Desde la prehistoria, la tierra ha constituido la base y el hábitat de las comunidades humanas (junto con los recursos marinos y dulceacuícolas). Siendo la tierra el soporte básico de los ecosistemas terrestres en ella se han desarrollado las diversas comunidades y culturas, comenzando con las cazadoras-recolectoras, pasando por las agricola-ganaderas hasta la actualidad. Tanto para proveerse de sus necesidades materiales como para escenario y fuente de inspiración de sus expresiones artísticas y culturales.
Aún a día de hoy, todas las culturas indígenas y muchas comunidades agrícolas tradicionales cuidan la naturaleza y la tierra, hasta el punto de sentirlas sagradas. Esto se ha repetido en miles de culturas tanto actuales como desaparecidas. Es más, la mayoría de las culturas que olvidaron o arrinconaron esto han desaparecido como civilizaciones a lo largo de la historia.
La civilización occidental que padecemos hace tiempo que dio la espalda a la naturaleza y la tierra, hasta reducirla a la consideración de mero suelo donde acumular construcciones e infraestructuras, especialmente durante las últimas décadas como consecuencia de la imposición y dominación de una visión especulativa-economicista extrema.
Euskal Herria por su geografía montañosa, densamente poblada y paso de Europa ha sufrido especialmente las consecuencias destructivas de ese modelo con la transformación de su paisaje, fragmentación, ocupación y polución generalizada. En medio de esa situación, a duras penas sobrevivio a lo largo del siglo XX una agricultura y ganadería adecuada a su orografía.
Desgraciadamente la actual clase política, tecnocrática y empresarial capitalista, inundando los media con expresiones huecas y venenosas como “desarrollo sostenible”, están acometiendo la mayor destrucción de tierras jamás planteada en Euskal Herria. Proponiendo la irreversible desaparición bajo el cemento de miles y miles de hectáreas de tierra con la construcción de grandes infraestructuras como el TAV, Autovías autopistas y circunvalaciones acumulativas, superpuertos y todo tipo de infraestructuras energéticas. Promoviendo el descarado enrriquecimiento de una élite minoritaria a expensas de la mayoría de la población.
Las personas participantes en este paseo montañero hemos podido ser testigos directos de los graves e irreversibles daños producidos al medio natural por las obras de construcción del TAV.
Considerando únicamente el proyecto del TAV en Euskal Herria Sur, según la propaganda institucional se destruirían más de 2000 hectáreas de tierras (entre la infraestructura y los vertederos). Sin embargo, atendiendo a lo observado hasta ahora en Debagoiena, estas cifras van a ser bastante más grandes: amplificación de las obras auxiliares y centrales, derrumbes de laderas, los consigientes nuevos vertederos y similares. Otras muchas tierras agrícolas y bosques quedarán aisladas y alejadas, impidiendo o dificultando los trabajos de cuidado y gestión de los mismos.
Junto a la tierra el agua es otro de los componentes fundamentales de los ecosistemas. Observando las consecuencias de las obras realizadas hasta la fecha, nos quieren condenar a un negro futuro: contaminación evidente de charcas, ríos, riachuelos y aguas subterráneas hasta practicmente la desaparición de la vida de los mismos, junto con la desecación de varias fuentes y manantiales. Desaparición, desviación o artificialización de innumerables corrientes naturales de agua. De llevarse a cabo el proyecto serían varios cientos de corrientes de agua las que sufrirían estas consecuencias.
Más de una docena de caseríos, reservorios de la cultura agrícola tradicional, serán sacrificados en el altar del TAV. Imposibilitando en otros muchos de ellos la continuidad de la actividad agrícola ya de por sí pendiente de un hilo.
Para terminar, dejando otras muchas afecciones a un lado, quisiéramos destacar la tendencia más perniciosa que conlleva esta politica destructiva: la METROPOLIZACION del territorio. Años ha que se sabe que las concentraciones humanas, cuanto más grandes son mayores son sus demandas de tierras y demás recursos y por ende los residuos generados. El TAV empuja esas tendencias hasta el extremo, ahondando los desequilibrios territoriales e impulsando la metropolización de las grandes ciudades, absorviendo todos los territorios intermedios en su vorágine insaciable.
Desde AHT Gelditu! Elkarlana invitamos a todos los grupos y personas a dar un NO rotundo y a luchar contra todo este conjunto de afecciones a que nos quieren abocar con estas políticas suicidas.
Hemos de exigir a esta pérfida clase política la paralización de estas obras y luchar con encono hasta el abandono de este proyecto destructor de la tierra y despilfarrador del dinero público que ni queremos ni lo necesita la sociedad en su inmensa mayoría. Hacemos un llamamiento a toda la sociedad para lanzar un amplio debate que profundice en las raíces de los problemas que nos aquejan. Sólo una nueva mentalidad que recupere, tanto en lo real como en lo simbólico, la importancia y la centralidad de la tierra y la naturaleza, a través de los intercambios de cercanía que posibiliten una verdadera soberanía alimentaria y el fomento y cultivo de unas relaciones comunitarias directas e igualitarias hacia una humanidad radicalmente diferente a lo actual nos ayudara a salir del atolladero en que estamos sumidos.
Porque LA TIERRA ES EL FUTURO DE LOS PUEBLOS, ¡NO al TAV y demás infraestructuras metropolizadoras!
AHT GELDITU! Elkarlana