Miriam, mi única… Bien mío… remeces mi alma y haces bullir inefables recuerdos… esta vida mía latiendo desde siempre por ti… Y tu bien mío, no solo el indeclinable y creciente amor de siempre, sino mi alma para fundirse una vez mas contigo”. Escribía Abimael Guzmán en el 2007 a su amada Miriam (De puño y Letra, Abimael Guzmán Reinoso, setiembre del 2009). Y así Gonzalo se dispuso a ofrendar la vida por el amor de Miriam, y ella que lo quería hasta la locura se enterneció de amor y lo siguió en ese peregrinaje de la muerte. Anunciaron morir de amor. Al leer estas primeras líneas cualquiera diría que aquí se trata de una copia absurda de las aventuras del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha y de su amada Dulcinea. Pero se equivocan, aquí se trata de las andanzas de Abimael Guzmán Reynoso (75 años), quien desde 1993, cuando se entregó a los brazos del criminal Alberto Fujimori, no ha dejado de seguir girando a la derecha hasta convertirse en un personaje de pacotilla en la política peruana.
El martes 20 de abril (2010) Guzmán y Elena Iparraguirre (camarada Miriam), la número dos de Sendero Luminoso, anunciaron a través de su defensor legal el doctor Alfredo Crespo el inicio de una huelga de hambre, hasta la muerte claro está, si el gobierno no les permitía unirse en santificado matrimonio. “Formalizar su unión ante la ley”, ha dicho su abogado. Gonzalo exige que su pareja, y dirigente “histórico” del PCP recluida en otra prisión (Santa Mónica), lo visite y que se les permita reuniones intimas. Dos días después, sorpresivamente, el abogado Crespo y portavoz de Gonzalo, anunció sin pena ni gloria, que su defendido y Elena Iparraguirre, suspendían la “anunciada huelga de hambre”.
En el amague de huelga de hambre de Gonzalo y Miriam, no se ha tratado de “dar la vida por el partido y la revolución”, como decía éste antes de que la policía lo capture en 1992. Ahora los motivos son simples y ello llega casi a la vulgaridad personal. Esta historia de matrimonio, no es reciente y tiene sus antecedentes en octubre del 2006, cuando en un intermedio de su juicio llevado en la base naval del Callao, Gonzalo sorpresivamente blandió un ramillete de rosas rojas y amarillas, las que fueron entregadas junto con un anillo de matrimonio a Elena Iparraguirre. Ella lloró de emoción y en nombre del partido juró amor eterno y fidelidad a su futuro marido. Así quedó formalizado el noviazgo de esta pareja, y los novios a pesar que ya no estaban en la misma prisión, siguieron su romance a través de cartas y poemas. Los testigos fueron los jueces y el resto del comité central del partido de Gonzalo.
La reivindicación matrimonial de Gonzalo no es otra cosa que la expresión sentimentaloide y ridícula de un dirigente que ha hecho de su vida en prisión una comedia lastimera y triste. Que diferente a aquellos combatientes de la lucha armada desarrollada en Ayacucho, Junín, Huancavelica, Alto Huallaga, Lima, y otras regiones y ciudades del Perú, que perdieron la vida heroicamente en las prisiones y en el campo de batalla sin arrepentimientos de ninguna clase. Muchos de estos comunistas murieron juntos a sus compañeras, juntos a sus esposas, y junto a sus hijos. Dieron la vida por el partido y la revolución sin arrepentimientos. El pedido de Gonzalo, de unirse en matrimonio con Miriam y recibirla en su alcoba de prisionero, siendo legal, se relaciona más a las prebendas que recibió el “presidente Gonzalo” durante el fujimorismo. Fue Montesinos quien instituyó que Gonzalo conviviera con la numero dos de su partido en la misma prisión en la base naval del Callao. Blanca Revoredo de Iparraguirre, madre de la camarada Miriam, y asidua visitante de la prisión de alta seguridad en El Callao, señaló en junio del 2007 (entrevistada por la revista Caretas), que su hija en algunos casos, tenia que asistir y vestir a Gonzalo cuando a éste era afectado por alguna crisis de psoriasis. La misma Miriam, declaró en 1999 que su estadía en penal junto a Gonzalo no le resultaba insoportable, donde “no nos prohíben nuestro desarrollo intelectual ni artístico”. Anunciando también, que Gonzalo “ya había organizado una pequeña bibliotequita básica con vuestros aportes y el de mamá, pero si por él fuera llenaría la celdita con las cajas de leche Gloria hasta el techo que es bastante alto. ¡Es un buen come-libros!”, dijo ella. (Extractos de Comunicaciones de la c. Miriam).
Tanto Guzmán como Elena Iparraguirre han renunciado públicamente a la lucha armada, y desde la prisión actúan siempre en las filas de contrarrevolución peruana. En diferentes ocasiones se han pronunciado por una conciliación política con los representantes del Estado, y no han dejado de anunciar sus deseos de contribuir con el sistema “democrático” del Perú. Desde sus posturas capituladoras piden una amnistía general en Perú, en la que incluyen no solo a los combatientes que lucharon contra las bandas armadas del Estado, sino también a militares genocida y civiles como Fujimori, Montesinos y Alan García incursos en brutales violaciones de los derechos humanos. Como parte de esta conducta política de colaboración con el régimen de turno ahora buscan publicidad mediante una grotesca historia de amor.
Además, si hubieran sido otras las circunstancias en la que Gonzalo planteara su huelga de hambre para que le concedan el derecho al matrimonio, el hecho quizás habría pasado desapercibido y por que no visto como un romance humano y novelesco. Pero en las condiciones actuales del Perú, cuando el gobierno aprista asesina cada día campesinos, nativos, mineros y otros trabajadores, plantear una huelga de hambre por asuntos estrictamente personales y del corazón, resulta un insulto a la lucha del pueblo. Es simplemente una infamia que sirve al gobierno para usar este hecho como circo mediático para encubrir la crisis gubernamental y la agudización galopante de la lucha de clases que nada tiene que ver con que se case o no Gonzalo y Miriam.
Luis Arce Borja