Entre­vis­ta a Sil­vio Rodri­guez en Cuba­de­ba­te “Son los mis­mos sin­ver­güen­zas de hace cin­cuen­ta años”

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Pági­na 12, Argen­ti­na

Presentación del disco "Segunda Cita" de Silvio Rodríguez, Casa de las Américas, 26 de marzo de 2010. Foto: Kaloian
No pare­ce pre­ci­sa­men­te cómo­do el lugar de Sil­vio Rodrí­guez: si lle­va con­si­go el peso de los sím­bo­los, si su solo nom­bre remi­te a una épo­ca y a una for­ma posi­ble de can­ción ‑que fue posi­ble tam­bién por una época‑, el paso del tiem­po lo ha enfren­ta­do al reto de seguir per­fec­cio­nan­do el ofi­cio de tro­va­dor. La for­ma en que ha sali­do airo­so de tama­ño desa­fío se escu­cha en Segun­da cita, el tra­ba­jo que aca­ba de pre­sen­tar. Un dis­co hecho de can­cio­nes bellas, poten­tes, que ganan musi­cal­men­te en el des­po­jo acús­ti­co del trío jaz­ze­ro que el cubano pro­po­ne esta vez para acom­pa­ñar­lo. “No pode­mos ser pri­sio­ne­ros eter­nos de nues­tro pasa­do, por­que hay más maña­na que ayer espe­rán­do­nos”, dice Sil­vio Rodrí­guez en la entre­vis­ta que con­ce­de a Página/​12 a tra­vés del mail, la for­ma que ha ele­gi­do en los últi­mos años ‑en los que tam­bién son con­ta­dos sus con­cier­tos- para hablar de sus nue­vos dis­cos, de sí mis­mo y, sobre todo, de su país. Lo que dice con poe­sía, pero tam­bién con cla­ri­dad, lo dice jus­ta­men­te por Cuba, y su posi­ción tam­po­co es cómo­da: su amo­ro­sa y encen­di­da defen­sa impli­ca a la vez una mira­da crí­ti­ca hacia temas con­cre­tos. En su nue­vo dis­co tam­bién sien­ta pos­tu­ra en temas como “Sea seño­ra”, “un voto a la evo­lu­ción polí­ti­ca de Cuba”, según defi­ne: “A des­en­can­to, opón­ga­se deseo. Superen la erre de revo­lu­ción, res­tau­ren lo decré­pi­to que veo, pero déjen­me el bra­zo de Maceo y, para con­du­cir­lo, su razón”, pide allí.
Otro tema del dis­co, “Tona­da del albe­drío”, resue­na en espe­cial por estos días, en estas tie­rras. “Dijo Gue­va­ra el humano que nin­gún inte­lec­tual debe ser asa­la­ria­do del pen­sa­mien­to ofi­cial. Debe dar tris­te­za y frío ser un hom­bre arti­fi­cial, cabe­za sin albe­drío, cora­zón con­di­cio­nal”, can­ta allí el tro­va­dor, y en el boo­klet expli­ca que los ver­sos fue­ron ins­pi­ra­dos por el pen­sa­mien­to ofi­cial que impo­nen dia­ria­men­te, de múl­ti­ples mane­ras, las empre­sas de comu­ni­ca­ción. De esos “due­ños de la lla­ma­da Gran Pren­sa” habla tam­bién el cubano en la entre­vis­ta, “los mis­mos sin­ver­güen­zas que hace 50 años nos tie­nen blo­quea­dos de todo, menos de su sacro­san­ta información”.
Entre la bala­da, el bole­ro, el dan­zón, el son y el jazz ‑entre esas poten­tes mar­cas musi­ca­les de Cuba‑, Sil­vio avan­za en las his­to­rias y tomas de pos­tu­ra de esta Segun­da cita. “Pero déje­me comen­zar nom­bran­do a los bue­nos músi­cos que me acom­pa­ñan: Rober­to Car­cas­sés al piano, Oli­ver Val­dés en la bate­ría y Feli­ciano Aran­go en el con­tra­ba­jo”, arran­ca el cubano la entre­vis­ta, con­sul­ta­do sobre ese abor­da­je musi­cal, mar­can­do la impor­tan­cia del soni­do logra­do por ese trío de jazz que se luce en el disco.
-En este dis­co se escu­cha una influen­cia gene­ral más jaz­ze­ra, des­de la par­ti­ci­pa­ción de músi­cos de este géne­ro has­ta los arre­glos de los temas pre­sen­ta­dos en for­ma­to de trío acús­ti­co. ¿Por qué bus­có este sonido?
‑El trío de jazz, por su inti­mi­dad acús­ti­ca, me pare­cía el esca­lón supe­rior inme­dia­to a la sole­dad tro­va­do­res­ca. Es un for­ma­to idó­neo para pre­sen­tar las can­cio­nes casi como vinie­ron al mun­do, sólo arro­pa­das por vapo­ro­sos tules. Siem­pre me he sen­ti­do muy atraí­do por la volup­tuo­si­dad de ese soni­do. Y creo que Segun­da cita demues­tra que es un soni­do que se pue­de expre­sar con lo que hago.
-Esta Segun­da cita apa­re­ce des­pués de Cita con ánge­les (el dis­co que gra­bó en 2003), y esta vez invi­ta a todos los seres huma­nos a pen­sar­se ellos mis­mos como que­ru­bi­nes, no nece­sa­ria­men­te todo­po­de­ro­sos. Des­de los nom­bres de los dis­cos, tam­bién des­de el arte de tapa, plan­tea una con­ti­nui­dad. ¿Por qué apa­re­ció esto?
‑Cuan­do esta­ba lan­zan­do Cita con ánge­les, que fue un dis­co moti­va­do por la agre­sión a Iraq, sabía que era muy pro­ba­ble que una Segun­da cita estu­vie­ra en camino. Era has­ta cier­to pun­to lógi­co que, des­pués de aque­lla aven­tu­ra uni­ver­sal, regre­sa­ra al terru­ño en los mis­mos tér­mi­nos de inda­ga­ción. O al menos por ahí se me fue la ins­pi­ra­ción y una vez más he tra­ta­do de cum­plir con ella.
-En el dis­co usted dice que la can­ción “Tona­da del albe­drío” tomó for­ma a par­tir de ter­gi­ver­sa­cio­nes mediá­ti­cas alre­de­dor de la figu­ra del Che. ¿Podría con­tar más sobre esas “noti­cias” que dis­pa­ra­ron esta can­ción?
‑No fue­ron noti­cias. En los últi­mos años hay más bien un empe­ño sis­te­má­ti­co en des­ca­li­fi­car los sím­bo­los revo­lu­cio­na­rios, entre ellos el ejem­plo de altruis­mo del Che. Les moles­ta que ese hom­bre haya lle­ga­do a ser un icono de los jóve­nes del mun­do. Empe­za­ron a decir que su ima­gen se comer­cia­li­za­ba, sien­do, como fue, un anti­ca­pi­ta­lis­ta. Pre­ci­sa­men­te por­que lo mató el capi­ta­lis­mo es por lo que ha sur­gi­do la leyen­da y la con­tra­dic­ción de que su ima­gen sea ven­di­da. Si el Che hubie­ra gana­do su lucha, no habría teni­do sen­ti­do usar­lo así, él tam­po­co lo habría per­mi­ti­do. Hoy algu­nos se dedi­can a tra­tar de minar su memo­ria con men­ti­ras gro­tes­cas. Me fui dan­do cuen­ta de que no era casual y me dije: aquí les va una más. Tomé fra­ses tex­tua­les y las reu­ní en un con­tex­to diá­fano. Por yo vivir en un país socia­lis­ta sub­ra­yé su idea de que el socia­lis­mo no nece­si­ta­ba inte­lec­tua­les asa­la­ria­dos al pen­sa­mien­to ofi­cial. Yo había jugue­tea­do con algo pare­ci­do hacía tiem­po, cuan­do can­té “Yo te quie­ro libre /​como te viví /​libre de otras penas /​y libre de mí”.
-”Los que gobier­nan la infor­ma­ción mediá­ti­ca tra­zan pai­sa­jes ideo­ló­gi­cos”, dice usted en las notas del dis­co. La san­ción de una nue­va ley de medios, a lo que se agre­gó la inves­ti­ga­ción sobre las adop­cio­nes rea­li­za­das duran­te la dic­ta­du­ra por Ernes­ti­na Herre­ra de Noble, abrió el deba­te sobre el tema en la Argen­ti­na. ¿Está al tan­to de esta situación?
‑No conoz­co lo de la ley de medios, pero sí la lar­ga y dolo­ro­sa lucha de las Abue­las de la Pla­za de Mayo, recla­man­do saber la suer­te de sus seres que­ri­dos. Supon­go que para algu­nos enfren­tar lo que pasó debe ser angus­tio­so; pero muchos otros lle­van déca­das vivien­do en una pesa­di­lla de ausen­cias y pre­gun­tas. Me pare­ce que todas esas inte­rro­ga­cio­nes mere­cen sin fal­ta su respuesta.
-Recien­te­men­te un cable de noti­cias infor­mó que Pablo Mila­nés, con­sul­ta­do sobre la huel­ga de ham­bre de Gui­ller­mo Fari­ñas Her­nán­dez, ha expre­sa­do su de-sacuer­do con la acti­tud del gobierno de Cuba hacia los disi­den­tes. ¿Cuál es su posición?
‑Si estu­vie­ra en mis manos, yo habría amnis­tia­do a esos cien pre­sos que algu­nos lla­man “de con­cien­cia”. Creo que hay que supe­rar la lógi­ca de la Gue­rra Fría y que nues­tra polí­ti­ca no debe­ría arti­cu­lar­se con la polí­ti­ca de nadie. No me impor­ta­ría que dije­ran que los libe­ré por pre­sión. Yo sabría que lo hice por­que hay que cam­biar la vie­ja lógi­ca, por­que no pode­mos ser pri­sio­ne­ros eter­nos de nues­tro pasa­do, por­que hay más maña­na que ayer espe­rán­do­nos. Por otro lado, nues­tra pren­sa ‑ini­cial­men­te por cau­sas de defen­sa- se acos­tum­bró a ser muy reca­ta­da y triun­fa­lis­ta. Hemos cri­ti­ca­do mucho eso, pero has­ta aho­ra no ha apa­re­ci­do la volun­tad de supe­rar­lo. Mi posi­ción es que todos ten­ga­mos dere­cho a la infor­ma­ción, a crear­nos una opi­nión per­so­nal de cada cosa y a comen­tar lo que sea, sin limi­ta­cio­nes. Como usted com­pren­de­rá, soy bas­tan­te idea­lis­ta, por­que lo que uno lee, aun­que lo haga crí­ti­ca­men­te, tien­de a influir. Y en la infor­ma­ción no sólo pesa la cali­dad, sino tam­bién la cantidad.
-Vol­ve­mos enton­ces a la pre­gun­ta ante­rior, y a su “Tona­da del albedrío”…
‑Si, como dice Chomsky, la mayo­ría de la infor­ma­ción que cir­cu­la en el mun­do la mane­ja la dere­cha, ya podrá usted ima­gi­nar lo que cons­tan­te­men­te cae sobre Cuba. O sea que la isla lo tie­ne difí­cil por­que, a pesar de sufrir la sata­ni­za­ción, tie­ne el sagra­do deber de no negar­le su dere­cho a nadie. Ante este dile­ma, ¿hay que racio­na­li­zar la infor­ma­ción? ¿Hay que dosi­fi­car­la? ¿Cen­su­rar­la? Aus­tra­lia aca­ba de decir­le a Goo­gle que ella tie­ne dere­cho a esco­ger lo que se lea en su terri­to­rio. Creo que sólo Goo­gle pro­tes­tó; el res­to del mun­do no le hizo el más míni­mo caso a la noti­cia. Sin embar­go, si Chi­na dice lo mis­mo que Aus­tra­lia, se dedi­can sema­nas a des­pe­da­zar el anti­de­mo­crá­ti­co Par­ti­do Comu­nis­ta Chino. No me estoy posi­cio­nan­do: estoy expre­san­do una ver­dad ele­men­tal de nues­tros días. Y ade­más quie­ro decir que a cada ins­tan­te se habla peor de Cuba, la mayo­ría de las veces sin fun­da­men­tos, sólo por­que lo desean los que pagan, los due­ños de la lla­ma­da Gran Pren­sa y del 90 por cien­to de Inter­net; los mis­mos sin­ver­güen­zas que hace 50 años nos tie­nen blo­quea­dos de todo, menos de su sacro­san­ta infor­ma­ción. Usted no me lo ha pre­gun­ta­do, pero deseo que sepa que en el recien­te cur­so esco­lar sólo se han podi­do admi­tir dos estu­dian­tes de piano en cada con­ser­va­to­rio cubano. No hace muchos años podía entrar una doce­na de niños. He aquí una “glo­rio­sa haza­ña” de ese blo­queo que muchos aplauden.
-¿Cómo hizo todos estos años para con­ju­gar su tra­ba­jo de músi­co y el de dipu­tado? Dis­cul­pe si cai­go en una pre­gun­ta repe­ti­da, es que des­de aquí su doble pro­fe­sión se ve como una con­jun­ción extra­ña, casi un oxímoron…
‑Hace ya dos años que no soy dipu­tado. Lo fui duran­te quin­ce años por vota­ción popu­lar, no por­que me haya pos­tu­la­do. En Cuba hay pocos dipu­tados pro­fe­sio­na­les. La mayo­ría de la Asam­blea está com­pues­ta por tra­ba­ja­do­res de los dife­ren­tes sec­to­res y se con­cu­rre a las reunio­nes ordi­na­rias dos veces al año. En cual­quier caso, mien­tras lo fui, no hubo con­tra­dic­ción pro­fe­sio­nal entre el dipu­tado y el músi­co, por­que se enten­día que mi tra­ba­jo me lle­va­ba cons­tan­te­men­te de un lugar a otro.
-”Cuan­do tenía vein­te años esta­ba segu­ro de que la poe­sía podía sal­var el mun­do”, recuer­da usted en el pró­lo­go del Can­cio­ne­ro edi­ta­do el año pasa­do. A los 63 años, ¿cuál es el poder que le asig­na a la poesía?
‑La poe­sía es reve­la­ción; con­tri­bu­ye al saber, al mejo­ra­mien­to espi­ri­tual y por ende inclu­so al bie-nes­tar físi­co. Es lo que creo.
-Su pro­yec­to “Expe­di­ción al cen­tro del hom­bre” lo lle­vó por las cár­ce­les de Cuba. ¿En qué medi­da lo enri­que­ció a usted mis­mo? ¿Pien­sa repe­tir la experiencia?
‑En el 2008 par­ti­ci­pa­mos pin­to­res, cineas­tas, escri­to­res, poe­tas y músi­cos de varias espe­cia­li­da­des. Una de las cosas más lin­das era la par­ti­ci­pa­ción artís­ti­ca de los pre­sos; ellos tie­nen un fuer­te movi­mien­to de afi­cio­na­dos. Siem­pre ter­mi­ná­ba­mos can­tan­do jun­tos por­que en muchas cár­ce­les hay muy bue­nos gru­pos musi­ca­les. Estu­vi­mos en 16 pri­sio­nes, ante unos 40 mil reclu­sos. Des­pués vi que en Espa­ña esta­ban hacién­do­lo con la ópe­ra y me pare­ció tan her­mo­so que pen­sé en algo pare­ci­do en Cuba, qui­zá con músi­ca de cáma­ra y -¿por qué no?- tam­bién sin­fó­ni­ca. Pero ese sue­ño ten­drá que espe­rar. En las con­di­cio­nes eco­nó­mi­cas actua­les, lo veo difícil.
-Ha dicho que no pien­sa can­tar duran­te mucho tiem­po más, pero tam­bién ha hecho públi­co su deseo de actuar en el Colón. ¿Sigue en pie?
‑Lo del Colón fue pos­ter­ga­do por­que lo esta­ban repa­ran­do, aho­ra no sé cómo andará…
-Si pudie­ra saber cuá­les van a ser los últi­mos años de su vida, ¿cómo los planearía?
‑Haría cosas, por supues­to; tra­ta­ría de rea­li­zar algu­nos sue­ños. Pero creo que la mayor par­te del tiem­po lo pasa­ría con mi familia.

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