Según las agencias rusas, Moscú prepara un desfile militar espectacular y sin precedentes para celebrar el Día de la Victoria.
Más de 10.000 efectivos militares, hasta 127 aviones y helicópteros y unos 160 equipos terrestres van a participar en un desfile sin precedentes que tendrá lugar en la Plaza Roja de Moscú el próximo 9 de mayo, con motivo del 65º aniversario de la victoria en la Segunda Guerra Mundial, comunicó este lunes el coronel general ruso Alexander Kolmakov, viceministro primero de Defensa.
Pero hay un adosado: Por vez primera, militares de EEUU, Francia y Gran Bretaña desfilarán por la Plaza Roja conjuntamente con los efectivos del Ejército ruso, hecho que Kolmakov calificó como «reconocimiento de la incuestionable contribución de la Unión Soviética a la victoria sobre el fascismo».
También fueron invitados al desfile de Moscú guardias de honor del Ejército polaco y los militares de todas las naciones integradas en la Comunidad de Estados Independientes ( CEI), recordó el general. «Georgia no forma parte de la CEI. Creo que los demás comentarios huelgan», agregó.
La festividad ‑señala la prensa rusa- tendrá una envergadura nunca vista. Habrá desfiles de tropas y equipos militares no sólo en Moscú sino también en las ciudades héroes, así como en los principales centros militares y navales del país: un total de 18 localidades rusas más, por un acuerdo con Kiev, el puerto ucraniano de Sebastopol, base de la Flota rusa del mar Negro.
Militares rusos tienen previsto participar también en desfiles similares que se van a desarrollar en otros países de la antigua URSS, en particular, en Bielorrusia y en Ucrania.
El montaje del escenario, estiman analistas rusos, se orienta a la estrategia bipolar que viene desarrollando el gobierno ruso con Washington: Mostrar voluntad de negociación con EEUU, pero mantener una continúa demostración de fuerza militar ante Washington y sus aliados de la OTAN.
Además, la demostración de fuerza militar coincide con los tiempos de la complicada negociación que vienen sosteniendo Washington y Moscú de cara a un tratado bilateral sobre armas estratégicas.
El presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, participará en la cumbre de seguridad nuclear que se desarrollará en Washington del 12 al 13 de este mes de abril, y después visitará la Argentina y Brasil, informó hoy la oficina de prensa del Kremlin.
La visita a la Argentina está prevista para el 14 y el 15 de abril. Luego en Brasilia (Brasil) se celebrará la segunda cumbre de BRIC: Brasil, Rusia, la India y China, cuatro Estados en rápido desarrollo.
En el foro de BRIC participarán, además de Medvédev, el presidente brasileño Lula da Silva, el primer ministro indio Manmohan Singh y el presidente chino Hu Jintao.
El tablero de la «guerra fría»
En el tablero del «Gran Juego» geopolítico y militar mundial hay dos conflictos estratégicos que (por razones de sus alineamientos e influencia global) se resumen en «uno solo» y pueden hacer estallar el planeta en un desenlace militar: A) La guerra fría EEUU-Rusia, y B) la guerra fría EEUU-China.
Los factores detonantes que convierten a estos dos frentes de conflicto en UNO SOLO, son Irán y el conflicto del mundo islámico con Israel (la mecha de encendido hacia cualquier desenlace militar futuro).
Desde la guerra de Georgia, en agosto del 2008, el Kremlin, sin sutilezas diplomáticas, viene marcando el tablero y poniéndole límites al juego USA-OTAN en el ex espacio soviético.
Así como Washington (a través de su «Revisión de Defensa Cuatrienal 2010»), identificó al «terrorismo» y a Irán (el aliado clave de Pekín y Moscú) como las principales amenazas a la «seguridad global», Rusia identificó la expansión de la OTAN (alianza EEUU-Europa) como una de las principales amenazas a su seguridad nacional.
Pero Moscú fue más allá: En una reafirmación doctrinaria de su poderío militar reivindicó este año el derecho de Rusia a utilizar armas nucleares si la existencia del país está en peligro.
La fuerza nuclear de Rusia (la segunda potencia militar detrás de EEUU) está compuesta por sistemas de misiles balísticos, submarinos nucleares equipados con misiles balísticos y bombarderos estratégicos con bombas atómicas y misiles de crucero capaces de transportar cabezas nucleares a cualquier lugar del planeta.
En agosto de 2007, Rusia anunció la puesta en marcha de un sistema defensivo aeroespacial sin parangón en el mundo, con el S‑400, capaz de derribar de manera simultánea 12 objetivos aéreos de cualquier tipo desde una altura de 10 metros hasta los 30 kilómetros.
Utilizando como herramientas estratégicas al petróleo y al desarrollo armamentista, Rusia (con Vladimir Putin como motor) continuó relanzándose como la gran potencia nuclear del siglo XXI en abierta competencia con EEUU y sus socios de la Unión Europea.
De acuerdo con su nueva doctrina, Rusia seguirá desarrollando y modernizando su aparato militar-nuclear y aumentando su capacidad para superar los sistemas antimisiles y la capacidad nuclear de cualquier enemigo que amenace su supervivencia futura.
La nueva hipótesis de conflicto militar rusa, que ya fue aprobada, en febrero, por el presidente ruso, Dimitri Medvedev, identifica la expansión de la OTAN hacia Europa del Este (los ex espacios soviéticos) y la instalación del escudo antimisiles de EEUU en Europa, como los principales riesgos para su seguridad nacional.
El texto del documento dice que una de las «principales amenazas de guerra» proviene de la expansión de la OTAN hacia las fronteras de Rusia. Como punto complementario alude a la proliferación de armas de destrucción masiva y Estados regionales con armas nucleares. Más precisamente, «la creación y el despliegue de sistemas antimisiles estratégicos que socavan la estabilidad global», en relación con el sistema proyectado para Polonia y República Checa, y el más reciente, de instalar un escudo nuclear.
A la vez, en febrero, Moscú rechazó la petición para que retire sus misiles nucleares tácticos de las fronteras con la Unión Europea (UE), en el enclave báltico ruso de Kaliningrado y la península de Kola, entre los mares Blanco y de Barents.
Dmitri Rogozin, embajador ruso ante la OTAN, criticó el proyecto de EEUU en Rumania según el cual planea emplazar misiles interceptores en este territorio y vaticinó que los nuevos planes de Washington afectarán «directamente» a las negociaciones de desarme nuclear en marcha entre los dos países.
Por su parte, el Estado Mayor de la Armada rusa anunció que, si el Pentágono continúa con el despliegue de su sistema antimisiles, Moscú reforzará con unidades nucleares su poderosa Flota en el Mar Negro
Por su parte Vladimir Putin (el poder detrás de Medvedev) solicitó a EEUU que entregue a Rusia todos los datos sobre su sistema de defensa antimisiles (DAM), y advirtió que los sistemas defensivos en Europa podrían afectar al desarrollo de las conversaciones entre las dos potencias sobre el nuevo tratado de reducción de las armas nucleares estratégicas (START).
En conferencia de prensa, Putin anunció que Rusia «seguirá desarrollando las armas ofensivas» a fin de mantener «el equilibrio estratégico» con EEUU, que (a diferencia de Rusia), está ampliando su sistema de defensa antimisiles en Europa.
De esta manera, y en el contexto de una renovación del tratado nuclear con EEUU, Rusia decidió «nuclearizar» la guerra fría (por áreas de influencia) con EEUU en una reafirmación clara de su poderío militar y planteando un nuevo desafío a la hegemonía USA-UE-OTAN en los espacios postsoviéticos.
En este marco hay que interpretar la próxima «cumbre nuclear» EEUU-Rusia y las señales que Moscú envía a Washington con el despliegue celebratorio de su aparato militar.
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