loiola queda como válido para el futuro. Estuvimos hablando verdaderamente de un conflicto político (…) Y el acuerdo del 31 de octubre fue un planteamiento muy realista». Eguiguren considera también que aquel borrador no debe ser enterrado, aunque matiza que en su opinión «es lo único» rescatable porque «el método está quemado. El Gobierno jamás se sentará con ETA de nuevo para decirle que no detendrá a sus miembros. Es impensable. Tampoco le pedirá que declare un alto el fuego, porque un alto el fuego ha perdido valor». Otegi ‑ahora en prisión- es curiosamente el más positivo: «Sigo pensando que todas las piezas están en la mesa y sólo falta ordenarlas. El campamento base ya está. El Gobierno no tendrá voluntad, pero todo el mundo se da cuenta de que no hay otra opción, y de que además el contexto internacional nos ayudará».
Fuente: Diario Gara