Puede resultar sencillo arremeter contra el Gobierno de Navarra y el presidente Sanz por la pertinacia de esta institución en controlar los contenidos de los textos escolares en una materia como la Historia, tan sujeta a la diversidad de opiniones. Pretender excluir una visión determinada por no coincidir con la defendida por aquellos partidos y sectores sociales defensores del actual status administrativo de la comunidad Foral, contradice la libertad de pensamiento y pluralidad en que pretende basarse el vigente ordenamiento jurídico. La gravedad de este hecho no reside tanto en el atrevimiento de un grupo político –U.P.N.- decidido a tirar hacia delante, sin importarle el efecto visual que ofrece de autoritarismo y altivez, como en la situación general en la que se encuentra España, a la que parece no importar esta imagen indecorosa de persecución de la libertad de pensamiento propiciada por su sistema institucional.
Constituye un hecho de escándalo que los administradores públicos puedan actuar con tal arbitrariedad. La actitud del Gobierno de Navarra representa un gesto de censura política sobre unos contenidos que tienen que ofrecerse con total libertad a los educandos, con vistas a que ellos mismos elaboren sus propias conclusiones; principio éste irrenunciable de toda acción educativa. Tal actitud de censura es resultado de los planteamientos peculiares defendidos por los pseudonavarristas en este terreno de la historia de Navarra. La censura busca marginar una visión concreta de esa Historia ‑en un ejercicio más de persecución- en contra de importantes sectores de nuestra sociedad a quienes se margina desde las instituciones en general y se pretende acallar.
El hecho de la censura es grave. Mayor gravedad reviste, no obstante, la judicialización de la materia en un terreno que debe estar situado siempre fuera de los tribunales. La determinación de lo que históricamente haya sido, o dejado de ser el Pueblo vasco, Euskal Herria o el Reyno de Navarra no puede determinarse en función de realidades políticas o administrativas actuales. Esta es una materia que corresponde al conocimiento e ideas –en este caso de hechos históricos, su interpretación y valoración- de la que los tribunales tiene que apartarse. Que los tribunales –españoles- acepten intervenir, no deja de ser una actitud interesada; en este caso la que favorece la interpretación histórica española y criminaliza la soberanista navarra, poniendo trabas al mismo tiempo a la libertad de expresión.
En cualquier circunstancia, y dejando a un lado la libertad de expresión que garantiza el derecho al conocimiento de todos los puntos de vista en terrenos conflictivos, en este referido a la Historia de Navarra es obligado afirmar la falta de fundamento de la teoría defendida por las autoridades de la Comunidad foral de Navarra y de sus defensores, que hacen suya las instituciones e intelectualidad españolas. La existencia del Pueblo vasco –Euskal Herria- y del Estado histórico que creó –Reyno de Navarra- es un hecho de alcance universal, como tal reconocido por la intelectualidad occidental en el pasado y en la actualidad. Desde los vascones que derrotaron a Carlomagno, pasando por Sancho III el Mayor –señor de los vascones- el reconocimiento del Reyno de Navarra como su Estado, desmembrado por la actuación conjunta de España y Francia, hasta las mismas Guerras carlistas, el conjunto de historiadores, viajeros e intelectuales, muestran la realidad humana –la vasca- a la que Voltaire describió como…”Un pueblo que danza a ambos lados del Pirineo”… Valga como muestra.
En la actualidad este reconocimiento sigue siendo universal. Autores como Collin Renfrew y los Cavalli-Sforza se refieren a este Pueblo como una realidad histórica y presente. En sus libros pueden aparecer más de veinte referencias directas al Pueblo vasco, País vasco, etc., sin que aparezca ni una España, o Pueblo español. Roger Collins habla de los vascos en la alta Edad Media como hecho incuestionable a lo largo del Pirineo, Charles Esdaile destaca las peculiaridades socio-económicas y políticas de Navarra y Vascongadas que las diferencian radicalmente de España. Es la realidad actual.
¿Qué puede presentar U.P.N y sus valedores intelectuales españoles frente a esto? Su teoría histórica de Navarra ha sido elaborada en tiempos recientes mediante plantillas que han recortado las fuentes discrecionalmente, ocultado documentos y obstaculizado el debate. De tener que rechazar una visión de nuestra Historia por falta de rigor de la misma es la que presentan los textos oficiales, generosamente financiados y distribuidos por las instituciones culturales de la C.F.N.. En estas se llega al absurdo de contar los dólmenes, a partir del límite administrativo de la actual C.F.N. como si este hecho administrativo constituyese el factor definitivo de la Historia de Navarra.
Frente a esta lamentable tergiversación de la Historia de nuestro Pueblo es obligado reafirmar los siguientes ejes incontrovertibles de la Historia de Navarra, que únicamente desde la prepotencia con la que actúa España pueden ser negados. En primer lugar, la Navarra original y ‑por decirlo de una manera consecuente con la realidad histórica- auténtica, es el Estado que crearon los vascones en un proceso ininterrumpido de defensa frente a otros Estados que buscaban su sumisión. El Pueblo que fue capaz de montar tal Estado –el vasco ¡¡¡El navarro!!!- creó un sistema jurídico e institucional basado en la representatividad del poder político y que posibilitaba la defensa de la libertad individual y colectiva, rasgos de legitimidad exigidos hoy en día a cualquier Estado y Nación que pretenda el poder legítimo. Finalmente, este Estado fue destruido y sojuzgado por España y Francia, destrucción resistida permanentemente por el Pueblo navarro, dando pie a lo que hoy se denomina de manera genérica problema vasco.
Como última reflexión sobre la prepotencia de que hace gala esta administración que se denomina de Navarra, me gustaría traer a colación la conocida afirmación de Unamuno…”venceréis, pero no convenceréis”…. En este punto es obligado insistir que si la actual administración de U.P.N y P.S.N. siente la urgencia de impedir que se conozca una visión de la Historia soberanista es, porque reconoce de manera implícita la calidad y veracidad de sus propuestas y argumentos, que dejan sin respuesta a los intenta imponer la Historia de colonización defendida por los pseudo navarristas.