“Os encanta establecer leyes Pero disfrutáis mucho más rompiéndolas”
Khalil Gibran
“La lista de la CIA de personas que se deben eliminar” es un término empleado por los medios para designar a una serie de hombres musulmanes sobre los que pesa una orden de asesinato por considerarles una amenaza para los Estados Unidos. Como Presidente, Bush utilizó la frase para su lista de sospechosos de “terrorismo” cuando esa política se hizo pública por vez primera a mediados de diciembre de 2002. Tan pronto aparecen determinados nombres en la “lista” como después se retiran y por eso es complicado asegurarse de quiénes son los que actualmente están en peligro (1). El anuncio de Bush, consciente de las prohibiciones en contra de los asesinatos contenidas en las órdenes ejecutivas de anteriores presidentes, designaba a los sospechosos como “combatientes enemigos”, a fin de evitar una confrontación directa con las leyes de la guerra (LOW, por sus siglas en inglés), también conocidas como leyes que rigen en los conflictos armados (LOAC, por sus siglas en inglés), a las que está vinculado EEUU (2). Los informes a los medios de Dennis Blair, el Director de la Inteligencia Nacional, en un testimonio ante el Comité de Inteligencia del Congreso, el 3 de febrero de 2010, no hacen mención a “combatientes enemigos” porque intentaba reservarse el derecho a incluir en la dichosa lista a ciudadanos estadounidenses como objetivos de asesinato (3). Posteriormente, el 6 de abril de 2010, un portavoz de la comunidad de la inteligencia denunció que se había añadido a la lista de la CIA de personas que se deben eliminar a Anwar al-Aulaqi, un clérigo musulmán y ciudadano estadounidense (4). El imán es conocido por sus declaraciones de fe en Internet. Como es ciudadano estadounidense, es necesario que el Presidente apruebe la orden de asesinato. Pero hay algo más importante aún, al-Aulaqi es un civil. El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (5), firmado y ratificado por EEUU y que forma parte ahora de las Leyes de la Guerra, manifiesta (6): “En los países en que no haya abolido la pena capital, sólo podrá imponerse pena de muerte por los delitos más graves y de conformidad con leyes que estén en vigor en el momento de cometerse el delito, que no sean contrarias a las disposiciones del presente Pacto ni a la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio. Esta pena sólo podrá imponerse en cumplimiento de sentencia definitiva de un tribunal competente”. “Cuando la privación de la vida constituya delito de genocidio, se entenderá que nada de lo dispuesto en este artículo excusará en modo alguno a los Estados Partes del cumplimiento de ninguna de las obligaciones asumidas en virtud de las disposiciones de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio”. (Parte III, Artículos 2 y 3). Las Leyes de la Guerra prohíben expresamente asesinar a alguien (Ley de la Guerra Terrestre, Capítulo 2, punto 31). Debido a que afecta muy claramente a las políticas estatales, tanto el Presidente Ford como Reagan emitieron órdenes ejecutivas prohibiendo el asesinato. La Orden Ejecutiva 12333 (4 diciembre 1981) del Presidente Reagan afirma: “Se prohíbe el asesinato. Ninguna persona empleada o actuando en nombre del gobierno de EEUU se implicará, o conspirará para implicarse, en un asesinato” (Sección 2.11). “También se prohíbe la participación indirecta” (Sección 2.12) (7). Hubo un intento de contrarrestar la orden ejecutiva mediante legislación (H.R. 19: Acta de 2001 sobre Eliminación de Terroristas), que no tuvo éxito, intentándose de nuevo en 2003, con un nuevo fracaso. Esa orden sigue vigente. Como derecho consuetudinario, no puede sustituirse como tal derecho a conveniencia del ejecutivo. En la Alemania del Tercer Reich, por ejemplo, se fueron desarrollando una serie de leyes que perseguían despojar a los judíos del derecho a la propiedad y al trabajo (8). Tras la liberación, se reconoció que esas “leyes” eran simplemente tácticas de genocidio. Es política declarada del Departamento de Defensa “cumplir las leyes de la guerra” (9). Anwar al-Aulaqi Anwar al-Aulaqi es un devoto musulmán que nació y se educó en Estados Unidos. Tanto él como su padre, un antiguo Ministro de Agricultura del Yemen, han declarado que no tienen conexiones con al-Qaida. Ha sido imán sucesivamente en tres mezquitas de EEUU y el FBI le arrestó en 2006, liberándole después al no encontrarle vínculos con al-Qaida. Estaba en la lista de objetivos del ejército y fue blanco de un ataque aéreo de la inteligencia estadounidense-yemení sobre la casa en la que se suponía que estaba; asesinando con esa acción a treinta personas (10). Esa tentativa iba contra la ley, ya fuera como civil o como imán (se considera personal médico a los capellanes) (11). Es un crimen de guerra ir a por un no combatiente en circunstancia alguna. Va también contra la ley matar a treinta civiles musulmanes más en una zona no bélica (12). EEUU considera a al-Aulaqi como una amenaza motivadora, “peligroso” desde que se dijo que tanto el Mayor Hassan, el psiquiatra del ejército que mató a varias personas en su cuartel, y el supuesto “suicida-bomba” nigeriano del avión que se dirigía a Detroit, habían sido influenciados por su pensamiento. Aunque hay una imprudencia extrema en afirmar que al-Aulaqi ordenó llevar a cabo delitos de violencia, Dennis Blair, el director estadounidense de la Inteligencia Nacional, ha insistido en que la comunidad de la inteligencia “no actúa con descuido” cuando mata a estadounidenses en el extranjero (13). Se dice que al-Aulaqi cree en la yihad contra EEUU en respuesta a la guerra estadounidense contra el Islam y los pueblos musulmanes. Y sobran pruebas de que EEUU está realmente llevando a cabo una guerra contra el Islam. Diversas fuentes de noticias citan al-Aulaqi diciendo: “He llegado a la conclusión de que, para mí, la yihad contra EEUU es un deber, al igual que para todos los musulmanes que puedan emprenderla”. “Yihad” es un término muy amplio que no significa violencia o acción armada, o guerra financiera, como el presidente libio Gaddafi recientemente anunció contra los suizos, o batalla de culturas. ¿Es delito que un imán apruebe la yihad? ¿Era la canción del Movimiento por los Derechos Civiles de EEUU “You gotta do what the spirit say do” un delito merecedor de la pena de muerte? Si al-Aulaqi coge las armas contra EEUU, o aconseja a otros que cojan las armas, entonces, bajo la ley estadounidense, ha cometido un delito grave. Pero muy pocas pruebas concretas se han presentado de que al-Aulaqi haya hecho tal cosa. Es un civil que tiene derecho a un juicio justo en un tribunal civil. Como clérigo es un no combatiente en un contexto militar. En todos los casos va en contra de las leyes de la guerra designar como blanco a un no combatiente (14). El Grupo de Inteligencia SITE, que controla las páginas islámicas en Internet y proporciona información a las fuerzas de campo y a las agencias de Defensa estadounidenses, atrajo la atención de la gente el 19 de marzo de 2010 acerca de las declaraciones anti-estadounidenses y pro-yihadistas de al-Aulaqi. El co-fundador de SITE, traductor y experto en portales de Internet, fue el principal testigo del gobierno canadiense en el reciente juicio celebrado en Quebec contra Said Namouh (15), un musulmán de Marruecos, arrestado y sentenciado a cadena perpetua por conspirar para poner bombas en Austria. Namouh no cometió acto de violencia alguno. El testigo rastreó su disco duro, sus correos y escritos, en búsqueda de material “yihadista” que le convirtiera en un “propagandista” de al-Qaida. SITE es una compañía activista con una determinada agenda. El co-fundador es un israelí que ha servido en el ejército de Israel, un sionista cuyo padre fue ahorcado en Iraq acusado de ser un espía israelí. Blackwater, tristemente célebre por sus matanzas de civiles, enumera a SITE como una fuente inestimable de información, y este grupo de inteligencia/compañía con afán de lucro, recibe en EEUU medio millón de dólares al año libres
de impuestos. Al seleccionar para su página en Internet (16) ejemplos de resistencia violenta entre los 1.600 millones de musulmanes del mundo, con declaraciones de imanes que protestan contra las matanzas que otra gente, que se dice con moral, no se atreve a protestar abiertamente. SITE ofrece, creo yo, algo más que un testimonio o presentación imparcial. Todos aquellos que están deseando emprender la guerra contra el Islam utilizan ejemplos de “terrorismo a través de webs” de extremistas. A al-Aulaqi se le acusa de asociación con conocidos “terroristas” y de hacer declaraciones religiosas que en realidad son honestas. Lo primero implica culpabilidad por asociación, aunque es deber de clérigos y capellanes estar abierto a todos aquellos que puedan necesitarles. En cuanto a la honestidad de las manifestaciones religiosas de al-Aulaqi, la ley estadounidense garantiza la libertad de expresión. Tanto la Constitución como la cultura estadounidense respaldan históricamente tanto la libertad religiosa como la libertad de expresión de al-Aulaqi. Es un acto extremo sacrificar estas libertades en función de la agenda de un gobierno, especialmente en función de una “guerra contra el terrorismo”. Los tratados y pactos internacionales, las leyes de todos los países avanzados promueven su libertad de pensamiento, de creencia y de manifestar pensamientos y creencias. Si un clérigo afirma verdades morales que son comunes al judaísmo, al cristianismo y a la ética, la que se siente amenazada, táctica y moralmente, es una política estadounidense que es delictiva. Si la política estadounidense pide al pueblo de EEUU y a las gentes del mundo que acepten que se gobierne mediante el asesinato, deberían escucharse más atentamente otras manifestaciones de moralidad. Sin razón lógica alguna para arrestarle y juzgarle, hay que asesinar a Anwar al-Aulaqi por constituir una amenaza “inspirativa”. En el caso de todos y cada uno de los objetivos de la lista de la CIA de personas que se deben eliminar, el asesinato extrajudicial es un crimen contra la humanidad que no prescribe. Aceptación pública Asesinar a la gente porque odia a Estados Unidos no es una respuesta adecuada, especialmente cuando la política estadounidense continúa masacrando ilegalmente civiles mediante ataques con aviones no tripulados, acciones militares agresivas en sectores civiles, destrucción de infraestructuras y de todo el tejido cultural de sociedades-víctima. Se eligió al actual Presidente Obama para que pusiera fin a las guerras de agresión de EEUU. La respuesta adecuada por tanto debería ser la de cambiar de política. La comprensión pública de lo que significa asesinar a personas porque inspiran a otros aparece profundamente amortiguada por el contexto: en Iraq, desde 1990, se está matando a millones de civiles musulmanes iraquíes, madres, padres, niños, que no mostraron ninguna mala voluntad contra EEUU. Eso es, parcialmente, lo que una “guerra ilegal” significa. Tanto en Iraq como en Afganistán se ha arrestado a miles de “combatientes” y de civiles, a los que claramente se despojó de los derechos que les otorgan los Convenios de Ginebra y, en el caso de Guantánamo, se les torturó y detuvo en condiciones tan extremas que sus captores son responsables y deberán ser juzgados bajo las leyes de la guerra y los convenios de paz. Despojar a un enemigo religiosamente definido de los derechos humanos fue un paso hacia un llamamiento público de asesinato por encargo. Ese encargo para matar aparece como algo normal en los medios al albur de una política de crímenes de guerra contra pueblos que son musulmanes. Los estadounidenses son conscientes de que la “lista de la CIA de personas que se deben eliminar” tiene una larga trayectoria. Normalmente el poder encubre sus crímenes. Hay pruebas evidentes de que la CIA patrocinó o ejecutó asesinatos extrajudiciales en las operaciones políticas de EEUU contra Lumumba, Castro, Allende (17), entre otros. Las operaciones de los escuadrones de la muerte por toda América, una forma de operar sistemáticamente calcada de la Escuela de las Américas de EEUU, son sencillamente operaciones encubiertas del ejército. La amenaza que supone el que la CIA reúna miles de nombres de radicales, izquierdistas, comunistas, disidentes, sindicalistas y organizadores en todos los países donde EEUU tiene intereses corporativos, se vio muy claramente, por ejemplo, en Indonesia en 1965, con el asesinato por parte del ejército de alrededor de medio millón de “comunistas” de las listas que la CIA le proporcionó al ejército indonesio (18). El hecho de señalar abiertamente a al-Aulaqi para asesinarle porque supone una amenaza “inspirativa”, nos aclara las muertes de otros religiosos o dirigentes “inspirativos” que denunciaron las políticas estadounidenses. El Arzobispo de El Salvador Oscar Romero (“Os suplico, os suplico, os lo ordeno, en nombre de Dios, ¡poned fin a la represión!”) fue asesinado el 24 de marzo de 1980 en una operación de la inteligencia mientras celebraba misa en un hospital. El rastro del asesinato llega hasta Roberto D’Aubuisson, entrenado por EEUU en las áreas de seguridad e inteligencia (Nueva York y Virginia, 1971) y en la de comunicaciones (la Escuela de las Américas, 1972). El 2 de diciembre de 1980, dos monjas de la congregación Maryknoll y dos monjas ursulinas fueron violadas y asesinadas por el ejército salvadoreño, con la cobertura de oficiales estadounidenses. Las hermanas eran estadounidenses que trabajaban para los Servicios Católicos de Ayuda. Sus nombres eran Dorothy Kazel, Ita Ford, Jean Donovan y Maura Clarke (19). El 16 de noviembre de 1989, seis sacerdotes jesuitas, una cocinera y su hija fueron asesinados por un “escuadrón de la muerte”, un eufemismo para las operaciones regulares de ANSESAL y del ejército. Entre las dos y las tres de la madrugada, mataron a tiros a Ignacio Ellacuría, el rector de la universidad, Ignacio Martín-Baró, el vicerrector, Segundo Montes, profesor, Arnaldo López, profesor y Joaquín López, director de un programa de ayuda humanitaria, Julia Elba Ramos, la cocinera, y su hija de quince años, Cecilia Ramos. La Comisión por la Verdad de El Salvador responsabilizó a oficiales de alto rango de El Salvador, apoyados por el ejército estadounidense y a varios “hombres de negocios” (21). El crimen inspirativo de las víctimas fue ayudar a los pobres. Los asesinatos de todos ellos representaron un instante en un mar de sangre. Desde los años sesenta, se ha identificado, y en algunos casos enjuiciado, a los autores de algunos crímenes, aunque no con mucha frecuencia porque los programas de la CIA continúan siendo encubiertos y se sigue protegiendo el contexto de la agenda y la política estadounidense. Los operativos estadounidenses, los diplomáticos, los conductos de financiación de los escuadrones de la muerte y los gobiernos clientelistas que llevan a cabo sus políticas siguen siendo intocables aunque se conozcan sus nombres y responsabilidades (22). El derecho encubierto del poder absoluto sobre ciudadanos de otros países resulta ya tan familiar que la CIA permite que aflore su lista de personas que se deben eliminar, pero ese hecho no supone una nueva política sino la continuación de la antigua, que afirma, ahora abiertamente, el derecho del gobierno estadounidense de matar a quien se le antoje. El derecho castrense en EEUU Las palabras “captura o asesinato” introducen el delito en el lenguaje de la guerra, aunque el derecho castrense es de hecho particularmente cuidadoso sobre quién puede ser objeto de tales acciones (23). El derecho castrense es también plenamente consciente de Nuremberg y de la inutilidad de la defensa alegando aquello de “yo sólo estaba obedeciendo órdenes”. El derecho castrense aparece codificado en el Código Uniforme de Justicia Militar (UCMJ, por sus siglas en inglés), que es una ley federal estadounidense para todos aquellos que sirven o trabajan en el ejército. El UCMJ afirma que es deber del soldado obedecer una orden legal. Negarse en tiemp
o de guerra puede significar pena de muerte (24). Se lee repetidamente en el UCMJ que deben obedecerse las “órdenes legales”. Lo que significa, para una mente racional, que una orden ilegal no tiene por qué obedecerse. El mismo UCMJ ofrece poca luz sobre dónde trazar la frontera entre una orden legal y otra ilegal, a no ser lo obvio. Aunque lo obvio no se especifique, no es por eso menos obvio. Recientes leyes militares tratan de determinar la legalidad de las órdenes ante un juez de un tribunal militar (25). No es probable que acaben ahí. El tribunal militar es cada vez más responsable ante el derecho de guerra, y el Acta de Crímenes de Guerra de 1996 permite que se acuse al personal militar ante tribunales federales (civiles) por “violaciones graves de los Convenios de Ginebra”, entre otros delitos (26). Y en las áreas bajo dominio de la Corte Penal Internacional, no es necesario haberse adherido a la misma para poder procesar a alguien. Como el ejército estadounidense sirve ahora en regiones donde se cometen delitos de mando como la agresión, el brazo judicial del ejército está cada vez más pendiente del derecho internacional. Los manuales actuales del Departamento de Defensa sobre las leyes de guerra aconsejan a los jueces militares que respeten no sólo los Convenios de Ginebra firmados por EEUU sino también los Protocolos Facultativos, a los que no se han adherido pero que se han convertido en derecho consuetudinario y, por tanto, aplicable (27). Aunque desobedecer una orden ilegal sea una decisión peligrosa, es una alternativa admitida allí donde sea necesario hacerlo. El UCMJ aborda qué es lo que está bien y qué es lo que está mal en sus Artículos Punitivos relativos a delitos contra el sistema militar, incluyendo los que uno encuentra en los tribunales civiles: conducir en estado de ebriedad, violaciones, asesinatos, etc. El UCMJ evita interactuar desde dentro de forma directa con los Convenios de Ginebra y las Leyes de la Guerra/Leyes de los Conflictos Armados (LOW & LOAC, por sus siglas en inglés), excepto, de forma notable, en el Artículo 18, que concede al tribunal militar el derecho a juzgar crímenes de guerra. Esto incluiría las violaciones de los Convenios de Ginebra y otras Leyes de Guerra (28). Al aplicar los Convenios de Ginebra y el resto de instrumentos del derecho internacional que los tribunales militares deben tener en cuenta, un crimen de guerra (o un “crimen contra la humanidad”, si es parte de una agenda o de una serie de crímenes de guerra) es perseguible. Cualquiera que ordene perpetrar un crimen de guerra está dando una “orden manifiestamente ilegal”. Al ordenar el asesinato extrajudicial de ocho o nueve hombres musulmanes, y en particular del clérigo al-Aulaqi, EEUU está utilizando el mismo mecanismo de los nazis alemanes al preparar el frente interno en Alemania para la guerra: la deshumanización de un grupo étnico y religioso. La deshumanización es siempre un requisito necesario para el genocidio y el asesinato masivo y revela una intención premeditada (29). Lo que resulta inaceptable en la orden de matar o capturar a al-Aulaqi no es sólo que sea ciudadano estadounidense sino que es un musulmán de un grupo que está sufriendo una serie de crímenes de guerra. Más profundamente, es un ser humano inocente hasta que se pruebe lo contrario. La repetición de crímenes de guerra contra tantos pueblos musulmanes convierte todo el ámbito de crímenes individuales contra los musulmanes en un crimen contra la humanidad. Avanza en una progresión que priva a un pueblo de sus derechos con total impunidad sólo porque son musulmanes, incluso cuando son estadounidenses, y por tanto, adquiere todas las responsabilidades que emanan de un delito. Psicológicamente, todo lleva al grupo asediado a la oposición. La ingeniería de las partes en esta “guerra” de adquisiciones militares corporativas representa un intento de genocidio (30). El grupo de víctimas elegido tiene derecho moral a resistir. Sobrevivir es un derecho humano. La política estadounidense y las percepciones creadas por la gestión los medios han deshumanizado a grandes grupos de musulmanes por las matanzas masivas ilegales en Iraq y Afganistán, la denegación de los derechos humanos a los prisioneros/sospechosos, despojando a los musulmanes de sus derechos legales en áreas vulnerables. A al-Aulaqi se le despoja de sus derechos a causa de sus creencias. Los derechos humanos constituyen cada vez más la matriz de una sociedad que funcione bien. Las leyes internacionales y las leyes de los países progresistas reflejan ese hecho. En EEUU, la nueva Ley Documental Suplementaria del Manual del Derecho de Guerra (2008) destinada a los defensores judiciales empieza a escribir leyes internacionales en el código judicial militar estadounidense mucho antes que en el derecho interno estadounidense. Las leyes consuetudinarias, aceptadas por muchos países, están convirtiéndose en derecho convencional (codificado). Al menos hay un conocimiento práctico de que si las decisiones militares excluyen la humanidad, pierden la buena fe necesaria para las leyes de la guerra que protegen a ambas partes. Rechazo Hay una larga historia de hombres y mujeres intentando explicar al poder que no puede dedicarse a matar por nada y en bien de nada. Las culturas antiguas de Indoeuropa y de Persia son civilizadas en grado sumo. La resistencia sobrevive. No se trata sólo de la resistencia del Islam, o de una interpretación del Corán o de una secta. La necesidad de libertad sigue su propio camino. Es la supervivencia de la fe, de los primeros cristianos en Roma, de Toussaint L’Ouverture, de Louis Riel, de la resistencia del Gueto de Varsovia, de Ho Chi Min, de Jean Moulin, de John Brown y Thoreau, también de Beauregard, también de Simon Bolívar, de Fidel o de los sueños revolucionarios de EEUU. En los miles y miles momentos de la historia en que la arrogancia de los opresores aplastó y aplasta el respeto por la vida, se genera resistencia. Esa Política de EEUU, al situar a un estadounidense musulmán dentro de su ámbito de matanza por afirmar sencillamente sus creencias y sugerir que vale la pena morir por ellas, rompe con la fe en la humanidad. Los estadounidenses ya hemos tenido que pasar por el asesinato de muchos de nuestros líderes religiosos. El Dr. Martin Luther King hijo (31) era tan solo un estadounidense. Su libertad de pensamiento y de fe se convirtió en una amenaza para un gobierno que emprendía una guerra en Vietnam. Una amenaza “inspirativa”. Malcolm X eran tan sólo un estadounidense, otra amenaza inspirativa y un visionario. Hubo tantas muertes inexplicables e injustificadas de estadounidenses en los sesenta, de hombres y mujeres de buena fe que creían en la humanidad. Algunos llevaban uniforme. El crimen que se proponen perpetrar contra Anwar al-Aulaqi es parte de un crimen estadounidense mucho más grande, que sigue siendo inaceptable bajo cualquier concepto y que se nos lleva a todos por delante. La preocupación no es sólo por la orden de matar a Anwar al-Aulaqi, que creo que es una orden patentemente ilegal (32). Es que esa política estadounidense de “guerra” ha creado como norma los asesinatos injustificados. Las víctimas son a menudo inocentes e inolvidables. Esa política sitúa a gente del ejército y de los servicios relacionados con él, la CIA, los contratistas, la gente que sólo “estaba cumpliendo órdenes” fuera de la comunidad humana y más allá de la protección de la ley. Con un mínimo de preocupación por la vida humana, no cabe sino luchar para se cancele esa orden. NOTAS: 1. Philip Gerardi, «Deep Background: Assassinating Americans» (28 marzo 2010), Global Research News. Gerardi indica el nombre de otro estadounidense en la lista de personas que se deben eliminar, Adam Perlman (Adam Yahiye Gadahn). Un cristiano judío de la Costa Oeste, convertido al Islam a los 17 años, al que se considera ayudante de Bin Laden, un “propagandista” que apoya a los fundamentalistas pakistaníes. 2. Constitución de EEUU. Artículo VI (2). «This Constitution, and th
e laws of the United States which shall be made in pursuance thereof; and all treaties made, or which shall be made, under the authority of the United States, shall be the supreme law of the land…» 3. Andrew Buncombe: «Bush gives CIA “hit list” of senior terrorists», (16 dic. 2002), The Independent. 4. Greg Miller: «Muslim cleric Aulaqi is 1st U.S. citizen on list of those CIA is allowed to kill» (7 abril 2010), Washington Post. 5. «Pacto Internacional de Derechos Políticos y Civiles» (16 dic. 1966), Colección de tratados de las Naciones Unidas en Internet. Se incluye actualmente en el Suplemento Documental del Derecho de la Guerra (2009), International and Operational Law Department, The Judge Advocate General’s Legal Center and School. 6. Laws of War Handbook 2005, International and Operational Law Department, The Judge Advocate General’s Legal Center and School [http://www.jagcnet.army.mil] 7. Elizabeth Bazan: «Assassination Ban and E.O. 12333: a Brief summary», (4 enero 2002), CRS Report for Congress. 8. The Black Book: the Nazi Crime Against the Jewish People (New York, Nexus Press, 1981), pág. 89 – 110. 9. «The Armed Forces of the United States will comply with the law of war during all armed conflicts, however such conflicts are characterized, and, unless otherwise directed by competent authorities, the US Armed Forces will comply with the principles and spirit of the law of war during all other operations», Chairman of the Joint Chiefs of Staff Instruction, CJCSI 5810.01B (25 marzo 2002). 10. Andy Soltis: « “Fort Hood” Imam blown up: Yemen» (25 diciembre 2009), New York Post. De hecho, Al-Aulaqi sobrevivió. Un informe anterior de AP señala que la mujer de Aulaqi y sus cinco hijos estaban con él en un lugar desconocido: Ahmed al-Haj & Donna Abu-Nasr: «US imam who communicated with Fort Hood suspect wanted in Yemen on terror suspicions», (11 noviembre 2009), San Francisco Examiner. 11. Chapter 7: «Means and Methods of Warfare,» Section 3, B, 2, C, c., Laws of War Handbook 2005. 12. Section 3, B, 2, a, Ibid. 13. «Obama Administration Approves Killing Americans Abroad» (April 5, 2010), allgov.com. 14. Section 3, B, 2, Laws of War Handbook 2005. 15. J.B.Gerald: «suppressed news», Night’s Lantern http://www.nightslantern.ca/bulletin.htm#namouh 16. Site Intelligence Group [http://www.siteintelgroup.org/]. 17. David Pallister: «Leaders on the CIA’s hit list» (21 marzo 2010), The Guardian. 18. David Ransom: «Ford Country: Building an Elite for Indonesia» The Trojan Horse: A Radical Look at Foreign Aid (Palo Alto, Ca: Ramparts Press, 1975, revised edition), pág. 93 – 116 [http://www.cia-on-campus.org/internat/indo.html]. Véase también mi: «Essay on State Terrorism» (1991) Night’s Lantern [http://nightslantern.ca/essay.htm]. 19. «Dorothy Kazel», Wikipedia. 20. Lee Hockstader and Douglas Farah: «6 Priests, 2 others slain in San Salvador» (17 noviembre 1989), Washington Post Foreign Service. 21. «Illustrative case: the Murders of the Jesuit Priests», Report of the UN Truth Commission on El Salvador (15 marzo 1993), pág. 45 – 54. 22. Leads for verification: Ralph McGehee, «CIA Support of Death Squads»: serendipity.li. Serendipity lleva a cabo una extensa investigación en la base de datos de la CIA. 23. Véase capítulo 7, «Means and Methods of Warfare» Laws of War Handbook 2005, passim. 24. Artículo 90, 2, y Artículo 92, Uniform Code of Military Justice [http://www.au.af.mil/au/awc/awcgate/ucmj.htm]. 25. 18 U.S.C.5 2441 and amended 1997. Laws of War Handbook 2005, pág. 223. 26. A recent clarification: «Preface», Manual for Courts-Martial United States (2008 edition), Joint Service Committee for Military Justice. USAPD, Unclassified PIN 030567 – 000. 27. Ibid. 28. Ibid. 29. La ratificación de EEUU del Convenio sobre Genocidio y su consiguiente política subraya la necesidad de la “intención” para que se cometa genocidio. De forma realista, la definición de “intención” queda sujeta a la interpretación de un tribunal internacional. 30. Véase J.B.Gerald, «When the “War on Terror” Becomes Genocide» (2010) [http://nightslantern.ca/gw.htm] 31. Para considerar el asesinato del Dr. Martin Luther King Jr. (y otros) dentro del contexto de una operación secreta estadounidense (relacionada con el ejército), véase J.B.Gerald: «Essay on State Terrorism» (1991) [http://nightslantern.ca/essay.htm]. 32. Artículo 90, «Explanation», 2, a, i,UCMY, Manual for Court Martial United States (edición 2008) [http://www.jag.navy.mil/documents/mcm2008.pdf]. Véase también artículo 89: «Explanation» (5) y artículo 92, ibid. Fuente: http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=18795