La actual crisis está contribuyendo a evidenciar el sinsentido del capitalismo, un modelo económico que para subsistir está obligado a someter a pueblos, a personas y a la naturaleza al servicio de una pequeña élite económica. Unos pocos acumulan grandes fortunas, mientras la inmensa mayoría de la población observa cómo sus derechos son recortados y sus condiciones de vida empeoran. Es decir, frente a la riqueza de unos pocos, la miseria de una gran mayoría. La necesidad depredadora de ese modelo está poniendo incluso en peligro la propia supervivencia del planeta saqueando recursos naturales e impulsando modelos de consumismo que están hipotecando las condiciones de vida de generaciones futuras. Esta lógica viene siendo institucionalizada y formalizada a través de leyes y normas que son dictadas por una clase política que está al servicio de esas élites económicas.
Para legitimar todo este entramado utilizan mecanismos de ideologización y adoctrinamiento a través de religiones, medios de comunicación… y educan a la población para ser piezas funcionales al sistema. Y si esto no funciona, no tienen reparo en utilizar la represión para aplacar posturas críticas o disidentes. En esencia, este viene siendo el funcionamiento del capitalismo en los últimos siglos. Eso sí, este funcionamiento no responde a un destino fatal e inevitable, sino que depende del grado de oposición que se le plantee.
Históricamente, la violencia ejercida por parte de esas élites económicas y sus aparatos políticos, ideológicos, legislativos, represivos…, con mayor o menor éxito, sobre la mayoría de la población ha estado en función de la capacidad de organización y respuesta que han tenido los pueblos y la clase trabajadora para hacer frente a esa violencia. Esas respuestas han propiciado desde pactos interclasistas hasta la implementación de nuevos modelos socioeconómicos al servicio de la mayoría de la población. Sin entrar al mayor o menor éxito e idoneidad de estas conquistas, lo que es de reseñar es que la capacidad de organización y de lucha de los pueblos y de la clase trabajadora es capaz de condicionar el funcionamiento del capitalismo, incluso hasta el punto de crear un modelo diferente y alternativo.
Quizás el elemento que emerge como novedad respecto a la lógica interna del capitalismo durante esta crisis es que el constante pacto entre las élites económicas y políticas para acumular beneficios a costa de la clase trabajadora en esta ocasión ha salido a la luz de una manera obscena. En Euskal Herria lo hemos visto muy claramente: se ha traspasado dinero público, dinero de todos y todas, a quienes con su avaricia han provocado la actual crisis: se ha inyectado dinero a la banca, al lobby de la construcción, a la patronal a través de bajadas y supresiones de impuestos… Mientras tanto, al conjunto de la población nos proponen la subida del IVA, EREs, despidos, paro, precariedad, recortes de pensiones y prestaciones, inaccesibilidad a una vivienda o hipotecas inasumibles, privatizaciones de servicios sociales y públicos, imposiciones de grandes infraestructuras…
En definitiva, están haciendo que la crisis generada por ellos la paguemos los trabajadores y trabajadoras. Esto a corto plazo. Y a medio y largo plazo, ya estamos viendo cómo esas élites económicas quieren salir reforzadas de esta crisis, para lo que están proponiendo una reforma laboral para hacernos trabajar más y en peores condiciones y una reforma de pensiones para que nos tengamos que hacer planes de pensiones privados que beneficien a los especuladores de nuestras vidas, a la banca. A su vez, buscan nuevos nichos de mercado para recuperar y maximizar sus ganancias. Y todo revestido de “verde”, que lo ecológico –aún vaciado de contenido- vende muy bien: energias renovables, coches eléctricos…
Así las cosas, muchas de las contradicciones del modelo capitalista están volviendo a salir a la superficie en esta crisis. La ausencia de soberanía económica de los pueblos y la falta de mecanismos que garanticen la participación de la población en la toma de decisiones son dos de las contradicciones más claras. En el caso de Euskal Herria y en la crisis actual esta situación es evidente. Nuestro pueblo no puede decidir su futuro, tampoco en el ámbito socioeconómico. Las diferentes reformas que tenemos a la vista, o los diversos planes y medidas anti-crisis que vienen diseñados desde Europa y Estados Unidos y que son implementados por los gobiernos español y francés y sus sucursales autonómicas, lo evidencian. Pero más allá de la ausencia de soberanía, la otra clave del problema radica en la falta de democracia económica: no existen mecanismos para que la población pueda participar y tomar decisiones. Es el caso de la imposición de grandes infraestructuras, las trabas puestas a la participación y organización popular, la ausencia de información y debate de los asuntos públicos, los falsos diálogos sociales…
Ante esta realidad, las personas, sectores, colectivos… que nos hemos organizado en torno a HERRIAabian!, venimos demandando que quienes sacamos adelante día a día con nuestro esfuerzo este pueblo, tenemos que tener la posibilidad de decidir nuestro futuro, también en el ámbito socioeconómico. Tenemos que juntarnos, debatir y tomar decisiones, porque sabemos que existe alternativa al actual modelo. Una alternativa que, en nuestra opinión, deberá garantizar el reparto del trabajo productivo y reproductivo, el reparto de la riqueza y un desarrollo democrático del ecosistema. Ese nuevo modelo lo queremos hacer de una manera participativa y en auzolan, desde la base, haciendo frente a lo que nos pretenden imponer las actuales instituciones y su clase política, que ya hemos visto que están alineadas con la élite económica. Tenemos que poner al servicio de la población las instituciones. De lo contrario, no nos valen.
En este sentido, Euskal Herria tiene que decidir de esa forma participativa su propia alternativa al actual modelo teniendo en cuenta su particularidad y singularidades. Eso sí, en ese proceso de cambio social nos parece fundamental la colaboración con otros pueblos que quieran construir un modelo alternativo al capitalismo. Conjugar internacionalismo y soberanía de los pueblos nos parece la estrategia acertada para hacer realidad el lema de “otro planeta es posible y otra Euskal Herria es necesaria”. Por eso, también desde la perspectiva de la necesidad de cambio social que necesita nuestro pueblo, el próximo 4 de abril tenemos una cita importante: el Aberri Eguna.
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Egungo krisia kapitalismoaren zentzugabetasuna berriz ere ari da azalerarazten, bizirauteko herriak, pertsonak eta natura elite ekonomiko murritz baten helburuetarako zapaltzera behartuta dagoen eredu ekonomikoarena delarik. Gutxi batzuek dirutza ikaragarriak pilatzen dituzte herritarren gehiengoak bere eskubideak nola murriztuak diren eta nola bere bizi baldintzak okertzen diren ikusten duen bitartean.
Hau da, gutxi batzuen aberastasunaren aurrean, gehiengo handiaren miseria. Eredu horren beharrizan erasokorra planetaren beraren bizirautea ari da jartzen arriskuan baliabide naturalak arpilatuz eta etorkizuneko belaunaldien bizi baldintzak hipotekatzen ari diren kontsumismo ereduak bultzatuz. Logika hori elite ekonomikoen zerbitzura dagoen klase politikoak ebatzitako lege eta arauen bitartez joan da instituzionalizatzen eta legezko egiten. Sare guzti hori legitimatzeko erlijio, komunikabide, etb.en bitartez ideologizazio eta adokrinamendu bitartekoak erabiltzen dituzte eta herritarrak sistemako katebegi funtzional izateko hezitzen dute.
Eta hori ez bada nahiko, ez dute errepresioa erabiltzeko lotsarik jarrera kritiko eta disidenteak apaltzeko. Funtsean, hori izan da kapitalismoaren funtzionamendua azken mendeetan zehar. Hori bai, jardunbide hori ez dagokio ekidin ezinezko patu zorigaiztoko bati, alderantziz, mahaigaineratzen den oposizioaren araberakoa da. Historian zehar, herritarren gehiengoaren gain elite ekonomikoek eta beren aparatu politiko, ideologiko, legegile, errepresibo, etb.ek eragindako biolentziaren arrakasta-maila herriek eta langile klaseak biolentzia horri aurre egiteko izan duten antolatzeko eta erantzueko ahalmenaren araberakoa izan da. Erantzun horiek klase arteko akordioetatik hasi eta herritarren gehiengoaren zerbitzurako eredu sozioekonomiko berrien ezartzeko aukera egoeretaraino eraman dute.
Lorpen horien arrakasta neurtzen hasi gabe, azpimarratu behar dena herrien eta langileen antolaketa eta borroka kapitalismoaren funtzionamendua baldintzatzeko gai dela da, baita modelo ezberdin eta alternatibo bat sortzeko gai ere.
Egungo krisian berritasun faktore lez har dezakegu kapitalismoaren barne-logikari dagokionez, langile klasearen kontura irabaziak metatzeko elite ekonomiko eta politikoen arteko akordioa era gordinean azaleratu izana oraingo honetan. Euskal Herrian argi eta garbi ikusi dugu: diru publikoa, guztiona, beren diru-goseak krisia eragin dienei bideratu zaie; bankari, eraikuntzaren lobby-ari, patronalari dirua bideratu zaio zergen jeitsiera eta deuseztatzeen bidez… Bien bitartean, herritarroi BEZaren igoera, lan erregulaziorako txostenak, kaleraketak, langabezia, prekarietatea, pentsio eta zerbitzuen murrizketak, etxebizitza bat izateko ezintasuna edo jasanezinezko hipotekak, zerbitzu sozial eta publikoen pribatizazioak, azpiegitura handien inposizioa… mahaigaineratzen dizkigute. Laburbilduz, beraiek eragindako krisia langileoi ari zaigu ordainarazten.
Hori epe laburrera. Epe ertain eta luzera jada ikusten ari gara nola elite ekonomiko horiek indartuta atera nahi duten krisitik, horretarako lan erreforma bat, gehiago eta baldintza txarragoetan lan egiteko, eta pentsioen erreforma bat, gure bizitzaren espekulatzaileei – bankari – mesede egiten dieten pentsio-plan pribatuak egitera derrigortuz, proposatzen dizkigute. Era berean, merkatuaren aukera berriak bilatzen ari dira beren irabaziak berreskuratu eta maximizatzeko. Eta hori dena “berdez” jantzita, ekologikoak – baita inolako edukirik gabe ere – bikain saltzen baitu: energia berriztagarriak, auto elektrikoak…
Gauzak horrela, eredu kapitalistaren kontraesanetako asko berriro azaleratzen ari dira egungo krisian. Izan ere, herrien subiranotasun gabezia eta erabakietan herritarren parte-hartzea bermatuko duten bitartekorik eza dira kontraesan argienetarikoak. Euskal Herriari dagokionez, krisi honetan hori agerikoa da. Gure herriak ezin du bere etorkizunari buruz erabaki, ezta alor sozioekonomikoari dagokionean ere. Gainean ditugu erreforma ezberdinek, Europa eta Estatu Batuetatik diseinatuta datozkigun krisiaren aurkako plan eta neurriek argi erakusten dute, horiek espainiar eta frantses gobernuek eta beren ordezkaritza autonomikoek egituratzen dituztelarik. Baina subiranotasun faltaz gain, arazoaren beste funtsa demokrazia ekomokikorik ezean dago: ez dago herritarrek parte hartu eta erabaki dezaten bitartekorik.
Azpiegitura handien inposaketaren kasuan, herri-antolaketa eta parte-hartzeari jarritako oztopoek, arazo publikoen inguruko informazio eta eztabaidarik ezak, gezurrezko elkarrizketa sozialek… horixe bera ematen dute aditzera.
Errealitate horren aurrean, HERRIAabian!-en inguruan antolatu garen norbanako, sektore eta kolektibook egunero herri hau gure lanaz aurrera ateratzen dugunok gure etorkizuna erabakitzeko aukera, baita alor sozioekonomikoan ere, aldarrikatzen dugu. Bildu, ezatabidatu eta erabaki egin behar dugu, egungo ereduaren alternatiba bat badagoela badakigulako. Lan produktibo eta erreproduktiboaren banaketa, aberastasunaren banaketa eta ekosistemaren garapen dekokratiko bat bermatu beharko duen alternatiba, gure ustetan.
Eredu berri hori era parte-hartzailean eta auzolanean sortu nahi dugu, oinarri-oinarritik, elite ekonomikoarekin lerrokatuta ikusi ditugun erakundeei eta beren klase politikoari aurre eginez. Erakunde horiek herritarren zerbitzura jarri behar ditugu. Bestela, ez digute balio. Zentzu horretan, Euskal Herriak era parte-hartzaile horretan erabaki behar du egungo ereduari alternatiba propioa, bere berezitasun eta bereizgarriak argi izanik. Hori bai, aldaketa sozialerako bide horretan ezinbestekoa deritzogu kapitalismoari eredu alternatibo bat eraiki nahi duten gainontzeko herriekin elkarlanean aritzeari.
Internazionalismoa eta herrien subiranotasuna uztartzea estrategia egokia da, gure ustetan, “beste planeta bat posible da eta beste Euskal Herri bat beharrezkoa da” leloa aurrera eramateko. Guzti horregatik, baita gure herriak behar duen aldaketa sozialaren ikuspuntutik ere, hitzordu garrantzitsua dugu apirilaren 4ean: Aberri Eguna.