Muchas veces, lo nuevo desata pasiones. Y nada nuevo he dicho; tampoco lo hago si aludo a las intensas polémicas que generan las redes sociales, el microblogging y otros regalos de Internet. Muchos críticos disparan contra la infame banalidad de los post o mensajes que cuelgan fans o asiduos en Twitter, Facebook, Jaicu y sitios similares; le achacan a la tecnología las miserias del contenido. Vieja trampa neuronal esta, que castigó también, en sus inicios, a los blogs y a otras joyas que con el tiempo han revelado virtudes.
“No sé por qué piensan que intercambiar pelotudeces a través de los blogs, de Twitter o de lo que mierda sea tiene mayor trascendencia que intercambiar pelotudeces por teléfono, en una charla de bar o en la cola del Coto”, observa El escribiente, en comentarios del blog La espada vengadora. Y agrega: “La supuesta conveniencia de las nuevas herramientas nunca podrá apreciarse mientras los contenidos sean los de siempre: egos, puteríos, celos, alcahueterías y hasta algún business, propios de la profesión periodística”.
Todo depende, coincido, del destino conferido a la herramienta o al arma, y de la intención de quien la porta. Puede ser muy útil, si se emplea en algo más que en chismes de balcón. Por suerte, la inteligencia humana está reivindicando esos espacios, con creciente entusiasmo, rendimiento y fruto.
Animados por el movimiento de la brújula de la Web 2.0, los gestores de Cubaprofunda metimos las narices en esa nueva capa de la blogosfera, a la que mirábamos sin convicción. Y todo cambió. En Twitter y Facebook hemos descubierto noticias, comentarios y gracias sobre el acontecer cubano, con inmediatez y garbo suficientes para dejarnos enganchados.
Afloran en estos escenarios, enfrentamientos que, sin ser precisamente nuevos, generan enconadas pasiones entre los cubanos: desde la victoria de Villa Clara sobre Santiago y el inesperado y aplastante triunfo de Industriales frente a Sancti Spiritus en el béisbol, caldo sempiterno y bullanguero de la identidad nacional, hasta la pugna corrosiva, pero no menos caldeada y añeja, entre Estados Unidos y Cuba.
Después de agenciarse el cuestionado Nobel de la Paz, Obama dejó en el tintero sus endebles promesas de mover el timón de la política estadounidense hacia una posición más inteligente y pacífica ante nuestro país. Apenas flexibilizó las remesas y viajes de cubano – americanos, Washington volvió a la carga con las amenazas y la intromisión permanente en los asuntos internos de Cuba. Y los cubanos, tercos como siempre, nos mantuvimos aferrados a nuestra soberanía.
Con ese telón de fondo, el tiroteo emigró desde los sitios web de la gran prensa hacia reductos menos convencionales; adoptó blogs o bitácoras personales como trinchera de las partes contendientes y ahora se extiende, ácido, hacia los nuevos espacios o redes de Internet.
Unos adversarios arremeten contra debilidades –reales, supuestas o burdamente inventadas– de la Revolución Cubana, con un lenguaje demasiado coincidente con la Casa Blanca. Buscando blancos, disparan incluso contra valores de Cuba reconocidos mundialmente o cierran los ojos ante los mismos, a riesgo de pintar un país poco creíble para quienes lo habitamos. Pero como los consumidores de esos blogs y reductos del microblogging abren sus computadoras lejos de Cuba, el riesgo es pequeño.
Obama y su gente les tributan algo más que aplausos, a juzgar por los millones de dólares que reserva el famoso Plan Bush para esa labor de zapa.
Yoani Sánchez, el caso más notable y rastreramente envidiado por sus colegas de la llamada disidencia interna, saltó de su blog, Generación Y, a una activa cuenta en Twitter. “Si el blog Generacion Y me permitio colgar mis opiniones en el ciberespacio, mi cuenta de Twitter me ha brindado la inmediatez” (las tildes de Generación y permitió les faltaron a ella, lo juro).
En el mismo terreno, aceptaron la pelea varios de los blogueros más activos de Cuba. Yohandry –con un blog muy visitado– no le pierde pie ni pisada a la avispa rival en los tejidos de la Web 2.0: En Twitter, respondió: “@lissnup Le faltó decir que dinero más que inmediatez, que ya su cuenta está sobre los 150 mil dólares, y le debe dinero a Ciro y a otros.”
Experta como Obama en eso de ganar premios con «prisa» sospechosa, Yoani descarga su furia contra las elecciones cubanas con originalidad tan socorrida como la de sus tutores: “Preferir entre idénticos, seleccionar un color dentro de lo monocromático… la verdad es que no sé cómo pueden llamar a eso elecciones”
Y confesó también en Twitter: “Noche de elecciones a delegados de circunscripción en mi barrio, creo que dormiré temprano…”
La pifia no se la perdonó su rival de la Y, quien calentó la pista de opiniones en el microbbloging con envíos que incluían, entre sus blancos, la cuenta de Yoani en Twitter: “Pierde la oportunidad de nominarse como candidata a las elecciones en Cuba al no asistir a asamblea comunal, según una fuente”.
“Pareciera que @yoanisanchez no tenía la suficiente confianza en alcanzar la mayoría, y decidió no asistir.”
“Quizás @yoanisanchez no asistió a la elección de candidatos al gobierno municipal porque no le reportaría pantalla plana ni dinero.”
“Si tan convencida está de sus verdades, por qué no se arriesgó a ser respaldada por el pueblo… Gracias a mi fuente por los datos”, remató Yohandry.
A pesar de entrar en escena con nombres que asustan al inicio (blogs, microblogging, tuitiar, etc), las maravillas que salen sin cesar del sombrero mágico de Internet necesitan cada vez menos tiempo para popularizarse. Una prueba del éxito quizás sea la rapidez con que absorben fantasías, comidillas y polémicas humanas, incluida la vieja pugna entre Cuba y Estados Unidos. No faltarán marionetas del imperio dispuestas a correr su suerte en los nuevos espacios de la red de redes, si Washington paga bien, ni cubanos de pura cepa –y no solo por méritos de residencia o nacimiento– listos para aceptar el guante en cualquier terreno donde asomen amenazas a la Patria. Y nada nuevo he dicho.