Lo que apren­di­mos y lo que ense­ña­mos- Che Guevara

En el mes de diciem­bre, mes del Segun­do Ani­ver­sa­rio del des­em­bar­co del «Gran­ma», con­vie­ne dar una mira­da retros­pec­ti­va a los años de lucha arma­da y a la lar­ga lucha revo­lu­cio­na­ria cuyo fer­men­to ini­cial lo da el 10 de Mar­zo, con la aso­na­da batis­tia­na, y su cam­pa­na­zo pri­me­ro el 26 de Julio en 1953, con la trá­gi­ca bata­lla del Moncada.

Lar­go ha sido el camino y lleno de penu­rias y con­tra­dic­cio­nes. Es que en el cur­so de todo pro­ce­so revo­lu­cio­na­rio, cuan­do éste es diri­gi­do hones­ta­men­te y no fre­na­do des­de pues­tos de res­pon­sa­bi­li­dad, hay una serie de inter­ac­cio­nes recí­pro­cas entre los diri­gen­tes y la masa revo­lu­cio­na­ria. El Movi­mien­to 26 de Julio, ha sufri­do tam­bién la acción de esta ley his­tó­ri­ca. Del gru­po de jóve­nes entu­sias­tas que asal­ta­ron el Cuar­tel Mon­ca­da en la madru­ga­da del 26 de Julio de 1953, a los actua­les direc­to­res del movi­mien­to, sien­do muchos de ellos los mis­mos, hay un abis­mo. Los cin­co años de lucha fron­tal, dos de los cua­les son de una fran­ca gue­rra, han mol­dea­do el espí­ri­tu revo­lu­cio­na­rio de todos noso­tros en los cho­ques coti­dia­nos con la reali­dad y con la sabi­du­ría ins­tin­ti­va del pue­blo. Efec­ti­va­men­te, nues­tro con­tac­to con las masas cam­pe­si­nas nos ha ense­ña­do la gran injus­ti­cia que entra­ña el actual régi­men de pro­pie­dad agra­ria, nos con­ven­cie­ron de la jus­ti­cia de un cam­bio fun­da­men­tal de ese régi­men de pro­pie­dad; nos ilus­tra­ron en la prác­ti­ca dia­ria sobre la capa­ci­dad de abne­ga­ción del cam­pe­si­na­do cubano, sobre su noble­za y leal­tad sin lími­tes. Pero noso­tros ense­ña­mos tam­bién; ense­ña­mos a per­der el mie­do a la repre­sión enemi­ga, ense­ña­mos la supe­rio­ri­dad de las armas popu­la­res sobre el bata­llón mer­ce­na­rio, ense­ña­mos, en fin, la nun­ca sufi­cien­te­men­te repe­ti­da máxi­ma popu­lar: «la unión hace la fuerza».

Y el cam­pe­sino aler­ta­do de su fuer­za impu­so al Movi­mien­to, su van­guar­dia com­ba­ti­va, el plan­tea­mien­to de rei­vin­di­ca­cio­nes que fue­ron hacién­do­se más cons­cien­te­men­te auda­ces has­ta plas­mar­se en la Ley n° 3 de Refor­ma Agra­ria de la Sie­rra Maes­tra recien­te­men­te emitida.

Esa Ley es hoy nues­tro orgu­llo, nues­tro pen­dón de com­ba­te, nues­tra razón de ser como orga­ni­za­ción revo­lu­cio­na­ria. Pero no siem­pre fue­ron así nues­tras expo­si­cio­nes socia­les; cer­ca­dos en nues­tro reduc­to de la Sie­rra, sin cone­xio­nes vita­les con la masa del pue­blo, algu­na vez creí­mos que podía­mos impo­ner la razón de nues­tras armas con más fuer­za de con­vic­ción que la razón de nues­tras ideas. Por eso tuvi­mos nues­tro 9 de Abril, fecha de tris­te recor­da­ción que repre­sen­ta en lo social lo que la Ale­gría de Pío, nues­tra úni­ca derro­ta en el cam­po béli­co, sig­ni­fi­có en el desa­rro­llo de la lucha arma­da. De la Ale­gría de Pío extra­ji­mos la ense­ñan­za revo­lu­cio­na­ria nece­sa­ria para no per­der una sola bata­lla más; del 9 de Abril hemos apren­di­do tam­bién que la estra­te­gia de la lucha de masas res­pon­de a leyes defi­ni­das que no se pue­den bur­lar ni tor­cer. La lec­ción está cla­ra­men­te apren­di­da. Al tra­ba­jo de las masas cam­pe­si­nas, a las que hemos uni­do sin dis­tin­ción de ban­de­ras en la lucha por la pose­sión de la tie­rra, agre­ga­mos hoy la expo­si­ción de rei­vin­di­ca­cio­nes obre­ras que unen a la masa pro­le­ta­ria bajo una sola ban­de­ra de lucha, el Fren­te Obre­ro Nacio­nal Uni­fi­ca­do (F.O.N.U.), con una sola meta tác­ti­ca cer­ca­na: la huel­ga gene­ral revolucionaria.

No sig­ni­fi­ca esto el uso de tác­ti­cas dema­gó­gi­cas como expre­sión de habi­li­dad polí­ti­ca; no inves­ti­ga­mos el sen­ti­mien­to de las masas como una sim­ple curio­si­dad cien­tí­fi­ca, res­pon­de­mos a su lla­ma­do, por­que noso­tros, van­guar­dia com­ba­ti­va de los obre­ros y cam­pe­si­nos que derra­man su san­gre en las sie­rras y lla­nos de Cuba, no somos ele­men­tos ais­la­dos de la masa popu­lar, somos par­te mis­ma del pue­blo. Nues­tra fun­ción direc­ti­va no nos aís­la, nos obli­ga. Pero nues­tra con­di­ción de Movi­mien­to de todas las cla­ses de Cuba, nos hace luchar tam­bién por los pro­fe­sio­na­les y comer­cian­tes en peque­ño que aspi­ran a vivir en un mar­co de leyes deco­ro­sas; por el indus­trial cubano, cuyo esfuer­zo engran­de­ce a la Nación crean­do fuen­tes de tra­ba­jo, por todo hom­bre de bien que quie­re ver a Cuba sin su luto dia­rio de estas jor­na­das de dolor. Hoy, más que nun­ca, el Movi­mien­to 26 de Julio, liga­do a los más altos intere­ses de la nación cuba­na, da su bata­lla, sin des­plan­tes pero sin clau­di­ca­cio­nes, por los obre­ros y cam­pe­si­nos, por los pro­fe­sio­na­les y peque­ños comer­cian­tes, por los indus­tria­les nacio­na­les, por la demo­cra­cia y la liber­tad, por el dere­cho de ser hijos libres de un pue­blo libre por­que el pan de cada día sea la medi­da exac­ta de nues­tro esfuer­zo cotidiano.

En este segun­do ani­ver­sa­rio, cam­bia­mos la for­mu­la­ción de nues­tro jura­men­to. Ya no sere­mos «libres o már­ti­res»: sere­mos libres, libres por la acción de todo el pue­blo de Cuba que está rom­pien­do cade­na tras cade­na con la san­gre y el sufri­mien­to de sus mejo­res hijos.

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