Si un Parlamento es la expresión de la voluntad popular, el de Gasteiz se dio ayer un homenaje en su peor momento, cuando mayor distancia hay entre su composición y los deseos de la ciudadanía. Primero, una parte del cuerpo electoral fue amputada. Luego, quienes más votos tienen suman menos escaños.
Y gracias a todo ello, la Cámara está hoy presidida por el único partido que pidió el «no» al Estatuto porque le parecía un exceso. La Mesa está copada por quienes creen que la ciudadanía vasca es menor de edad y necesita de la tutela de las instituciones españolas, por eso lo que se aprueba por mayoría absoluta en el Parlamento de Gasteiz se puede echar a la basura sin ni siquiera debatirlo en las Cortes de Madrid o desde el Tribunal Constitucional.
Con las cosas así, el Parlamento extendió ante su entrada principal una alfombra roja, y por ella desfilaron altos cargos institucionales de ayer y hoy para celebrar el XXX Aniversario de su constitución. Curioso asunto este de las celebraciones, pues ya hubo otra hace cinco años por el XXV aniversario, que suele ser una fecha más redonda para todo tipo de festejos. Los hubo entonces con conferencias y una recepción en el Palacio Euskalduna. Quizá sea que los nuevos gobernantes del «cambio» necesitaban su propio acto institucional para poder afirmar, como hizo ayer la presidenta de la Cámara, Arantza Quiroga, que «hoy podemos decir sin titubear que todos los aquí presentes honramos la vida del ser humano como un valor absoluto».
A los sones de una pareja de txistularis desfilaron por la alfombra los presidentes de la Cámara en anteriores legislaturas. Asistieron Juan José Pujana, Jesús Eguiguren, Joseba Leizaola e Izaskun Bilbao. Faltó uno que, en un escrito enviado a todos los periódicos menos a GARA, explicó las razones de su inasistencia. Estuvieron también los lehendakaris Carlos Garaikoetxea, Juan José Ibarretxe y, por supuesto, Patxi López. José Antonio Ardanza no pudo acudir por encontrarse convaleciente de una reciente operación de corazón.
Hubo representantes de las Mesas de legislaturas precedentes, parlamentarios veteranos, altos cargos institucionales como el Ararteko, la presidenta de Emakunde, el rector de la UPV-EHU y el nuevo presidente del TSJPV, Juan Luis Ibarra, que recibió múltiples felicitaciones. El presidente del Senado y el delegado del Gobierno español en la CAV ocuparon los asientos centrales del palco de autoridades.
Después de los saludos y las fotos protocolarias, se celebró una sesión en el salón de plenos. La presidenta actual, Arantza Quiroga, hizo su discurso, en el que destacó su mención a que «la prioridad política absoluta» son las víctimas de ETA, porque, según dijo, «son aquellas que sufren aquí y ahora». El resto, al parecer, ya no sufren.
La frescura de Basterretxea
Tras un vídeo con imágenes de la constitución del primer Parlamento en 1980, tomó la palabra el entonces nombrado presidente de la Cámara, Juan José Pujana, quien en un rico euskara y con la libertad de quien lleva años «fuera de la política» defendió que «la voluntad popular no tiene límites». Políticos como Rodolfo Ares, Antonio Basagoiti, Carmelo Barrio o Txarli Prieto no tuvieron el respeto de ponerse los auriculares del traductor en todo el discurso. Luego le aplaudieron.
Pero quien se llevó la mayor ovación fue el escultor Nestor Basterretxea, autor de la escultura «Ikaro» ‑un árbol de tronco grueso con siete ramas incrustadas en él- que sirve de logotipo al Parlamento. La Mesa y Junta de Portavoces acordó ayer hacer un reconocimiento a su labor, con una medalla y un facsímil del acuerdo. Y él respondió con un discurso sencillo, lleno de frescura y sentido del humor.
En medio de tanto protocolo y alto cargo institucional, fue el escultor quien dio una lección de oratoria política. Y dejó un deseo como quien no quiere la cosa: la «paz compartida».