EL 18 de abril de 2009 Jon Anza tomaba un tren en Baiona con dirección a Toulouse. El donostiarra, militante de ETA tal como reconoció la propia organización, tenía una cita en la capital occitana, una reunión a la que no se presentó. Según aseguró posteriormente el ministro del Interior del Gobierno Zapatero, Alfredo Pérez Rubalcaba, su misión era entregar 300.000 euros a la cúpula del grupo armado. Anza tenía prevista su vuelta a Baiona el 20 de abril, pero no regresó jamás. Se perdió su pista hasta que once meses después, el 11 de marzo de 2010, su cuerpo fue encontrado en la morgue del Hospital Purpan de Toulouse, donde había muerto el 11 de mayo de 2009. Las interrogantes sobre lo sucedido siguen abiertas.
El viaje se inició en la estación de Baiona, donde Anza cogió el tren a primeras horas de la mañana. La estación de la localidad de Iparralde es pequeña, con el encanto que le da eso precisamente: el ser una estación de ciudad pequeña. Una cafetería, también pequeña, hace agradable la espera hasta la hora de partir. El tren tarda casi cuatro horas en cubrir los 300 kilómetros que separan Baiona de Toulouse. Al llegar a la estación de Matabiau se hace palpable la presencia de efectivos policiales, tanto de la Policía de Ferrocarriles como de la Gendarmería, así como de miembros del Ejército, que patrullan por los siete andenes de los que dispone la estación. No es nada raro ver cómo solicitan la documentación a alguna de las miles de personas que cada día transitan por allí.
Según diversas informaciones, a su llegada a Toulouse Jon Anza se alojó en el hotel Le Cloche de Rodez, un establecimiento de dos estrellas sito en la plaza Juana de Arco. El hotel, que cuenta con 44 habitaciones ‑todas ocupadas el pasado jueves‑, dista un kilómetro de la estación y, justo en frente, se ubica una terminal de autobuses. Estas mismas informaciones habían apuntado que Anza, durante la noche que había pernoctado allí, mostró claros síntomas de encontrase muy enfermo. Al entrar en el hotel nos atiende la recepcionista, a quien le desaparece la amabilidad de la cara cuando sabe la razón de nuestra visita. «No sabemos nada de lo que están preguntando. No sabemos nada de Anza», responde rápidamente. Insistimos en que queremos hablar con el director del hotel, pero la recepcionista, cada vez con más cara de pocos amigos, se niega en redondo. «No es posible. No queremos hablar con nadie». A fuerza de insistir asegura que todo lo que se ha publicado en algunos medios es falso. «Algunos periódicos han asegurado que han hablado con personal del hotel y que les habían dicho que Anza estuvo alojado aquí. Eso no puede ser cierto ya que los que estamos ahora trabajando no estábamos hace un año. Se cambia regularmente al personal y hace dos o tres meses se hizo ese cambio, y nadie ha podido hablar de algo que sucedió hace un año», afirma tajante.
Otro trabajador del hotel, que está atento a la conversación, se decide a intervenir: «No hay ningún documento que atestigüe que ese señor se hubiera alojado aquí. Se han mirado los documentos y no aparece nada», señala. Queremos hacer un último intento y les solicitamos a ambos que llamen al director del hotel, pero la contestación es la misma: «No quiere hablar con nadie».
DESPLOMADO
Centro de Toulouse
Jon Anza apareció desplomado el 29 de abril de 2009 entre las jardineras del restaurante Hippopotamus. Hacía once días que el militante de ETA había tomado el tren desde Baiona con destino a Toulouse. Así, el Hippopotamus es el siguiente punto del recorrido por la ciudad. Se encuentra ubicado en el mismo centro de Toulouse, en el Boulevard de Estrasburgo, junto al canal que atraviesa la ciudad. Al lado se encuentra el Jardín del poeta Pierre Goudouli y es normal ver a cantidad de personas paseando, o a muchos niños montando en el enorme carrusel que corona del centro del parque. Es, además, la puerta de entrada a las calles comerciales.
Preguntamos por los encargados y, en esta ocasión, hay más suerte que en el hotel, ya que nos atienden un chico y una chica, ambos jóvenes, que se presentan como los responsables del local. Cuando les decimos que queremos hablar sobre Jon Anza, la chica nos señala que somos los terceros o cuartos periodistas que pasamos por allí. «No sabemos nada. Dicen que apareció aquí, pero no tenemos constancia de ello». Le preguntamos si fue por la mañana o por la tarde, y el chico nos responde: «Dicen que fue por la tarde». Además, casualidad, no está en el local la que era la encargada aquel día. Todo se reduce a un «dicen, señalan, comentan». Nadie sabe nada, nadie comenta nada. La verdad es que, por pura lógica, si Jon Anza apareció desplomado en la terraza del Hippopotamus y nadie lo vio, tuvo que suceder de madrugada. El restaurante abre de 11.45 de la mañana a las 00.30 horas y, aunque el tópico dice que desde las nueve de la noche el estado francés parece un desierto, la zona en la que está ubicado este establecimiento es un constante fluir de gente. El Hippopotamus tiene a su derecha un restaurante de comida rápida de la cadena Quick y, a su izquierda, otro local donde se sirven cenas. Además, a menos de veinte metros hay unos cines que cierran a medianoche y, por aquella zona, es habitual que patrullen coches de la Policía Local de Toulouse y de la Gendarmería.
ÓBITO
Hospital Purpan
Sea como fuere, según la Policía gala y la Prefectura de Baiona, Jon Anza apareció desplomado en la terraza del restaurante Hippopotamus el 29 de abril de 2009 y fue trasladado al servicio de urgencias del Hospital Purpan. Entre un punto y otro hay una distancia de ocho kilómetros.
El Hospital Purpan está encuadrado dentro del Centro Universitario de Toulouse y es uno de los cuatro centros médicos más grandes de Francia. Uno de los responsables del centro hospitalario vuelve a contar la versión oficial. «Jon Anza ingresó en este hospital el 29 de abril. Le trajo el servicio del Samu con la Policía y los bomberos. Le habían encontrado en coma. No recuperó la consciencia y murió dos o tres semanas después». Según se informó posteriormente, el óbito del donostiarra se produjo el 11 de mayo de 2009, catorce días después de su ingreso. «No tenía documentación y, al no estar identificado cuando murió, se le llevó a la morgue del hospital», asegura. Cuando le preguntamos dónde se encuentra ahora el cadáver de Jon Anza, la conversación llega a su fin. «No tengo nada más que decir. Si quieren saber algo más deben dirigirse a la Prefectura de Baiona. Nosotros les entregamos toda la documentación de este caso y son ellos los que tienen que responder a sus preguntas». La verdad es que ahora el caso ha pasado de la fiscal de Baiona Anne Kayanakis a manos de su colega en Toulouse Michel Valet, puesto que Kanayakis se inhibió el mes pasado.
En un lado del hospital, en uno de los pabellones, se encuentra la morgue del Purpan, el edificio donde estuvo once meses el cadáver de Jon Anza. Tomamos unas fotos casi al mismo tiempo que salen del edificio dos personas, un hombre y una mujer. Mientras ésta apunta la matrícula del vehículo, el hombre, con un tono de voz elevado, recrimina que hayamos tomado instantáneas ‑siempre desde fuera- y amenaza con avisar a la Policía. «No está permitido. No pueden hacer fotos». Apenas un minuto después llega otro hombre, más mayor, que parece ser el responsable de la morgue. En un tono mucho más tranquilo, esta vez sin amenazas de llamar a la Policía, dice: «No hace falta que saquen fotografías. Tienen mucho mejores fotos en Internet». Arrancamos para irnos del lugar y señala: «Además, el cuerpo no está aquí». Intuye que somos periodistas y que la muerte de Anza es la que nos ha llevado hasta la morgue del Hospital Purpan. En Toulouse, cuando hoy se cumple un año desde que Jon Anza llegara procedente de Baiona, nadie sabe nada y nadie quiere comentar nada.
Según la autopsia practicada en el Instituto de Medicina Legal de Toulouse, Anza murió a consecuencia de un fallo multiorgánico (polivisceral neumo-cardiopulmonar) y se descartaba, asimismo, la existencia de lesiones traumáticas externas ni de hemorragias internas.
La familia del militante de ETA, que vio cómo se impedía que un médico de su confianza estuviera presente en la autopsia, no está conforme con los resultados y ha pedido un segundo análisis. De momento, el cuerpo de Jon Anza no ha sido trasladado