A día de hoy, y con la que esta cayendo, se hace imprescindible denunciar que las instituciones vascas se permiten el lujo de mantener vacía la vivienda publica. Vivienda construida con el dinero de todos de la que nadie disfruta. Derechos cerrados con llave.
Y es que debemos partir de la afirmación incuestionable que el derecho al uso y disfrute de una vivienda entroncan directamente con la dignidad de las personas, dignidad que sus propias leyes se encargan de definir como valor supremo. Desgraciadamente, nada más lejos de la realidad. La especulación y el lobby de la construcción, junto con la pasividad institucional, se están encargando de enladrillar nuestras vidas, de enladrillar nuestra dignidad y nuestro futuro.
La situación es desoladora: las tasas del paro no dejan de incrementarse, EREs por doquier, recortes de derechos y precarización de las condiciones laborales. No se puede obviar que uno de los factores que precariza nuestras vidas es el de la vivienda: precios de venta y de alquiler desorbitados, condiciones hipotecarias usureras, o “si tienes suerte”, un boleto para la rifa que realizara el/la político/a de turno con su correspondiente foto. Cambiemos en la foto vivienda por sanidad, o por educación…un resultado para echarse a temblar ¿no? Y al que se le ocurra protestar bajo la obviedad de que los derechos no se sortean, multa.
El absurdo llega al límite cuando salta la noticia de que ni siquiera esas personas afortunadas en el sorteo pueden acceder a esa vivienda, al ser imposible, hoy por hoy, conseguir un crédito hipotecario.
Mientras tanto, las instituciones se dedican a repartir el dinero del pueblo entre bancos y constructoras; como si en vez de ser ellos quienes han generado la crisis, fueran los afectados. Los verdaderos legitimados para exigir la protección de los entes públicos, quienes aquí vivimos, observamos las transacciones millonarias mientras a nos hablan de “tiempos de crisis” y de “apretarnos el cinturón”. Lo que realmente se esta apretando es la soga al cuello de miles de personas que no tenemos donde desarrollar un proyecto de futuro digno.
El movimiento por los derechos sociales Elkartzen nos vemos hoy en la obligación de denunciar la gota que colma el vaso, que no por nueva deja de ser sangrante.
Tras mas de 5 años desde que lo denunciamos por primera vez, el Gobierno Vasco sigue manteniendo VPO vacías en el barrio bilbaíno de Bilbao La Vieja, más concretamente en la zona de Saralegi. Más aún, se permite el lujo de usar uno de los pisos que bien cubriría las necesidades de alguna familia como oficina de unos vigilantes de seguridad. Estaría bien que algún responsable institucional nos explicase que prioridades han dado lugar a una decisión tan vergonzosa.
Hay que sumar este dato, además, al facilitado por el Ayuntamiento de Bilbao por el cual el 10% de las viviendas del municipio se encuentran vacías (alrededor de 17.000). ¿Acaso no existe demanda de un techo digno en Bilbao? ¿Gente sin casa y casas sin gente? Lo que pasa es que falta voluntad política y sobran mucha desvergüenza, cuando no ladrones.
Desde Elkartzen queremos dejar claro que seguiremos denunciando estas situaciones hasta que todas las personas tengan garantizados sus derechos. Además, aprovechamos para anunciar que en las próximas semanas sacaremos una guía de vivienda en la que explicamos como se puede acabar con esta situación según la legislación vigente. Ahora solo falta la voluntad política.