En el año 1512, el Reino de Nabarra era un Estado neutral, en unos tiempos
donde la guerra era evidente entre el reino de Francia y la Liga Santísima,
la cual estaba formada esta por el Papado, Venecia, España e Inglaterra.
Catalina I de Foix y Juan III de Albret, reyes de Nabarra, mantenían desde
varios años atrás, una política de neutralidad basada en alianzas
basculantes entre el reino de España y el reino de Francia, pero el 10 de
julio de ese mismo año, sin previa declaración de guerra, tropas invasoras
españolas irrumpen violentamente en el pueblo navarro de Goizueta, dándose
comienzo a la usurpación del Reino de Nabarra por parte del rey español,
Fernando el Falsario.
Un gran contingente de experimentadas tropas españolas, se encontraba
acampado en las puertas de la ciudad de Vitoria desde junio, a la espera de
recibir la orden de atacar al Reino de Nabarra y sus habitantes. Los reyes
de Nabarra seguían dispuestos a mantenerse neutrales, por lo que buscaron
un acuerdo o tratado con Luís XII de Francia, muy similar a otros
realizados con anterioridad con Fernando de España, pero el Falsario
necesitaba justificar la invasión que había lanzado sobre Estado
Pirenaico, por lo que el día 17 de julio presenta un tergiversado y
claramente falso Tratado de Blois entre Nabarra y Francia, con el cual
buscaba la excomunión de los cismáticos, según él, reyes de Nabarra,
merecedores de ser despojados de su corona y del Reino. El verdadero Tratado
de Blois salió a la luz realmente el día siguiente, pero eso no impidió
que el rey de España diera la orden de marchar a sus tropas contra
Nabarra.
Fabrique Álvarez de Toledo, duque de Alba, irrumpe en el Reino de Nabarra,
al frente de las tropas española el día 19 de julio, entrando
concretamente por la Burunba y Lekunberri. El ejército invasor español era
numeroso y estaba formado por 1000 hombres de armas, 1000 caballeros
bardados, 1500 caballeros ligeros, 12.000 infantes y 20 piezas de
artillería. Antonio de Acuña, obispo de Zamora, pronto se une al grueso de
las tropas españolas. Junto a él 400 hombres armados más, entre los que
se encontraba el temido tercio de Bugía, conocido por los numerosos
estragos realizados entre la población civil del norte de África. Junto a
ellos se encontraba Luís IV de Beaumont, al cual el rey español le otorga
los mismos títulos que le concedió a su padre. Estos eran el de
Condestable de Nabarra y conde de Lerin, algo que solo podían otorgar los
reyes legítimos de Nabarra. Luís IV de Beaumont iba junto a su cuñado el
Duque de Nájera, capitaneando 700 coraceros reales españoles. El duque de
Alba dividió al ejército invasor en tres poderosas columnas, dos de ellas
capitaneadas por los coroneles Villalba y Renfijo, mientras que la tercera,
era comandada por Luís IV de Beaumont.
El 20 de julio aparece el Monitorio Etsi hii y la Bula Pastor ille
coelestis, realmente preparadas en la cancillería de Aragón, ya que a
pesar de estar pedidas desde abril al emperador de Roma, estas aún no
había llegado a las manos del rey de España. De todas formas el principal
aliado del reino de España, el Papado, guarda un silencio cómplice.
Tras la toma de la capital, nuevas tropas españolas penetran en territorio
del Reino vascón. Estas son las del arzobispo de Zaragoza, hijo natural o
bastardo, del rey español Fernando el Falsario, encaminándose hacia la
leal ciudad de Tutera. Las tropas españolas pudieron ser vistas en Cascante
el día 31 de julio, bloqueando con ello la ciudad ribera. Ese mismo día,
Fernando el Falsario publica un quimérico manifiesto intentando demostrar
que la ocupación del Reino de Nabarra es conforme a los términos acordados
en la Liga Santísima. Era un intento de darle un carácter de empresa santa
y a la vez, buscaba con el una justificación, no solo ante los naturales
del País vascón, sino también de cara a sus aliados, concretamente los
ingleses, que observaban atónitos desde Pasajes la invasión española del
Reino de Nabarra, ya que el objetivo de la Liga Santísima era la Guyena, en
poder de Luís XII de Francia.
El 10 de agosto de ese mismo año, Fernando el Falsario aniquila las
legítimas Cortes de Nabarra sitas en Iruñea, lo que provoca una postrera
proclama del rey de Nabarra, Juan III de Albret, en Donapaleu el 30 de
Septiembre, denunciando al rey español, por usurpador y tirano, ya que
había ocupado de forma ilegal e ilegítima, mediante la fuerza de las
armas, el neutral Reino de Nabarra. El voraz apetito imperial del rey de
España, Fernando el Falsario, hace que desde la cancillería de Aragón se
falsifique una segunda Bula, una vez ocupado el Reino de Nabarra, que lleva
por nombre Exigit contumatiam, y vinculaba al Estado de Nabarra a la
condición de colonia española, sirviendo hasta hoy día al estado
español, para justificar toda suerte de atropellos y crímenes realizados
por su inquisición, más la destrucción de los castillos navarros y la
expulsión de la nobleza e intelectualidad humanista del territorio ocupado
por soldados españoles, auténticos extranjeros en esta tierra.
Ante la pasividad mundial, Fernando el Falsario crea y sanciona unas nuevas
Cortes, realmente hechas a sus propia medida el 13 de marzo del año 1513,
las cuales, de forma ilegal y fraudulenta, lo titulan como rey de Navarra,
lo que facilita cierta y posteriormente el trabajo de anexión del Reino de
Navarra a la corona de Castilla, efectuado por el Falsario en las cortes
españolas de Burgos el 7 de julio del año 1515, en donde no se encontraba
ningún navarro, generando incluso las protestas y el encarcelamientote su
leal escudero, Luís IV de Beaumont.
La aparición de una tercer Bula, etsi obstinati también es falsificación
ante la complicidad pasiva de la Iglesia Católica, la cual mantenía un
pacto con el reino de España debido a las cuantiosas deudas que acarreaba
con este, en gran medida por las fastuosas obras que estaban realizando en
el Vaticano. Esta Bula ya es una clara condenación de los reyes navarros,
Catalina I de Foix y Juan III de Albret. Es muy probable que el emperador de
Roma, Julio II, sólo proclamó la bula contra Luís XII de Francia,
Universis Santae Matris Ecclesiae, pero lo que es seguro su silencio
cómplice ante el expolio del Estado de Nabarra y la usurpación del rey
español, Fernando el Falsario.
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