Tras esquivar las balas nada «perdidas» de los golpistas, una detención y varios asaltos a la sede de La Vía Campesina, Rafael Alegría, dirigente campesino y uno de los principales líderes de la Resistencia habla del futuro del país, mientras afronta las numerosas campañas de difamación y desprestigio por parte de la prensa más reaccionaria y los sectores golpistas.
A casi nueve meses del golpe de Estado, ¿qué ha supuesto este acontecimiento para el movimiento popular hondureño?
El golpe de Estado ha tenido unas consecuencias graves en cuanto a derechos humanos: más de 28 líderes intermedios han sido asesinados y más de 5.000 personas fueron detenidas en los toques de queda y en las manifestaciones, según datos de las ONG .
Hay una gran represión, que a la vez ha supuesto una gran enseñanza para el pueblo: nos quitó una venda de los ojos y elevó nuestros niveles de conciencia. Yo diría que casi la totalidad del pueblo ha entendido que el golpe lo dieron los grupos de poder económico, la oligarquía , los banqueros, los empresarios y los políticos tradicionales junto con las Fuerzas Armadas.
No restituimos el orden constitucional, que sin duda es una derrota táctica, pero hemos ganado mucho, ya que nos encaminamos a proyectos claros y alternativos en materia social, económica y política en el país.
En estos primeros compases del Gobierno de Porfirio Lobo, ¿ha continuado la represión contra la Resistencia?
No hay duda de que continúa. Aún en el régimen de Lobo siguen los asesinatos, la persecución de los dirigentes, las amenazas… Hemos denunciado estas cosas y hemos pedido a los organismos de derechos humanos nacionales e internacionales que aclaren esa situación.
Se nos ha relacionado también con las FARC, pero nadie cree eso, a nosotros nos conocen: llevamos 35 años de lucha y de compromiso por por la justicia social. Nos conocen como luchadores sociales y no como agentes de violencia. A nadie se le ocurre que se iba a organizar una guerrilla bajo la palma africana. Es una estupidez.
Esto, unido a las campañas de desprestigio promovidas activamente por diarios como «El Heraldo», «La Prensa» y en menor medida por «La Tribuna», sólo tienen el propósito de destruir la imagen de la Resistencia y sus dirigentes.
¿Qué papel jugaría Zelaya en una hipotética vuelta a la política hondureña?
El presente Zelaya es, sin lugar a dudas, un líder y un símbolo de lucha de la Resistencia.
Recientemente, Pepe Lobo declaró que “el presidente Zelaya puede retornar al país cuando quiera”, pero en la Resistencia creemos que no hay condiciones para ello, ya que la Corte Suprema de Justicia ‑que en su día participó en el golpe- decretó una amnistía para los golpistas, pero no para Zelaya y otros.
Él ha dicho “cómo voy a someterme a un juicio que de antemano me está condenando”.
Hay un gran temor entre los grupos de poder y en el grupo golpista de que regrese el presidente Zelaya, porque su regreso implica incorporarse plenamente a la Resistencia y eso implica también que el pueblo acompañaría de manera muy amplia al presidente, lo que produce temor, miedo a sublevación, a la insurrección de parte de nuestro pueblo contra el régimen de facto que continúa con don Porfirio Lobo Sosa. Por eso harán esfuerzos por mantenerlo fuera del país.
¿Qué peso tienen los acuerdos económicos internacionales con Estados Unidos y Europa en el reconocimiento al nuevo Gobierno?
Por ejemplo, la Unión Europea quiere firmar ya el Acuerdo de Asociación (ADA) y para ello es importante reconocer al Gobierno de Honduras, por ello están invitando a Lobo a viajar a España en el mes de mayo. Este Acuerdo no es más que un Tratado de Libre Comercio, incluso peor que el que ya existe con EEUU porque está claro que aquel es un acuerdo comercial y aquí se trata de un acuerdo político-comercial y de toda índole que no favorece en nada a la integración centroamericana.
Están jugando con los intereses económicos y políticos de la Unión Europea y de Estados Unidos. No hay tal competencia entre ambos, más bien es una complementariedad entre ellos.
Honduras era miembro de la ALBA hasta que el Congreso avaló la decisión de Micheletti de sacarlo. ¿Qué ha sucedido con los proyectos y los insumos que había para proyectos de desarrollo?
Una razón del golpe de Estado fue, claramente, la adhesión de Honduras a la ALBA con el presidente Zelaya. No lo aceptaron, ni creo que lo aceptarán, porque la ALBA es un modelo político alternativo al neoliberalismo, al capitalismo, al imperialismo.
La adhesión de Honduras trajo al pueblo beneficios inmediatos. Por ejemplo, del petróleo que Hugo Chávez se comprometió a enviar durante muchos años, sólo se nos cobraba el 60% y con el otro 40% se conformaba un fondo de desarrollo social pagadero a 25 años con el 1% de interés, o sea casi una donación, para impulsar proyectos de reforma agraria, proyectos de vivienda social, de pequeña empresa artesanal dirigido a la gente más pobre.
Todo se vino abajo y no sabemos qué ha sucedido con los fondos de Petrocaribe y la ALBA. Sospechamos que lo gastaron. No solamente esos recursos sino que hicieron uso de 500 millones de la Reserva Nacional. Ahora las arcas están vacías y existen altos niveles de corrupción. Es increíble ver cómo la Fiscalía, la Corte Suprema, los gringos, la Embajada estadounidense, no acusan al señor Micheletti de todas estas barbaridades sino que están acusando al presidente Zelaya.
¿Qué papel ha jugado el movimiento campesino en el golpe y específicamente la Vía Campesina en todo este proceso?
Los campesinos ‑se calcula que un 55% de la población es rural- jugaron y juegan un papel sumamente importante en la Resistencia, que se movilizó y se expresó en todo el país.
La movilización era permanente tanto en el campo como en las ciudades. El movimiento campesino, en alianza con los maestros y con los indígenas tomaban carreteras todo el tiempo. Hubo tomas de carreteras prolongadas por tres, cuatro, cinco y seis días y, además, se participaba en movilizaciones en las ciudades más importantes.
La Vía Campesina estuvo muy activa y, por eso, su oficina fue tiroteada, ametrallada, fue asaltada tres veces, robaron sus computadoras y fue denunciada por la Policía como un organismo subversivo. Fuimos permanentemente amenazados, fuimos encarcelados ‑por siete horas nada más- en Alauca (fontera con Nicaragua) cuando el presidente pretendía entrar al país.
La alianza es muy fuerte con el sector sindical, con los liberales en Resistencia, con artistas, mujeres, sindicatos, o sea, es una gran alianza de todos los movimientos sociales donde La Vía Campesina y el sector campesino indígena juegan un papel sumamente importante.
Tras el golpe y las elecciones, el movimiento social y popular tiene ante sí un gran reto durante los próximos años, ¿qué estrategia adoptará el FNRP de aquí en adelante?
El punto central es la Constituyente con el propósito de refundar un nuevo Estado, donde toda esa podredumbre de las instituciones, la corrupción, la antidemocracia tiene que desaparecer.
En el mes de junio, en el marco del aniversario del golpe de Estado, la Resistencia va a hacer un ejercicio democrático y va a invitar al pueblo hondureño a adherirse a una Iniciativa Ciudadana, pronunciándose por una Constituyente, democrática, participativa, incluyente y popular. Entonces nos estamos preparando para esa campaña que puede ser alrededor del 27 junio, que es un domingo y se está haciendo la convocatoria para la movilización popular.
1.000.000 ó 1.500.000 firmas sería la apuesta que está haciendo la Resistencia. Yo creo que podemos lograrlo fácilmente.
¿Qué futuro tiene este Frente Nacional de Resistencia Popular? ¿Aspira a convertirse en una fuerza electoral?
La Resistencia tiene dos ejes: uno es la lucha social, reivindicativa, de respaldo a las organizaciones, por ejemplo a los campesinos en la lucha por la tierra, por la reforma agraria, por un mejor salario mínimo para la clase trabajadora que hasta ahora este gobierno y los empresarios no ha querido firmar. Entonces estamos por un salario mínimo justo como aspiraba el presidente Zelaya.
El otro brazo que está decidido es la lucha política. Hay un gran deseo y una decisión de enfrentar en las próximas elecciones a todos esos grupos de poder oligárquicos y políticos tradicionales.
Para ello, como diría el presidente boliviano, Evo Morales, hay que organizar el instrumento político, porque increíblemente nos quedamos sin partidos. Entonces, la principal tarea que tenemos consiste en organizar ese instrumento, pero lo llevamos despacio, sin correr, con mucho debate, con mucha discusión. Nada de grupos de élite decidiendo sobre eso, no. Es desde abajo, desde el pueblo y, por lo tanto, tiene que haber una discusión muy amplia, que ya se está dando.
No tengo ninguna duda de que en el próximo compromiso local van a estar la derecha y la ultraderecha, y la Resistencia como alternativa del pueblo y yo diría que si mañana fueran las elecciones, las ganaríamos (silencio). ¿Te parece muy optimista o no? (ríe).
¿Qué se le pide ahora a la solidaridad internacional?
La solidaridad internacional es muy importante. Nosotros consideramos que como Centroamérica en los años 80, cuando había mucha confrontación y mucha violencia, había redes de solidaridad en la región y en el mundo: Solidaridad con Nicaragua con el Frente Sandinista, con el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, con Honduras… Ahora, en el caso de Honduras, nosotros pedimos solidaridad a los movimientos sociales, a nuestros hermanos y hermanas del mundo para una solidaridad militante con el pueblo hondureño.
La lucha es ahora por un triángulo de integración centroamericana: El Salvador, Nicaragua y Honduras, sin descartar Guatemala.
Yo creo que es el momento ahora de enviar cartas a la Unión Europea, a Estados Unidos, a los gobiernos, expresando que el pueblo hondureño lo que quiere es una Constituyente, un país democrático, participación ciudadana, justicia social y que este Gobierno no ofrece ninguna condición para esto.
Gara