En mi juventud tuve el dudoso honor de asistir en vivo y en directo al nacimiento de la gauche divine barcelonesa y de relacionarme con algunos de sus miembros más destacados, de modo que los defectos y excesos de la izquierda glamurosa madrileña no deberían sorprenderme. Y sin embargo me sorprenden una y otra vez. Y no solo a mí.
Recuerdo la consternación de mis amigos cubanos al ver las firmas de Ana Belén, Víctor Manuel y otros supuestos artistas e intelectuales de izquierdas en el ignominioso panfleto contra Cuba promovido por PRISA en 2003. Y algunos se han vuelto a sorprender al ver los mismos nombres en otro panfleto similar, perpetrado por la misma gente y con los mismos fines, a raíz de las recientes huelgas de hambre de varios seudodisidentes cubanos.
El paralelismo con lo ocurrido hace unos años a raíz de la protesta antibélica en la gala de los Goya es evidente. En aquella ocasión, los actores y actrices del «No a la guerra» fueron presionados para que condenaran de forma igualmente pública y colectiva un atentado de ETA, y muchos, de buena o mala fe, cedieron al chantaje. La cuestión se debatió en una reunión de la junta coordinadora de la plataforma que se constituyó a raíz de la protesta de los Goya, de la que yo formaba parte, y, naturalmente, me negué a que se difundiera el comunicado condenatorio que alguien había llevado ya redactado e impreso, y expuse, una vez más, los argumentos que llevo años repitiendo (lo he hecho tantas veces que ya me aburro a mí mismo). Conseguí parar el vergonzoso documento, pero a costa de que empezara a circular el rumor de que yo seguía consignas de ETA, difundido por un conocido actor y un aún más conocido cantautor que, ellos sí, siguen consignas del poder (el hecho de que ambos estén vivos y enteros, por cierto, es la mejor prueba de que soy poco partidario de la violencia). Y unos días después un selecto grupo de actores y actrices viajó a Gasteiz para protestar, junto al inefable Savater, ante la sede del Gobierno vasco. Su foto de familia fue portada de «Abc».
En esta ocasión, tras el apoyo de un grupo de actores, artistas e intelectuales a la huelga de hambre de Aminetu Haidar, alguien tuvo la brillante idea de repetir el mismo chantaje a partir de una falsa ecuación similar: «Si apoyáis la huelga de hambre de Aminetu, tenéis que apoyar también la de los disidentes cubanos», dijo PRISA, que para algunos actores, artistas e intelectuales es la voz de su amo. Y unos por necedad y otros por conveniencia, obedecieron sin rechistar (y algunos hasta participaron en el linchamiento mediático del único actor que se atrevió a denunciar públicamente la patraña). Como si la lucha del pueblo saharaui por su independencia fuera comparable a la seudodisidencia cubana financiada por Washington. Como si la masacre del pueblo iraquí fuera comparable a un atentado cometido por una organización que no existiría si no existiera el terrorismo de Estado. La historia no se repite, pero la histeria sí (de hecho, es pura repetición, como señalan los psicólogos).
No es extraño que la misma izquierdilla glamurosa que ataca a Cuba apoye y homenajee a Garzón: su supuesto progresismo no va más allá del mero antifranquismo, y con Franco o la Falange como referente no es muy difícil parecer de izquierdas. Algunos por conveniencia y otros por ignorancia, le hacen, una vez más, el juego al PSOE, al confundir la causa con quien la promueve (pocos han promovido la causa del antiimperialismo tanto como Ben Laden; ¿por qué no le hacemos un homenaje los aniimperialistas?). Por supuesto que hay que investigar y reparar los crímenes del franquismo. Y, de paso, investiguemos y reparemos también los crímenes del borbonismo, el felipismo, el aznarismo, el zapaterismo, el garzonismo…